Es sábado. Dos horas han pasado desde la medianoche. Apenas comienza el 16 de julio cuando un mensaje de WhatsApp enciende el teléfono. Se lee: “tía, crucé. Ya me entregué. Todo bien”. Esas palabras remueven, de golpe, todo el estrés de una familia. Jonh Alexander González Buchana, joven promesa del fútbol cubano, acaba de entrar por la frontera que une a México y Estados Unidos.
Él es uno más que se “desvincula” del movimiento deportivo cubano. Muchos cubanos emigran, sean atletas o no. Suman decenas de miles en el último año fiscal.
Entró por Mexicali. No andaba solo; marchaban en caravana. Pasó hambre, frío, sueño… así llevaba días de travesía. Cuenta que no había espacio para acostarse entre tanta gente en una pequeña celda. Estuvo en ese lugar tres días y ocho horas. Justo a las 10 a.m. del 19 de julio, lo soltaron.
«Estoy viviendo en Miami. Aún no estoy trabajando», dice. «Mi familia quiere que primero conozca y me familiarice con el idioma. A diario, hago mi sesión de ejercicio en el “gym” y ayudo en todo lo que puedo en casa. Me han llevado a conocer bellos lugares».
En sus mensajes se palpa la decepción acumulada. Solo tiene 19 años, pero Jonh González Buchana ha sufrido más de una desilusión.
«Yo amo Cuba», explica. «En difíciles condiciones, pero crecí allá. No es el país, son los dirigentes del deporte quienes lo destruyen».
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Formado en su natal Camagüey, Jonh González Buchana llega al fútbol por embullo de su hermano York González quien, asegura, le mostró lo hermoso y especial de este deporte. Antes probó suerte en el tenis de mesa… pero lo dejó. Tenía solo nueve años cuando tocó su primer balón.
Se desenvuelve bien. Juega como delantero o mediapunta. Con el equipo Minas 11-12 termina tercero, con siete goles. Sube el peldaño hacia el 13-14, y en el provincial finalizan cuartos, con cuatro dianas suyas. Entra a la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE). Pasa trabajo, como todos. Quizás de ahí el desarrollo del gen guerrero, del sacrificio.
En 2017, con el equipo sub-15, marca el gol de la victoria en el Campeonato Nacional frente a Villa Clara. Con ese triunfo aseguraron la medalla de oro. Solo les servía ganar. Perder los mandaba al cuarto lugar, y empatar les daba el metal bronceado.
Al año siguiente, integró el sub-15 que discutió la Cayman Airways International Youth Football Cup. Justo como su hermano la temporada anterior; pero con una suerte diferente. Cuba venía de conquistar el evento por dos años consecutivos. Aquí cedieron 2-1 en la final ante el DC United.
Después, pasa al equipo juvenil por tres años, y luego asciende al primer equipo de la provincia. Antes de que llegara la Covid-19, Jonh González Buchana integró un microciclo de la selección Sub-20 realizado en Camagüey. Cuenta que uno de los entrenadores lo veía pequeño para su posición ofensiva. “Seguí jugándomela y de nada me sirvió”, recalca.
«Mientras yo me preparaba y esforzaba, los míster de la primera categoría de Camagüey no me daban minutos en el terreno, ni siquiera en los partidos que tenían ganados. Ahí comenzó mi frustración», recuerda.
Le cuenta su situación al colectivo técnico del sub-20. En mayo de 2022, los concentran en el Pedro Marrero para una base de entrenamientos en Uruguay. Anuncian vía WhatsApp los convocados. Jonh no figura en la lista. Semanas antes, había viajado a La Habana con sus propios recursos para inscribirse en la selección. Relata que era de los pocos con esa condición. A pesar de ello, no hace el equipo.
«Ahí se destruyeron todos mis sueños y mis esperanzas de jugar futbol en la selección nacional», dice el joven.
Pero su madre contacta a la dirección del equipo para ver qué se puede hacer con su hijo. “Es una lástima que no lo dejen eliminarse por La Habana, por sus problemas en Camagüey” le dicen. Pero alegan no poder hacer nada.
Más tarde, antes de partir, algunos atletas presentan molestias. Alertan a Jonh. Quizás, podría entrar al equipo. Solo falta el resultado médico del lesionado. Finalmente, el jugador afectado no hizo el viaje. Pero John tampoco.
«Jamás me avisaron. Fue más fácil convocar jugadores de La Habana. Se ahorraron la inversión de traer un camagüeyano a la capital. Ellos hicieron su historia y a mí no me quedó otra que hacer la mía”, comenta.
«Se repetía la misma historia de mi hermano en la Selección Nacional de mayores», continúa. «No encaja con el modelo de juego del DT. Con eso basta para que te entierren. No importa tu talento y sacrificio. Si no le gustas al entrenador, te desechan, a no ser que seas legionario. Pero, ¿cómo serlo si no puedes mostrarte con Cuba? ¿Dónde quedan los muchachos que pasamos tanto trabajo en las EIDE por tratar de cumplir un sueño? Eso a nadie le importa. Solo a nuestros padres», afirma.
¿Crees que es viable para un futbolista contratarse viviendo en Cuba?
Con respecto a este tema, no veo mucho avance. Hace poco vi el caso de Christian Flores, también de dos colegas míos del sub-20 encaminados, pero es difícil. Incluso lo digo por mi hermano. Como no lo llaman a la selección, no puede salir del país a mostrarse y despertar interés de algún club. Yo iba a correr la misma suerte. Si no muestras la mercancía, no la vendes. Eso es lo que nos pasa. Con los legionarios, muchos futbolistas cubanos quedarán en el olvido.
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La travesía de Jonh González Buchana comienza en Guatemala. Son 27 en total. Las lomas se agigantan pese a cada metro vencido. El guía detiene varias veces la marcha. Algunos tienen fatiga, falta de aire. El panorama es tenso. Los dividen. Él va con otras ocho personas en un auto, en el cual solo caben seis. Van hacinados, durante 13 horas, hasta la frontera con Belice.
Al día siguiente, más de lo mismo. Lomas parecidas a las anteriores. El cansancio y el calor agotan. Los unen nuevamente para formar un grupo de 25. Toca amontonarse. El auto, según dicen, tiene capacidad para 13; y el viaje es de ocho horas hasta Cancún.
Sube la tensión. Sin descanso, entumecidos, esperan seis horas ocultos en el baño del aeropuerto de esta ciudad. Esquivan ser detectados por agentes de migración.
Después, abordan un vuelo hacia Puebla. Luego un bus hacia Querétaro; un avión hasta Hermosillo. A ratos, el miedo lo atiza. Es imposible no sentirlo. A diario, son noticia los grupos de cubanos detenidos y en proceso de deportación. Teme por eso. Incluso, Jonh González Buchana debe aún la previa del Servicio Militar en Cuba.
Se monta en un carro que los lleva a Mexicali. Al fin, van algo cómodos. Son siete personas. El viaje dura 12 horas, con varios retenes. La policía, cual ave carroñera, se alimenta de todo el dinero que traen encima. Se entregan en Mexicali. Sale 80 horas después, por Tucson, con la I-220A.
«Llegar los Estados Unidos fue algo grande. No estaba en mis planes, pero la vida te juega malas pasadas y me tocó. Lo que más extraño es mi familia, mis padres, mi hermano, mi mujer», afirma.
¿Sentiste en algún momento de la travesía que habías tomado una decisión equivocada cuando enfrentaste esos peligros? ¿Arrepentimiento?
Me sentí sorprendido porque pasé por cosas que antes no había pasado, pero siempre mantuve mi objetivo: llegar hasta el final y poder lograr mi sueño.
El sueño del fútbol europeo, que pudo ser y no fue
En septiembre de 2021, dos jóvenes futbolistas cubanos partieron hacia Italia a pasar un mes de prueba en una de las canteras más prestigiosas de ese país. Los hermanos York y Jonh González Buchana probaron su suerte en el Udinese Calcio.
¿Cómo te fue en esos días? ¿No se concretó nada con esos clubes?
Viajamos a Italia el 27 de septiembre del 2021. Nos ubicamos en la casa del amigo que nos pagó todo el viaje. La primera semana entrenamos personalmente mi hermano y yo. Corríamos por la calle alrededor de la casa y golpeábamos un balón en una pequeña cancha de fútbol sala. No estábamos en condiciones para llegar al 100% a los entrenamientos en el Club.
Acabábamos de superar par de días antes de salir del país la Covid-19. Finalmente, fuimos a las instalaciones del club para comenzar los entrenamientos. Estuve tres días, mi hermano ocho. A él lo mandaron a probarse con otro club, el ASD Torviscosa.
No lo podían contratar. La plantilla estaba llena. Estuvo cuatro días y el entrenador le comentó que no necesitaba un jugador de su posición. Lo llevan a probarse a otro equipo, pero para poder contratarlo necesitaban un permiso legal para su estancia en Italia.
No se pudo conseguir. Se nos venció el tiempo de la visa. Un agente del club le sugirió regresar a Cuba. Le dijo que en junio lo convocarían nuevamente, pero eso no pasó. El 25 de octubre volvimos a casa.
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Jonh se confiesa seguidor de Cristiano Ronaldo. Es su primer referente. Elogia su sacrificio, su entrega en el terreno. También me habla con devoción de su hermano York. Se le nota la admiración.
«Él me ha guiado a ser disciplinado y dar el máximo», afirma. «Es un supertalento en el fútbol y se está perdiendo porque no lo valoran», sentencia.
¿Emigrar fue siempre una alternativa para ti?
Jamás pasó por nuestras mentes la idea de irnos, y te digo “nuestras”, porque fue una decisión tomada en conjunto con mi familia. Nunca lo pensé. Durante las pruebas en Italia con el Udinese Calcio algunos amigos se ofrecieron para acogernos, en caso de que decidiéramos quedarnos ilegalmente mi hermano y yo. También tuvimos el apoyo de otros en España. Pero no estuvimos de acuerdo.
Siempre pensamos en defender los colores de nuestra bandera, lograr un contrato digno por nuestra selección y forjarme un futuro en el fútbol, pero, lamentablemente no fue así.
¿Cuál fue tu sensación al entregarte en Estados Unidos y llegar al final de la travesía?
Me sentí muy feliz pues habia logrado un objetivo por el cual me sacrifiqué. También, fue un alivio porque sé que mi vida cambiará totalmente
¿Estás jugando fútbol o entrenando por tu cuenta?
No puedo jugar, hasta tener mis documentos. Estoy entrenando para mantener mi forma física e ir elevando mi nivel. Cuando tenga los papeles, trataré de vincularme en el futbol de acá. Haré todo lo posible por no dejar de jugar. Siempre ha sido mi sueño.
¿Qué hará Jonh González Buchana mientras en Estados Unidos?
Quiero trabajar para ayudar a mi familia. También a mi hermano con sus papeles para España y su estancia allá. Además, quiero dedicar tiempo para mantenerme futbolísticamente y probar a ver qué pasa con mi carrera.
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