FOTO: Pittsburgh Post-Gazette

Fue un renombrado lanzador de Industriales y del equipo Cuba, y tiene una amplia hoja de servicios como coach en Grandes Ligas. Además de su increíble carrera deportiva, el mítico Euclides Rojas siempre habla alto y claro.

Euclides añora su estadio, el Latinoamericano, en donde forjó su destacada carrera y ante la pregunta de si sueña jugar nuevamente en el Coloso del Cerro, responde que “por supuesto que sí. Lo he soñado”, dijo a El Nuevo Herald en una entrevista meses atrás.

En Cuba dejó números más que respetables con Industriales. Salvó 90 juegos, ganó 59 partidos y ostentó un promedio de efectividad envidiable de 2.93. Pero los años noventa eran duros, y Euclides emigró de la isla en una balsa, en 1994.

Fue una odisea en toda regla su escape, que incluyó cinco días en el mar, y luego seis meses en la Base Naval de Guantánamo, porque los atrapó la guardia costera norteamericana, casi llegando a Cayo Hueso.

A solo 5 millas, en su viaje, el motor de la lancha dejó de funcionar. “Lo más alarmante era que más de un niño iba a bordo, era un desafío cara a cara con la muerte. Ante los avatares encontrados tan pronto, varios de los hombres comenzaron a remar y a remar, en muestra desenfrenada de supervivencia. Uno de ellos era Euclides, que esta vez cambió guante por remos”, escribió Carlos González en Glorias del Béisbol Cubano.

Aunque firmó con los Marlins en el Draft de 1995, no fue el mismo que en Cuba. Pero pese al fracaso como jugador, se labró una carrera como coach con los Piratas de Pittsburgh, y llegó a Grandes Ligas en esa función.

Sobre su carrera en Cuba, su vida persona, su huida de Cuba rumbo a Grandes Ligas, su carrera como entrenador y otros aspectos de su vida personal conversó en una entrevista con Fernando Rodríguez Álvarez en su canal de YouTube, de la cual les traemos un amplio resumen.

¿Eres del municipio Plaza?

Del barrio de La Timba por eso mi correo electrónico es timberosoy. Orgullosamente, yo soy de La Timba e inclusive tengo hasta la tumbadora aquí también.

¿A qué edad empiezas en la pelota?

Organizadamente, comencé a los 11 años en la Secundaria Básica José Luis Acuña. El primer coach que tuve fue Mario Muñiz, después Boricua Jiménez y de ahí pasé a la academia de béisbol del área especial José Antonio Echevarría, donde tenía como entrenadores a Yosvani Gallego, Isidoro León: he tenido la suerte de tener siempre muy buenos entrenadores

Desde el principio tuve muy buenos entrenadores y sobre todo, con mucha comunicación con sus atletas que eso es muy importante,

¿Siempre lanzador?

Siempre me gustó ser lanzador, pero cuando tenía 11 años el Boricua Jiménez y Mario Muñiz me dijeron que querían que yo jugara infield porque bateaba bastante y tenía buen brazo para comenzar a lanzar, y en el área especial del José Antonio también Isidoro León y Yosvani Gallego me dijeron lo mismo que querían que jugara de infield y no comencé a lanzar hasta la edad de 15 años, y mismo año hice el equipo escolar a la Serie Nacional escolar en Güira y después, con 16 años, llegué a la Serie Nacional con el equipo Industriales.

¿Cómo, por qué o por quién pasas a ser lanzador?

Siempre quise ser lanzador y a la edad de 15 años el entrenador Yosvani Gallego empezó a trabajar conmigo como lanzador. Empecé con 15 años en las categorías escolares del municipio Plaza y Gallego fue quien empezó a darme los primeros pasos como lanzador, a empezar a tirar, enseñarme a cómo localizar la bola, cómo atacar los bateadores. Fue un proceso bastante metódico, pero fue muy productivo para mí.

Principales ídolos cuando eras niño

Me gustaba mucho ver pichear al Boricua Jiménez, pero los ídolos principales eran Agustín Marqueti, Capiró y Pedro Medina, los tres de Industriales.

Cuando era niño mi mamá nos llevaba al estadio a nosotros y cuando jugaba Industriales corríamos para las gradas y cuando mencionaban el nombre de los tres prestábamos atención.

Coincidiste con Marqueti y Medina

Sí, tuve la dicha de que Medina fuer mi cátcher por varios años y estar con Marqueti en la Serie Selectiva y el quipo Industriales y todavía mantenemos la relación. Somos amigos, mantenemos el contacto, algo que siempre va a ser un honor.

Con Armando Capiró pudiste coincidir, pero solo fue un entrenamiento, ¿verdad?

Exactamente, fue en el año de mi entrenamiento como debutante en el equipo de Industriales. Desafortunadamente, lo que sucedió, lo sacaron del entrenamiento, pero hasta lo suspendieron injustamente y no tuve la oportunidad de estar con él en un equipo, sí en un entrenamiento con muy poco tiempo, y tengo muy buenos recuerdos de él. Siempre fue un caballero, gran compañero de equipo.

¿Qué te pasó con Antonio Muñoz en el año 81´ cuando todavía no habías empezado la Serie Nacional, pero creo que estabas en la selección de Industriales?

Fue en Guanabacoa, en el Frank de Beche y me sacaron a relevar y venía a batear Muñoz. La primera base estaba abierta y me dijo el entrenador del equipo que debía pichearle con cuidado, que no querían que le picheara, pero que le picheara mal por si hacia un swing y lo sacaba out, pero que no me podía ganar el juego. Cuando regreso, con un solo picheo, resolví el problema. Le di en el medio de la espalda y él fue para primera. Se puso muy bravo, casi se forma una pelea, pero bueno, le saqué out al próximo bateador que era derecho y cumplí el objetivo del equipo que era que Muñoz no nos ganara el juego y mantener el equipo en ventaja.

¿Crees que ese episodio hizo que te incluyeran en el equipo de Industriales?

Fue una oportunidad que se me brindó que le abrió los ojos al mánager del equipo y los coachs y al entrenador de picheo y yo tenía esa experiencia.  

¿Era como un tope entre la preselección de Industriales y el equipo Cuba que iba a Canadá?

Exactamente. No me gustó hacerlo, era una situación donde yo no podía dejar que él me ganara el juego, porque si no era el mejor, era uno de los mejores bateadores, un hombre con mucha experiencia y tuve que hacerlo.

¿Eso no trajo problemas entre ustedes después? ¿Había buenas relaciones?

Sí, sin ningún problema. Son cosas que pasan, inclusive nunca hemos hablado de esto porque él sabe y conoce el béisbol y aunque a nadie le gusta que le den un pelotazo de esa manera, lo vi como una situación de vida o muerte, no me podía empujar la carrera que nos ganara el juego y yo tenía que sacarle out al próximo lanzador .

Tu control, ¿siempre fuiste así o tuviste que trabajar bastante en ese aspecto?

Empecé a lanzar con 15 años y el entrenador Yosvani Gallego recuerdo que tenía unos hilos de diferentes colores cuando tiramos y practicamos mucho tirar la bola sobre el plato, a mantener sobre todo la bola bajita y era un sistema de picheo en esas categorías muy bueno y a partir de ahí me preocupé por poner la bola donde yo quería.

¿Qué pasó en 1982, que finalmente no quedaste dentro del Cuba juvenil?

Estábamos en la preselección y lancé muy bien. René Arocha estaba en ese equipo. Raúl Villa era el primer pícher, pero no quiso viajar, y Arocha era el pícher de más experiencia y el segundo pícher del quipo era yo, pero mis hermanos nunca estuvieron de acuerdo con el sistema comunista con el gobierno de Cuba y eso afectó. En mi barrio vivía un mayor de la Marina de Guerra y él hizo un informe muy malo sobre, supuestamente, que mi familia era desafecta al gobierno y que era muy probable que yo me quedara y después se probó que eso no era así, especialmente porque era un niño y representar a mi país hubiera sido de mucho orgullo. Me frustraron e inclusive pensé hasta dejar de jugar al béisbol y mi mamá me obligó. Me dijo que tenía que jugar. Inclusive, esa misma noche fui a pichear y gané el juego, creo 3 x 0.

¿Por qué dejas de ser abridor para ser relevista?

En mi primera Serie Nacional había muchos pícheres. Abrí dos juegos, pero el entrenador de picheo convenció al mánager y habló conmigo y me dijo que quería que fuera el cerrador del equipo. Le pregunté “qué es eso, ¿es pichear, ¿verdad?”. Fue idea del entrenador porque dijo que yo estaba muy joven y que tenía la capacidad de que lanzaba hoy y al otro día mi brazo estaba como si nada. Disfruté mucho ser el cerrador del equipo Industriales y después en la selectiva del equipo Habana y después Cuba. 

Bateadores más difíciles

Había tres, quedan dos. Desafortunadamente, Romelio Martínez, que en paz descanse, fue el que me dio el batazo más grande. También Pedro Jova, de Villa Clara y Javier Méndez, quien desde los escolares me bateaba muy bien

¿Qué equipos te resultaban más difíciles?

Todos en realidad. En esa época todos los equipos tenían un line-up increíble y el bate de aluminio que era un extra para los bateadores.

¿Qué pudieras decirnos de ese campeonato contra Vegueros y de ese juego en particular?

Podría decirte de ese juego que Francisco Despaigne aguantó al equipo de Vegueros por muchos innings y fue un trabajo en conjunto entre De La Torre y Despaigne. Fue una victoria colectiva, cuando Giraldo Iglesias dio el hit entre primera y segunda por poco me lastimo el brazo del piñazo que le di a la tierra, el disgusto que tenía conmigo mismo por no haber enterrado esa pelota. Yo quería que Despagine ganara el juego y quería salvar el juego, pero al final ganamos, se dio la oportunidad de que Marqueti diera jonrón para ganar el campeonato y nosotros proponemos y Dios dispone, y dispuso que fuera Marqueti y fue muy justo en la manera que se acabó el juego. Era y es el ídolo de nosotros.

¿Cuáles han sido los momentos más felices en la pelota cubana?

Cuando ganamos el juego de Industriales con jonrón de Marquetti y cuando ganamos el juego en Italia en el 88: esos dos sobresalen

¿Había confianza en ti antes del mundial del 88 o fue realmente a partir de ese momento que los técnicos en el equipo Cuba confiaron en ti?

La labor que hice en la preselección, inclusive los juegos contra Estados Unidos, yo le había ganado dos juegos en los topes contra Estados Unidos, por la condición en que me encontraba, tomaron confianza y así fue creciendo.

¿Ustedes estudiaron a los peloteros americanos?

En el tope que tuvimos con ellos siempre presté atención a los detalles, a cualquier información que pueda tener para enfrentar a un pelotero, es una ventaja. La ejecución del picheo es más importante que la selección del picheo y uno puede ejecutar el picheo correctamente si tiene convicción en que eso es lo que tú quieres tirar.

Si fueras a lanzar en un equipo ideal, como relevista en ese equipo, ¿quiénes serían tus compañeros?

El receptor primero, porque para ganar un juego hay que ganar carreras. El receptor tendría que ser Pedro Medina o Pedro Luis Rodríguez; la primera base tendría Kindelán o podría ser Marquetti ; la segunda base Pacheco, el shortstop Germán Mesa; la tercera base Linares; Casanova, Víctor Mesa y Gurriel en el outfield y tendría a Padilla, Vargas en esos equipos también.

Euclides Rojas
Foto: Francys Romero

¿Lanzador abridor derecho?

Sin dudas, Orlando Duque Hernández

¿Zurdo?

Jorge Luis Valdez

¿Mánager?

José Miguel Pineda.

¿Es verdad que ya estudiabas inglés en aquella época? Me han dicho tus compañeros que andabas con un librito con un diccionario en inglés

Sí, tenía un libro que lo tengo aquí en Miami, que se llama Inglés Básico y ese curso era de Rafael Gómez Mena y yo se lo pedí prestado y lo escribí, lo pasé a una libreta y lo hice mío y escribiéndolo me di cuenta de que soy una de las personas que aprendí escribiendo y cuando terminé de pasar el libro, ya prácticamente me sabía el libro.

¿Nunca te pasó por la mente quedarte?

No, nunca estuve de acuerdo con el sistema y debo agradecérselos a mis hermanos y mi familia. Ellos vivieron una época que yo no pude vivir y siempre me explicaron bien las cosas, en este caso, mi madre como protectora, no quería correr ese riesgo de decirme la verdad, pero de quedarme nunca pensé, hasta que empezaron a suceder cosas que me hicieron muy infeliz en mi patria y tomé la decisión de irme en una balsa con mi esposa, mi hijo y algunos amigos del vecindario.

¿Fue el episodio de René Arocha, cuando se quedó aquí en el año 91, lo que empezó a traerte problemas? ¿Qué hay de cierto? ¿Es verdad que tú eras el único que sabía que Arocha se iba a quedar?

Exactamente, yo sabía que Arocha se iba a quedar y estábamos entrenando en San José y él tuvo la confianza de decírmelo y yo no tenía por qué informarle a nadie. Eso fue una decisión personal que tomó René y se la aplaudo. Le salió muy bien y él siempre me dijo que se quedaba como cualquier otro cubano en busca de libertad; que, si jugaba pelota o no, no le interesaba, pero quería ser un hombre libre y le fue muy bien y le agradezco mucho que haya confiado. Él no cometió ningún error, al contrario, el error lo cometieron los que llegaron en 1959.

¿Qué pasó después? ¿Te llamaron a contar? Hiciste los Panamericanos que eran en Cuba y no te llevaron a las Olimpiadas de Barcelona 92. ¿Hubo algo de eso o no tiene nada que ver?

Creo que sí tuvo que ver. Hubo compañeros de equipo -que no voy a decir el nombre- que después sabían todo y después a todos la seguridad del estado nos hizo preguntas y yo dije que no sabía, que no tenía idea de que Arocha se iba a quedar, hasta que probaron que yo lo sabía. Dije, bueno, pero yo estoy aquí en Cuba, y tuve la misma oportunidad de él y la respuesta de ellos fue que si yo lo hubiera dicho con tiempo ellos hubieran tenido tiempo de haberlo parado para que no cometiera ese error. El error lo cometí yo, que era el que no me había quedado con él.

¿Piensas que de haberte quedado en esos años hubieras tenido chance llegar a Grandes Ligas?

Creo que todos los peloteros cubanos que juegan en Series Nacionales tienen el chance. No quiere decir que hubiera podido jugar Grandes Ligas o que pudiéramos todos jugar Grandes Ligas, pero el béisbol en Cuba tenía un nivel en ese momento que era muy bueno y chance hubiéramos tenido todos.

¿Cuándo tomaste la decisión de irte?

Cuando comenzó el problema en Cuba que hundieron el remolcador 13 de Marzo, y ya no me sentía bien estando en el país y no quería que mi hijo tuviera que criarse como me crie yo, en esas condiciones. Como ser humano nacimos libres, Dios nos hizo libres y quería brindarle a mi hijo esa oportunidad de que él fuera libre y que él hiciera con su vida lo que quisiera.

Ya hacía mucho tiempo me daba cuenta de que nos manipulaban, que éramos esclavos, no somos seres humanos, como siguen siendo desafortunadamente nuestros hermanos y amigos en Cuba y preferimos arriesgarnos. Ser o no ser, porque en Cuba no éramos. Por lo menos, teníamos la esperanza de llegar y gracias a Dios fuimos de los afortunados que llegaron, pero sino lo hubiera sido, por lo menos hubiéramos perecido tratando de ser libres

En tus últimas dos temporadas no estabas mal, pero no estuviste igual. ¿Estabas desmotivado?

Me lastimé el brazo en el año 91, pero ya estaba recuperado, pero yo creo que fue la desmotivación. Estaba muy descontento con las cosas que estaban sucediendo y en realidad ya no tenía ni deseos de jugar la Serie Nacional y seguía amando el béisbol locamente, pero la situación en ese momento era irresistible, por los apagones que estaban sucediendo, las cosas que estaban haciéndole al pueblo. Ya era prácticamente imposible seguir viviendo.

¿Cómo fue tu lesión del año 91 que te privó de estar en la Serie Nacional 91-92 que Industriales ganó?

Se acabó el campeonato de los Panamericanos de La Habana y como sucedió lo que sucedió con René, prácticamente no me podían suspender porque yo regresé, pero me mandaron a jugar obligatoriamente con el equipo Plaza para la serie provincial y me dijeron que querían que yo fuera abridor. Me dijeron que tenía que hacerlo porque si no me suspendían y tenía que pichear nueve innings con tres días de descanso. Al cuarto día tenía que volver a lanzar nueve innings, no importa la cantidad de lanzamientos no importa si yo estaba ganando o perdiendo .

¿Llegaste a territorio norteamericano por la Base Naval de Guantánamo el día de tu 30 cumpleaños?

¿Qué sentiste?

Un alivio, aunque había muchos comentarios de que nos iban a regresar a Cuba. Siempre le dije a mi familia y a todos mis amigos que creyeran que Estados Unidos era un país, y que eso no iba a suceder, que teníamos que pasar ciertos requerimientos y tenían que suceder varias cosas porque había muchos balseros en el mar y no se podía entrar directamente a los Estados Unidos. Pero yo tuve confianza siempre en los Estados Unidos y en dios que sucedería.

¿Volverías a hacerlo de esta manera?

Solo sí, con mi esposa y con mi hijo otra vez no, pero inclusive he tenido pesadillas de que estoy viviendo en Cuba y no, no podría vivir. Valió la pena y lo haría de nuevo.

¿Tuviste que remar mucho? ¿Eso te afectó el brazo?

No, nos rotábamos. Éramos cuatro hombres, cinco mujeres y cuatro niños en una balsa de 13 pies y nos rotamos los cuatro hombres dos horas remando, y dos horas descansando. Tuvimos la suerte de que nos cogió una corriente que nos impulsó bastante. Cuando llegamos a Santa Cruz nos impulsó y nos acercó bastante. Teníamos tres tanques de 55 galones a cada lado de este metal y empujaba la corriente.

¿Cómo llegas a ser entrenador aquí? ¿Cómo es que empiezas de entrenador?

Yo llegué y los Marlins me firmaron. Jugué una liga independiente y me firmaron en el draft y me dieron la oportunidad, pero estaba lastimado del brazo. No podía lanzar, pero en ese momento había muchos coaches cubanos en la organización de los Marlins en ese momento y ellos vieron mi amor por el béisbol número, mi disciplina y que mientras yo estaba lesionado siempre ayudaba a los muchachos y con la autorización del gerente general me ofrecieron el trabajo de coach sin quererme quitar el sueño mío de jugar Grandes Ligas.

Les dije que me gustaría tratarlo unas cuantas semanas más a ver si mi brazo se arreglaba. No sucedió y me dieron la oportunidad de ser coach desde la línea de los novatos y así sucesivamente fui subiendo de nivel. Desde el principio me querían subir, pero yo no quería, porque quería aprender más desde la liga de los novatos. Estoy muy agradecido a la organización de los Marlins y a todos los coachs que en ese momento se estuvieron ahí y me acogieron, no solo a mi sino a mi familia, y me enseñaron mucho, no solo los coachs cubanos sino los americanos. Con muchos de ellos me mantengo en comunicación y de verdad que tuve mucha suerte y me enseñaron muchísimo.

¿Estabas con la franquicia de los Marlins cuando fueron campeones en el 97?

Exactamente.  

¿Qué se sintió en ese momento?

Increíble y más que en ese juego. Nosotros estábamos en el estadio, estaba con mi esposa y con mi hijo pequeño y cuando se acabó participamos en la fiesta. Increíble, primer campeonato mundial que veía ganar y más que Liván Hernández estuvo en ese equipo.

Después sí fuiste campeón mundial estando en el equipo arriba. Cuéntanos esa experiencia con Boston

Estábamos perdiendo el campeonato de la Liga Americana 3-0 con los Yankees. El Duque estaba en ese equipo y él, como buen caballero y compañero, cuando ganamos en el Yankee Stadium saltó del bullpen de los Yankees al bullpen de nosotros y vino a darme la mano y un abrazo y me felicitó. Fue una experiencia increíble ese campeonato de la Liga Americana contra los Yanquis, ganar de esa manera y luego jugar contra San Luis. El equipo jugó con mucha confianza y determinación.

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