El penal atajado a la leyenda futbolera mexicana y del Real Madrid, Hugo Sánchez; aquellos días en los que dirigió un equipo en la cuarta división de Alemania, conformado en su mayoría por jugadores cubanos y al cual se le conoció por un peculiar nombre. Esas y otras anécdotas únicas forman parte de la carrera de William Bennett, un exfutbolista cubano devenido entrenador que nos recibe en su casa, para hablar de su vida y carrera.
Cuando llegué a su puerta, en el apartamento del Cerro, en La Habana, capital cubana, supe al instante que estaba en el lugar correcto. Las calcomanías de FIFA y balones de fútbol no daban margen a dudas. Adentro nos esperaba una pareja de 70 años, humilde y servicial. El hombre, es un señor canoso, vestido con pantalón y pulóver azul gastado, posiblemente, de su tiempo como director técnico.
Fue portero de la selección absoluta de Cuba en la década de los 70 y director técnico de selecciones nacionales durante años: William Bennett es fútbol. Así lo demuestran las 5 décadas que dedicó al desarrollo del balompié en la isla en las disímiles funciones que desempeñó, como parte de las cuales, llegó a ser jefe de la comisión técnica nacional de la Asociación de Fútbol de Cuba (AFC) en el siglo XXI.
Además del fútbol, Bennett reconoce que su otra pasión es la familia. Su esposa, sus hijos jimaguas emigrados, su nieto que ya juega fútbol en las categorías inferiores de España, y que me muestra muy orgulloso en un un pequeño cuadro. “Lo viven comparando con Ronaldinho por lo rápido y habilidoso que es”, me dice.
La hermana de Bennett vive con él, y duerme en el cuarto-oficina, donde guarda las medallas y trofeos que ganó durante toda su carrera, junto a una vieja computadora en la que, posiblemente, pase la mayor parte de su tiempo, escribiendo dos libros. Al parecer, luego de retirado, Bennett aún siente que puede dar más por el fútbol.
Por sus manos, ya como entrenador, pasaron durante mucho tiempo decisiones importantes, aunque reconoce que todo lo hacía de conjunto con su equipo. Cuando hace 5 años le llegó el retiro y se encontraba de asesor de la selección nacional, su voz aún era escuchada en las altas esferas. La convocatoria de los “legionarios”, el desarrollo de este deporte en las provincias, la inversión del dinero de la FIFA, el contrato de técnicos extranjeros. De todo eso, y del penal que atajó a Hugo Sánchez, conversamos con William Bennett, figura reconocida del fútbol cubano.
Primeros roces con el balompié en la infancia
“Nací en las Tunas, en el central Manatí. Para mí, era la cuna del fútbol del Oriente del país. Comienzo con 12 años a practicar atletismo y me seleccionan en Holguín para los juegos nacionales escolares en el año 1962, en los que cogí medalla de bronce en el salto largo. Jugaba mucho voleibol también, pero la gente me decía que practicara fútbol, que en mi zona era mucho más popular. En los próximos juegos escolares, fui de voleibolista, porque saltaba mucho”, recuerda.
“Siempre iba al estadio a ver a los equipos que jugaban en mi tierra, que eran Relámpago y Dinámico, con José Verdecia, uno de los mejores delanteros cubanos de todos los tiempos. Mi papá murió cuando tenía 5 años y mi mamá no quería que practicara ningún deporte, quería que estudiara. Yo le decía que podía estudiar y ayudar el mismo tiempo. La ayudaba vendiendo periódicos, pero a cada rato me escapaba para el terreno, y llegaba con las rodillas raspadas a la casa. Mi madre me castigó, pero una señora le dijo: déjalo, que va a llegar a ser alguien», dice William Bennett.
“Me siguieron embullando y termino de portero. Gano el torneo provincial, voy a Santiago de Cuba y participo en los quintos Juegos Escolares. Cogemos medalla de oro, me destaco y me seleccionan para la ESPA Nacional. Estuve ahí 1 o 2 años. Después, fuimos a los Juegos Juveniles de la amistad. Cuando regreso, participo en los juveniles centroamericanos en Cuba, hasta que me llaman a la selección nacional con 15 años, a finales de los 60”, cuenta.
Etapa en la selección nacional
William Bennet nunca tuvo la posibilidad de llegar a ser la primera figura de Cuba, pues casi siempre fue relegado a ser tercer portero. Así estuvo durante 12 años, hasta que se retiró, muy joven, con apenas 27 años. Durante ese trayecto, entre otros resultados, fue medallista de bronce en los Juegos Panamericanos de Cali 1971, Colombia, y campeón de los Juegos Centroamericanos en Medellín 1974, del propio país suramericano.
Sin embargo, una de los momentos que más recuerda Bennett de su carrera como atleta, fue un penalti atajado a Hugo Sánchez, posteriormente integrante del Real Madrid, y considerado el mejor jugador mexicano del siglo XX.
“Fue en una gira por México. En aquel tiempo, el fútbol viajaba mucho. Sucedió en un partido de preparación y yo ni lo conocía. Perdimos ese partido 1 a 0, pero cuando tiró, le atajé el penalti. Al final del partido es que me lo dicen quién era, se veía que era talentoso. Luego, a los años, cuando se vuelve una figura, es que recuerdo que a ese yo le había parado un penalti. Recuerdo que, cuando se lo atajé, fue y me saludó, dándome una palmadita en el hombro. Me sentía contento. Es uno de mis mejores recuerdos como futbolista”, explica.
¿Por qué decidió William Bennet dejar tan pronto el fútbol como atleta?
Porque nacieron los jimaguas. Cuando aquello, yo vivía en Playa. Me sentía agotado, no era fácil: se unían el estudio, la licenciatura y llegaba de madrugada. A veces, le decía a mi esposa que fuera al trabajo y que yo llevaba a los niños al círculo. El entrenamiento era duro. Resistí un par de años.
A la par de su carrera como deportista, Bennett se mantenía estudiando y se graduó de la ESPA en el bachillerato. Cursó también la carrera de Cultura Física.
“Me decían que podía seguir jugando, pero decidí que no. Me gradué de licenciado y me proponen ir a la “Mártires de Barbados”. Era mucho más tranquilo. Ahí fui el primer lugar en el nacional juvenil, ya como técnico, y entonces me proponen trabajar con la selección nacional. Me incorporé con Luis Hernández, trabajábamos juntos”, cuenta.
Una de tus primeras experiencias como técnico de la selección nacional fue en los Centroamericanos del 82 y los Panamericanos del 83. Los resultados no fueron buenos, por lo que terminan removiéndolos del cargo.
Para ese evento, tuvimos muy poco tiempo de preparación. Nos convocan a una reunión y era lógico, los resultados no habían sido los que esperábamos. Nos vamos al Cerro Pelado, donde seguía vinculado, hasta que pasan unos años y vuelvo a ser director técnico de la selección nacional, casi por 20 años.
En el 97, fuiste galardonado como el mejor entrenador del campeonato nacional de Cuba.
No me lo esperaba. Lo que pasa es que, cada vez que me proponían algo, decía que sí, como cuando me propusieron, siendo entrenador del equipo nacional, dirigir al Ciudad Habana, y lo hice. Cuando llegué, lo primero que pedí fue disciplina. No creía en estrellas. El que no cumpliera, no podía estar en la selección. Eso lo aprendí de otros entrenadores que tuve. De ahí los atletas me siguieron, y ganamos el Campeonato Nacional en el año 2003, última vez que la capital se alzó con el título.
¿Qué te caracterizaba como entrenador?
El estudio. Era algo constante, siempre estaba superándome, analizando los entrenamientos para ver qué podía mejorar para sacar el mayor provecho de cada jugador. Eso es lo primero que tiene que hacer un entrenador: hacer un análisis de las características del jugador, su compatibilidad con el colectivo.
También tenía mano dura con la disciplina, si no, el equipo se te iba. Yo me formé en eso. Hasta lesionado entrenaba. Intercambiaba también con otros entrenadores, cuando viajaban.
Fuiste entrenador en República Dominicana de la selección de mayores y juveniles: ¿Qué diferencias había en ese país con respecto a Cuba?
No había mucha, lo que el nivel futbolístico cubano era superior. Cuando fui a trabajar, estuve cerca de un español. Yo era su asistente, el preparador físico y el entrenador de porteros. Tenía tres funciones.
Teníamos mucha afinidad, le gustaba mi forma de trabajar. Luego partió y yo me quedé al frente de la selección nacional y juvenil de dominicana. Trabajaba con los dos equipos a la vez. En la mañana y en la tarde.
Aquí había más disciplina, pero allá había que ser inteligente. No podía, como extranjero, llegar y poner el pie. Había que tener psicología. Cuando uno ha sido atleta, comprende mucho la manera de pensar de ellos. Ahí estuve casi dos años. Participamos en Panamericanos, en las Copas Caribe. Pero regresé a Cuba.
Ellos querían que me quedara más tiempo, pero yo siempre he sido muy familiar, y extrañaba a la familia. Cuando volví, me incorporé nuevamente a mi cargo como director. Desempeñaba varias funciones. Era director de la selección nacional, jefe de la Comisión técnica nacional, jefe de curso y jefe de la cátedra.
William Bennet y las funciones del directivo
Durante las primeras dos décadas del siglo XX, se puede decir que por William Bennett pasaban las decisiones más importantes del fútbol cubano, debido al gran número de funciones que desempeñaba. Sin embargo, reconoce que nunca tomaba las decisiones solo, y que contaba con un equipo de trabajo.
“Yo fui uno de los que abogó por contratar técnicos extranjeros. Era necesario para superarnos. En Alemania tuve la posibilidad de ver el nivel de ellos, y pensé que esa era la mejor esperanza que teníamos. Desgraciadamente, no nos permitieron estar más tiempo del que necesitábamos”, explica.
Bennet se “embarcó” en una peculiar aventura con 15 jugadores cubanos contratados en la cuarta división de Alemania, en el club llamado Bonner Sport Club, pero conocido más como el FC Fidel, debido a la gran cantidad de cubanos y los vínculos del directivo del club, Hans-Robert Viol, con la isla. Aquella sería la primera experiencia de futbolistas cubanos contratados en el extranjero.
Debido a la queja de la Federación Alemana y de varios clubes y jugadores, la experiencia no tuvo el desenlace esperado, pero sí derivó en la contratación del técnico alemán Reinhold Fanz, exentrenador del Bonner, para dirigir la selección nacional de Cuba. Ya una vez al frente del combinado cubano, las experiencias no serían buenas.
“Yo era el asesor de él. Era muy exigente, pero sabía mucho de fútbol. Hicimos buena amistad e intercambiábamos mucho. Quería llevarme a Alemania, pero la familia nuevamente me haló Tomamos otras decisiones, como incrementar el desarrollo del fútbol en todas las provincias y que los entrenadores de los equipos nacionales dieran seminarios en provincias, incluido yo”, detalla.
¿Usted abogó por los llamados “legionarios”?
Ya en esa etapa, estaba al terminar. Yo veía que era necesario llamar a todos los jugadores de afuera, e insertarlos y que se lo ganaran, porque aquí también tenemos buenos jugadores.
En mis años de director no se pudo lograr, era difícil. Muchos decían que, si había jugadores en Cuba, por qué íbamos a traer de afuera. El nivel competitivo que se estaba jugando era muy alto. Después se fue convenciendo a la gente y se dio la posibilidad.
¿Cuándo decide retirarse también William Bennett de esta función?
Hace 5 años, me encontraba asesorando a la selección, no como DT, y decidí retirarme. Formé muchos entrenadores. Estaba agotado, fueron 38 años de entrenador. Era el primero que llegaba y el último en irme.
¿Qué cree de la situación del fútbol cubano?
Ahí no quiero meterme mucho. El tema es que se necesitan recursos para trabajar, y la crisis que existe y el bloqueo, han limitado la posibilidad de desarrollarse. Necesitamos tener más terrenos para desarrollarnos. El de Santiago de Cuba está magnífico, pero en el Pedro Marrero, en La Habana, hemos querido encaminar el fútbol dentro de todas las posibilidades con el dinero de la FIFA, pero los recursos no aparecen. Ha sido un poco engorroso.
¿Pero la FIFA no da el dinero?
La FIFA da el dinero. Lo que no hay en Cuba es la posibilidad de tener los recursos para crear nosotros el terreno. No hay medios. El de Santiago de Cuba se hizo por una decisión diferente. En la capital es un poco más complicado.
“No se puede hacer un terreno sintético y practicar atletismo, haciendo lanzamiento de balas. Lo desbaratas. La Polar está bien, pero se necesita hacer unas gradas, baños, lugares para merendar, donde el aficionado pueda sentirse cómodo. Poner luces por la calle donde se entra. Todo eso la FIFA lo previó, pero se hace muy difícil tener aquí técnicos que puedan hacer eso.
Se vive otra cara en el fútbol cubano con la convocatoria de los legionarios y con la posibilidad de que los que juegan aquí, vayan a jugar a otras latitudes, como sucede en el mundo entero.
Somo un país que no tiene un gran desarrollo futbolístico y, muchas veces, para que un jugador tenga la posibilidad de salir, tiene que buscar otros recursos.
Pero los legionarios no son la solución definitiva.
No, se necesitan muchas cosas, como un desarrollo más profundo en todas las provincias para tener mayor cantidad de jugadores y poder seleccionar. Los entrenadores necesitan tener una alta preparación. También, mejorar las condiciones del terreno, dar una mayor divulgación, tener otra rutina de trabajo, medios necesarios, publicidad, motivación. A pesar de todo eso, los muchachos siguen el fútbol. Vivo cerca de la Ciudad Deportiva, en el Cerro, lo veo todos los días.
Si no hay terrenos, aunque tengas jugadores talentosos, no se va a mejorar. Se ha visto como los muchachos viendo fútbol por televisión, tratan de imitar a sus ídolos, su calidad. Yo les digo a los entrenadores que los dejen, que nos los corten, que eso les da confianza.
¿Qué se ha mantenido haciendo William Bennett luego del retiro?
Estoy escribiendo dos libros sobre el desarrollo del fútbol y la metodología de trabajo. Incorporé fórums científicos que impartí en muchos sitios. Al final, fueron 5 décadas dedicas al fútbol.
Has dedicado tu vida al fútbol cubano.
Yo pienso que lo di todo. Hubiese querido seguir trabajando, pero siempre viene el relevo, y hay que darle paso. Estoy satisfecho. Ahora tengo mucho más tiempo para dedicarle a la familia.
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Quiero agradecer en lo personal y da mucha tranquilidad, que se divulgue la obra de toda la vida de un hombre humilde, leal y consagrado al fútbol. William Mathias Bennett Barracks es de los grandes ejemplos a imitar como atleta, entrenador, padre y amigo. Altos valores morales y éticos. Ejemplo de honestidad. Gracias por contribuir a difundir su obra. Gracias.