Tras más de una década de su salida legal de Cuba, en donde era jugador de la selección nacional, Eduardo Sebrango cumplió el sueño de llegar a la Mayor League Soccer cuando en 2012, el entonces Montreal Impact se convirtió en una de las franquicias del máximo circuito del fútbol de Norteamérica.  

Mucho antes de que llegara ese momento que marcó su vida tras muchos años jugando en USL Championship, Sebrango fue uno de los primeros afectados por la obsoleta política del INDER de no permitir en la selección nacional jugadores que militaban en una liga profesional. 

“La federación no me permitió regresar a jugar. Cuando me fui a vivir a Canadá en el año 1998, el acuerdo era que me dejarían regresar a la selección. Al final, me dijeron que un atleta que jugaba y vivía en el extranjero, no podía jugar con la selección de Cuba”, recuerda.  

Pero Eduardo Sebrango se abrió paso en el futbol profesional y llegó a ganar importantes torneos y ganarse el respeto de los aficionados de los equipos en que militó. Es uno de los futbolistas cubanos que han jugado en MLS

“No me arrepiento de haber emigrado, pues esa decisión me cambió la vida. Tuve la oportunidad de tener una buena carrera profesional hasta los 39 años, ganar 5 campeonatos y ser muy respetado por los fanáticos y compañeros en los distintos clubes (Vancouver Whitecaps’s y Montreal Impact, actual CF Montreal)”, recuerda.  

En la actualidad, es entrenador del CF Montreal en la MLS, el mismo club en el cual comenzó como futbolista al máximo nivel. Allí, atiende el área de los delanteros y busca seguir creciendo en esta nueva etapa de su vida. 

Hace más de dos décadas que Eduardo Sebrango pisó por última vez las canchas cubanas, pero siente que su vínculo con el fútbol cubano no ha terminado, sino que le gustaría escribir un nuevo capítulo.  

“Me gustaría en un futuro estar implicado de cierta manera con la selección nacional de fútbol de Cuba, creo que puedo aportarle como entrenador”, afirma.  

Sobre su historia, actualidad y muchos otros detalles, Eduardo Sebrango conversa en exclusiva para Play-Off Magazine. 

¿Cómo fue tu infancia? 

La recuerdo con mucho cariño, fue feliz como la de cualquier niño que no tiene preocupaciones. Soy de Los Olivos, en la provincia de Sancti Spíritus, un barrio muy tranquilo, compuesto mayormente por edificios que eran habitados casi en su totalidad por profesionales. Vivía muy cerca del terreno de fútbol de la Escuela Formadora de Maestros y allí vi jugar a los mejores futbolista de la provincia y creo que eso me enganchó e influyó en mí.  

De pequeño, jugaba en el barrio con mis amigos y practiqué varios deportes como gimnasia y atletismo, aunque  me incliné por el fútbol por un suceso especial: vi a Diego Armando Maradona en el mundial del 1986 y me enamoré del fútbol en ese momento. 

A la edad de 12 años, comencé a jugar al fútbol y conté con la guía de alguien muy especial para mí, mi primer entrenador Pablo Zamora, quien me enseñó lo básico y a quien agredezco mucho. 

Tras pasar en categorías menores por el sistema de formación cubano, a Eduardo Sebrango le tocó debutar en primera categoría en una etapa donde la situación del país era muy difícil, aunque en casa siempre tuvo lo suficiente para vivir.  

Crecí en Cuba en los años 90, con la crisis que había en el país debido al Período Especial, pero mi familia siempre me ayudó mucho. En cuanto al fútbol, recuerdo que las condiciones de hospedaje, comida y transportación eran muy duras. A todo eso, súmale la poca calidad de los terrenos y lo complejo del clima cubano que complicaba la situación. Además, el Campeonato Nacional se jugaba en una sola sede: allí se concentraban todos los equipos y jugábamos partidos un día sí y uno no, por eso, era muy difícil la recuperación. 

¿Cómo era tu vida en Cuba entonces, dentro y fuera del fútbol? 

Mi día a día en mis últimos años en Cuba los pasé en el Centro de Entrenamiento Cerro Pelado, donde entrenábamos de lunes a sábado. De lunes a miércoles, por las mañanas iba a la Ciudad Deportiva a mis cursos de Cultura Física y las prácticas en el Cerro Pelado eran por las tardes. Cada 5 o 6 semanas, viajaba a Sancti Spíritus a visitar la familia.   

Como tal, yo no cobraba por ser futbolista. Mi salario era como Licenciado en Cultura Física, algo que nunca ejercí, ya que me gradué en el 1997 y emigré en el 1998. La licencia deportiva la cobraba mi mamá en Sancti Spíritus. No recuerdo bien, pero eran alrededor de 250 pesos.  

¿Cómo te sostenías entonces si el salario se lo dejabas a la familia? 

La verdad es que no necesitaba mucho dinero porque tenía todo en el Cerro Pelado. También, tenía dinero de los viajes con la selección que guardaba y administraba. También destaco la ayuda y hospitalidad de muchos colegas. Me unieron muchos lazos a la familia del fútbol de Ciego de Ávila, en especial, al desaparecido Tobio Mora, Alexy Saéz y muchos más. 

Cuando pasábamos por mi casa o las de ellos, se compartía lo poco que había: el fútbol crea lazos muy fuertes. Cuando viajaba con la selección, nos daban algún dinerito que muchas veces  lo teníamos que utilizar para rentar carros para regresar a Santi Spíritus y poder ver a mi familia. Jugué una Supercopa con Ciego de Ávila porque me piden de refuerzo y me quedé en un lugar a una cuadra de casa de Tobio y eso nos acercó mucho. Allí conocí mejor a su familia. Su hospitalidad quedó grabada en mi memoria. 

Tu calidad se fue imponiendo, al punto de convertirte en uno de los referentes más importantes dentro de Cuba, cuestión que hizo que te ganaras un puesto en la selección nacional de fútbol de Cuba. 

En los años 90 se prácticaba un fútbol muy fuerte en Cuba. Además de lo fisíco, yo combinaba lo técnico y eso me hizo destacar entre varios. Muchas veces te rompían la ropa o cualquier parte del cuerpo y ni falta cantaban.   

Yo había integrado la selección en varios partidos amistosos, pero mi llegada official fue en 1996, cuando escogido para ser parte de la preselección que se empezó a preparar para las Eliminatorias del Mundial del 1998. En esa etapa, viajábamos bastante.  

En 1996, hicimos una gira por Centroamérica, por varios países. En camino para Colombia, llegamos a Medellín por la tarde noche y el aeropuerto quedaba como a 45 minutos de la ciudad. Estaba lloviendo y después de las 12:00, le cantamos en el autobús felicidades a Tobio Mora porque era su cumpleaños. Unos minutos antes, el autobús había perdido el control a causa de la fuerte lluvia y pasamos un susto “de madre”, ya que en Medellín hay muchos precipicios. Recuerdo que Tobio se puso a llorar porque era su cumple y casi nos pasó algo bien feo.  

¿Cómo era viajar con la selección nacional?  

En los viajes no salíamos de los hoteles donde nos quedábamos. No estoy seguro de si nos vigilaban, pero imagino que sí, ya que siempre viajaba una persona que no era parte del grupo de entrenadores o de la federación. 

De la selección, recuerdo torneos como la Copa Shell y la Eliminatoria Mundialista para Francia 1998.  

En esa Eliminatoria jugamos todos los partidos fuera de Cuba pues no había presupuesto en el país y la CONCACAF asumió los gastos. Nos dijeron que en los estadios de Cuba la entrada no se pagaba y la CONCACAF no podría obtener ganancias en los partidos de Cuba.

En nuestros viajes un funcionario de CONCACAF iba con nosotros. Allí nos fue mal, especialmente en El Salvador. Perdimos los dos partidos, pero es bueno destacar que a El Salvador era muy difícil jugarle como visitante porque los aficionados eran bien locos y apoyaban mucho a su equipo. 

¿Cuánto aportó el técnico italiano Giovanni Campari al equipo cubano?  

Entrené con Campari solo unos meses, pero obviamente, le dio experiencias europeas a la selección, una filosofía en la cual él creía, pero era un poco cabeza dura, como decimos en Cuba. Lo comprendo, ya que seguro le era difícil entender las reglas y políticas del fútbol en Cuba viniendo de una cultura completamente diferente. También hay que destacar que trajo indumentaria y trató de desarrollarnos como atletas.  

A pesar de la coyuntura de la época, la generación de los años 90 es recordada por el talento y la calidad de muchos de sus futbolistas. ¿Tuvieron oportunidad de salir a jugar en una liga profesional? ¿Se les dio el tratamiento correcto?  

En la selección, tuve la suerte de compartir con jugadores muy importantes como Manuel Bobadilla, Lázaro Darcourt, Osmín Hernández, Ariel Álvarez, Odelín Molina, Tobio Mora y muchos otros. Eran jugadores de mucho nivel, especialmente en lo técnico. En las giras por Centroamérica tuvimos muchas ofertas de Costa Rica y otros países, pero por las políticas de aquel entonces, era imposible. Si varios jugadores de esa época hubiesen salido al extranjero, la realidad del fútbol cubano sería otra.  

En aquel entonces, la idea de nosotros era otra: jugábamos por amor a la camiseta y lo más importante era el sacrificio. En la selección, trabajé bien duro y después de menos de dos años fui capaz de ser un jugador importante en el equipo y emigré siendo el capitán con solo 25 años. Me dolió mucho no poder seguir representando a mi país. 

En Canadá, Eduardo Sebrango encontró el amor. Allí conoció a quien sería su esposa, después se casó y emigró legalmente a dicha nación. Si bien pensó seguir representando a su selección, las decisiones políticas de la época le frustraron el sueño. ¿Antes de partir para Canadá le comentas a los directivos tus intensiones de seguir representando a Cuba? ¿Qué respuesta recibiste por parte de las autoridades de este deporte? 

Conocí a mi exesposa en las eliminatorias cuando jugamos en octubre del 1996 en Canadá. Empezamos una relación a larga distancia, nos casamos en agosto del 1997 en Cuba y empecé mis papeles: emigré en junio del 1998. 

Existen detalles que ya no recuerdo, pero en la Federación me dieron el sí para emigrar a Canadá. Me dijeron que podría seguir representando la selección, aunque viviera en Canadá, pero después todo eso se olvidó. Traté de contactar para ver si podía continuar en la selección, pero me di cuenta de cómo funcionan las cosas en Cuba en casos como el mío: que era una cosa política y que no cambiaría las reglas. 

La federación no me permitió regresar a jugar. Cuando me fui a vivir a Canadá, el acuerdo era que me dejarían regresar a jugar en la selección. Pero, pronto le hicieron saber a mis padres y a la gente del fútbol en Sancti Spíritus que no podía jugar con la selección porque vivía en el extranjero. Fue muy duro, porque mi sueño era seguir representando a mi país, pero muy pronto me di cuenta de que ese sueño no se me haría realidad. 

Eduardo Sebrango, exfutbolista cubano, jugador en MLS y ahora entrenador en MLS
Eduardo Sebrango, exfutbolista cubano, quien fue jugador en MLS y ahora es entrenador en esa liga.

¿Cómo fue emigrar a Canadá?  

El proceso de adaptación fue duro, sobre todo, por el inglés, pero enseguida empecé a jugar fútbol así que no tuve tanto la presión de aprender el inglés muy rápido. Otro detalle duro fue la de adaptarse a una nueva cultura muy diferente a la de Cuba y por supuesto, a los duros inviernos en Canadá. 

Nunca tuve que trabajar en otra cosa porque empecé a jugar fútbol con el equipo Vancouver, que me contrató enseguida. La adaptación a la vida fue difícil los dos primeros años, pero se hizo más fácil porque en el fútbol, mi pasión. Encontré grandes diferencias, pues ser profesional me cambió la vida. Diría que el nivel táctico de los equipos era superior, eso sin contar la superioridad que tenía en cuanto a condiciones. 

Si retrocedieramos hacia 1998 en el tiempo: ¿volverías a emigrar? ¿Te arrepientes? 

No me arrepiento de haber emigrado, eso me cambió la vida. Tuve una buena carrera profesional hasta los 39 años y la oportunidad de ganar 5 campeonatos y ser muy respetado por los fanáticos y compañeros en los dos clubes canadienses en los que jugué.  

Un delantero sueña con el gol, es su principal motivación. ¿Qué goles recuerda Eduardo Sebrango como los más importantes en su carrera? 

Fueron varios. Con la selección, dos que le anoté a Panamá jugando como visitantes en la clasificación para el mundial Francia 1998. A nivel profesional, marqué unos cuantos aquí en la segunda división de EE. UU, pero el 25 de febrero del 2009 logré dos con el Montreal Impact en la Champions League de CONCACAF, jugando contra Santos Laguna en el Estadio Olímpico de Montreal, al frente de casi 60 000 personas. Aquello fue espectacular.  

Pero no solo fueron goles: la oportunidad de jugar en Vancouver y Montreal me abrió muchos horizontes. El futbolista es también un ser humano y más allá del deporte, siempre te deja amigos y muchas experiencias y eso fue muy importante en mi vida. 

Vancouver y Montreal son dos ciudades bellas e increíbles, pero bien diferentes. 

De Vancouver tengo recuerdos muy lindos, pues fue mi primer equipo profesional, en el cual estuve en la primera temporada en 1999 apenas emigrado de Cuba. En esa campaña anoté 18 goles y viví en la casa de mi entrenador para que aprendiera más rápido el inglés. En Vancouver jugué de nuevo del 2006-2008 y gané el campeonato de la USL con ellos en el 2006 y el 2008. 

De  Montreal, ¿qué decir? Es una ciudad  increíble, llena de diferentes culturas y ama mucho a la cultura latina. Allí permanecí del 2002-2005 y después del 2009-2012. Con ellos, gané también dos campeonatos de la USL en el 2004 y 2009. Además, fuimos  la Champions League de CONCACAF en la que casi llegamos a la semifinal del torneo, y logré dos goles importantes contra Santos Laguna en el estadio olímpico con 60 000 fanáticos en las gradas. Me siento muy contento por todos los logros de mi carrera, valió la pena el esfuerzo. 

En el año 2012, Eduardo Sebrango se retira. Curiosamente, fue el mismo año en el que debutaste en la MLS. ¿Por qué tomaste esa decisión?  

Tenía 39 años y estaba cansado. Desgraciadamente, la oportunidad de la MLS llegó muy tarde en mi carrera. Estaba retirado ya en el 2011, al equipo del Impact le iba mal ese año en la segunda división y el presidente del club me pidió que regresara para ayudar con mi experiencia.  

Volví y empecé a anotar goles en todos los partidos con 38 años. El entrenador del Impact en el 2012 me había visto jugando el año anterior y me invitó a la pretemporada con el equipo de la MLS en el 2012 e hice el equipo. Fue una experiencia muy positiva ya que pude jugar con jugadores en mi equipo como Alessandro Nesta y contra oponentes como David Beckham. 

¿Qué hiciste tras tu retiro?  

Trabajé varios años como entrenador en clubes y academias locales aquí en Montreal. Tras varios años de entrenador en la academia del CF Montreal [antes Impact] desde 2016 hasta diciembre del año pasado, en el período de navidad, el presidente me pidió que trabajara como asistente del equipo, pero en la MLS. Esta nueva etapa ha sido muy importante dentro de mi carrera, un reto y un orgullo a la vez.  

Tras esta nueva experiencia como entrenador: ¿te gustaría trabajar con la selección cubana de fútbol? 

Para mí la selección siempre fue un deseo, primero como atleta y ahora como entrenador. Sí me gustaría en un futuro estar implicado de cierta manera con la selección nacional de fútbol de Cuba, tengo entendido que el entrenador principal Yunielys Castillo es un compatriota de Sancti Spíritus y sería bueno apoyar a mi país desde el banquillo. 

¿Cuál ha sido tu mayor decepción en la vida o en el fútbol? 

Mi mayor decepción fue, sin dudas, fue no poder seguir jugando con la selección tras ser su capitán. Estando en ella me entregué y lo di todo: jamás pude entender esa decisión de los directivos en Cuba. 

Imagino que fue vital el apoyo de tu familia para poder superar esas circunstancias. ¿Qué importancia han tenido en tu vida? 

Fue una etapa de mucha desilusión, pero sentí el apoyo de mi familia, de hecho, siempre lo tuve. En la actualidad en Cuba me quedan mi mamá, mis tías, hermanos, primos y muchos más. Con mi familia guardo los mejores momentos de mi vida. Hoy soy la persona que soy gracias a la crianza de mis padres y la educación que de niño supieron darme. 

La exigencia del fútbol al más alto nivel te lleva mucho tiempo. ¿Cómo te organizas para pasar tiempo con tus hijos? 

El trabajo me lleva mucho tiempo, especialmente este año, que estoy en la MLS. Apenas llego a casa, los atiendo a ellos. Mi hijo más pequeño tiene 9 años, juega al fútbol aquí en Montreal y ojalá pueda llegar a ser un gran futbolista. Mis hijos mayores, Gabriella y Donovan, lo practicaron un tiempo, pero se dedicaron al hockey: estoy orgullosos de ellos.   

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¿Cómo valoras la actualidad del fútbol cubano? 

Es triste ver las últimas actuaciones de los equipos cubanos en los torneos internacionales. Me duele ver que esas cosas siguen pasando. En el lado positivo, creo que hay mucho talento y en general, una cultura de fútbol mucho más grande que durante los años en que yo vivía en Cuba. 

Desde lo interno, me parece que el fútbol cubano necesita que los campeonatos sean de, por lo menos, 9 meses. No se juega suficiente en ninguna categoría, es por eso que falta madurez táctica en las eliminatorias y en los torneos internacionales.  Necesitamos que les den la libertad a los jugadores de jugar en ligas extranjeras para que ganen experiencias y calidad. Todas estas situaciones propician grandes diferencias en el nivel táctico de los equipos cubanos, respecto a otros equipos. 

¿Concibes tu vida lejos de este deporte? ¿Es feliz Eduardo Sebrango con su vida? 

El fútbol ha sido y será mi pasión, no me concibo lejos de una cancha porque es el lugar donde más a gusto me siento. Hoy soy muy feliz con la vida que llevo y lo que soy como persona. Estoy orgulloso de mi familia, tanto en Cuba como aquí y pienso seguir creciendo cada día más en los dos ámbitos. Mi deseo es que cambien las cosas en Cuba y se atemperen a los nuevos tiempos.  

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Imagen cortesía de Cortesía del entrevistado
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