Nunca he sido partidario de los famosos refuerzos en nuestra Serie Nacional. No me gusta la idea de peloteros defendiendo camisetas ajenas, de ver equipos en el terreno llenos de falsos remiendos con su identidad perdida, ni a provincias llenándose de glorias de un simple plumazo después de hacer un mal trabajo en sus canteras, levantando trofeos que no les pertenece por derecho propio.

No soporto los fraudes. Me parece un maquillaje grotesco en el rostro de un campeonato que si bien adolece de calidades y está minado de problemas de toda índole, mantiene las rivalidades provinciales y la paridad de los conjuntos que lo representan.

No imaginaría nunca a Orestes Kindelán de cuarto bate de Industriales, ni a Omar Linares defendiendo la tercera almohadilla de Guantánamo, por solo poner dos ejemplos. Es algo que va contra la lógica misma de ese orgullo, de esa pasión tan pura que siente cada uno de los aficionados por su equipo de béisbol. Un ataque a la ingenuidad y a la pureza con la que aman su chamarreta y la defienden a toda costa.

Por suerte para muchos, estamos a punto de ver el último capítulo de este engendro, la última selección de refuerzos en nuestros campeonatos domésticos y la última violación a la justicia territorial.

La Comisión Nacional de Béisbol ya anunció hace unos meses que en la próxima Serie Nacional, se estrenará una nueva estructura donde se jugarán mayor cantidad de partidos y los equipos finalistas no necesitarán de los refuerzos.

Sin embargo, esta despedida no podía ser peor. Empecinados los directivos en no detener el campeonato durante el torneo Premier 12 y con la ausencia de 28 de sus mejores atletas durante varias jornadas, este viernes en horas de la noche los directores de los seis conjuntos que pasarán a la siguiente fase de la serie, estarán inmersos en una lotería sin parangón en la historia donde se elegirán refuerzos, sustitutos, y sustitutos de los sustitutos, provocando así uno de los mayores relajos jamás vistos desde que a alguien se le ocurrió este tipo de estrategias para elevar el nivel de nuestra maltrecha liga nacional.

La selección, constará de tres momentos, según han explicado los máximos dirigentes de este deporte:

Primer momento

Cada equipo solicitará cinco refuerzos en igual cantidad de rondas. Las dos primeras serán por orden (del sexto al primero y del primero al sexto) y las otras tres serán por sorteo.

Nuevamente le otorgan una ventaja al último clasificado, algo que en la serie pasada se había eliminado al comenzar las rondas por el equipo que más méritos había acumulado en esta primera etapa (primer lugar)

Segundo momento

Efectuar la sustitución de los atletas del equipo Cuba que fueron seleccionados a través del mismo orden en el que fueron pedidos en el primer momento de los refuerzos.

Si alguien solicitó en las cinco rondas anteriores a peloteros que estarán en el equipo Cuba los puede sustituir por otros (de menos calidad, por supuesto)

Tercer momento

Efectuar la sustitución de los atletas de la selección nacional que forman parte de los equipos clasificados. Esta sustitución será solamente por posición y a través de un sorteo (se podrá sustituir solamente por otro jugador que juegue la misma posición)

Aquí los equipos que tienen jugadores convocados al Premier 12 los puede sustituir por otros que no hayan sido pedidos. A estas alturas ya alrededor de 40 atletas han sido escogidos, por lo que esas sustituciones (a los mejores atletas de cada equipo) deben hacerse con jugadores bien por debajo de la calidad de los otros, afectando en gran medida a esos elencos que tienen más estrellas en sus filas.

Una vez que regresen los atletas del equipo Cuba, cada director se quedará con los cinco refuerzos que estime conveniente (no está obligado a prescindir del refuerzo que sustituyó a ese atleta y puede eliminar a otro), lo que lógicamente provocará descontentos e injusticias.

Si a esto le sumamos, que aún no se sabe si los peloteros que están contratados en la liga japonesa tienen la disposición de jugar o de reforzar a equipo alguno y un director puede dar baja a un refuerzo durante la competencia-por lesión u otras cuestiones-y sustituirlo por otro; sin dudas estamos en presencia de una verdadero enredo que roza el mundo de lo absurdo y que generará un sin número de errores o locas estrategias por parte de las direcciones de los equipos contendientes. Esta vez no me atrevo a predecir lo que hará cada uno de los directores, no me detendré a analizar como en años anteriores las opciones que están sobre la mesa ni a proponer que jugadores necesitan cada uno. La telaraña me envuelve y esta vorágine me supera. Mejor esperamos y nos vemos en el estadio.

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