Después de perder en el primer combate de los Juegos Olímpicos de Tokio, parecía que al cubano Rafael Alba se lo volvía escapar la posibilidad de alcanzar una medalla olímpica. Pero la fortuna y el esfuerzo, lo acompañaron para que pudiera reponerse y avanzar en el organigrama.

Pasaron horas de agobio, también de esperanzas, mientras seguía de cerca la actuación del macedonio que lo derrotó, pues de esta dependerían sus posibilidades. Alba se agarró de esa segunda oportunidad para llevarse una medalla de bronce de la capital nipona.

El indómito ya cuenta en su palmarés con dos oros en Mundiales de taekwondo y ese tercer lugar en citas bajo los cinco aros, algo que lo sitúa en la élite histórica de ese deporte en Cuba.

Play-Off Magazine se acercó a Rafael Alba para conocer más sobre su vida, carrera y el futuro de un grande del taekwondo cubano.

Naciste en Santiago de Cuba. ¿Cómo fue tu infancia y cómo llegas al deporte?

Yo era muy intranquilo, como muchacho al fin. Siempre estaba en movimiento. Practiqué varios deportes, como el tenis de mesa, en el cual no me fue nada bien. También estuve en baloncesto por mi altura, además de béisbol, atletismo hasta que llegué al taekwondo. La cuestión era estar en algún deporte que me permitiera salir antes de la escuela. Realmente, no tengo muy claro por qué me quedé en taekwondo.

¿Tu familia no se preocupó porque escogieras una disciplina de combate?

A mi mamá le gustaba que estuviera en algún deporte, algo que me sacara de la casa, para que estuviera haciendo ejercicio y algo que me enseñará y entretuviera.

¿Ve ella tus peleas?

A veces, no siempre: le cuesta verlas, sobre todo, cuando son competencias fuertes.

Llegaste al equipo nacional muy joven, en una división que tenía a Robelis Despaigne, bronce olímpico. ¿Cómo afrontaste ese reto?

Llegó al equipo nacional con 17, camino a los 18 años, como juvenil todavía. Me invitan a entrenar con la selección para ayudarlos a preparase para los Juegos Panamericanos de Guadalajara. Estuve peleando mucho tiempo en 80 kg, era la figura número 13, doce eran del equipo nacional y yo el primero entre los juveniles.

En el 2011, para el campeonato nacional que era en Camagüey, mi entrenador, Amaranto Delisle, me dice que para tener más opciones de medalla que peleara en la división superior, que era la de Despaigne. Perdí solo la final con Robelis, quedé en medalla de plata y eso hace que entrara de manera directa en el equipo nacional.

En el 2013 tuviste, hasta cierto punto, tu debut internacional en el Mundial de Puebla y ganaste el campeonato. ¿Cómo lo recuerdas?

En ese momento no tenía conocimiento de qué era a lo que me estaba enfrentado. Simplemente, fui con el ánimo de ganar, dar lo mejor de mí. Las peleas fueron salieron poco a poco, en la cuarta me dicen que ya estoy en medallas y que hay grandes posibilidades de quedar campeón, algo que te puede cambiar la vida.

¿Te cambió la vida? 

Sí. Ya tienes un respeto a nivel mundial. Eres visto de otra forma por los rivales. En las competencias, los sorteos en las primeras rondas son más sencillos y en algunos casos no tengo que pelear y eso hace que me desgaste menos.

¿Qué representó ese resultado con apenas 19 años? ¿Te mantuviste igual?

Sí, creo que me mantuve igual. Soy de perfil bajo, no soy de grandes alardes por lo que conseguido en mi carrera deportiva.

En el 2015, quedaste en medalla de bronce en el mundial y continuaste con tu gran ciclo.

Estuve ganando la pelea semifinal casi hasta el final, pero en ese tramo el representante de Azerbaiyán me dio dos golpes en la cabeza, y con una amonestación del árbitro, se me escapó la oportunidad de repetir la medalla de oro. Pero estuvo bien.

Con Río de Janeiro 2016, llegó la oportunidad de luchar por el cumplir el sueño olímpico. ¿Cómo fue la experiencia?

En Río hubo cosas buenas y otras malas. Fuimos con un mes de antelación, de aquí salimos con algunas dificultades porque necesitaba más de un compañero para entrenar porque si había alguna lesión no me podía quedar sin entrenar.

No había, como tal, un área para entrenar taekwondo y nos tocó hacerlo en tatamis de judo, la superficie no es la misma y es mucho más complejo. Luego se logró hacer varias gestiones, se consiguió tener un área para poder hacerlo de la mejor manera el entrenamiento.

En cuanto a la competencia, no salió como esperábamos. Debido a no haber competido mucho en el ranking no estaba lo mejor que hubiese querido. Perdí en la pelea con Dmitri Chokin que era el primer lugar del listado mundial. Lamentablemente, el cayó en la siguiente con el atleta de Níger y no me arrastró.

En 2019 ganas el mundial en Manchester y quedas en plata en los Juegos de Lima. Repitieron muchos rivales en ambas competencias. ¿Cómo fueron estos torneos?

Al mundial fui con la misma mentalidad del primero que asistí. No tuvimos la preparación necesaria para afrontar con todo el rigor la competencia. El objetivo era avanzar la mayor cantidad de rondas posibles, pero sin tener un objetivo claro: la idea era ir pelea a pelea y ver hasta dónde podíamos llegar.

En Manchester le gané en la primera pelea al estadounidense Jonathan Heyle, a un croata y en cuartos, al coreano. Cuando llegué a semifinales me di cuenta de que tres de cuatro éramos del área panamericana y eso me alertaba como iba ser Lima. Le gané al brasileño en semis y al mexicano Sansores, en la final. Con él me siento cómodo, lo conozco bien y, por tanto, tenía mucha confianza.

Rafael Alba
Deportista cubano de taekwondo, Rafael Alba.

En el 2020, todo se detuvo en el mes de marzo por el impacto de la pandemia. ¿Cómo afrontaste ese período? ¿Cómo llegaste a los Juegos Olímpicos?

Nosotros estuvimos en Costa Rica en varios opens. Cuando regresamos, nos mandaron para nuestras provincias. Fui para Santiago, estuve un mes inactivo. Empecé a entrenar al mes, en mi casa: corría, hacía abdominales, pero nada que ver con lo necesario para entrenar rumbo a unos Juegos Olímpicos. Estuve en Santiago alrededor de nueve meses alejado de las áreas del equipo nacional.

Volví a competir a los once meses, el primer evento fue el panamericano en Cancún, en el 2021 y fue el único que tuve antes de los Juegos Olímpicos.

¿Y los rivales de los juegos cuántos torneos tuvieron antes de Tokio?

En Europa se realizaron muchos torneos, los asiáticos también. O sea, la diferencia es abismal.

Esto es terrible para los taekwondocas cubanos porque tú clasificaste, pero otros no pudieron por esa falta de competencia, e incluso, a pesar de ser campeón del mundo vigente, no tenías ranking para hacerlo directo y tuviste que clasificar vía panamericana.

Esto es un problema de hace años. El taekwondo se ha vuelto un deporte rentable, en cuanto a que mientras más tu compites vas ganando puntos al ranking. Si voy a más competencias, aunque no las ganes, aunque pierdas en la primera pelea, sumas puntos. No haces nada con ir a una, ganar y después no participar más porque el que participa en todas, aun sin ganar, estará por delante de ti.

Tras la primera derrota en Tokio, necesitabas que el macedonio te arrastrara para poder aspirar a medallas. ¿Cómo fueron esas horas?

Estaba decepcionado conmigo mismo, uno ve que se le fue toda la oportunidad, todo el tiempo que entrenaste, todo el que te apoyó. Hay atletas que se van de la competencia, que se rinden: nosotros nos quedamos, vimos la siguiente pelea del macedonio que la ganó y luego al coreano, que pensé que ahí se acababa todo, pero también lo venció. En ese instante, tuve otra segunda oportunidad y tenía que aprovecharla.

¿Qué hiciste durante ese tiempo?

Hablé con mi madre y con algunas amistades cercanas que me escribían dándome ánimo. Mi mamá estaba intentando animarme, estaba viendo las peleas. Me decía que no mi viniera abajo, que al menos, había estado en los Juegos Olímpicos. También el comisionado y el médico me decían que no perdiera la fe y al final se dio.

Fuiste la primera medalla de la delegación. ¿Qué significo obtener un podio olímpico?

Es lo más grande, nada se le parece, no lo iguala ninguna competencia. Los Juegos ocurren cada cuatro años, no hay seguridad ni siguiera de volver a estar en uno de ellos. Participar ya es un mérito, pero alcanzar una medalla es increíble.

Te tocó compartir y competir con Robelis Despaigne, un bronce olímpico también. Uno de los dos se tiene que quedar fuera de los Juegos Olímpicos. ¿Cómo es la relación con él?

Siempre bien. Fluyó todo normal, lo vimos como una competencia sana. Peleamos mucho, en un inicio, él siempre ganaba, luego, dividíamos y, finalmente, terminé ganando más yo. La relación siempre fue muy cordial.

¿Cuáles son las mayores dificultades que enfrenta el taekwondo cubano y los practicantes?

El taekwondo siempre ha pasado por dificultades, pero siempre logró superarlas. Los déficits de logísticas siempre nos han dado problemas, porque no tenemos un patrocinador que nos ayude con implementos. Necesitamos algunos artículos de protección porque es un deporte muy traumático. Además, no tenemos los petos electrónicos y eso es con lo que se compite a nivel internacional.  

¿Es atendido como práctica deportiva lo suficiente?

Tenemos un comisionado nacional, Iván Fernández, que se desvive por el taekwondo. Él hace todo lo que esté a su alcance para mejorar el deporte, pero hay cosas que no están en sus manos: necesita ayuda de otras instancias.

¿Un practicante cubano, en este caso tú que eres de élite, puede vivir solamente del deporte que practica?

Realmente, la vida se ha vuelto muy cara. Vivir del deporte es muy complicado. Es difícil, al mismo tiempo que eres deportista, tener otra vida paralela. Claro, si tengo la oportunidad de hacer algo, lo hago.

Los deportistas medallistas mundiales y olímpicos reciben una remuneración. ¿Cómo está te ayuda en tu vida diaria?

Sí, recibimos una remuneración. En el tiempo del CUC sí te ayudaba. Eran 300 para los campeones olímpicos y 150 para los mundiales. Pero luego del reordenamiento se nota muchos menos, porque el cambio es a 24. Dimos tres pasos hacia atrás. No tiene casi impacto. El campeón olímpico gana ahora unos 7200 pesos al cambio, 72 dólares y el campeón mundial, la mitad.

En el caso de tu deporte: ¿se maneja alguna posibilidad de contrato como ocurre con otras disciplinas o eso no existe en el taekwondo?

Por desgracia, no existe una liga profesional. Se ha estado trabajando, pero todavía no hay nada claro.

Rafael Alba
Rafael Alba

¿Qué debería cambiar para que los practicantes cubanos tengan mejores condiciones?

Cambiar la forma de motivar a los practicantes del deporte. Que los que vengan detrás vean que tienen futuro. Tratar mejor a las figuras del momento para que los que vienen detrás no se desmotiven y crean en poder hacer una vida desde el deporte.

Vives becado pese a ser un deportista de tu categoría. ¿Cómo afecta tu rendimiento y vida personal?

Llevo becado desde el 2008. Se torna complicado. No es fácil, después de todo lo cosechado, que todavía esté en estas condiciones. Hay campeones olímpicos becados todavía en la escuela. Afecta, psicológicamente, porque te sientes marginado, tienes los logros, pero no se refleja en tu vida.

¿Qué sacrificios has hecho en tu carrera, como otros deportistas, para llegar a obtener los resultados?

Ni el que más, ni el que menos: alejarme de mi familia, dejar gran parte de mi juventud, de la fiesta. Incluso, perder el vínculo con mi hijo, que hasta el sol de hoy solo he podido compartir un fin de semana con él, por el propio tema de no tener vivienda.

¿Qué representa la lejanía de la familia para Alba?

La familia es el pilar fundamental de todo hombre. Hay veces que la vida te pone en situaciones complejas y la gente te da la espalda, pero la familia siempre está ahí. En los juegos de Tokio, después de perder, mucha gente me dio la espalda, pero hablar con mi mamá me ayudó a salir adelante

¿Se ha preparado Rafel Alba para una vez que termine el deporte tener una vida fuera de este?

Soy licenciado, esto me permite tener tiempo para explorar en otras áreas, para buscar un plan B. Todavía no sé exactamente cuál será, pero ya lo llevo meditando porque, además, en un deporte tan traumático, que no sabes cuándo será tu último combate.

¿Qué espera Rafael Alba del futuro?

El futuro es incierto. No solo para mí, sino para el deporte como tal. Ha cambiado mucho y seguimos viéndolo de la misma manera. El deporte se ha vuelto un negocio y cada país invierte en su atleta. Aquí es muy poco. Uno no puede seguir peleando por algo si no va a tener una retribución a tu sacrificio y a tu esfuerzo. Tengo muchas ganas. Mis rivales están llegando con 33-34 años a Paris 2024 y yo llegaría con 31-32, yo tengo la ilusión. En estos momentos, soy el tercer lugar del ranking y por tanto, ahora mismo estaría clasificado, hay que seguir compitiendo.

El futuro está en dependencia de si logro una estabilidad en la vida, porque no todo es deporte. Quiero dedicarle un tiempo a mi familia. Tengo un niño de dos años que vive en Matanzas y yo estoy en Santiago. Además, vivo becado en una escuela y se hace complejo.

Necesito un poco más de facilidades, no solo yo, sino todos los atletas que se lo han ganado. Creo que hay que atender más a los atletas, buscar otras motivaciones, no solo es la motivación de ir a representar a tu país a una competencia. Sí es algo que te motiva, representar a Cuba, que tui familia te vea. Pero también está la otra parte, la de poder vivir de una manera digna.

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Imágenes cortesía de Hansel Leyva y Foto: Hansel Leyva