José Ariel Contreras, Pito Abreu, Yasiel Puig, Alexei Ramírez o de forma más reciente Yordan Álvarez: los peloteros cubanos de MLB, cada vez que llegan a Cuba son recibidos por los fanáticos como divinidades y generan un furor mediático incontenible a su alrededor.

En muchísimas ocasiones, los nativos de la Isla que se presentan en los terrenos de Grandes Ligas han sido ignorados por las autoridades y medios de comunicación de la Isla, y sus logros olvidados o soslayados, pese a cierta apertura en algunos medios.

En medio de este contexto, la fascinación hacia estas estrellas -algunas emigradas de forma ilegal, lo cual le valió el apelativo de “traidores”- aumenta con el tiempo, con cada actuación exitosa, y cada debut de jóvenes emergentes.

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La llegada de los emigrados

El último de esta larga lista de mesías, con arribos repletos de muestras de cariño por parte del pueblo, fue Yordan Álvarez, el slugger tunero que ganó la condición de Novato del Año de la Liga Americana por su actuación increíble en la temporada regular.

Con conga incluida y la población en las calles, fue agasajado por muchos seguidores que, pese no poder disfrutar de su desempeño diariamente en MLB, de seguro se mantenían al tanto y disfrutaban con cada batazo del espigado toletero, la revelación de la temporada 2019.

Esta muestra de admiración nos recuerda a otros momentos semejantes, como aquella mítica visita de José Ariel Contreras, el histórico lanzador de los Chicago White Sox que causó sensación en el Parque Central, en La Habana.

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En 2013, rodeado de decenas de admiradores y después de unos 10 años de no visitar su país, el serpentinero pinareño pudo comprobar que no lo habían olvidado y que muchos seguían su carrera, pese a que en aquellos momentos las vías de información y los canales eran muy distintos y menos profusos que ahora.

Allí dialogó con la multitud y firmó autógrafos, incluso -quizá un guiño simbólico- sobre un ejemplar del periódico oficial Granma.

En tiempos más cercanos, también están frescas las reacciones debido al inolvidable arribo de Yasiel Puig, José Abreu, Alexei Ramírez y Brayan Peña, como parte de la comitiva de representantes de Grandes Ligas y peloteros que arribó a Cuba en 2015 y que, entre otras cosas, impartió clínicas a niños.

“No hay dudas que esto es algo increíble y que parecía impesado hace un tiempo atrás. Estamos avanzando, que los cubanos que se hayan ido por cualquier vía vuelvan y los recibamos es una cosa muy grande. Lo único que yo veo mal es que ahora tampoco ellos pueden ser los héroes y los que estamos aquí quedarnos en el olvido. Todos somos de Cuba, pero todos merecemos el mismo trato”, dijo entonces Luis Giraldo Casanova.

En un grupo donde brillaban algunas de las grandes estrellas de Grandes Ligas de entonces – Miguel Cabrera, Nelson Cruz y Clayton Kershaw-, la atracción mayor para los cubanos era la posibilidad de tener, nuevamente, a sus jugadores emigrados en la Isla, aunque fuera solo por corto período de tiempo.

Contreras en La Habana en su visita enel Parque Central. Foto: Reuters

¿Por qué reciben como héroes a peloteros cubanos de MLB?

En medio de una serie nacional deteriorada, con resultados cada vez más desastrosos en la arena internacional- recordemos los Panamericanos y el Premier 12-, el brillo de los cubanos que partieron a jugar en el mejor béisbol del mundo mantiene aún algo del atractivo decadente del pasatiempo en la Isla.

No en vano, la Serie Mundial de 2017 entre Dodgers y Astros, para los fanáticos fue más el choque entre Yuli Gurriel y Yasiel Puig, por uno y otro bando. No importa quién ganara, porque Cuba tendría un campeón más entre su historia.

Por eso, la reciente edición del Clásico de Otoño atrajo nuevamente las miradas, con la armada de cubanos de los Astros por un lado y Roenis Elías de la parte de los Nacionales, quien terminó llevándose el ansiado anillo.

A quienes usaron y usan el béisbol como elemento político y propagandístico no debería extrañarles ese magnetismo que los peloteros cubanos de MLB ejercen sobre su pueblo. La pelota es parte de una identidad cultural, de la nacionalidad cubana, con una historia alimentada por más de un siglo de juego.

Por más que se les ignore, o se pretenda minimizar su influencia; por más que se esfumaran los acuerdos con MLB; estos nuevos héroes representan la imágen del éxito y la esperanza, el orgullo de un pueblo que se creyó -y al que le hicieron creer-, que en Cuba se jugaba el mejor béisbol del mundo.

“Así, como durante la Primera Guerra Mundial decíamos, me siento francés, o me siento alemán, comenzábamos a decir: Soy del HABANA o soy del ALMENDARES. Luego llegó una novena de Pittsburg a dar exhibiciones en La Habana. Luego fue el triunfo de Adolfo Luque. Pero ¿Es un científico, es un poeta, es un filósofo para que lo reciban así? Preguntaba mi padre atónito a un limpiabotas de la acera del Louvre. Mire señor, respondió el aludido: usted no entiende nada de la cultura de la pelota…”, escribía Alejo Carpentier en un artículo en Bohemia, del 11 de julio de 1969, titulado Deporte es cultura.

De José Ariel Contreras, Pito Abreu, Yasiel Puig, Alexei Ramírez hasta llegar a Yordán Álvarez, la reacción siempre será la misma. ¿Imaginan si un día regresa el pelotero más mediático de Cuba de este siglo, Yuli Gurriel?

Quizá, a los que no entienden qué sucede en estos casos habrá que decirles, como el limpiabotas al padre de Carpentier: “usted no entiende nada de la cultura de la pelota”.  

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