En la noche del pasado 19 de Julio se dio a conocer por el Comisionando de la MLB, Rob Manfred, de la negativa a que se conforme un equipo Cuba para el próximo Clásico Mundial con peloteros profesionales que no pertenezcan a la Federación Cubana de Béisbol (FCB).

Con esta decisión, la gerencia de la institución norteamericana pone freno a los propósitos de la nueva Asociación de Peloteros Cubanos Profesionales (ACPBP), organización fundada por peloteros, periodistas, abogados y exiliados de Miami que tiene como su principal objetivo armar un equipo con peloteros mayormente de Grandes Ligas, para alcanzar un buen resultado en el torneo mundial beisbolero, además de representar a la enorme cantidad de emigrantes cubanos que residen en el exterior de la isla.

Conociendo el legendario conflicto político que vive la isla desde el año 1959, la idea posee todos los ingredientes necesarios para triunfar y ponerse en práctica. Mucho más si conocemos la importancia de Cuba en la expansión y permanencia de este deporte en la humanidad. Parecía que Cuba, por primera vez, sería representada por sus principales exponentes de este deporte, como lo hacen sus vecinos dominicanos, puertorriqueños, venezolanos y mexicanos.

A simple vista sí, es una idea hermosa y justa. Pero siempre es bueno observar nuevamente y buscar los puntos que no quedan claro para muchos interesados en el tema. Repito, es una idea justa, pero siempre hay que mirar más allá para encontrar un sentido práctico y no pasional a esta negativa de las Grandes Ligas, la cual destruye los sueños de muchos aficionados.

En esta búsqueda del sentido práctico de la negativa encuentro que, aunque sea duro de reconocer, Cuba, representada en la pelota por la Federación Cubana de Béisbol y con toda su precariedad, continúa formando peloteros de calidad para jugar en MLB. A pesar de las restricciones y del problema político continúan llegando, por mar, por tierra, o por aire, peloteros de la isla que le aseguran a la MLB jugadores formados y baratos. Es necesario entender que Cuba, hace tiempo, para la MLB representa un mercado con una granja de peloteros muy estable y de bajo costo. Conociendo esto, no creo que Manfred decida enemistarse con una organización que, año tras año, asegura deportistas de alta calidad para el Big Show.

A raíz de esto, debemos investigar si la emigración cubana en los Estados Unidos posee una organización estable capaz de desarrollar peloteros para la MLB. Quizás valorando esto, el comisionado pueda evaluar romper con una federación y vincularse con otra. A mi entender, esta organización no existe y los conocidos peloteros de MLB de padres cubanos no son un núcleo importante dentro de la Gran Carpa como para cuestionar la decisión del comisionado.

Apartando el sentido práctico y a la MLB, tenemos otro tema a estimar. ¿Qué pasará con el pelotero que permanece en la isla y que deseen integrar este Dream Team?

Para muchos aficionados que entienden el béisbol como el principal elemento de la cultura cubana y el símbolo de la reconciliación nacional, este detalle genera algunas dudas. Estamos claros de que este equipo estará conformado casi en su totalidad por peloteros de Grandes Ligas. Es incuestionable la calidad de Yordan Álvarez, Chapman, Jorge Soler, etc. Pero en el afán de cubrir a la mayor parte de la cubanía sería justo construir, dentro de los estatutos de la organización, una vía para no dejar fuera al talento que permanece en la isla, y que más allá de cuestiones políticas, su única forma de prosperar y salir adelante en la vida es jugar al béisbol. La emigración cubana tiene que estar por encima de esto si queremos ofrecer otro enfoque y desenredar el nudo que nos imposibilita tener un Dream Team.

Es más que conocida la torpeza y la incondicionalidad de la FCB al gobierno cubano. Todos sabemos que el béisbol en la isla es un brazo de los altos dirigentes de Cuba, pero no podemos negar que a la MLB no le interesa ninguno de estos aspectos. Lo que realmente le interesa es que la isla aun es territorio de peloteros y hay que tener presencia allí. Ha quedado demostrado a través de cálidas visitas de delegaciones y no solo durante el período Obama. Viene desde los años 1990.

La idea de organizar una Asociación de Peloteros Cubanos Profesionales es muy justa y debe continuar su labor, pero antes de aspirar a objetivos tan altos, debemos construir una base que permita mostrar una hoja de vida con resultados y sobre todo asegurar la permanecía de peloteros cubanos en la MLB.

Hay mucho por hacer de cara a materializar este sueño. Esperemos que esta negativa no paralice el esfuerzo y podamos continuar aspirando a este equipo. Ya para el 2023 no habrá tiempo, pero sí creo que, con un plan de acciones en defensa del legado de Cuba para el béisbol, podamos para próximas competiciones tener una organización más fuerte.

Por el momento, la ACPBP puede trabajar en crear una institución que asesore a los peloteros cubanos en sus primeros años en la emigración y su introducción al circuito profesional. Para muchos, no son nuevas las situaciones desagradables que muchos atletas enfrentan al llegar a Estados Unidos debido al desconocimiento. También, dentro de los objetivos, se puede aspirar a mejorar el uso del idioma inglés. Las carencias en este sentido generan problemas de comunicación que otros peloteros del área no tienen. La gran mayoría de beisbolistas dominicanos, boricuas, venezolanos, etc. dominan el idioma anglosajón y es mucho más fácil para ellos la adaptación a este enorme país. A los cubanos no les ponen un traductor como sí lo tienen los deportistas asiáticos.

Además de estos objetivos, también es necesario crear una identidad dentro de la emigración. Considero que no basta con conocer que grandes expeloteros cubanos de MLB están detrás de la iniciativa. Hay que consolidar un sello, una marca y eso no se fortalece en 5 meses. Para ellos se deben preparar, fuera de temporada, juegos de exhibición en Miami, en donde este equipo con sus nuevos uniformes y todo el ambiente que merece, se enfrente a una selección boricua. La Grandes Ligas tienen que saber que está pasando algo, que los estadios se llenan, que hay movimiento.

Cuba no tiene nada que demostrar al béisbol mundial. Más bien es el béisbol el que está en deuda con Cuba. La hoja de servicios de la isla hacia este deporte es intachable y es incuestionable que debemos tener un Dream Team. Esperemos que esta aspiración no muera y entendamos que los sueños necesitan tiempo.

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Imagen cortesía de Play-Off Mgazine