Cuando regresó a las canchas después de años lejos de su pasión, Diosvelys Guerra no era el mismo que sustituyó, en la selección nacional, a uno de los más grandes porteros del fútbol cubano. Sin embargo, se sentía como un novato, mientras redescubría el juego que transformó su vida.

Aunque las sensaciones parecían nuevas, era el regreso de un hombre maduro que había asistido a importantes torneos con el equipo de su país antes de retirarse para dedicarse a ser entrenador, presa de la desilusión.

“Me pusieron muchas trabas para ir con contrato al extranjero, aunque tuve posibilidades para salir a Honduras, Guatemala y otros países, las cuales no se concretaron. Lo más triste es que nunca te daban el porqué, nunca te daban una explicación ni la cara”, recuerda.

Pero Diosvelys Guerra volvió al fútbol, al amor que lo cura todo, no para reencontrase con su pasado, sino para escribir una historia nueva.

“Te toca demostrar por qué regresaste”, le dijeron aquel día en que se decidía el campeonato nacional de fútbol.

¿Cómo y por qué llegaste al fútbol?

Llegué al fútbol a través de mi familia, pues todas las generaciones anteriores a mí eran deportistas. Ser portero me gustó desde pequeño, pues me llamaban la atención las atajadas que veía hacer a los arqueros. Mi ídolo fue Iker Casillas: no sé si me lo inculcaron mis padres o si nació conmigo.

Se dice que los porteros tienen algo de suerte y algo de locura.  

El portero tiene que hacer algo que las personas no esperan, jugadas atrevidas y hasta con un poco de locura y picardía. Cualquier futbolista de otra posición se puede equivocar y encuentra a otro que solucione los problemas, pero los porteros no, porque somos la última línea.

¿En qué influyó la familia y qué significó alejarte de ellos para sacar adelante tu carrera deportiva?

Todos mis familiares me ayudaron, en especial mi hermano mayor y mis tíos. Cuando ellos salían para la calle era a jugar, yo los seguía.  Me llevaban al campo y entrenaba con las categorías menores.

Mi primer torneo organizado fue con 8 años, luego pasé por la Escuela de Iniciación Deportiva y la pirámide deportiva cubana. Ser deportista es duro y estar fuera de casa desde pequeño es un sacrificio. Mi abuela no quería que me becara, pero al final me dejó. En casa decían que era el más bruto, pero al final les demostré que no era tan así, y siempre saqué buenas notas y salí adelante en el deporte.

¿Cómo llega Diosvelys Guerra a los campeonatos nacionales de fútbol?

Soy de Granma, debuté con ellos con solo 16 años y adquirí mucha experiencia. Posteriormente, me mudo con mi familia a la antigua provincia Habana y continué mi carrera como atleta. Aquellos eran torneos muy diferentes, había mucha calidad, incluso más que ahora.

¿Qué diferencias encuentras entre aquellas ediciones y las actuales?

La gran diferencia es en cuanto a estructura. Antes, se jugaba alrededor de 30 juegos y contra todos los equipos del país. En la actualidad es complicado todo pues se entrena 6 meses y solo se juegan 6 o 7 partidos y así no se puede desarrollar el fútbol. Todo eso conspira par que uno se vaya desencantando.

Todo el tiempo que uno entrena y está en el deporte es tiempo que uno pierde de estar con la familia y te hace cuestionarte muchas cosas. Los futbolistas cubanos jugamos este deporte porque lo amamos, porque en lo económico, no tenemos ningún beneficio.

 Ante esa dicotomía de hacer lo que le gusta sin ver la mejoría económica o buscar los beneficios: ¿qué termina pesando más?

Hay cosas que no son secretas para nadie: en el fútbol tenemos que pagarlo todo, incluso, el dinero para ir a entrenar. A eso, se suma que, cuando estamos de viaje por las provincias, la situación es compleja en cuanto a la alimentación. Por otro lado, es difícil renunciar a lo que te gusta y a lo que llevas tantos años practicando, es una situación muy difícil, algo que a más de un futbolista lo pone a pensar. En mi caso, en un momento, tuve que alejarme del deporte.

Diosvelys Guerra historias futbolistas cubanos
Futbolista cubano Diosvelys Guerra. Foto: Hansel Leyva

¿Bajo qué circunstancias se produjo la llegada el equipo nacional de Diosvelys Guerra, quien asumió el reto de sustituir en el arco a una leyenda como Odelín Molina?

Integré equipos nacionales desde la categoría sub-17 hasta la de mayores: en esta última, estuve desde 2012-2019. Siempre fue un orgullo defender a mi país. Cuando se hable de Odelín Molina, hay que hacerlo con respeto pues es uno de los mejores porteros que ha dado Cuba.

Recuerdo que los entrenadores y directivos se me acercaron y me dijeron que me veían condiciones para ser su sustituto y lo sentí como una gran responsabilidad. Odelín es el ídolo de muchos porteros, es el compañero que todos quisiéramos tener cerca. Él me ayudó mucho y me dio grandes consejos, algo por lo que le estaré siempre agradecido.

Una de las mayores “odiseas” que se recuerden de un equipo cubano de fútbol en el extranjero ocurrió en 2016, cuando la selección buscaba el pase a la Copa de Oro 2017 y debía viajar a Guyana. ¿Qué sucedió allí?

La verdad es que ese viaje fue una odisea. Primero, nos dijeron que realizaríamos una ruta más directa a través de Venezuela y después para Guyana, pero era muy costosa y terminamos realizando una “aventura”, por llamarla de alguna manera.

Primero, hicimos como 4 escalas: salimos rumbo a Panamá y después viajamos a Surinam en unas guaguas bien pequeñas, en las que íbamos muy apretados. De ese viaje, llegamos a la 1:00 a. m. A esa hora, nos sabíamos ni donde estábamos, si estábamos en un puerto, en un aeropuerto o si eran casas de campañas. Llegamos cansados del viaje, como era normal, y muchos durmieron en el piso, otros en los portales, otros encima de una mesa y otros, como yo, ni durmieron, sobre todo, por la tensión y lo desconocido del lugar.

Cuando amaneció nos dimos cuenta dónde estábamos. En la mañana, tuvimos que cruzar un río, en una canoa, de más de 10 metros de largo y 1.30 de ancho. En esa loca embarcación viajamos con los maletines y cosas de entrenar: sacabas el brazo y tocabas el agua con la mano. Después, llegamos a otro puerto y alquilaron unas guaguas y fueron 4 horas de viaje. El ómnibus corría a casi 200 km por hora y nosotros íbamos asustados, sobre todo, porque el chofer decía que en esa carretera ocurrían muchos accidentes, lo cual era muy cierto, porque veíamos los carros volcados a los costados. Esa misma odisea la vivimos en el viaje de regreso.

Lo que sucedió fue muy lamentable, parecíamos cualquier cosa, menos deportistas. Nos quedamos botados y sin atención alguna y así es imposible ganar: estábamos abandonados a nuestra suerte.

¿Por qué decide Diosvelys Guerra dar un paso al costado y dejar, momentáneamente, el fútbol?

Corría el año 2019 y sentí desilusión, más que nada. Tenía muchas cosas en contra en la selección nacional, vi poco futuro y en ese momento quise estar más con mi familia. Me pusieron muchas trabas para salir de contrato al extranjero, aunque tuve posibilidades para salir a Honduras, Guatemala y otros países, las cuales no se concretaron. Lo más triste es que nunca te daban el porqué, nunca te daban una explicación ni la cara.

Después de que salí del equipo, muchos amigos me contaron sobre las ofertas, incluso de ofertas que aquí nunca me dijeron: era un secretismo extremo y ocultaban mucha información. Es triste que tuviera que enterarme por otras personas de esas cuestiones: nunca se me habló claro. Decidí dejar las cosas así como estaban, siempre me alegré por mis compañeros que salían de contratos y lograban cosas positivas, pero a mí no me vi futuro.

¿A qué te dedicaste en ese tiempo en que dejaste de jugar?

En ese período me dediqué a ser entrenador, trabajé con niños y la primera categoría en mi municipio. También tuve un breve paso por la EIDE. Me gustó bastante enseñar, disfruté bastante trabajar con los niños y a su vez aprendí mucho.

¿Qué lecciones te llevaste de tu etapa de entrenador?

Estuve de entrenador alrededor de dos años y en esa etapa vi la otra cara de la moneda, el trabajo que pasan los entrenadores para enseñarnos a nosotros, me puse en su piel y entendí todos sus regaños. Recuerdo que Osmín Hernández me dijo una vez: “ahora es que vas a sufrir lo que sufrimos los entrenadores”.

¿Por qué decide regresar a jugar Diosvelys Guerra?

La intención de volver siempre estuvo y, a veces, pienso que no tenía que haberme ido. Recuerdo que acabado de tomar la decisión quise regresar, pero vinieron mis hijos y no podía dejarlos. Mis alumnos, amigos y hasta compañeros de equipo me pidieron que regresara. El retorno a las canchas fue impulsado desde la casa: mi hermano y mi familia me empujaron. Es como si hubieran sabido que me faltaba algo para ser feliz.

¿Qué sentiste cuando volviste a pisar la cancha como jugador?

Me sentí como el primer día y me creía el más novato. Cuando me dijeron que sería titular en el primer juego, era como si fuera un niño y fui el más nervioso del juego. Los entrenadores me dieron confianza y salió el resultado, ellos se reían porque, aunque tuve un buen partido, me vieron errores que parecían “bobos”. Hasta yo me tuve que reír después.

¿Qué sintió al ser campeón nacional con Artemisa, tras su retorno?

Antes de hablar del campeonato, te hablaré de Artemisa como provincia. Antes de que se realizara la división política-administrativa teníamos jugadores que no eran ni futbolistas, pues tenían deseos de jugar, pero no calidad. Nos quedábamos fuera de los clasificatorios, no se veía por dónde íbamos a llegar a la élite. Fue algo muy doloroso ver los logros de la provincia y que nosotros ni clasificábamos, eso solo me hacía sufrir. Como el municipio San Cristóbal pasó a nuestro territorio, en la academia veía los premios, los resultados e, incluso, esos mismos atletas que los lograron eran nuestros profesores. No sabía cómo agradecer que ellos estuvieran trabajando con nosotros en estas circunstancias.

Ser campeón nacional es lo más grande, es por lo que entrenamos y nos sacrificamos tanto. El torneo Clausura tuvo aires de revancha debido a que el equipo perdió la final Apertura con Santiago. En el Clausura caímos 1-0 en el partido de ida, pero sabíamos que podíamos ser campeones en el partido de vuelta.

Ganamos 1-0 con gol de Yasnay y tuvimos que ir a los penales. No quería que me tocara la responsabilidad de decidir, pero la vida me dio revancha. De pronto, alguien me dice: “Te toca demostrar por qué regresaste”. En la tanda detuve un penal y tras la anotación de Freddy, fuimos Campeones: no me lo creía, fue una locura aquel día en el estadio.

Diosvelys Guerra Futbolista cubano
Futbolista cubano Diosvelys Guerra. Foto: Hansel Leyva

¿Fueron recompensados en correspondencia con el título alcanzado?

Es triste tener que decir esto, pero no, las autoridades de la provincia no se han preocupado por nosotros. Los deportistas tenemos familias que mantener y responsabilidades en casa. Es lamentable que no hayamos recibido una atención acorde con nuestros resultados. Fuimos campeones nacionales y estamos en el olvido, nadie se preocupa por nosotros y ni siquiera les importa el trabajo que pasamos para ir a entrenar o si tenemos todas las condiciones para jugar. Desde la provincia la atención ha sido nula, trajimos el primer título a la provincia y nos mantienen en el olvido.

Tras el regreso. ¿Qué expectativas tiene Diosvelys Guerra?

Una de las expectativas que tengo es poder salir de contrato y estoy esperando algunas respuestas. Me gustaría jugar en el extranjero y probarme, de esa manera estaría luchando para que mi familia salga adelante. Ya soy padre y tengo que pensar en esto.

¿Qué se puede hacer para mejorar el fútbol cubano?

El fútbol cubano necesita desarrollo, más apoyo, recursos y atención. Es triste decirlo, pero los jugadores cubanos no tienen motivación y cada día se pone más complejo todo. En cuanto a la selección nacional, creo que da para más: hay jugadores con gran nivel y pienso que deben marcar la diferencia.

¿Te gustaría regresar a la selección nacional?

Esa pregunta me la han hecho muchas personas y aunque para un portero estoy en edad, quizás mi tiempo ya pasó. Veo en la selección muchos compañeros y en la portería tenemos gran talento. Por ahora, mi meta está en salir de contrato.

¿Qué significa ser futbolista en Cuba?

Una vez, varios compañeros me decían que con todo lo que han sufrido en Cuba pueden escribir un libro. Ser futbolista cubano es sufrir, es sacrificio, es saber que tienes que poner el doble en el entrenamiento porque muchas veces los recursos están limitados. Ser futbolista cubano también es ser humilde, porque a pesar de los pesares, hay personas que te quieren, te admiran y te respetan.

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Imagen cortesía de Hansel Leyva