En una época en la que el béisbol era el deporte predominante en Cuba, lograr llenar las gradas del estadio de fútbol Pedro Marrero fue un gran logro, más, si esto iba acompañado de sentimiento y orgullo. Para Alexander Cruzata Rojas, jugar por su país siempre fue la principal motivación, cuestión que, a su parecer, ha variado hoy en día.
“Pocas veces se han llenado las dos gradas del estadio Pedro Marrero ‘a full’. Eso, para mí, fue emocionante y una gran experiencia. Hoy quisiera que nuestros jugadores lo hicieran, pero solo piensan en tener algo material sin dejar bien sudada una camiseta”, dice.
Cuando se hable de grandes defensas centrales en el fútbol cubano, su nombre será uno de los más nombrados. Como jugador muy técnico, con buena circulación de balón y un líder dentro de la cancha. Como persona, muy humilde, gran compañero y excelente ser humano. A lo largo de su carrera acumuló importantes resultados que lo convierten en una fuente de conocimientos para las nuevas generaciones, aunque tiene claro que “hay cosas que es mejor no decirlas, pero son reales”.
Alexander Cruzata nació en la provincia Holguín y allí transitó por las diversas categorías hasta llegar al primer equipo y posteriormente a la selección nacional. Por su gran calidad, destacó en Juegos Centroamericamos, Copas Shell, Copas Oro y eliminatorias mundialistas. En todas estas competencias, tenía que sobreponerse a las dificultades existentes, las cuales provenían de su mismo país.
“Nosotros, para salir adelante, teníamos que primero pensar en vender un módulo, vender una cosa. Con el salario que se le daba a un deportista de alto rendimiento no alcanza para cubrir sus gastos”, explica.
Tras tocar la gloria en Cuba tuvo varias ofertas de jugar en el extranjero, pero nunca se concretó nada al no ser permitido esto en el país.
“En los años de nosotros era muy difícil y practicamente imposible jugar fuera, pero calidad teníamos para ellos. Nosotros salíamos mucho a Alemania, los clubes de allá nos querían, pero se nos hizo imposible. Cada vez que se hacía un contrato, nos decían que no podíamos jugar”, cuenta.
Con el paso de los años comenzaron las lesiones y estas empujaron a Alexander Cruzata al retiro, pero su legado quedó para las nuevas generaciones, a las cuales le brinda su conocimiento cada tarde en los terrenos del municipio Boyeros.
¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol?
Mi amor por el fútbol empezó cuando era chico, por la década de 1980. Inicié en el municipio Cueto, en Holguín, y mi primer entrenador fue Lázaro Miguel Betancourt a los 11 años. Después pasé por la EIDE, en la categoría 13-14 fui campeón 2 veces y bronce juvenil en el año 1990 y allí es donde me seleccionan para la ESPA Nacional.
Teniendo en cuenta que había mucho ambiente de béisbol y era el deporte que más se practicaba: ¿Qué lo hizo inclinarse al fútbol?
En aquellos años se prácticaba mucho béisbol, pero mis años siempre me lo pasé en el fútbol. Recuerdo que cuando llegué a la EIDE era flaquito, casi no hacía equipo porque no era tan alto y el tamaño me condenó en ese momento. Me iban a la baja, pero un profesor, Roger Delgado, fue quien me abrió el camino.
¿Cuándo fue que pensaste que podías tener una carrera en el fútbol?
Quedamos campeones dos años con el equipo de la EIDE y cuando paso a juvenil, me di cuenta de que podía llegar hacer carrera. Entonces, me dediqué todo el tiempo al fútbol.
¿Cuáles fueron las principales dificultades que tuviste en tu carrera como atleta?
No tenía zapatos para jugar, pero pasaron los años y seguí con esa dificultad en mi etapa de formación, fue muy grande el sacrificio que tuve que hacer junto a mi familia. Recuerdo, además, las carencias de balones que teníamos, pues llegamos al punto de jugar con pelotas de baloncesto.
El período especial condicionó la vida de los cubanos y el fútbol no fue ajeno a ello. ¿Qué recuerdas de aquella etapa?
Lo condicionó todo, en esa etapa de los años 90 se presentaron muchas dificultades para las competencias internacionales, no había muchas giras, nos pasábamos el año entrenando aquí, pero así se sacaba un resultado, incluso en categorías juveniles.
Eran momentos muy difíciles, había carencia de balones para entrenamiento, eran muy limitados los calzados para jugar los campeonatos nacionales, pero en esa época muchos jugadores llegaban a la selección y se consagraban con su camiseta de Cuba. Lo más importante era entregarse por completo, todo se hizo a base de sacrificio. Se puede decir que los valores de los deportistas cubanos eran más grandes que las inmensas necesidades y carencias que existían. Fueron muchos años difíciles porque me acuerdo que mi mamá, con lo poquito que tenía, me ayudaba desde Holguín, me mandaba mi dinero. Y a nosotros, en esos años, nos gustaba mucho el deporte, jugábamos por una camiseta, por amor, literalmente, así mismo.
Supongo que la familia fue un apoyo importante para poder ser futbolista.
Sin el apoyo de la familia no hubiese podido llegar hasta acá, porque la familia ayuda a todos los grandes deportistas. Mi mamá siempre me apoyó, yo fui único hijo, tengo un hermano que tiene ahora 24 años, pero yo fui siempre único hijo en aquel momento y ella lo daba todo por mí. Yo decía que quería esto y ella me complacía y solo me decía que quería verme triunfar.
¿Qué diferencias encuentras entre el fútbol de los años 90 y el de la actualidad en Cuba?
En la década de los 90 se jugaba otro tipo de fútbol, más agresivo. Era tan fuerte físicamente, que a los delanteros los derribaban y pocas veces cantaban faltas. Llegando a los 2000 ya teníamos otro tipo de mentalidad, se jugaba con menos nivel técnico-táctico, menos toque a la pelota y con más contragolpe. Hoy nuestro fútbol ha mejorado técnicamente, el profesor Miguel Company sentó las bases en Cuba con su conocimiento.
¿Cómo se produce su llegada a los equipos nacionales?
Llego a los equipos nacionales en los años 90. Mis primeros entrenadores en la selección fueron Manuel Rodríguez y Antonio Garcés.
¿Siempre fue defensor central o cuando joven estuvo más adelante?
Siempre mi carrera fue como defensa, jugué como defensa derecha por el lateral y después me consolidé de marcador central. Me decían que era flaquito, no era muy alto y por eso había un poco de temor al inicio de que fuera central, pero después los profesores se fueron dando cuenta de que podía hacerlo y empecé a jugar defensa central.
Yo era un defensa tímido y fui aprendiendo mucho porque cada vez que iba al choque iba perdiendo y fui mejorando eso. Eso me fue dando respeto. Hay defensas que son un poco rudos, hay otros más tácticos. Yo era rápido y buscaba muy buenas pelotas por arriba.
Con el equipo nacional tuviste participación en el eliminatorio juvenil del año 1992 en Canadá, también, en los Juegos Centroamericanos de Puerto Rico. Además, participaste en 18 partidos de eliminatorias mundialistas, en cuatro Copas Oro. Fueron 87 participaciones con la selección nacional, algo que te hace el cuarto futbolista cubano con más participaciones.
Hay cosas que recuerdo y hay otras que no, por algunos problemas que he tenido de salud: pero, sí te digo que mi trayectoria fue bonita. Esos años en los que estuve con la selección siempre tuve un sacrificio y lo más importante para mi era sudar la camiseta y defender las 4 letras.
Salir con la selección era también una manera de resolver a nivel económico, ¿no?
Todo atleta siempre hace un sacrificio para resolver lo material, uno hace sus cosas para salir adelante. Hay cosas que no se deben hablar, pero son reales: nosotros, para salir adelante, teníamos que primero pensar en vender un módulo, vender una cosa. Uno primero tenía que salir y tratar de resolver las cosas y después jugar. Yo siempre fui un atleta humilde, sencillo, lo di todo por jugar fútbol para este país y entonces quería sacar a mi familia adelante y tenía que resolver, buscar para poder mantener mi familia.
¿Con lo que cobrabas podías sostener a tu familia?
Yo viví diversas épocas con la selección. En los años 90, cobraba 2 doláres por día al salir a los eventos internacionales y posteriormente lo subieron a 10 dólares por día. Con esos salarios no dan ni para mantener ni a uno mismo ni a la familia. Ahora, como entrenador, tampoco me da para sostenerme con el salario.
Durante toda esta etapa en la selección nacional jugaste contra varios grandes jugadores y también jugaste contra Romario.
Esa anecdota fue un momento lindo, porque fue en Brasil contra el equipo Fluminense. El profesor Company nos dijo que íbamos a jugar contra ellos y nos pusimos contentos. Como jugador, conocer una estrella así fue una bonita experiencia. Cuando lo veo en el terreno, al lado mío, me digo: es más bajito que yo, no puede Romario. Recuerdo bien que Romario venía saliendo de un offside y nos anota un gol, cuando estábamos ganando. El profesor Company se molestó y tiró la pelota para el offside, pero es una historia muy bonita porque en mi trayectoria he conocido a buenos jugadores.
¿Cuáles han sido esos rivales que más te han impresionado?
Quien más me ha impresionado fue el argentino Gabriel Batistuta, al cual marqué en Italia enfrentando a la Fiorentina. En Estados Unidos, el jugador que siempre me ha impresionado ha sido Landon Donovan. De los rivales de Cuba, el más difícil para mí fue Andrés Roldán, porque fue un jugador muy inteligente en sus regates y también de muy baja estatura, por lo cual era difícil marcarlo.
Viviste una anécdota con Landon Donovan en la Copa Oro 2002, cuando intercambiaron la camiseta. ¿Qué sucedió exactamente allí?
Tuvimos un percance de calentamiento, en el juego yo lo tuve que marcar y cuando se terminó el partido, los jugadores de Estados Unidos fueron a nuestro camerino. Él personalmente me llamó y me regaló su camiseta, (parece que fue para que lo recuerde de los 2 goles que nos anotó), pero fue algo grandioso, yo también le di una camiseta a él, aunque no era la de ese juego. Cambiamos camisetas, pero era difícil para nosotros entregar una camiseta.
Estuviste bajo la guía del profesor Miguel Company. ¿Qué recuerdas de esa etapa?
El profesor Company nos marcó, porque fue un padre y nos enseñó lo que era un jugador profesional. Él sabía lo que quería y el potencial que teníamos. Éramos equipos físicamente muy bien preparados y fuimos escalando en el Caribe y nadie nos ganaba en la zona. Nos enseñaban los videos de los equipos contrarios para acoplar todo lo que eran las tácticas. En lo personal, tuve mucho roce con él, mucha confianza, porque a todos los jugadores nos entregaba el estímulo de decir que nosotros sí podíamos llegar a un Mundial.
Fue un padre, amigo, tengo muchos recuerdos de él. En la eliminatoria mundialista rumbo al mundial de 2006, en el juego contra Costa Rica celebrado en Cuba, tuve un fallo defensivo y nos empataron 2-2. Yo no quería jugar más, pero él se acercó a mi habitación y allí hablamos mucho sobre ese juego que quedaba para la historia. Me dijo que no me sintiera mal, que faltaba otro juego en Costa Rica. Allí empatamos a 1-1, pero su consejo marcó mucho mi trayectoria en el fútbol.
Company te enseñaba a tener mentalidad ganadora. Con su llegada a los banquillos, el fútbol cubano tuvo grandes cambios. Dio mucha confianza a los jugadores en que podíamos llegar lejos.
Un colofón a tu carrera fue el título obtenido con tu equipo Holguín, tras el cual te retiras. ¿Cómo viviste ese momento?
Me marcó mucho, pues fueron los años cercanos a mi retiro. Al virar de la Copa Oro no quise jugar más, porque ya estaba aquejando de muchas lesiones. El profesor Juan Carlos Quintana me preguntó cómo me sentía. “Me siento bien, lo que pasa es que la rodilla no me da más”, le dije. Así mismo jugué y fuimos campeones. Lo más importante es que la provincia estuvo muy contenta con ese resultado.
¿Nunca sentiste que estabas estancado en tu carrera? ¿No valoraste la oportunidad de jugar afuera?
Nunca sentí que Cuba me quedaba chiquita, mi idea siempre fue vivir aquí, pues soy muy familiar y aquí me siento bien. Lo más importe siempre fue dejar bien sudada la camiseta y ser orgullo para mi familia y los seguidores del fútbol cubano, pero todos los jugadores siempre quieren más y más y en ello entraba querer jugar en un club fuera.
En los años de nosotros era muy difícil y practicamente imposible jugar fuera, pero calidad teníamos para ellos. Podíamos jugar en cualquier club, no solo en una primera división: en cualquier club de segunda o tercera. Lester Moré, Maykel Galindo, Osvaldo Alonso, entre otros, lo demostraron. Muchas veces me preguntaba: ¿por qué yo no puedo?
Nosotros salíamos mucho a Alemania, los clubes allá nos querían pero se nos hizo imposible. Cada vez que se decía que había un contrato, no decían que no podíamos jugar. Sí nos hubiese gustado jugar afuera, pero se nos hacía mposible.
¿Te sentiste utlizado como jugador?
Todos los jugadores de los años 90 y de más atrás, hemos sido utilizados porque jugábamos solo por amor al país. En ocasiones, ganamos torneos en el Caribe y nunca vimos los premios que se daban. Cada jugador tenía sus metas de jugar fuera en algún club y hoy la vida te demuestra que nunca fuiste nadie para este país.
¿Se valora correctamente el aporte de los jugadores de su época?
Hoy en día pocos jugadores de mi época ejercen como entrenadores, y de los pocos que están, no han valorado su aporte. Llevó trabajando 8 años en la base con buenos resultados en diversas categorías y nunca han tocado mi puerta ni me han dado la oportunidad de aportar un granito al fútbol cubano. Tuve la oportunidad de trabajar en La Habana con Jaine Colomé y él tiene una metodología muy interesante y actualizada al fútbol moderno y tampoco le han pedido su aporte. No le dan la oportunidad de cursos a las glorias deportivas.
Se retira al año 2006. ¿Estaba listo Alexander Cruzata para ello?
Decido retirarme al regreso de la Copa Oro de 2005. En esa competencia había cometido un penal y allí me di cuenta de que no podía más con las lesiones. Incluso así, jugué el Campeonato Nacional en 2006 y quedamos campeones. Vi que esa victoria en el Campeonato Nacional era una buena oportunidad para el retiro. Fui un jugador de muchas lesiones, pasé por momentos duros porque es muy difícil convivir con lesiones.
¿Qué labores desarrollaste tras tu retiro?
Ejercí como entrenador del equipo juvenil en Holguín. En esa etapa pasé por momentos difíciles de salud y tuve que dejar de entrenar un tiempo desde 2008 hasta 2011. Posteriormente, fui entrenador del equipo de primera categoría del equipo Holguín. Después me incorporo a los entrenamientos y en el 2012 fui de misión para Venezuela hasta 2014. Allí dirigí la selección de Anzoátegui, equipo de una provincia del oriente del país. Estuve de entrenador de futsal en las categorías sub-16 y sub- 18.
Formó parte del colectivo técnico del equipo La Habana FC dirigido por Jaine Colomé. ¿Cómo fue esa experiencia?
Siempre he querido trabajar con el fútbol. El equipo recuperó un poco el nivel que le faltaba en los últimos años con el profesor Colomé. Como entrenador, lo elogio porque se ha superado y ha estudiado mucho. Se hizo un buen trabajo. Es penoso lo que pasa, pues los jugadores dejan el campeonato porque no les reporta nada económicamente. He tenido jugadores que me han dicho: “Profe, no puedo estar entrenando en La Polar mientras en mi casa el refrigerador está vacío y tengo una niña. No tener un salario para responder a su familia limita a los jugadores, eso sin contar el poco apoyo de la provincia. Después de un tiempo de trabajo y por problemas de salud, hablé con Colomé y le dije que no podía seguir.
¿Cuáles son los momentos que más te enorgullecen dentro de tu carrera deportiva?
Me siento muy orgulloso de haber representado durante 16 años a las diferentes selecciones nacionales, vistiendo la camiseta de Cuba con el número 5. Fui regular todos esos años y compartí con grandes jugadores profesionales.
Los mejores recuerdos son las Copas del Caribe. Haber participado en 4 de ellas fue un orgullo, sobre todo la de 1999, cuando obtuvimos ese segundo lugar. También tiene un lugar importante en mi carrera deportiva la medalla de bronce de los Centroamericanos y del Caribe de Ponce 93.
Jugar a estadio lleno fue algo que llenó de orgullo, pocas veces se han llenado las dos gradas del Pedro Marrero a full. Fue para mí emocionante y una gran experiencia. Hoy quisiera que nuestros jugadores lo hicieran, pero solo piensan en tener algo material sin dejar bien sudada una camiseta.
¿Pensaste en algún momento dejar el fútbol?
Lo pensé por todas las causas que comenté anteriormente, pero es difícil dejarlo cuanto toda mi vida se la he dedicado. Mi mayor decepción es no haber podido jugar fuera en algún club y en la vida, es no ser atendido como gloria deportiva.
¿Qué crees que debe mejorar en el fútbol cubano para obtener mejores resultados?
Sería bueno tener más partidos a nivel internacional y a nuestros jugadores darles a conocer más del tipo de competencia a las que se enfrentan. Tenemos muy buenos jugadores últimamente y nuestros equipos han sido goleados, ya eso es un problema táctico-defensivo. El fútbol ha cambiado para bien porque tenemos jugadores de más experiencia a nivel de clubes, pero seguimos teniendo problemas defensivos.
El nivel táctico es un punto donde hay que trabajar mucho, tenemos jugadores que están en diferentes clubes, allí se desarrollan más que acá y se nota diferencia. En estos años, el banco de problemas está en el trabajo defensivo, nos anotan muchos goles inofensivos. A nivel interno hay que mejorar muchas cosas y en los campeonatos nacionales creo que se debe de jugar más. Hay muchas cosas que están limitadas.
¿Qué le parece la selección nacional en estos últimos partidos?
No me gusta entrar en una polémica con la selección nacional, cada entrenador tiene su forma de trabajar y hay que respetarlo. Está haciendo una base de jugadores a quienes tiene marcados, es un equipo joven, pero bueno, las cosas que le salgan bien. Cada entrenador tiene su librito. Si creo algo y es que como país debemos tener una filosofía de juego definida, desde pequeños a los niños se les debe enculcar nuestra identidad y los jugadores que vengan de afuera deben adaptarse a ello
¿Crees que Cuba tiene talento natural para tener mejores resultados en el fútbol?
Cuba tiene buenos jugadores, pero queda mucho trabajo a largo plazo y como estoy viendo las cosas, pienso que al futbolista cubano le falta. El futbolista cubano tiene que creérselo, porque en los años anteriores se jugaba por una camiseta, hoy el futbolista juega económicamente como a nivel mundial, pero tiene que creerlo y ser más profesional. No podemos ir a los torneos solo a participar.
¿Qué está haciendo Cruzata ahora?
Estoy trabajando en la base con niños en el municipio Boyeros, les mando un saludo a todos esos padres que me apoyan y me siento bien ahí. Sin los padres es imposible
¿Cómo te gustaría que te recordarán las personas que no te conocieron o los que no tuvieron el placer de verte?
Soy una persona modesta. Soy alguien que ama profundamente su país, su familia, y que lo da todo por el fútbol, y a mis alumnos le trasmito eso. También les exijo disciplina y respeto, tanto a los rivales como al público les trasmito mis experiencias a las nuevas generaciones para que puedan seguir creciendo como futbolistas.
¿Eres feliz con la vida que llevas?
Yo me retiré en el año 2006 por problemas de lesiones. Si me preguntas si soy feliz con la vida que llevo, es difícil, vivo para el fútbol, pero no del fútbol. Nunca he sido atendido como gloria del fútbol en Cuba, he pasado por momentos de salud difíciles y nadie ha tocado mi hombro, solo familiares y personas cercanas. Pero estoy orgulloso de mi trabajo en Boyeros con los niños y agradezco a todos los padres que nos ayudan. Seguiré en el fútbol hasta que cierre los ojos.
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