Michael Sánchez, “El ruso”, es uno de esos jugadores del voleibol cubano que dan la impresión de que no los hemos podido disfrutar lo suficiente.

Cuando apenas con 21 años se lesionó de la columna estando en la selección nacional de la isla, muchos lo dieron por perdido debido a la gravedad de esta.  No obstante, por un milagro de la medicina y a través del padre de la ortopedia en Cuba, el doctor Álvarez Cambras, este pudo regresar a las canchas y volver a vestir la casaca del Cuba, pero no por mucho tiempo.

Dos años después, Michael Sánchez pedía la baja de la Federación de la isla y, otra vez, nos quedamos sin poder ver en pantalla a uno de los atletas más mediáticos y seguidos por la afición cubana del voleibol de aquella generación.

Sólo los más asiduos seguidores del deporte de la malla alta de nuestro país que contaban con alguna posibilidad pudieron seguir el desempeño del opuesto en otras ligas.

Cuando en el 2019 sale la noticia del regreso de “El ruso” a la selección, de momento volvieron al recuerdo esas noches donde se elevaba hasta los 3.65 metros de altura en el Coliseo de la Ciudad Deportiva, y no había jugador alguno que lo pudiera parar. Pero otra lesión, esta vez en el hombro, hacía que su vuelta a la selección se alargara más en el tiempo.

En la actualidad, Michael Sánchez se encuentra recuperándose y formando parte de uno de los equipos más competitivos de la liga brasileña, desde donde nos cuenta que las ganas de vestir la camiseta del Cuba siguen intactas.

¿Cómo fueron tus comienzos en el deporte?

Cuando mi padre se fue a estudiar en los años 80 conoció a mi madre y nací en Rusia, en donde estuve viviendo hasta los dos años y medio, hasta que decidieron mudarse a Cuba. Lo de “El ruso” vino porque cuando llegué a la EIDE era el único blanco y sabían la nacionalidad de mi madre. Cuando empecé a destacar, todos comentaban que había un ruso que estaba viniendo, que era alto, y así fue como se quedó.

Siempre fui un muchacho bastante hiperactivo en la escuela, y mi madre deseosa de que gastara energía, empezó a pensar que tenía que apuntarme en algún deporte. En aquel entonces en la primaria yo estudiaba en el vedado, y en el CD José Martí que está en G y Malecón comencé por el judo, de 2 a 4 de la tarde. Luego incorporé el básquet de 4 a 6. Tuve buenos resultados en ambos deportes y fui subcampeón provincial de judo y en el baloncesto también me fue bien. Después, cuando se acababan las clases, todos los muchachos del barrio se ponían a jugar balonmano, me llamaban y me decían que tenía buen futuro y tamaño para ese deporte, y también me incluí en el balonmano con el grupo del barrio.

Jugador cubano de voleibol Maikel Sánchez
Maikel Sánchez con la selección nacional cubana.

Siempre le preguntaba a mi mamá por el voleibol. Por aquel entonces, ponían por la televisión las ligas mundiales y podíamos ver las actuaciones de aquella generación de prodigios, pero no había profesores en donde me encontraba. Estuve un tiempo así, desde los 10 a los 14 años, hasta que llega una profesora nueva de voleibol y de un día para otro lo suelto todo y dije que no quería más básquet ni judo, que me iba para el voleibol.

Luego fue bastante rápido. Se me presentaron a la casa a entregarme la boleta que se daba por aquel entonces para matricularse en la EIDE por el balonmano, pero yo estaba esperando por el voleibol, hasta que me llegó la oportunidad y entré por el deporte que me gustaba. Allí tuve un profesor a quien le decían El Toqui y él fue quien me encaminó confiando en mí para que llegara al Cerro Pelado, al equipo juvenil. Un año estuve en la EIDE, al otro año en la ESPA Nacional en el Cerro Pelado y con los equipos de categorías nacionales de base.

¿Cómo llegas a destacarte en categorías inferiores y cuándo empiezas a llamar la atención para responsabilidades mayores?

En mi generación buscaban muchos los prospectos altos, ya por ahí tenía una ventaja sobre los demás del grupo. Además de alto, era joven, saltaba, no tenía mala técnica y sí buena capacidad física, era disciplinado: ciertos requisitos que le van gustando a los entrenadores y te van enfocando. Tuvimos muy buenos entrenadores por aquella época. Comencé por la categoría cadete que es hasta los 19 y luego juvenil, que es hasta los 21.

En el cadete no tuvimos incursión en el mundial de la categoría y por situaciones económicas no participamos ni en el NORCECA clasificatorio. Solamente tuvimos la oportunidad de participar en el NORCECA juvenil en Winnipeg, que fue realmente donde comenzó nuestra generación. Osmani Juantorena ya se encontraba en el equipo nacional y vino a ayudarnos en ese evento. Estaba Oreol Camejo, Robertlandy Simón, era una buena generación.

Ese fue nuestro primer destaque y le ganamos a Canadá y EEUU y conseguimos nuestro boleto para el mundial juvenil. Empecé como central, pero ya en ese NORCECA lo jugué como opuesto. Fui el mejor sacador y el de mayor cantidad de puntos del torneo. Viví una cierta evolución y comencé a cogerle el ritmo a lo que es el alto rendimiento. Al otro año jugamos el Mundial en la India en el 2005 y obtuvimos el tercer lugar, lo cual no se conseguía desde hacía mucho tiempo y de ahí vino el despunte hacia el equipo nacional.

Volví a cambiar de posición y jugué de auxiliar. En el 2006 participé en el Campeonato Mundial de mayores en Japón, cuando Juantorena tuvo el problema del doping y entré de titular en el equipo. Jugué bastante bien para la poca experiencia competitiva que teníamos, pasamos de fase, pero no fue suficiente. Después llegó Orlando Samuels y restructuró el equipo en el 2007 y me quedé nuevamente de opuesto.

Con apenas 21 años tuviste una lesión que fue famosa entre los seguidores del voleibol, pues recuerdo que prácticamente nadie contaba con tu regreso ¿Cómo fue aquella experiencia y qué pasaba por la cabeza de Michael Sánchez en dicha situación?

Es una historia bien triste y a la vez emocionante, una vez que te pones a analizarla en retrospectiva. Ya después de que pasé todo y logré incorporarme, realmente fue algo increíble. Venía quejándome desde el 2007, después de la Liga Mundial, de dolores en la columna. Tuve que inyectarme vitaminas para poder jugar y estuve bastante bien, pero cuando jugamos en el Panamericano de Río 2007, la lesión se agravó y no pude jugar ningún partido a partir de la semifinal, no podía más.

Tuve noches en las que realmente no pude ni dormir en el Panamericano de los dolores que tenía. Llegando a Cuba empecé a hacer las pruebas, me hice placas, tomografías. Tuve fracturas por estrés de la vértebra. Me pasé 3 meses con un yeso desde la rodilla hasta el pecho, en cama. Después me incorporé nuevamente a finales del año, cuando me quitaron el yeso otros 3 meses para ver si consolidaba la lesión.

En el primer mes, noté que los dolores seguían, no cesaban. Entonces volví a hacerme un chequeo, más pruebas, y la decisión al final con los doctores, junto al doctor del equipo nacional, mis padres y yo, fue que ya no podía continuar mi carrera deportiva porque iba a correr mucho riesgo debido a que tenía muy inestable la columna. Podía terminar en una lesión peor y afectar la médula. La recomendación era operarme y ponerme los anclajes metálicos y quedarme así un tiempo. Cero carrera deportiva, cero voleibol, cero todo, lo cual era para mejorar mi calidad de vida.

Me dijeron que me lo pensara un tiempo porque la cirugía era un poco complicada. Sentía que no tenía que operarme en esos momentos, porque para jugar voleibol si surgían las molestias, pero para la vida diaria sentía una pequeña mejoría. Me frustré, ya que me encontraba en pleno crecimiento deportivo con apenas 21 años, y que me dijeran que estaba lesionado y que no podía revertirse, fue muy duro.

Estuve un tiempo aislado, me ofrecieron incluso vincularme con el deporte, querían que de cierta manera ayudara al equipo como entrenador asistente y estuve yendo a la escuela de voleibol al comienzo. Nunca me abandonaron por esa parte y realmente se los agradezco. Hasta que un día conversé con Álvarez Cambras y me dijo que pasara por el Frank País. Hablamos y me dijo que tenía una posible solución, y que podría funcionar para incorporarme nuevamente al deporte. Eso fue para mí como el sol en la tormenta. Y así fue. Hice las consultas, las cirugías, y pude regresar poco a poco como a los 7 meses de la operación. Tuve unos fisioterapeutas muy competentes, me ayudaron en una rehabilitación que fue muy intensa.

¿Qué sentiste al volver a pisar una cancha luego de que te dijeran que era imposible?

Antes de tener un juego entero en la Liga Mundial, tuve varias incursiones cortas. Recuerdo cuando entré contra Bulgaria que estábamos un set por debajo. Cuando tuve el número en la mano para entrenar en la cancha por Cepeda, la Ciudad Deportiva empezó a aplaudir, me dieron una acogida muy cálida La primera bola que ataqué dio en el bloqueo y salté inmediatamente, como un doble remate. La segunda fue una encajada un poco más fuerte. La Ciudad Deportiva entera saltó.

Donde mejor un atleta cubano de voleibol se ha podido sentir era en el Coliseo, con 16000 personas en una de esas noches mágicas en las que el pueblo disfrutaba de cada juego, con esas Ligas Mundiales y ese público, el ambiente en general, y como es el cubano ante el deporte y ante las reacciones cuando juegas bien, cuando juegas mal. Nunca he tenido nada comparado con eso. Fue algo increíble haber pertenecido a esa selección por aquel entonces y haber jugado en ese coliseo. Es una sensación que no te puedo describir. Uno se crecía ante ese público, siempre querías jugar bien, hacer lo máximo.

¿Cuáles fueron los motivos que impulsaron a Michael Sánchez a pedir la baja de la Federación Cubana de Voleibol solo dos años después de tu regreso?

Fue realmente por un problema familiar que se me presentó. Pedí un autorizo para poder salir del país y del equipo nacional, pues quería ir a ver a mi tío con mi madre que tenía una situación de salud. Eso fue en enero y me lo dieron en marzo, por lo que se demoraron en darme el autorizo. Cuando llegué, no me pude incorporar al equipo y tuve una sanción. En ese momento pensé que ellos estaban equivocados y esa fue mi decisión del porqué la baja.

Comienza tu periplo entonces por ligas profesionales y llegas a parar a la fuerte liga rusa donde te instalas dos años

Una vez que concluyó la etapa de regulación para poder jugar, en el 2011, tenía un contrato con el club Lokomotiv Novosibirsk en Rusia. La primera experiencia profesional es un choque, porque realmente no estábamos acostumbrados a ese régimen, sino a nuestro sistema de entrenamiento en Cuba. Tienes un salario por eso y todo depende de tu desempeño, además de que eres el extranjero y la pieza fundamental. Estás en un equipo en el que todos son profesionales y es una gran responsabilidad. Lo asimilé bastante bien, y más que hablaba el idioma y se me hacía un poco más fácil.

El primer año tuvimos un buen equipo, no obtuvimos el resultado esperado en la temporada, con un cuarto lugar, pero fue algo nuevo e intenté adaptarme lo mejor que pude y obtuve la experiencia necesaria. El segundo año fue en la misma Rusia, pero en otro club, el Fakel Novy Urengoy. Ya entendía mejor cómo funcionaba todo. Fui evolucionando en cada juego y en cada entrenamiento. Luego de Rusia, a partir del tercer año hasta el sexto, estuve en Corea del Sur, una liga algo diferente. El uso de los extranjeros es más complicado, se juegan más partidos y no exigen tanto técnicamente, pero si más físicamente. Los asiáticos reciben mucho y defienden muy bien, por lo que había que aprovechar la altura, la potencia y el salto.

Como ya mencionabas, luego de esos dos primeros años en Rusia con números excepcionales, sorprendió que optaras por la liga coreana, a la cual, aunque tenga cierto nivel, se le conoce por desgastar bastante a los extranjeros

Ese cambio de carrera fue un poco más por la cuestión salarial. No fue buscando tanta calidad en cuanto a la liga, sino un mejor salario. No tuve muchas ofertas como esa y entonces me decidí por Corea. Son decisiones que uno toma, que a veces son complicadas y que las personas no entienden y se las cuestionan, pero en aquel entonces esa fue la decisión que creí más correcta, y por eso no incursioné en otra liga de mucha mayor calidad y que a lo mejor me iba a cuidar un poco más. Jugar un año en la liga coreana equivale a jugar dos o hasta tres en otra liga, en comparación con el desgaste. Tenía salud en aquel momento y me podía dar ese lujo.

No obstante, en esa liga Michael Sánchez consigue varios premios y hazañas, con destaque para los 31 puntos anotados en un set, lo cual es un récord

Ese juego y ese récord fue una locura. Si se quiere hacer récord alguna vez en el voleibol, hay que ir para Corea. Hay récord de saque, de ataque, de puntuación, etcétera. Era un juego en que iba todo bien, estábamos ganando 2 x 0. Hasta el inicio del tecer set yo tenía solamente 10 puntos. El juego empezó a complicarse, estábamos ganando 24×22 y lograron empatarlo. A partir de ahí, no sé si fue el entrenador o el pasador, pero decidieron darme todas las bolas, lo que generalmente pasa mucho, ya que el extranjero es el que asume la mayor responsabilidad. Así se pasó el juego hasta que ganamos 56 x 54.  

En el 2019, sucedió un hecho insólito para el voleibol cubano. Tres exintegrantes de selecciones nacionales solicitaban volver a formar parte de la Federación. ¿Siempre tuviste en la mente regresar al Cuba si se presentaba la oportunidad? ¿Qué sentiste cuando te dieron el sí y viste que el hecho se podría materializar?

Siempre tuvimos el deseo de regresar y jugar en el equipo nacional, y más sabiendo de los nuevos cambios en cuanto a política deportiva, porque al final, seguimos siendo cubanos. Uno sale por ciertos factores que realmente no quisiera que pasaran, pero si en nuestro tiempo hubiésemos tenido esta oportunidad, la mayoría de mi generación estuviera en el equipo nacional jugando, esa es la gran verdad. No es que uno monetice todo, pero son facilidades y comodidades que se obtienen con el resultado del trabajo, y uno se beneficia de eso. Ojalá [las contrataciones por la Federación] hubiesen llegado un poco antes en nuestro tiempo, pero lo pasado, pasado está.

Tener la posibilidad de jugar en diferentes ligas es fundamental para estos muchachos, pues los ayudará en su desarrollo técnico-táctico, a pesar de que existe el peligro de que te puedas lesionar porque se quieran esforzar un poco más, pero eso es parte del juego. Simón me preguntó y yo le dije que sí. Infelizmente, no pude incorporarme al preolímpico porque tuve una lesión del hombro en octubre, y en enero fue el evento, las lesiones graves me acompañan.

Imagino que fue un jarro de agua fría la lesión en un momento tan importante como aquel  

Me sentí un poco frustrado nuevamente, porque cuando todo parecía estar bien, vino la lesión. Me afectó en cuanto a mi contrato de trabajo, pues no pude jugar la temporada. Me operé en octubre y estuve un año y 7 meses fuera. Durante ese tiempo todo fue rehabilitación, la cual agradezco al doctor Anillo, al personal del Frank País, que fue donde comencé, a la fisiatra Daumara.

Después estuve un tiempo con el grupo de La Pradera, que tiene un laboratorio muy eficiente para estos casos. Me ayudaron muchísimo y gracias a ellos, recuperé mucho de mi movilidad del hombro. Tal parece que nunca tuve esa lesión y ojalá así sea. Luego de eso empezó la pandemia, fue un poco complicado, todo cerrado, pero de cierta manera me las pude arreglar. Aquí estoy nuevamente, prácticamente al 100 por ciento, y si todo sale bien, de aquí hacia adelante.

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Luego de haberte recuperado de la lesión, te incorporas al Minas Tenis, uno de los mejores clubes de Brasil, lo cual sería tu segunda experiencia en el gigante sudamericano. ¿Cómo va todo en estos momentos? ¿Ves una posible convocatoria a la selección nacional para el próximo año?

Paso a paso, estoy en mi proceso de estar al 100 por ciento física y psicológicamente, porque tengo que estar preparado para afrontar esta temporada. No soy titular, pero estoy haciendo mis incursiones en prácticamente todos los partidos, ayudando al grupo. No hubo muchos equipos que se quisieran aventurar a contratar a un opuesto que está regresando de una lesión de hombro, por lo que no recibí muchas propuestas.

He logrado aquí salir adelante, me he ganado la confianza de los entrenadores. Fue una decisión difícil para ellos, porque como quiera que sea es una persona que está lesionada, pero aquí tienen un buen cuerpo de fisioterapeutas, un buen equipo de trabajo y, realmente, eso me ayudó y me benefició mucho. Tomaron un riesgo que, de cierta manera, he compensado.

Sí tengo pensado regresar, he tenido mis deseos todavía vigentes de volver a la selección si mi desempeño lo permite y si estoy a la altura de lo que se necesita. Conmigo sí se pueden contar si estoy en plena condición física, si no me siento limitado, pero estoy haciendo todo lo posible para terminar la temporada y que me tengan en cuenta, no solo para el equipo nacional, sino para futuras contrataciones.

¿Cómo ve Michael Sánchez la actualidad y el futuro de los voleibolistas cubanos?

Sí hay futuro, sobre todo, para algunos que están despuntando bastante rápido. Es una generación que está aceptando su estilo y capacidad. Aquí en Brasil, Miguel Ángel López ha asumido un liderazgo en el Sada Cruzeiro y es una experiencia que realmente va a hacerle mucha falta al equipo nacional.

Marlon Yant por Italia ha tenido un poco más de juego este año. También están Melgarejo, Roamy y Herrera por Francia, que con la ayuda de nosotros supongo que se desenvuelvan un poco más rápido y lleguen los resultados. Miguel David se está incorporando y logrando jugar en Arabia, lo cual es muy importante. Es decir, son muchachos que hacen pensar que hay buenas perspectivas para este grupo. No pasaba así 2 o 3 años atrás, pero han evolucionado para mejor y para alcanzar buenos resultados en el próximo año.

Un mensaje a la afición

Quiero agradecer a las personas que nos siguen, que preguntan, que se interesan por el voleibol. También a los que me ayudaron en mi rehabilitación del hombro que fue tan difícil como la de la columna. Todos los que estuvieron de una forma u otra involucrados en el proceso, desde el doctor que me operó, la rehabilitación que tuve en el Frank País, en la pradera, el preparador físico Jesús, a mi esposa y mi familia, tengo una eterna deuda con ellos.

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Imágenes cortesía de Tomada de OnCuba y AFP via Getty Images