Natural de Jagüey Grande, Laina Pérez lleva mucho tiempo dedicada al tiro deportivo, una disciplina de la que se conoce muy poco en Cuba.

Ella entrena con muchas dificultades, la mayoría de las veces sin municiones, en un campo de entrenamiento distante que no cuenta con las mejores condiciones y alejada de su familia. Pero superando los obstáculos, esta muchacha de 30 años y capitana del equipo femenino de pistola, logró con sus medallas de oro en los Panamericanos de Lima un sueño de toda la vida: el boleto olímpico a Tokio 2020.

¿Cómo es el proceso para ascender en los equipos de tiro en Cuba?

Se hacen diferentes controles a nivel del equipo donde estés y en todo el año se hace un ránking. Ahora es algo muy difícil, pues con las escasez de municiones las evaluaciones no se pueden hacer al 100 por ciento, y si se hacen a medias esto no da la realidad del rendimiento posible en un evento grande internacional.

Con estas condiciones se ve quiénes integran los equipos a todos los niveles, desde Juegos Escolares Nacionales hasta eventos internacionales. Hay que sacar el máximo de cada disparo para tratar de entrar en los equipos grandes.

¿Cómo es llevar la capitanía de un deporte tan complicado y, a todas luces, de menor prioridad que otros?

A veces es un poco complejo pues no tenemos recursos y los jefes nos exigen resultados. ¿Cómo es posible lograr resultados sin recursos para ello? Después hay que tratar de convencer a todo el equipo, que es una plantilla bastante grande, para que no se desanimen, decirles que van a pasar cosas buenas, que hay que hacerlo todo disciplinadamente y de manera responsable para mantenernos acá, porque estamos aquí porque nos gusta, y con todas las dificultades presentes es el deporte que elegimos.

La mayoría estamos becados, alejados de la familia o la pareja, pasando trabajo. Si no nos gustara, no estuviéramos acá. Por eso es difícil, pues te piden mucho y no dan nada. Afortunadamente, el INDER está entendiendo que nuestro deporte necesita recursos y nos está apoyando, sobre todo desde los pasados Centroamericanos. Tenemos bases de entrenamiento y dinero destinado para poder comprar municiones y armamento.

Por otro lado, por culpa del bloqueo, la compra de los implementos se hace muy difícil, pues nadie nos quiere vender, y quienes se arriesgan a hacer de intermediarios no han podido conseguir los recursos de la Unión Europea para sacar las armas de Alemania, que es a donde asistimos todos los años a las Copas del Mundo y donde tendríamos oportunidad de renovar el equipo. Es muy triste tener el dinero y no poder usarlo. Igual, el apoyo que recibimos aún es insuficiente, no tenemos el fogueo necesario contra rivales internacionales de nivel.

El costo de las armas es alto, y de sus piezas de respuesto también. Una pistola de aire puede costar sobre los 800 o 900 euros, y los fusiles son más caros. Los cilindros de las pistolas solo se pueden usar durante diez años, y ya después no sirven. Y cuestan mucho también. Aquí a veces hemos llevado armas a reparar que cuando los técnicos las ven nos dicen que son cosas museables, y raramente tienen alguna pieza que sirva. Así, hay que comprarlo todo nuevo, pero sin los permisos de importación y exportación todo se complica.

Laina Pérez consiguió el boleto olímpico a Tokio 2020 en el tiro deportivo. Foto: Hansel Leyva.

Las condiciones de entrenamiento no son las mejores. Además del problema de las municiones y el armamento, las canchas de tiro no están en buen estado y la iluminación es mala. ¿Cómo influye esto cuando llegan a un evento internacional donde sí están todas las condiciones creadas?

Es muy complicado, sobre todo en la cancha de diez metros, que es la que más iluminación lleva. Cuando viajamos a Alemania, por ejemplo, llegamos y, luego de un viaje de nueve horas debemos entrenar al otro día y al tercero competir. No hay tiempo para adaptar la vista a las condiciones de iluminación de ahí, por difícil que sea decirlo. Esto afecta mucho la vista, no se controlan bien las miras para disparar y dar en el centro de la diana.

No entrenamos como competimos. En Cuba no hay blancos electrónicos, hay que mirar por un telescopio, ver la diana (a veces no hay), las dianas se traban, no hay corriente eléctrica, no tienen las luces que deberían tener para guiar el proceso de disparo, etc. Cuando salimos a competir, nos lo jugamos todo en condiciones muy distintas. Y es difícil echar por tierra el trabajo de un año, con el que puedes perder hasta cuatro o cinco de un golpe y que tu sacrificio y privaciones no valgan nada.

Otra cosa es que el campo de tiro es muy grande, y la inversión que lleva es gigantesca. Al quedarse detrás con respecto a los demás campos de entrenamiento del área dejaron de hacerse eventos internacionales aquí y eso contribuye a que nos hayamos rezagado más.

Otra cosa es el basurero. El basurero del Calvario ha ido avanzando e invadiendo la cerca perimetral nuestra. Nos hemos quejado, hablado con autoridades y no se ha hecho nada. Nos prometen que no tirarán más basura en ciertos cuadrantes, pero siguen echando en otros y al final todo eso se corre. En días de calor, y sobre todo cuando el aire sopla desde allá o cuando se ponen a quemar los desechos, es imposible estar ahí entre las moscas y el mal olor.

No tenemos baños en las canchas y aunque se empezó a trabajar en el área de hospedaje, las medallas salen del trabajo en la cancha, y seguimos esperando que se decidan o se pueda ponerle dinero.

¿Qué haces en un día de entrenamiento normal?

Generalmente nos trae una guagua sobre las 8:30 de la mañana. Si la guagua falla, tenemos que venir por nuestros medios, en una guagua de 1 peso, una máquina, en fin, como podamos resolver.

Ahí pasamos a entrenar, que como explicaba, sin municiones es muy difícil haciendo los ejercicios en seco. A veces sacan algunos tiros y se reparten quizás diez disparos por persona. Pero con diez tiros no se hace nada. Eso unido al calor, la oscuridad y todo lo demás.

Cuando terminamos, sobre las 12:30 pm o 1 pm, lo que queda es tiempo libre, a no ser que tenga alguna reunión de capitanes o de equipo. Así es todos los días. Y cuando debo irme para Jagüey, bueno, a la autopista a ver qué puedo coger para llegar hasta allá.

¿Te han discriminado en el equipo por ser mujer?

No. El equipo nuestro es muy bueno por ese lado. Los hombres siempre nos tienen en cuenta y nos ayudan, si estamos cargando cosas, con el equipaje, en lo que puedan. Los entrenadores también son muy buenos con nosotras y con todos en general, muy considerados. También el país ha cambiado un poco su mentalidad. Eso ha ayudado a la gente a abrirse un poco, a pensar mejor.

Laina Pérez es una de las grandes representantes del tiro deportivo en Cuba
Laina Pérez consiguió el boleto olímpico a Tokio 2020 en el tiro deportivo. Foto: Hansel Leyva.

¿Cómo vives fuera del deporte? ¿Qué haces en tu tiempo libre?

Me gusta mucho ver series, sobre todo las series coreanas (se ríe). De hecho, quisiera aprender coreano, pero no he encontrado escuela para eso, así que descargando algunas aplicaciones móviles he ido estudiando algo. Prefiero ver la televisión y entre los otros deportes me decanto por el atletismo. Pero no me gusta el fútbol ni el béisbol, como a otros deportistas.

Allá en mi casa soy una persona normal, que vive con una familia numerosa en una casa más o menos grande, pero no para estar todos juntos a la vez. A veces hay que rotarse para llevar a la pareja a dormir y esas cosas normales de las familias grandes con poco espacio.

Hay quien podrá pensar que por ser capitana de un equipo nacional tengo mejor vida, pero de eso nada. No tengo carro, moto, ni siquiera monto bicicleta. Para moverme uso transporte público, privado o a pie como todos. Y para ir y venir desde la beca, voy para la autopista y cojo que quiera parar.

¿Qué te gusta de las personas?

Que sean optimistas. Me gusta estar rodeada de pensamientos positivos, aunque a veces me digan que tengo que salir de esa burbuja de que todo va a estar mejor. No me gusta lo negativo. Es difícil, pero soy así.

Si no hubieras sido deportista, ¿qué te habría gustado ser?

Traductora. Antes de estudiar psicología, idiomas era lo que quería, pero no pude. Me gustan mucho las lenguas extranjeras, pero requiere de tiempo. Incluso, estudié un poco francés en la Alianza, pero no pude terminar.

¿Qué ocupación no habrías desempeñado?

La medicina. La psicología clínica no la ejercería. Me cuesta tratar a un paciente, pues hago mucha empatía y puede que termine llorando con ellos igual.

¿Qué sonido prefieres y cuál no?

Me gusta mucho el sonido que hacen las hojas secas cuando las piso. A veces las busco y camino sobre ellas para sentirlas. El sonido que detesto es el de una tiza sobre una pizarra. Pero eso, creo, saca de quicio a cualquiera.

Si empezaras tu vida nuevamente, ¿volverías a ser atleta de tiro?

A pesar de todo el sufrimiento y el sacrificio, creo que sí lo haría. Es cierto que en este deporte he tenido momentos de tristeza, pero también me ha dado muchas alegrías. Por ejemplo, el año que viene, al fin podré ir a unos Juegos Olímpicos. Eso es un sentimiento incomparable.

Imagen cortesía de Hansel Leyva