Foto: cuenta de Facebook de Olga Echenique

Si el ciclismo de carretera está lleno de heroísmo y épica, el de montaña está repleto de arrojo, valentía y en ocasiones, de cierta ferocidad, cualidades de las cuales hace gala Olga Anabel Echenique Gómez.

Con solo 26 años, es la cubana con mejores resultados en las lides del también conocido como mountain bike (MTB, según sus siglas en inglés) pese a que para esto haya tenido que escalar, en ocasiones, cuestas mucho más duras que las enfrentadas en competencias.

Aquella niña que corría en el combinado deportivo de Jagüey Grande vio una nueva forma de soltar las piernas, pero esta vez sobre una bicicleta, y cambió las zancadas y brazadas por las bielas y los pedales a los 10 años de edad.

En el mes de octubre, pudiera convertirse en la primera cubana en disputar un Mundial de la especialidad si la Federación de la Isla la inscribiera, pero sigue sin entender por qué le niegan la tarjeta federativa de su país, razón por la cual, hasta la fecha, no ha podido representarlo de forma oficial aunque sea su deseo expreso.

En 2011, parecía que lejos de seguir un largo sendero su pasión acababa, pues con tan solo 17 años fue descartada por el equipo nacional de ruta.

“Decidieron que no pertenecía más al ciclismo de carretera por lo cual tuve que terminar en el velódromo. Luego estuve un año fuera, estudiando la carrera de técnico medio en preparación física en La Habana”, recuerda de aquellos tiempos lejos de las competiciones.

¿Cómo llegas al ciclismo de montaña?  

En el 2013, me comentan que había una posibilidad de ingresar, y que si ponía empeño y esfuerzo podía participar en los juegos Centroamericanos de Veracruz 2014. Entonces, al ser mi sueño montar en bicicleta, ganar una medalla y representar a Cuba, vi una puerta que se abría y fue que comencé.

Existe un intervalo de tiempo desde que sales del equipo de carretera y comienzas con el de montaña: ¿qué ocurrió con la vida de Olga Echenique en esos dos años?

Luego de concluir la carrera de técnico medio en cultura física me fui a mi pueblo en Jagüey Grande donde comencé a trabajar como entrenadora de ciclismo junto a Daniel Alfonso. Fue un año en el cual entrené al equipo femenino: una gran experiencia porque pude replicar aquellas cosas que aprendí con las niñas de mi pueblo y a partir de ahí descubrí que me encantaba el roll de entrenadora. Por otra parte, fue un gran orgullo formar parte del elenco de entrenadores de mi pueblo y poder trabajar para promover la práctica del ciclismo. Fue un tiempo lleno de buenas sensaciones.

Olga Echenique
Olga Echenique en la línea de meta antes de comenzar la cuarta etapa Viñales-Viñales (73 km) de la Titán Tropic Cuba en 2015. Foto: Calixto N. Llanes/Juventud Rebelde

¿Qué ocurrió en Veracruz?

Mi primera competencia internacional fue una carrera donde no apostamos mucho, porque no teníamos nada de experiencia, pero contábamos con una buena preparación física. Ese ha sido un podio que he disfrutado mucho, porque nos ha sabido a todos como un primer lugar. El llegar a la meta y clasificar entre las primeras 8 es inolvidable, lo recuerdo con mucho amor.

Posterior a esa primera experiencia, ¿qué tiempo formaste parte del equipo nacional de MTB y cuántas competencias disputaste como parte del elenco nacional?

Al equipo nacional de MTB me uní en septiembre de 2014 y en noviembre fuimos a los Centroamericanos de Veracruz. En 2016, tomé la decisión de irme a vivir a España porque veía que necesitaba desarrollar mis condiciones como atleta, algo que ansiaba y deseaba, porque desde que comencé solo he soñado con medallas y triunfos. Esos tres años en el equipo nacional fueron muy buenos, pero muy cortos para lo que me hubiese gustado que fuese. Participé en los Panamericanos de Colombia de 2015, en la Titan Tropic de 2015, en la Titan Tropic de 2016 y la Titan Desert de 2016.

¿Crees que existen diferencias entre las oportunidades que tienen los ciclistas de carretera y los de montaña?

El MTB se ha creado hace poco en Cuba. Creo que hay una diferencia muy grande con respecto al de carretera, sobre todo en cuanto al roce internacional y presupuestos, porque se ha creado y se ha mantenido, pero sin la importancia y el apoyo que merece. Algo lamentable es que el movimiento de deportistas aficionados del MTB en Cuba tenga más relevancia y visibilidad que el Equipo Nacional de MTB.

 ¿Cuáles son las claves para que el ciclismo de montaña se desarrolle en Cuba?

Existe cierta apatía por parte de algunos directivos, pero si le dan importancia, los deportistas que lo practican se esforzarán al 120 por ciento de sus capacidades, si tienen competencias internacionales se motivarán, conocerán y mejorarán en muchos aspectos. Pero la clave sería darle importancia, visibilidad y reconocimiento.

¿Cómo ves al movimiento no profesional que se desarrolla en Cuba?

Con respecto al movimiento no profesional, me sorprende muchísimo para bien, porque hay muchas personas que se dejan la piel para que exista el ciclismo de montaña en Cuba; abren los senderos en las lomas, conforman clubes y desarrollan eventos durante todo el año, eso me motiva mucho. Cuando esas personas me escriben diciéndome que yo les inspiro y que quieren que vaya a entrenar con ellos o a participar de alguna competencia, para mí es un gran motivo de orgullo. Tengo muchas ganas de que pase la COVID-19 para poder compartir con muchos de ellos en mi país, es algo que deseo tanto como un mundial, pues esas personas le están dando vida al MTB en Cuba.

¿Alguna anécdota singular de ese tiempo dentro del equipo nacional?

Recuerdo cuando estábamos entrenando para los Juegos Centroamericanos de Veracruz y nos fuimos para Topes de Collantes, sin avituallamiento ni nada. Hacíamos un circuito que nos indicaba el entrenador y siempre pasábamos por un río. En la noche, nos sentábamos a cenar y nos ayudaban a hacer la comida en el lugar donde nos quedábamos en Cienfuegos y recuerdo que cuando miraba la ensalada me acordaba mucho del río y al día siguiente, cuando pasamos por allí, me percaté de que eran las mismas yerbas de la ensalada, berro. Lo cual quería decir que mientras entrenábamos, nuestro entrenador se dedicaba a recolectar la ensalada. Eso solo lo podemos ver nosotros los cubanos, nadie más.

En la actualidad son varios los casos de deportistas cubanos de múltiples especialidades que residen en otros países o que tienen contratos con clubes y equipos extranjeros, y a su vez mantienen vínculo con sus respectivas federaciones y equipos nacionales. ¿Formas parte de la Federación Cubana de Ciclismo? ¿Cuál es tu situación?

Es una pregunta que muchos me han hecho, pues cuando decidí irme a España a crecer profesionalmente, pedí la baja voluntaria a través de un documento con las razones por las cuales decidía dejar el equipo nacional. Junto a esto, solicité que se me diera la licencia federativa cubana, porque mi interés era representar a Cuba dignamente y poder obtener alguna medalla importante. Pero me han dicho que al no formar parte del equipo nacional no puedo ser una atleta federada de Cuba, cuestión que sigo sin entender, siguen sin explicármelo y sigo sin tarjeta federativa de mi país desde 2016, la cual estoy pidiendo. Hasta la fecha, no he podido representar a mi país oficialmente, pues compito en los eventos de nivel UCI con una licencia de la Real Federación de Ciclismo de España, quienes me federaron sin tan siquiera ser ciudadana española.

Llegas a España, un país que tiene mucha tradición en la práctica de este deporte, con varios deportistas a nivel mundial y hasta un podio en las Olimpiadas de Río. ¿Desde el punto de vista del rendimiento deportivo cómo ha sido el cambio de ser atleta en Cuba a ser profesional?

El rendimiento deportivo, a pesar de que no teníamos mucho roce competitivo, era muy bueno y desde el primer momento en que llegué a España he ido a carreras y he tenido buenos resultados. Tenemos buena preparación en Cuba, solo nos falta competir más, aumentar la formación técnica de nuestra modalidad y mejorar las condiciones en cuanto a recursos, que es lo que más afecta. Ha sido un cambio necesario, no brusco, para poder mejorar en sentido general. Cuando estás aquí con los cuerpos técnicos y profesionales que hay detrás de este mundo te das cuenta de que falta mucho en Cuba para que el MTB tenga buenos resultados porque son importantes tanto los recursos como el conocimiento respecto a este deporte.

Tu palmarés ha crecido mucho desde entonces. ¿Cuáles han sido algunas de las competiciones donde has tenido buenos resultados?

La Titan Desert de 2017 fue muy especial pues logré ganar dos etapas e ir de líder y quedar tercera en la general. Para mí fue un logro grande, porque en 2016 fue un choque duro con el desierto. He quedado dos años campeona de Aragón, participé en la Transpyr, una carrera por parejas, que cruza España de punta a punta por el norte. Son 700 km de recorrido con 25000 m de desnivel acumulado. La gané en 2017 y 2018 como pareja mixta. En Noruega corrí los 700 Norway, una carrera bastante dura, que realizamos por equipo mixto dos chicos y yo. Este evento me ha repercutido mucho a nivel profesional por el factor mediático, pues es muy seguida tanto en España como en el país sede. Este año quedé 12ma en la Andalucía Bike Race, una competencia llena de atletas de primer nivel, a la cual vinieron varias campeonas nacionales de países europeos y que fue una gran experiencia.

El ciclismo de montaña tiene cierta aventura. ¿Existen historias no contadas de estas competiciones?

Cuando vine a la primera edición de la Titan Desert me perdí en la primera etapa junto a 100 corredores más, lo cual es normal en ese tipo de competencias. Junto a mí iba un chico llamado Esteban, que era fisioterapeuta, e íbamos a la par. Recordé que nos habían dicho que en las primeras dos etapas pasaríamos por una zona de bosque donde había muchos monos. Faltando 30 km comenzaron a darme calambres y tuve que parar, y Esteban paró junto conmigo. Comenzó a intentar reanimarme, a decirme que estirara la pierna, y yo ni caso le hacía. Me preguntaba: “¿qué te pasa?; y yo le decía: “nada, estoy buscando a los monos que me dijeron en la organización”. En lo que se me pasaban los calambres yo buscaba los monos y el pobre compañero estaba todo preocupado y lo gracioso es que al final vi tres monos.

¿Y en la 700 Norwey?  

Recuerdo que íbamos atravesando un pueblito y escuché un “Vamos Olga” y me quedé anonadada y los que iban conmigo me dijeron: “han gritado tu nombre”. Era una señora en el medio de la nada. Cuando llegamos al punto de avituallamiento he preguntado si era eso posible y nos dijeron que toda Noruega sigue esta carrera y eso ha sido lo más sorprendente que me ha pasado en carrera, que en el norte de Noruega alguien haya gritado mi nombre.

Olga Echenique, en agosto de este año, participó en Colina Triste Burgos UCI, competencia de 4 etapas de las cuales pudo disputar 2, pues debió abandonar la tercera etapa por cuestiones físicas. En ambas etapas disputadas llegó segunda y primera, respectivamente, lo cual la convertía en candidata al podio de la general, de no haber sido por ese inconveniente, mientras en septiembre, la cubana destacó al colocarse tercera en la Volcat Costa Brava. Resultados como estos la hacen ocupar actualmente la tercera plaza del ranking de España.

Olga Echenique
Foto: Morten Broks

Luego de estar 4 años obteniendo resultados y compitiendo a muy alto nivel: ¿cuál es tu condición deportiva? ¿Cómo afrontas este año?

Vengo de un año donde tuve que parar un poco, pues estaba agotada física y mentalmente. Durante los años 2017 y 2018 estuve a tope de carreras, casi cada mes alguna competición, lo cual me ayudó a tener buenos resultados y que varios equipos se interesaran en mí. En 2019 tuve que disminuir la carga, he retomado 2020 con muchas ganas y el primer compromiso será la Titan Desert, a partir de ahí vendrán algunas carreras de preparación, pero el reto principal será el Mundial de Turquía.

¿Competirás por Cuba?

Me encantaría que la Federación Cubana me pudiera inscribir al mundial, pero es algo que no tengo claro. Estoy en buenas condiciones físicas y mentales, solo necesito un poco de ánimo y buenas condiciones. Creo que en estos momentos estoy muy bien preparada para enfrentar una carrera de este nivel.

¿Qué motivaciones hay detrás de esta competición?

El Mundial de Turquía que será el 24 de octubre (si no afecta la COVID-19) es una carrera que me encantará correr porque ningún otro cubano ha competido en un mundial anteriormente. Será una gran experiencia para mí y para mi país, porque si llegara a tener un buen resultado daría mucha visibilidad para el MTB en Cuba, a pesar de que me esté preparando en España. Por otra parte, sería un gran resultado para mi pueblo, Jagüey Grande, de donde siempre he tenido ayuda, desde el INDER y otras organizaciones que hasta en los momentos más difíciles me han apoyado. Sería un gran orgullo que una atleta del pueblo llegue a un mundial y una forma de agradecer a todas esas personas que me animan por las redes sociales. Pero sobre todo, demostrar que se puede.

¿Qué es Pedales por Cuba?

Un día, conversando con mi esposo, le comenté que no era posible que por “ir a lo moderno” desecháramos componentes, artículos, ropas y cascos de ciclismo, y comenzamos a hablar con todos los amigos para darle divulgación a esta idea. Entonces, nació Pedales por Cuba, una organización muy pequeñita donde reunimos materiales de ciclismo y los llevamos a Cuba para ser repartidos entre las personas que lo necesitan para mantenerse practicando este deporte. He tenido que pagar hasta 10 maletas en el aeropuerto, pero así hemos comenzado.

¿Cómo te sentirías si mañana recibieras una llamada con la cual te conceden la licencia deportiva para representar a la Federación Cubana de Ciclismo?

Que dijeran en la megafonía Olga Echenique, de Cuba, es algo que anhelo muchísimo. He estado 4 años compitiendo por España y es cierto que no me arrepiento, pues he contado con la ayuda de la RFCE y de mi club (Alen Bike). Gracias a ello he sido llamada al campeonato nacional de España a través de la Federación Aragonesa y eso ha sido muy importante para mí. Pero correr por Cuba es un sueño y una meta que espero cumplir, porque no veo razón para limitarme este anhelo, porque quiero que se me llame por lo que soy: “Olga Echenique, de Cuba”.

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Imagen cortesía de Calixto N. Llanes
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