Neysser Coutin debe empezar a ponerse metas nuevas. A sus 25 años ya ha sido campeón de la Liga Superior de Baloncesto (LSB), integrante de la selección nacional y ahora juega en la segunda división argentina con el Jachal Basquetbol Club.

Una media hora en un banco de la ciudad deportiva dejan clara evidencia de su amor por el deporte de las canastas, pero también de la disciplina y el empeño que ha puesto sobre la mesa para alcanzar sus sueños.

Parece un tipo introvertido, de esos que prefieren comprometerse con su mundo interior para sacar lo mejor de sí. Empezó a practicar minibaloncesto a los siete años de edad y desde entonces, en el camino siempre retumbaron los botes del balón. Cuenta que practicar deportes cambió su vida. Le dio un lugar, una casa donde pasar el tiempo, divirtiéndose con sus amistades.

«Como hobby tuve dos disciplinas: baloncesto y béisbol, hasta que me decidí por el baloncesto, porque era lo que más me llamaba la atención. La familia siempre me apoyó. Decían: ‘Eso es lo que tú quieres y lo vas a lograr’. En todo momento estuvieron ahí y jamás intentaron influenciarme para que escogiera otro deporte o estudiara algo en específico».

Neysser Coutin atravesó todas las categorías, y su paso por la Eide lo ayudó a consolidar aquella particular relación que tenía con la esférica. «La vida allí era difícil. No existían las mejores condiciones y resultaba duro, de mucho sacrificio, lejos de tu familia, de las personas queridas. Ahí lo único que tenías era la escuela y el baloncesto.

«Pasaba un poco de trabajo, porque en aquella etapa tenía un cuerpo obeso y se dificultaban algunas cosas como correr, saltar, y poco a poco me fui superando en ese aspecto. No obstante, fueron tiempos complicados, le temía a la pista… hasta que conseguí adaptarme.

“Los muchachos no eran de burlarse, pero como atleta no me sentía bien y entonces tuve que bajar de peso para poder estar conforme y lucir dentro de la cancha, que era lo que quería».

Por esos años, dadas las condiciones físicas, sufrió una de sus más grandes decepciones. Situación que, al mismo tiempo, se convirtió en un aliciente para su carrera. «Cuando chico, en séptimo grado, entré a la Eide y no pude hacer el equipo. Aquello me mató. A partir del otro año me propuse estar siempre dentro de los 12 y ha resultado hasta hoy. Ahora, si me llego a decepcionar en algo, sé que tengo que trabajar más sobre la base de lo que deseo».

Neysser Coutín
Neysser Coutin

La ruta del campeonato

Tras acabar la etapa de los juveniles pasó a integrar las filas de Metropolitanos en la temporada 2014-2015. «Estaba en el banco, había muchos atletas mayores de edad e iba haciéndome un hueco poco a poco. Jugué ese año el Torneo Nacional de Ascenso (TNA) y no pude participar en la Liga”.

El debut le sirvió para explorar el nivel existente en el país y nutrirse de los consejos y enseñanzas de atletas con mayor experiencia. «Siempre me fijé en varios jugadores, sobre todo en Dariel Sotero, un base que me decía: ‘tienes buen tiro, tómalo. Juega el uno contra uno. Ten confianza en lo que haces y te dará frutos’. Me ayudó mucho siempre y fuera del terreno había jarana, pero en el baloncesto las cosas tenían que ser por ahí.

«En la siguiente campaña volví con Metros, gané más protagonismo en el equipo y logré hacer un buen papel en la TNA. A raíz de esto, me pidieron de refuerzo para Artemisa. De esa manera jugué mi primera Liga, donde obtuvimos el tercer lugar».

Las actuaciones con la elástica artemiseña sirvieron para que al año siguiente Neysser cumpliera el sueño de todo basquetbolista habanero: vestir el uniforme de Capitalinos.

«Me incorporé en 2016. Cuando chiquito uno siempre decía: ‘Coño, yo quiero ser de Capitalinos’. Era una aspiración y al llegar te inspiras, pues es tu equipo, tu ciudad, donde vive la familia. Poder pertenecer al conjunto fue un logro y una meta cumplida. En el 2016 fuimos a la final. Desgraciadamente perdimos 4-0 con Ciego de Ávila y al otro año quedamos quintos y no pasamos a Play Off».

Una vez más, buenos resultados le llegarían siendo refuerzo, esta vez de Villa Clara. «Para los playoff me pidió Villa Clara y terminamos ganando la Liga. Es una sensación muy grande ser campeón de la LSB. Es como ver la culminación de todo lo que has trabajado, del esfuerzo y el sacrificio de la familia, pues la más mínima cosa influye. Ser campeón de Cuba resulta un orgullo para todo basquetbolista.

«En lo individual no tuve la cantidad de minutos que hubiera deseado, pero durante el tiempo que pasé en cancha pude aportar al equipo, hacer defensa, anotar y eso es lo que me hace feliz: dar lo mejor de mí cuando pueda estar sobre el tabloncillo y eso nadie me lo va a quitar».

Rebotes bajo las tablas

Neysser disfruta mucho de su entorno: la casa, las series, los videojuegos y la familia. Todo eso, junto al baloncesto, conforma su zona de confort. Dice que mira series de deporte, que enseñan mucho a crecer, pues todo no puede ser la pacotilla y el dinero.

Cuando tiene tiempo libre, lo dedica a hacer trabajo físico, quizás para suplir determinadas carencias con el trabajo consciente. «El día a día del baloncesto es un poco agitado. No tenemos las condiciones que existen afuera, que tienen la calidad de pelotas y lo que debe tener un atleta para su desarrollo. Entonces, es un contexto al que debe imponerse el jugador cubano: levantarse todos los días temprano, hacer sus ejercicios y trabajar, porque al final va a vivir de eso».

«No puedes tener unos buenos zapatos, unos buenos balones, pero hay que entrenar para poder lograr los sueños y salir de contrato, que gracias a Dios lo pude lograr, y ver otros horizontes y cómo se mueve el baloncesto en el mundo”.

Asimismo, coincide con la mayoría de los compañeros que abogan por una mejor atención, aunque puntualiza que los atletas también deben ganárselo poco a poco. «Entendemos que no se pueda tener todo, pero por lo menos conseguir la parte de reunirnos como equipo para que seamos una familia, agruparnos más para que no sea solo dentro de la cancha».

Si bien las firmas con clubes extranjeros no constituyen el único factor para incrementar el nivel de baloncesto cubano, considera que tiene enormes beneficios desde el punto de vista personal y profesional.

“El contrato para el deporte cubano ha abierto varios caminos. Es una gran experiencia para nosotros y es una bonita sensación poder llegar a conseguirlo y luchar por ti, tu familia, tus amigos y el país.

“En mi caso, ha representado mucho, me da la fuerza para salir adelante, ayudar a los míos y superarme como persona, además de demostrarles a mis compañeros que los cubanos sí podemos”, dice Neysser Coutin.

En Argentina ya ha notado las primeras diferencias y advierte que el jugador de allá en numerosas ocasiones no se exige como el que se encuentra en la Isla. “Afuera se trabaja mucho, sin embargo, los atletas no le ponen el mayor interés posible. En Cuba hay mucho talento, con pocos recursos de pelotas, canchas y eso es lo que nos golpea”, recalca, y añade, además, que la rutina cambia por completo en esos países, pues se entrena mañana y tarde, y por la noche se juega, por lo que pasan numerosas horas enfocados en la actividad.

Uno de los temas que más expectativas genera es el regreso a la selección nacional de diferentes basquetbolistas que están contratados de manera independiente en diversas ligas. Sobre el tema, Neysser tiene una visión particular. “El regreso de varios jugadores viene siendo bueno, entre comillas. Por un lado, levanta el nivel del baloncesto cubano, pero también es perjudicial, porque hay gente en Cuba que tiene los méritos para integrar el equipo y no puede ser solo por estar en el extranjero”. 

A su corta vida ya suma muchos momentos felices y los enumera por etapas: campeón juvenil, participar en la LSB, llegar a la final y luego ser campeón, para que la selección nacional le abriera las puertas.

«Después del campeonato con Villa Clara, al mes, me localizaron y me dijeron: ‘integraste la selección nacional’. Me puse muy contento, fue un impulso tremendo para seguir poniendo metas más altas. Poder representar a Cuba ha sido lo máximo, porque todo jugador quiere portar ese uniforme para defender su país».

Fuera de los terrenos también le han llegado dichas grandes recientemente, con su hija de siete meses a la que pretende enseñar para que sea una mejor persona que él y la consecución del título universitario, tan subvalorado en el mundo del músculo, y con el que pretende apuntalar su futuro. «Logré obtener el título de licenciado. La formación académica es muy importante, porque el deporte es un juego y no va a durarte toda la vida. Con el estudio es con lo que se queda uno para aprender cada día, ir mejorando como profesional y ser alguien en la vida».

A corto plazo sueña con poder jugar de local representando a la selección nacional y continuar contratado, para que se abran puertas no solo para él, sino también para los muchachos que están acá en Cuba.

Neysser Coutin prefiere confiar, creer que los sueños se cumplen y que un gran porcentaje de que eso pase depende del empeño que le ponga la persona para salir adelante. «Estoy muy feliz con lo que he vivido y sufrido. A fin de cuentas, he sido yo quien se ha ganado las cosas. Hay que ser perseverante, todo tiene su momento y lo que te va a llegar te llega. Este contrato es el fruto de todo lo que he hecho y por ahí es por donde se empieza: por el entrenamiento diario, para poder hacerlo bien y lucir, porque afuera también estas representando a Cuba, aunque vistas la camiseta de un club».

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Imagen cortesía de Play-Off Magazine