Cualquier fanático al deporte de las bolas y los strikes en Cuba, desde que inicia la Serie Nacional, quisiera conocer, de antemano, el resultado que alcanzará su equipo al finalizar la campaña. Sin embargo, predecir no es cosa fácil, mucho menos en un deporte tan complejo como el béisbol.

Una sencilla decisión que se tome puede incidir en un resultado a largo plazo, por tanto, abalanzarnos hacia lo desconocido puede generar tamañas equivocaciones y provocar cierta discordia entre los más avezados.

Muchos recordamos de nuestra época de estudiantes el útil, y algunas veces odiado a muerte, teorema de Pitágoras. El genio griego, quien no conocía en lo más mínimo el béisbol, no podía imaginar que su sistema sería usado, siglos después, para predecir las victorias y derrotas en este impredecible pasatiempo moderno llamado béisbol y para mayor curiosidad, para aventurarnos a predecir los clasificados de la Serie Nacional 60.

El primero en percatarse del uso que podría darse al teorema fue Bill James, considerado como el “Padre de la Sabermetría”. Él comprendió que la relación no linear que existía entre las carreras anotadas, las permitidas y las victorias, podría convertirse en una forma relativamente fácil para intentar predecir los ganados y perdidos de un equipo.

James usó una sencilla fórmula matemática muy similar a la desarrollada por Pitágoras, en la cual se incluyen las victorias, carreras anotadas y permitidas, todo elevado a 1, 81 como peso lineal y, por supuesto, la cantidad total de partidos.

Esta ha sufrido variaciones con el transcurso de los años y se ha complejizado para alcanzar mayor precisión en los pronósticos. No obstante, tiene otras versiones relativamente sencillas al igual que la original, y sobre todo más precisas, que puede usar cualquier aficionado de forma empírica.

Una parte del concepto que debemos comprender es que los equipos cuyos por cientos reales de victoria exceden sus expectativas, son llamados como «lucky» (suertudos en español); y con los que ocurre de en sentido contrario, son conocidos como “unlucky”.

Esta aclaración se debe a que, estadísticamente, el procedimiento no es capaz de extraer el verdadero nivel de talento de los equipos, ni puede pronosticar racha de ningún tipo. Recordemos que se usan solamente una o dos variables. No obstante, la “suerte” sí es un factor que la sabermetría toma en cuenta y su análisis va mucho más allá de carreras anotadas y permitidas.

Por ejemplo, un equipo de Grandes Ligas que se espera que juegue para .500, pero termina con 77 victorias y 85 derrotas, no está realmente apto para obtener 81 victorias. Para ser capaces de determinar el talento existente en una novena, y lo que puede rendir o no, habría que entrar en el campo de la Regresión, tema que sí es material pesado dentro del análisis del béisbol moderno.

Sin embargo, Pitágoras en todas sus variantes posibles, quizás sea la manera más rápida de profetizar el comportamiento de un equipo, ya que los porcientos de efectividad en su utilización son muy elevados. Nada tiene la verdad absoluta en este juego. Solamente veámoslo como una simple relación que se hace entre acumulados muy sencillos, que ha demostrado un alto nivel de eficacia en la predicción.

Entonces, ¿cómo es posible que, a través de una formula tan simple, se puedan tener tan buenos resultados si esta no es capaz de captar el nivel de talento que posee un conjunto?

La respuesta es simple: las carreras son vitales para obtener lo más importante, las victorias. Entonces, ese vínculo indisoluble que existe entre victorias–carreras creadas, a través de los datos registrados, un patrón de comportamiento que deriva en un sistema de proyección acerca de cómo se comportará este vínculo en el futuro.

¿Cómo quedaría la tabla de posiciones final según este método en el actual campeonato? ¿Quiénes serían los clasificados de la Serie Nacional 60, de acuerdo con los colegas del Grupo Cubano de Investigación del Béisbol? Antes de continuar, aclaramos que el cálculo se realizó según la fórmula original usada por Bill James, y está conformado por los acumulados obtenidos hasta la sub serie número diez.

También recordemos que hay varios partidos sellados o suspendidos por lluvia, los cuales una vez que se efectúen pueden condicionar la posición final de la tabla. Esto es solo un ejemplo de la probabilidad real existente, y no debe ser tomada como una realidad definitiva.

Este quizás no sea el cálculo más complejo del mundo de las estadísticas modernas. No obstante, a nivel de análisis, son pocos los parámetros que reflejan mejor el alma de la sabermetría que el teorema de Pitágoras.

En cuanto a lo que ocurre en realidad cuando faltan pocos juegos para concluir, la tabla proyectada coincide en casi todos los equipos que hasta este momento se encuentran en zona, aunque ocurre un cambio, pues Mayabeque sale y entra Cienfuegos.

Aunque la coincidencia es loable, faltan muchos juegos por efectuarse. Esperemos a cuando caiga el telón de todos los juegos para comprobar la efectividad de Pitágoras, que hasta ahora lo ha hecho bastante bien.

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Estadísticas: Alejandro M. Abadía Torres en Grupo Cubano de Investigación del Béisbol