Uno de los temas más debatidos entre los amantes del fútbol cubano es la pertinencia de llamar a un entrenador extranjero que guíe los destinos de la tricolor cubana.

El asunto tiene tela por dónde cortar pues los entrenadores cubanos tienen conocimientos de sobra de este deporte, y es algo que está demostrado por los resultados alcanzados tanto en Cuba como en otros países cuando han brindado colaboración.

La única cuestión que los limita es el poco roce competitivo condicionado por la brevedad del torneo doméstico. Esto influye en que no puedan poner en práctica de forma sistemática estrategias, alineaciones y otros elementos del juego que se perfeccionan mediante el día a día, además de no poder madurar tácticamente. 

Un técnico extranjero pudiese brindar a Cuba mucho profesionalismo y, sobre todo, la experiencia internacional que tanto necesita el fútbol de casa. No es traer a cualquiera por el solo hecho de ser extranjero, sino alguien que de verdad pueda ayudar a consolidar un estilo de juego y mantener un equipo estable y competitivo sobre la cancha.

Los técnicos extranjeros que han entrenado a Cuba

A través de la historia, el fútbol cubano ha obtenido buenos resultados internacionales con entrenadores foráneos. La lista de estos alcanza la cifra de 11 en distintas épocas y entre ellos destacan el húngaro Karoly Katzer, el checo Frantizeik Churda (1963-1965), Karoly Kotza (1966), Lazlo Mohaczy (1967), Tibor Ivanics, Geovanni Campari y Miguel Company, entre otros. Sin embargo, en esta selecta lista de técnicos extranjeros es digno destacar la labor de uno ellos por lo que significó para el fútbol cubano: el entrenador norcoreano Kim Yon Ha.  

¿Cómo fue que llegó a Cuba? ¿Qué motivos lo impulsaron a trabajar en el fútbol cubano? Son preguntas que quedarán sin responder en la historia, si se conoce que, en 1966, el equipo de fútbol de Corea tuvo un gran desempeño en la Copa Mundial de Fútbol. Ese, seguramente, fue el motor impulsor para que las autoridades de este deporte solicitaran un entrenador de la nación coreana.  

A su llegada a la isla, las condiciones de trabajo eran muy distintas a las que existían su país, desde lo económico hasta lo deportivo. 

Kim Yon Ha realizó un gran trabajo de selección de atletas, observó muchos partidos a nivel nacional para escoger a los mejores jugadores. En su mayoría seleccionó a jugadores que no excedían los 20 años y a esa base de atletas incorporó a hombres de experiencia como Jacinto Oña, José Verdecia, Gregorio Dalmau, entre otros.

Tras tener aglutinado el equipo, entendió que para tener resultados debía llevar al equipo a Corea, pues allí tendrían buena preparación y sobre todo, el comisionado nacional no se entrometería tanto en las cuestiones y decisiones del colectivo técnico.

Al llegar a la nación asiática las primeras semanas de entrenamientos las dedicó al trabajo físico, apenas tocaban la pelota, pero esa planificación trajo buenos frutos. Además del roce competitivo que alcanzó el equipo, en la nación coreana se jugaba en estadios con más de 40 000 aficionados, lo que los preparó para las competencias al jugar con esa gran presencia de público.

A nivel técnico-táctico les proporcionó mucho a los cubanos: exigía mucha disciplina, tanto en los entrenamientos como en todas orientaciones dadas por el colectivo técnico. Era muy inteligente, muy repetitivo cuando se hacía algún ejercicio mal, se caracterizaba por ser muy demostrativo en el terreno para que se entendieran bien las indicaciones. Uno de los aspectos que más trabajó fue en el cabeceo, según Andrés Faustino Roldán jugador de los equipos nacionales en las décadas de 1970 y 1980.

“El Coreano nos decía que ellos tenían la nariz ñata por eso, porque practicaban mucho el cabeceo. Él te tiraba la pelota muy cerca y duro para que aprendieras a cabecear, te enseñaba todos los elementos técnicos. Era muy incisivo, te enseñaba a jugar duro. Era un maestro jugando de media volea, sobre todo insistía en el juego en equipo. Él tenía su traductor, pero a veces hablando en coreano y ya sabíamos lo que quería decir porque los entendíamos muy bien, llegó a tener mucha química con nosotros y buenas relaciones con el grupo”, recuerda.

Francisco Fariñas, otro de los jugadores importantes de aquella época, añade:

“Era alguien muy serio y trasmitía mucho respeto, a principios del año 1969 estaba entrenando con la selección nacional antes de ir para la gira por Corea, el equipo tenía que ir a jugar varios encuentros en provincias y le comento a los entrenadores que tenía a mi padre con cáncer (les dije que solo podía jugar en La Habana, Matanzas y cuando más, hasta Las Villas porque la situación de salud de mi papá era delicada). Así sucedió y después de jugar en Las Villas pedí que me autorizaran a regresar a la Habana. A los pocos días de regresar mi padre falleció, y como es lógico me afectó mucho. Cuando me incorporé a los entrenamientos con el equipo en la Habana, veo al entrenador coreano serio y alguien me dijo: ‘ya no formas partes del equipo’. Por suerte el comisionado me apoyó y hablo con el entrenador coreano, quién entendió mi situación y eso demostró lo humano que era.

“En el tiempo en que él nos dirigió, éramos estudiantes e íbamos al Fajardo: no podíamos entrenar todos los días porque nos ausentábamos por temas relacionados con la escuela. Un día regresamos a entrenar y los balones estaban enumerados, a mí me tocó el número 47 y a otro compañero le tocó el 48: cada jugador tenía su pelota, pensé que esta vez si iba a estar fuera del equipo, pero el entrenador coreano se identificaba mucho con nosotros, sabía las situaciones de todos los futbolistas y nos consideraba mucho por lo que nos admitió de nuevo en el equipo. En ocasiones, amarraba al delantero y al medio campista que jugaban en la misma banda, para que siempre estuvieran juntos y se aprendieran los movimientos”, recuerda.

Kim les insistía a sus pupilos en el golpeó con el exterior del pie, cosa que los atletas le agradecieron tiempo después. Su alienación para afrontar los partidos era el 4-3-3 con adaptaciones al 4-2-2, y era de los que defendía la idea de que no era el sistema que se utilizara, sino la función que se le diera al mismo.

Entendía la realidad de los jugadores, ayudaba con alimentos a muchos de ellos, estaba muy identificado con los atletas, con los problemas que había en Cuba. Fue uno de los que criticó la poca ayuda del comisionado al fútbol, por lo que después trataron de sacarlo.

Cuando los atletas se enteraron de aquella situación, defendieron a toda costa a su entrenador, pero como suele suceder, los directivos del deporte se interesan más por asuntos que no les competen y no hacen en realidad el trabajo que les corresponde.

Siendo entrenador del conjunto nacional, el equipo alcanzó la medalla de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Panamá en el año 1970 y la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos, celebrados enColombia en el año 1971.

Elogiaba mucho a los jugadores cuando hacían buenas jugadas; trabajaba con los porteros y la comprensión del juego, para que estos tuvieran claridad de la situación del partido y saber si se debía jugar de un toque en corto o si la situación ameritaba un despeje: les indicaba hasta la posición y lugar a dónde debían realizar el saque.

“Kim Yon Ha revolucionó el fútbol cubano, pues sus ideas estaban muy adelantadas no solo con respecto al fútbol que se practicaba en Corea y en Cuba, sino en toda esa época. Kim era un técnico con una gran capacidad táctica, estratégica especial, y además promovía el uso de las virtudes individuales en una época en que el 90 por ciento de los entrenadores promovían el llamado juego colectivo, olvidando la importancia de la superioridad técnica de uno o más jugadores para desequilibrar, al contrario. Él decía que la primera tarea del delantero es burlar y dejar atrás a su defensa, si se le dificulta debe sobre pasarlo en asociación con una pared y solo cuando esto sea imposible es que se piensa en pasar atrás cuando está la pelota en sus pies.

“Era un amante del juego ofensivo, confiaba en la capacidad de sus hombres al ataque y confiaba en la capacidad defensiva de su equipo al cual dotó de estrategia táctica, la cual hacía muy complicado sobrepasarnos y anotarnos goles. Fue él entrenador que permitió que explotara mis destrezas técnicas, recuerdo que me decía: Juega libre, hoy quiero de ti mucho drible.

“Con Kim tengo muchas anécdotas porque llegamos ser grandes amigos, cada cual en su rango. Recuerdo en el 1971 que participamos en una Eliminatoria de CONCACAF en Trinidad Tobago para la Copa del Mundo. Fue una gran actuación del equipo y mía en lo personal que me valió estar seleccionado en el equipo todos estrellas del torneo que jugaría en la despedida de Pelé. Al terminar el torneo, el entonces comisionado (ya fallecido) Eloy Martínez, le dio 7 USD a cada jugador, lo que yo rechacé bajo el argumento de que si nuestro país se encontraba en una situación tan deplorable que luego de una competencia de esa envergadura solo podía darle 7 dólares a sus atletas, que lo justo era donar ese dinero para lo que la nación necesitará. Eso provocó la ira y enemistad del comisionado que catalogó eso como una indisciplina y una ofensa, pero Kim Yon Ha se puso de mi lado y no permitió que se me juzgará de manera equivoca, y se sumó a mi campaña por brindarle condiciones de vida mejores a los futbolistas muy en desventaja con el resto de los deportistas de Cuba (eso le costó el puesto y no le renovaron el contrato”, cuenta Jorge R Massó, uno de los mejores jugadores cubanos de la historia.

La despedida de un técnico exitoso

Kim Yon Ha sentó los cimientos de los grandes resultados obtenidos por aquella generación de jugadores que logró el despegue en la región. Su aporte al fútbol debe ser recordado a lo largo de la historia de este deporte en la Isla, no solo por lo que significó a nivel técnico-táctico, sino por la nueva concepción del fútbol y la manera de jugar que adoptó la selección cubana.

En 1971, el capitán del equipo Gregorio Dalmau presenta problemas personales, los cuáles entiende el entrenador coreano, que a pesar de ello lo incluía aún en el equipo; pero el comisionado no actuó igual y no permitió que el Goyo fuera a los Juegos Panamericanos de Calí, a celebrarse en el mismo año. Este hecho provocó grandes molestias en el entrenador, se sumaron muchas más decepciones y contradicciones con los directivos del deporte y como resultado de esto no continuó en Cuba.

Además de su impronta directa en los resultados del equipo, transmitió sus conocimientos a entrenadores cubanos como Sergio Padrón y Nicolás Martínez, quienes posteriormente ocuparon puestos en la dirección del seleccionado nacional. El entrenador norcoreano es recordado aún por sus pupilos y por los amantes del fútbol que no olvidan su huella dentro del fútbol cubano.

¿Será un entrenador extranjero la solución o parte de esta para algunos de los problemas del fútbol cubano? ¿Es la superación de los entrenadores en Cuba una prioridad para los directivos del deporte? Son preguntas que el fútbol en Cuba debería responderse.

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Imagen cortesía de Galano