Los días pasan y la paciencia se vuelve para quienes asedian el Everest un recurso tan valioso como la experiencia, la sabiduría de los sherpas o la calidad del equipamiento. Hay que luchar contra la nostalgia o la ansiedad para no intentar “quemar etapas”, ni faltarle el respeto a la montaña tratando de hacer cumbre antes de tiempo.

Al final, de eso van las rotaciones, y el cubano Yandy Núñez Martínez completó con éxito la primera: el propio montañista cubano-islandés lo contó en redes sociales al regresar al Campamento Base, en el glacial Khumbu. En este primer asalto llegó hasta el Campo 3, a 7.100 metros sobre el nivel del mar.

En un mensaje a su amigo Bragi Egilson, Yandy relató que lidió con dos malos días al hilo. “Demasiada caída de nieve, pobre visibilidad y ventiscas. La cascada de hielo de Khumbu loca y temible, como siempre”, escribió el habanero su muro de Facebook.

En el mismo post, Yandy anunciaba su regreso al Campo Base tras las primeras rotaciones, y agregó que ahora espera por “una buena ventana” -o sea, condiciones atmosféricas propicias- para volver a subir, y tratar quizás de llegar lo más alto posible.

Bitácora al cielo: para coronar el Everest hace falta su buena dosis de suerte

El sherpa que lo acompaña, Pasang Tenzing, compartió fotos de la expedición, y se les ve motivados y, hasta cierto punto, necesitados de recargar pilas. Eso sí, la agencia Ascent Himalayas, que coordina este ascenso, confirmó que las condiciones climáticas fueron “desafiantes”.

Fuentes en Ascent Himalayas adelantaron que el equipo podrá recuperarse en el Campamento Base antes de decidir sus próximos pasos. Para ello, evaluarán sus planes y las condiciones climáticas actuales para tomar decisiones informadas y encarar sus futuras escaladas.

“No es tarea fácil escalar grandes altitudes como esta, nos impresionó la determinación y el valor del equipo”, destacó la agencia, comprometida con la seguridad de sus clientes, que al final, es la garantía de su negocio. Un negocio por el que no cobran precisamente barato…

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De hecho, varios sitios especializados calculan que subir el Everest cuesta no menos de 30.000 dólares. Los costos varían según la agencia y la experiencia que pueda permitirse el viajero, e incluyen desde pasajes, permisos, tarifas de los guías, vituallas, oxígeno y equipamiento.

Se puede abaratar la travesía prescindiendo del guía, pero no es aconsejable. Los operadores nepalíes son más económicos, pues los occidentales deben pagar más licencias. Por otro lado, cada botella de oxígeno ronda los 600 dólares, y la mayoría carga hasta con 7 de ellas.

A su vez, el permiso para ascender el Everest por su cara sur anda por los 11.000 dólares por viajero, y 8000 subiendo por el Tíbet. También se les paga a los llamados “Icefall Doctors” (doctores de la cascada de hielo) por su labor previa de fijar las cuerdas hasta lo alto.

Las facilidades del Campamento Base son caras, con tiendas y equipos para cocina, generadores y todo tipo de artículos para escalar, toilets, duchas, radiocomunicaciones, calentadores, combustible, colchones, banderas, toallas, mesas y sillas.

En fin, nada sale gratis en esta aventura, y hasta la risa te cobran, pero vivir la experiencia y llegar a la cumbre… eso no tiene precio.

Bitácora al cielo: coronar el Everest no es, ni remotamente, un paseo

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Imagen cortesía de The cuban mountaineer/Facebook