Víctor Moya tuvo ante sí un reto que hubiera intimidado a cualquiera: fue el hombre encargado de sustituir al gran Javier Sotomayor, el mejor saltador de altura de la historia, el recordista mundial.

En su palmarés, quedó grabado un resultado que lo hizo entrar a la historia del atletismo cubano en su especialidad: fue subcampeón mundial en Helsinki 2005. Además, fue campeón panamericano en Río 2007.

Sin embargo, le quedó una deuda personal, la obtener una medalla olímpica, pues los Juegos fueron experiencias poco placenteras para él.

Víctor Moya se siente frente a las cámaras de Play-Off Tv para hablar de su carrera, su vida actual y, por supuesto, de la actualidad el atletismo cubano.

¿Cómo llega Víctor Moya al deporte?

En Santiago de Cuba. Me dijo un profesor de Educación Física que tenía posibilidades, o sea, del atletismo, porque en ese momento, era rápido, y comencé a entrenar en el estadio de allá.

Antes del atletismo, ¿practicaste fútbol?

En la primaria, como era tan hiperactivo, me puse en fútbol. A mi mamá no le gustaba mucho el fútbol. Entonces, los profesores me ven la posibilidad, por tener buena velocidad y me prestaban a los de atletismo para participar en las competencias. Lo que me gustaba del atletismo son las vallas, las cortas.

Empiezo por las vallas y un día me vieron saltando y me dijeron que mi verdadero potencial era para el salto. No me gustaba mucho, y da la coincidencia de que saltaba con el pie contrario a mi fuerte. Pero un especialista me vio y me dijo: “por ese lado tú no saltas, tú saltas por el otro”. Más o menos con 13 años me doy cuenta de que tengo potencial.

¿Tuviste resultados en esa etapa antes de llegar al equipo nacional?

Participé en los Juegos Escolares, pero no tuve buena participación. Ya en los Juveniles sí fue buena. Mi primer juvenil terminó con tercer lugar y en mis otros años juveniles gané la competencia.

Hay una famosa historia y es que me mandan para el servicio militar. La Unidad quedaba cerca del estadio. Yo decía, cuando sea la competencia, me avisan. Da la casualidad de que me avisaron, bajé a la unidad, me prestaron y gané el Nacional Juvenil ahí en mi provincia.

¿Eso te dio la oportunidad de entrar al equipo nacional?

Todavía no, porque no tenía el tamaño apropiado. Entonces, empiezo en Santiago, la universidad. Soy licenciado en Cultura Física.

Marina Rodríguez, quien fue mi entrenadora, y yo, tomamos la decisión de venir a las confrontaciones aquí en el equipo nacional y competimos como cuatro fines de semana y empecé a ganarles a la gente del equipo nacional. Me ponen en el equipo nacional, pero todavía no hago plantilla oficial. En febrero del 2002, es que entro por fin.

¿Cómo llegas a convertirte en primera figura?

Esos fueron unos años en que también el cambio del entrenamiento. Yo venía de hacer pura saltabilidad, no hacía ejercicio de pesas ni nada, lo que hacía era mucha resistencia. Empecé a entrenar aquí con Guillermo de La Torre. Estuve unos años estancado en una altura, sin progresar. Después asimilé el cambio y empecé a crecer un poco más y con 2.29 m me hago estable en el salto. Mi despegue fue en 2004 en que se toma la decisión de llevar a Lisbán a los Juegos Olímpicos porque yo era mucho más joven.

¿Estaba abierta la discusión sobre quién era la primera figura?

Prácticamente éramos los dos, ganaba él y ganaba yo. Se toma la decisión de llevarlo a él y fue, al final, hito olímpico, no se equivocaron. Ese año me mantuve, a raíz de aquello, el año entero sin descansar, para mí fue una motivación. Cogí mis vacaciones, me fui para Santiago de Cuba y seguí entrenando. Cuando nos incorporamos al equipo, estaba mejor que todo el mundo, porque no descansé y vinieron los resultados.

¿Sentías que tenías para hacer algo grande en el Mundial, cuando terminaste de subcampeón?

Sí, porque los mismos entrenamientos me dieron la posibilidad de saber eso. Hay una famosa historia que Sotomayor siempre la cuenta. Yo le decía: vístete bien, ponte el traje, que hoy yo me voy a subir al podio. En ese mundial estuve en el grupo más fuerte, pero supe medir ya la diferencia de los saltadores.

¿Cómo fue la competencia?

En esa competencia me cogió la inexperiencia. Sotomayor estaba en la emoción en las gradas, y no me dice bien la secuencia. Para mí entender, yo estaba empatado con Rybakov y pensé que éramos campeones mundiales los dos, si no teníamos que ir a salto de desempate.

Pero el ucraniano, que fue campeón, todavía estaba en la competencia, dio un salto, y nos dejó a los dos en plata, y él fue campeón mundial. No obstante, me sentí contento porque era mi primer resultado importante. Increíble, la gente me reconoce como Campeón Panamericano y en sí, esa fue mi primera medalla mundial.

Fue el mayor resultado en el deporte para Víctor Moya

Sí, pero ese año para mí fue muy bueno, estuve imbatible. Me faltó una competencia para quedar de primero del ranking mundial, solo una competencia ese año para ser el primer hombre del ranking mundial.

¿Qué pasó en el año 2006?

Tuve problemas de salud, pero lo que sucedió fue un poco de desespero, que es lo que está sucediendo. Yo era la primera figura, no había prácticamente relevo y Yosvani Pérez se queda en el extranjero en el 2005. No había otro saltador con posibilidades y fuimos para la temporada de invierno. Todas las competencias de ese año fueron en Moscú saltando por encima de 2.30 m bajo techo, pero las marcas eran muy superiores: 2.38; 2.39.

Vino el Campeonato Mundial bajo techo de ese año y quedé quinto por falta de estrategia. Los campeonatos son tres días, ahí no hay día intermedio de descanso. Saltas hoy, clasificas y mañana tienes que ir a la final, me quedé por debajo de las posibilidades.

En el verano presenté problemas de salud y no pude ser campeón centroamericano y no me dejaron participar en la Copa del Mundo de ese año y tenía amplio margen por puntos para participar.

Te recuperaste en el 2007

Fui un poco más inteligente, nos enfocamos en ganar ese título, en ser Campeón Panamericano. Ahí fui sin entrenador. Eso me afectó. Le agradezco Arzola, que estaba allí animándome y me decía, pero no bien, porque no era su especialidad, y no me decía dónde estaba el problema. Mi problema estaba en la carrera de impulso, pero más o menos comprendí lo que era la carrera y pude saltar 2.32 m.

Casi todo el mundo se fue directo a Osaka en Japón. Cuando llegamos allí cada vez que me iba para el entrenamiento, me iba roncando, cansado, por el agotamiento. Nunca me puse de acuerdo con el horario, la clasificación fue agotadora, clasificaron 16 porque hicieron los 16 la marca de clasificación. Eso provocó que, en la final, era un poco más alta la altura. Salté 2.30, pero quedé quinto lugar, nuevamente. Después, no seguí compitiendo, venía la Final del Gran Prix, ya decidí parar.

En el 2008, comienzas muy bien el año, pero aparece una desgracia. ¿Cómo fue ese momento?

Voy sin entrenador a una competencia, que me parece que era un momento de decisión de él porque termino y le gano a todos los saltadores, podía ser lo que se vaticinaba ese año de los Juegos Olímpicos, y no sabía que ya había ganado la competencia. Estuve saltando tres pasos y salté 2.25, cuando decidí agarrar la carrera un poco más atrás, corriendo y resbalé: resultado, rotura del tendón.

Tengo que agradecer a Álvarez Cambra porque estuve en el Frank País casi año y medio ingresado porque me hicieron reconstrucción de la rodilla, Tuve tremenda confianza porque me dijo: “casi con esta operación, no se recupera”.

¿Pensaste que se acababa tu carrera entonces?

No, nunca. Tenía el apoyo de los mismos médicos que me daban el apoyo, los fisioterapeutas me daban siempre el apoyo. Confié en la palabra que me decían ellos.

¿Cómo asumiste no volver a los Juegos Olímpicos?

Me sentí muy mal porque iban a hacer unos juegos a los que llegaba con experiencia de campeonatos mundiales. Me iba a enfrentar casi con los mismos que habían saltado en años anteriores y ya con más experiencia.

¿Cómo fue el proceso de recuperación?

Agradezco a los médicos y a mi familia, que fue constante ahí conmigo. Fue una nueva experiencia porque me enseñó a estar más calmado a pensar, meditar. Antes era muy explosivo, tenía mucha decisión para todo. Las cosas hay que pensarlas, hacerlas más inteligente. Me hizo crecer como persona.

¿Qué sentiste cuando regresaste?

Regreso en el 2010 y voy al Campeonato Nacional ese año y salté 2.10 m. Fui con ese objetivo y sentí que me volvió el alma al cuerpo.

En el 2011, ganaste bronce en los Juegos de Guadalajara

Teníamos la estrategia, mi entrenador y yo, de irnos a competencias en Venezuela, no competencias de tanto nivel, pero, en ese momento, yo estaba a ese nivel. Salto 2.28 m, lo cual me da la posibilidad de ir al Campeonato Mundial.

El Campeonato Mundial lo utilicé como una competencia de preparación pues, a ese nivel, yo no estaba. Me molestaba la bulla, me sirvió para saber en el momento en que estaba. Fue primero que los Juegos Panamericanos, así que me dio margen de volverme a preparar y obtengo el bronce.

Este bronce pudo haber sido más, pero, nuevamente, perdí la competencia por falta de estrategia. Me criticaron los narradores, ciertas personas por la estrategia competitiva que hice, pero no tenía a nadie que me guiara.

Después de ese año, en el 2013, dejo el equipo nacional. Entrené con Guillermo de La Torre con vistas a estar en un club.

¿Sentías que no estabas recibiendo el apoyo por parte de las autoridades en ese momento?

No vamos a ponerlo así. En ese tiempo, empiezan las excusas, decían que si me estaba quejando por mi lesión. Ya estaba un poco viejo, había que darle la posibilidad a saltadores que venían. Entonces, empiezo entrenar en el Marrero, en donde me dejaban entrenar, porque en el equipo nacional no me dejaban entrenar, después de haber dado tantos logros. Ya no era parte del equipo.

Para mí, eso hay que eliminarlo, porque si una persona dio logros para el país en el equipo nacional quiere aprovechar las instalaciones, ir a correr un día y que no moleste, me parece que tienen que dejarlo.

Empezamos a entrenar y me fui para México, en Mérida. Empecé en un club, aunque no uno de muchas posibilidades. Allá compito, aunque son resultados que no aparecen, pues en un momento se silenció mi carrera, pero tuve la posibilidad de competir en unas cuantas competencias.

¿Nunca más te pidieron regresar?

No regresar, hay que entender que era un saltador viejo. Estaba acabado.

¿Cuánto significaron los Juegos Olímpicos, aunque no tuviste el resultado esperado?

Fui a divertirme a esos Juegos Olímpicos. Ese año no salí de Cuba, estuve constantemente aquí, a un nivel que no es para enfrentarse a unos Juegos Olímpicos. Siempre le digo a mi entrenador que no me dieron la posibilidad de participar ni en una competencia en Europa, que sirviera para saber cómo estaba. Si vas a enfrentarte a Juegos Olímpicos, hay que cambiar la mentalidad, es lo más grande. Cosas que sucedieron. Hay que planificarse bien para ir a unos Juegos Olímpicos.

¿Cómo ves la actualidad de la disciplina?

Goza de muy buena salud en cuanto a talento, pero hay que cuidarlos. Puede suceder la misma historia, ojalá que no, hay que cuidarlo. Ves que hay un solo saltador, y no se ve el relevo y con la pandemia, hay menos relevo.

¿Y con respecto al atletismo cubano?

El talento está, pero tienen que darles más confianza. En el atletismo no te puedes casar con una sola especialidad porque en mis tiempos también el salto, el triple salto y el lanzamiento, estaban muy bien. No se pueden casar con un solo evento. Si van a desarrollar, tienes que desarrollar todos los eventos.

En los últimos tiempos, varios atletas decidieron emigrar, ¿a qué crees que se deba esto?

Ya los tiempos han cambiado. Estamos en una era tecnológica. Todo el mundo sabe cuánto cuesta, cuánto dan en las competencias. Todo el mundo sabe su valor. Se empiezan a dar su verdadero valor.

¿Qué hace ahora mismo Víctor Moya?

Soy metodólogo de deportes en Plaza. Estoy rescatando la Liga de Barrio. Estoy en lo que es el baloncesto de 23 y B, que siempre ha sido famoso. Después de que organice la liga, voy a la Liga del Acapulco de fútbol. Voy a ponerme a organizar las ligas, pero antes de todo eso, soy activista de las Naciones Unidas de la Red Iberoamericana de Masculinidades.

¿Qué haces ahí?

Ahí llego por mediación de una amiga en común del doctor Julio César Pagés, a quien me presenta. Participé en varias conferencias y le encantó y me pusieron de activista.

La red es para trabajar la no violencia en el deporte, cosas que no se ven, pues hay violencia en el fútbol, en el baloncesto. Empezamos a trabajar el tema de la no violencia a las mujeres y las niñas.

¿Se prepara el deportista cubano para el retiro?

Mayormente, no se prepara. No hay así contemplado un sistema para cuando terminas, los entrenamientos que debes hacer. Lo dicen, pero no lo hacen. No es controlado. Por eso han fallecido algunos deportistas de infarto, eso no dice. En mi caso, sí me preparo. Hago ejercicio todos los días temprano.

¿Qué pasa con la vida más allá del deporte?

Ahora es perfecto, porque uno se da cuenta de que el deporte resta tiempo, casi no hay relaciones, solo los amigos del barrio. Los deportistas casi siempre están casados con deportistas igual porque no te da tiempo a tener una relación, a hacer muchas cosas. En mi caso, lo he acogido muy bien.

¿Estabas preparado?

No, el que te diga que lo está, es mentira.

¿Los primeros días, cómo son?

Traumáticos. Te despiertas temprano. Tienes ganas de ir al estadio, pero dices, qué estadio. Son cosas contradictorias. Tienes que empezar a ocupar el tiempo en otras cosas. Estudiar, prepararte, aumentar tu capacidad en diferentes cosas.

Estuve también con el profesor Pinillo un tiempo ayudándole en el equipo nacional como un asesor, también para prepararme como entrenador. Tuve alumnos allá en México, que son centroamericanos. El contacto de trabajo en vez de tenerlo aquí, lo tuve en el extranjero.

¿No tienes ningún vínculo con el atletismo cubano?

Vínculos no tengo. Tengo vínculo con el deporte, pero no con el atletismo. Pero si me llamaran, sí estaría dispuesto a dar mi conocimiento.

¿Qué importancia tiene Javier Sotomayor para tu carrera?

Él es prácticamente el ídolo de todos los saltadores cubanos y del mundo. Tener la posibilidad de tenerlo cerca, de que te diga un criterio, detalle, algo es lo más grande del mundo. Tenemos las mejores relaciones, incluso, nos hemos visto fuera del deporte y siempre ha sido así una persona que te da consejos.

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¿Has vuelto a jugar fútbol?

No, ya no juego más. Me he vuelto más observador. Baloncesto sí juego de vez en cuando ahí en 23 y B, pero soy más espectador. Disfruto más desde afuera.

¿Qué tiene Víctor Moya en planes?

Esperar a que, si me llaman del equipo nacional, aportar los conocimientos que obtuve por la posibilidad de estar un tiempo fuera de Cuba y tengo muchos cursos. Estuve en la Universidad Patria de Mérida, México, en entrenamientos deportivos, cursos de entrenamiento moderno. Estoy esperando mi momento.

¿Algo que te hubiera gustado hacer en tu carrera?

Tener una medalla olímpica, pues los Juegos Olímpicos fueron funestos para mí.

¿Satisfecho Víctor Moya con la carrera?

Sí, pues obtuve una medalla mundial y fui varias veces finalista mundial al aire libre y bajo techo. Muchas veces salté 2.30 m en el extranjero y en Cuba. El segundo mejor resultado de Cuba de todos los tiempos. Fui campeón Panamericano, Bronce Centroamericano. Participé en los Juegos del Alba, tengo récord.  En mi tiempo, en mi carrera, me divertí muchísimo.

¿Volverías a hacerlo todo de nuevo?

Sí, como se dice en la vida, si alteras algo, alteras el ciclo. Todo igual, ya con más experiencia.

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Imagen cortesía de Hansel Leyva