¿Cuántas veces en su vida una mujer escucha la palabra no? Cuestiones de religión, de género o estereotipos han sido el estandarte de prohibiciones y censuras absurdas a lo largo de la historia. Por suerte, hay mujeres con la osadía de oponerse a esas negativas, como Nadia Abdel Hameed.

Ella es la primera boxeadora egipcia y del mundo árabe-musulmán en hacer carrera como profesional y tener resultados a nivel olímpico como entrenadora.  Además, forma parte del Grupo de Expertos para el Boxeo del Comité Olímpico Internacional (COI). Por si fuera poco, hoy es entrenadora del equipo juvenil masculino de su país.

Con 30 años de edad, ha vivido siempre en Egipto, un país que a pesar de haber tenido un estallido social como la “Primavera Árabe” con gran activismo femenino, todavía es considerado uno de las peores naciones árabes para ser mujer por el alto impacto de problemas como la violencia de género, el acoso callejero y la mutilación genital.

 “Nací frente a las pirámides, mi hogar está delante de esos monumentos  y mi familia proviene del linaje de los faraones, lo cual es algo bastante peculiar y único en Egipto.  Ahora todavía vivo cerca, en Giza, en el llamado Gran Cairo”, relata Abdelhameed.

“No fue fácil para mi comunidad aceptar que soy una mujer boxeadora, y la carrera que he tenido. Este juego siempre ha sido para hombres y si de pronto una muchachita decide meterse, va a enfrentar muchos obstáculos.  Pero con todo, vale la pena”, dice.

Cuando jugaba baloncesto notaron que mi físico era más fuerte que el de mis amigas, que podía defender mejor y ser más agresiva, y entonces un entrenador me impulsó a intentar boxear. Fue raro empezar en ese deporte y no es fácil practicarlo, porque precisamente ves a las personas pelear incesantemente y solo te preguntas: ¿cómo golpear de regreso?

Foto: cortesía de la entrevistada.
Foto: cortesía de la entrevistada.

A los 14 subes a un ring por primera vez, pero antes practicabas baloncesto. ¿Cómo sucedió esto?

Por otra parte, en los deportes  por equipos dependes del resto para tener tus resultados, pero en los individuales, especialmente los de combate, estas solo y debes lograr las cosas por ti misma, o sea, si eres buena lograrás lo que sea, y si no lo eres, será muy difícil triunfar. Entonces yo tomé la decisión de cambiar de la cancha de baloncesto al ring.

Debuté en una competencia nacional a los tres meses de practicar y ya a los 16 gané mi primera medalla de oro en el país e ingresé en el equipo nacional en 2006. Fui la mujer más joven en llegar al equipo nacional femenino y ahí empecé a viajar y ganar medallas alrededor de África y el mundo.

En Egipto fui campeona nacional siete veces seguidas y terminé quinta en la categoría light-heavyweight del Campeonato Mundial de la Asociación Internacional de Boxeo (AIBA) en 2008.

En Egipto, un país de mayoría musulmana, ¿cómo reaccionaron al fenómeno de una mujer boxeadora profesional?

Egipto es un país bastante moderno y la mayoría de las mujeres pueden practicar deporte. Pero sigue siendo una nación musulmana, por lo cual, para mi familia y la comunidad, el boxeo fue difícil de entender.

Al principio, entre las personas cercanas a mí, hubo mucha tensión, y luego, cuando empezaron a ver mis resultados, simplemente lo aceptaron y me han apoyado todo el camino. Pero fuera de mi círculo íntimo nada ha sido fácil y he tenido que “callar muchas bocas por el camino”.

Sin embargo, ahora mismo le agradezco a mi dios tanto por los malos como por los buenos tiempos. De todo he aprendido, pues he tenido que luchar con demasiadas personas solo para decir: “Estoy aquí y puedo hacer esto”.

Al fin elegí el camino correcto, al punto que fui elegida la mejor Coach Africana en 2018; además, tengo mi medalla de bronce con mi equipo de chicos en las Olimpiadas Juveniles de Buenos Aires.

Foto: cortesía de la entrevistada.
Foto: cortesía de la entrevistada.

Hace casi 10 años que te dedicas a entrenar a jóvenes boxeadores, y este cambio en tu carrera está asociado a Cuba.  ¿Cuál es la historia detrás de esa nueva vocación?

En 2009, vino a Egipto el coach cubano Ulises Bouyot Despaigne, en un contrato con las Fuerzas Armadas, y yo me convertí en su asistente. Entrené con él durante un año y después quise aprender más sobre el país caribeño, su gran boxeo y la calidad de sus púgiles.

Ulises fue un verdadero maestro, y de Cuba he recibido un respaldo como deportista que no he recibido en Egipto. Por otra parte, me fascina la escuela cubana de boxeo. Creo que es completamente diferente y única.

Estudié en 2014 en Hungría para familiarizarme con el estilo de Europa del Este, pero la Isla es la número uno. Además, a los egipcios nos encaja mejor que otros modelos a la hora de aprender. Debe ser porque no somos un país muy desarrollado, y tenemos la mentalidad de usar pocas cosas para lograr grandes resultados. Entonces, en Egipto optamos por la escuela cubana de boxeo y hemos tenido buenos resultados.

¿Cómo fue la transición de competir a entrenar?

Dejé de competir en 2009 y comencé como entrenadora en 2010. La transición no fue nada fácil: de hecho, yo soy la primera en hacerla en mi país. Por eso, de cierta forma, empecé esta nueva etapa de mi carrera tarde, asistiendo al coach cubano con un equipo de muchachos.

Después de pasar la academia me convertí en entrenadora del equipo femenino nacional y luego pase a trabajar nuevamente con equipos masculinos, primero de la categoría junior y ahora juvenil.

Fue un cambio increíble, pero a la vez fueron tiempos muy difíciles, para hacer que la gente a mi alrededor lo acepte y las personas de tu país, de tu ciudad simplemente digan: ella es una mujer, ella puede estar en frente de un grupo de hombres, en los entrenamientos y cosas así. Nada fue fácil.

Nadia junto al futbolista Mohamed Salah. Foto: cortesía de la entrevistada.
Nadia junto al futbolista Mohamed Salah. Foto: cortesía de la entrevistada.

¿Has notado algún cambio en la aceptación a la mujer deportista musulmana en los últimos años?

Ahora mismo, creo que muchos de los países musulmanes se han modernizado y es más común ver a muchachas de esa religión en los deportes de alto nivel. Sin embargo, las diferencias de género persisten dentro y fuera de las sociedades islámicas, y no solo en el boxeo, sino en el resto de los deportes de pelea y en muchas manifestaciones, como pudiera ser el fútbol.

Sin embargo, hay cambios notables, como la autorización de la AIBA para que las mujeres musulmanas puedan pelear con la cabeza cubierta, lo cual abrió la posibilidad de acceder a este deporte a boxeadoras de países más fundamentalistas como Irán.

Hoy, con 29 años de edad, una carrera exitosa y miles de retos superados, ¿qué le dirías a las niñas que quieren ser como tú?

Quisiera decirle a todas las niñas, especialmente a las chicas musulmanas, que al final del camino, es su decisión ser alguien importante en el mundo, ser fuerte, enfrentar la vida, y decir: estoy aquí, puedo hacer esto.

También es necesario el apoyo de la familia y las comunidades para que esas niñas puedan desarrollarse y alcanzar sus metas. Por eso hoy, no estoy mandando un mensaje a esas niñas o adolescentes, sino a sus familias, sus padres, madres, sus comunidades, las calles donde crecieron, sus ciudades. A ellos les digo: “tienen que apoyar a las jóvenes, y estarán sentando el mejor precedente. Las mujeres musulmanas solo necesitamos una oportunidad”.