Hace ya casi dos años, planteé la idea de que había llegado el momento de dejar a un lado nuestra proverbial arrogancia y buscar asesoramiento técnico fuera de nuestro país, con entrenadores que estuvieran actualizados con las metodologías tácticas y de entrenamiento propias del béisbol moderno, tanto en lo individual como en lo colectivo.

Nuestros peloteros realizan los entrenamientos selectivos propios y exclusivos de nosotros para jugar la Serie Nacional, así como cualquier evento internacional que corresponda. El resultado de estos métodos es claro: los atletas, rara vez, logran superar sus defectos.

Entonces: ¿qué ha pasado en los últimos dos años? Los jugadores continúan padeciendo de los mismos males. Los lanzadores cada día están más descontrolados y los bateadores, cada vez que tienen que enfrentan a un lanzador que tenga una idea aproximada de lo que se debe hacer -sin ser un extraclase-, lucen totalmente indefensos.

Siempre me he preguntado por qué un equipo de nuestras Series Nacionales tiene que entrenar tres meses antes para enfrentar la misma, cuando vemos que los conjuntos de la Major League Baseball (MLB) lo hacen solo con cuarenta y cinco días de antelación, para una campaña que dura seis meses, con 162 partidos y solo diez días de descanso.

No creo que debamos copiar todos sus procederes. No obstante, hay cosas que vale la pena analizar y plantearse implementar algún día.

En el 2018, se experimentó la variante de realizar un entrenamiento competitivo de cuatro meses para disputar solo cuatro o cinco partidos. Finalmente, ocurrió lo que muchos intuyeron que iba a suceder: la selección nacional fracasó de forma rotunda en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla. Este año, en los Panamericanos se repitió la dosis y todos sabemos cuán desastroso fue.

Sin embargo, la misma base de este conjunto, en el mes de febrero, se enfrentó a novenas muy superiores en la Serie del Caribe y fue capaz de discutir el campeonato. Esto demuestra que los encargados de organizar la preparación están muy alejados de entender las necesidades de nuestros atletas y equipo en general.

¿Olvidar la historia del béisbol cubano?

En estos momentos, en la MLB hay un conjunto de peloteros cubanos que quizás sean los más talentosos de la historia del béisbol en nuestro país. Un Cuba formado por “Pito” Abreu, Chapman, Soler, los hermanos Gurriel, Céspedes, Grandal, etc., puede derrotar a cualquier novena de este mundo. Si sumamos los números de 15 de ellos, combinados, sumaron unos 235 cuadrangulares, empujaron 723 carreras y promediaron para .261, 11 puntos por encima de la media de la liga.

Mientras, entre los lanzadores Aroldis Chapman y Raisel Iglesias salvaron entre ambos 52 juegos. Esto nos da a pensar que si no hubiesen cambiado las condiciones políticas y sociales en los años 90, quizás estaríamos disfrutando de la mejor selección nacional de la historia.

Sin embargo, hay que resaltar una cuestión importante. Aunque estos hayan sido formados en nuestro país, todos han dado un salto de calidad enorme gracias a los entrenadores que los han recibido fuera, actualizados con la visión moderna del béisbol.

Hace dos años, cuando hablé de la necesidad de recibir asesoramiento extranjero, me respondieron que no necesitábamos que nadie de afuera viniera a enseñarnos a jugar pelota. Los que afirman esto desconocen la historia.

En la década del 60 del pasado siglo, a raíz una actuación desastrosa de nuestro equipo en una serie disputada en México, viajó a nuestra Isla Preston Gómez, al frente de un grupo de técnicos que introdujeron nuevos métodos de entrenamiento y, sobre todo trabajaron con mánagers jóvenes de aquel entonces.

Gómez fue el director campeón de la pequeña Serie Mundial de 1959 con los Cubans Sugar Kings y años más tarde sería mánager y alto ejecutivo de los Astros de Houston. En resumen, después de esta colaboración, la pelota cubana dio un gran salto cualitativo.

Preston Gómez
Preston Gómez.

¿Entrenadores extranjeros para introducirnos al béisbol moderno?

Ahora llega el momento de hacernos una pregunta: ¿necesitan los ingleses, alemanes, brasileños o españoles que alguien venga de afuera a enseñarles a jugar fútbol? Creo que la respuesta es no, pero estos no dudan ni un segundo a la hora de contratar a un técnico extranjero cuando lo requieren.

Antes de 1959, nosotros poseíamos un buen béisbol. No obstante, los extranjeros Bobby Bragan y Billy Hermann fueron contratados para dirigir al Almendares y Cienfuegos respectivamente. Además, cada equipo de nuestra liga podía contar con nueve jugadores extranjeros.

Solo fue después de 1960 que se comenzó a desarrollar en Cuba el voleibol, atletismo, lucha, halterofilia, canotaje y otros deportes, los cuales eran prácticamente inexistentes en el país en aquel entonces.

Con excepción del boxeo, el cual contaba con una gran calidad y tradición dentro de la isla, en otras disciplinas existían individualidades aisladas, como Rafael Fortún y Alejandrina Herrera en el atletismo; mientras en el voleibol contábamos con la genialidad de Eugenio George, al cual debemos los honores y el reconocimiento que se merece, porque nos colocó en un lugar cimero.

No obstante, George -al igual que otros grandes entrenadores como Alcides Sagarra y Rolando Veitía-, salió al exterior a buscar nuevos métodos para ponerlos en práctica aquí.

¿Cómo llegamos a convertirnos en la segunda potencia a nivel Panamericano, en la primera de Centroamérica y el Caribe, y alcanzamos el quinto lugar olímpico en Barcelona 92?

Precisamente, esto se logró cuando llegaron a Cuba los mejores preparadores provenientes del entonces campo socialista, como fueron Víctor Zanaev, Emil Zatopec, Karoly Kiraly, Dieter Krauss y otros muchos.

Zanaev entrenó a Pedro Pérez Dueñas para que este rompiera su propio récord mundial por solo citar un ejemplo. Estos no solo ayudaban a nuestros atletas: también se los llevaban a sus países para que toparan con algunos de los mejores del mundo, dinámica que se mantuvo por varios años.  

Hemos escuchado a nuestros narradores decir que varias naciones contratan a entrenadores y jugadores foráneos, pero no mencionan que nosotros lo hicimos durante la etapa profesional, y que después tuvimos la ayuda de especialistas de países socialistas. La realidad de esas naciones cambió y, sin embargo, la nuestra ha permanecido inmóvil en el tiempo. Esto tiene que ser dicho a los aficionados cubanos.

Si no hacemos algo al respecto, los tiempos dorados de nuestro deporte en general -incluido el béisbol- no regresarán.