Uno de los mejores porteros de la historia del fútbol cubano ha sido José Francisco Reinoso, alguien que conoce bien las responsabilidades de los guardametas, esos jugadores que poseen la llave de su equipo, pues viven con la presión de saber que un error puede costar el partido.

Estos saben, además, que su función bajo el arco y en el área resulta determinante para alcanzar un buen resultado. A veces, su desempeño no se valora adecuadamente pues se resalta solo cuando detiene una pena máxima o realiza intervenciones de mérito, aunque su tarea es eje transversal en el desarrollo del juego.

José Francisco Reinoso supo llevar esas circunstancias de forma consecuente cuando estuvo en la cancha y también fuera de esta, pues ha contribuido como periodista, mediante sus crónicas, reportajes, comentarios, notas y artículos a divulgar los anales de este deporte, con criterios acertados, sin necesidad de reconocimiento personal y, sobre todo, de manera apasionada y respetando la historia.

Su conocimiento del balompié en Cuba es imprescindible para contar la historia de este deporte, debido que lo vivió dentro y fuera de los terrenos, como cronista y dirigente deportivo, pues por años, manejó los hilos de esta disciplina en la isla, incluso, en tiempos tan convulsos como los del Período Especial.

Sin dudas, José Francisco Reinoso es una voz autorizada para hablar de los problemas que aquejan a este deporte en la isla y de qué se podría hacer para elevar el nivel dentro de las fronteras, pues no todo se trata de insertar a figuras en ligas extranjeras o llamar a la selección a jugadores que compiten, por su cuenta, en otros campeonatos.

¿De qué manera te iniciaste en el fútbol?

Todo lo que fui como deportista y soy como persona se lo debo a Fidel, la Revolución y mi padre. En mi niñez, estudiaba en una escuela pública sin instalación para los juegos y recuerdo que debía subirme a la cerca de un centro escolar privado para ver a los niños practicando baloncesto u otra actividad; la situación económica de la familia era precaria y no podían costearme la educación allí.

Con el triunfo revolucionario en 1959, integro la Asociación de Jóvenes Rebeldes y al anunciarse la Campaña de Alfabetización, mi padre, hombre autodidacta, luchador por las causas justa y miembro del Partido Socialista Popular, me indica que debo incorporarme y parto para la semana de formación en Varadero, donde recibo clases, la cartilla y el farol.

Si no fuera por la alfabetización a lo mejor no hubiese llegado al fútbol, deporte que practiqué en Becas. Mi primer entrenador fue Héctor de Cárdenas, persona exigente e indulgente a la vez por su trato amable y respetuoso.

Inicié la práctica con 12 años en 1962 y fui fundador de los Juegos Deportivos Escolares Nacionales en 1993 con el equipo de Becas. No intervine en la edición del siguiente año y retorno en las lides de 1965 y 1966. En la última, contribuí modestamente a ganar el bronce con la representación de la antigua provincia de Las Villas y me seleccionan el Atleta Ejemplar de los Juegos y el futbolista más destacado, por lo que gano el derecho de estar en la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético.

¿Por qué decidiste ser portero?

Hay sucesos que te marcan en la vida. Tuve la oportunidad de presenciar un partido internacional en el estadio Pedro Marrero entre Cuba y Jamaica y me llamó la atención las salidas y estiradas del arquero visitante. Después de aquello, además de no tener muchas habilidades con el balón, ya sabía en cuál posición jugar.

¿Cuáles son las características de un buen arquero?

Debe ser valiente, dispuesto a arriesgar el físico; amar la posición, tener saltabilidad y claridad de las situaciones de juego; saber si debe jugar a un toque cuando le entregan el balón o si es preciso despejar. El guardameta requiere de decisión, carácter y sobre todo, buenos reflejos; también, voz de mando, organizar a sus defensas desde su privilegiada ubicación de frente a los rivales y usar la visión periférica para orientarlos correctamente. También debe complementar a los zagueros, determinar cuándo salir a cortar o despejar fuera del área de penalti, y dominar los principios ofensivos al entregar con precisión de mano o mediante saques largos.

Exfutbolista de Cuba José Francisco Reinoso
Exfutbolista y directivo de este deporte en Cuba, cubano José Francisco Reinoso.

¿Cuáles fueron sus principales resultados?

Participé con solo 15 años en el Campeonato Nacional Libre disputado en Camagüey donde ocupamos el cuarto lugar; además, en 1967, ganamos el torneo juvenil y contribuí en los títulos de Azucareros en 1974 y de Villa Clara en 1976 y 1980.

Estuve en dos ediciones del torneo Esperanzas Olímpicas o Juegos de la Amistad, disputadas en Bulgaria 1967 y la República Democrática de Corea 1969, con el técnico local Kim Yon Ha, a quien le estoy muy agradecido por todas sus enseñanzas.

Permanecí 14 años en el principal equipo, desde 1968 a 1981, disputé más de 200 partidos en 60 países y el promedio de goles en juegos internacionales oficiales fue de 0,75 con 45 permitidos en 60 encuentros.

Estabas en plenitud de forma cuando te retiraste del fútbol activo

Ya llevaba un sexenio graduado, por lo que con frecuencia realizaba trabajos de opinión, algunos molestaban a los dirigentes porque hablaba de realidades, aspecto que en 1982 defendí a pesar de las consecuencias. Ese año publiqué una nota en la cual argumenté que el equipo llevaba ya casi cuatro meses de descanso, lo que podía poner en riesgo la revalidación del título en los Centroamericanos de La Habana.

A los pocos días, sale una nota de la Comisión Nacional donde explica que los dirigentes están evaluando la conformación de la preselección y que en breve se dará a conocer. El asunto fue que no me convocaron y me enteré nada menos que por esa vía: ¡tremendo método!

Yo había quedado cinco meses antes en el Todos Estrellas entre el quinteto de equipos profesionales asistentes a la Hexagonal hondureña; estaba en buenas condiciones, pero me descartaron, más por mis criterios profesionales que por el rendimiento. Decidí autoretirarme el 10 de octubre de ese año, como canto de protesta, en una emotiva actividad en Zulueta, a la que no asistió el comisionado Héctor Inguanzo y eso lo dice todo.

Al final, lamentablemente, tuve razón pues el equipo no revalidó la corona y tuvo que conformarse con la medalla de bronce en la cita regional. Como profesional, cubrí el certamen desde las gradas conociendo que tenía nivel para haber defendido los colores patrios.

Después pasé años laborando en Juventud Rebelde, presidí el Círculo de Periodistas Deportivos de la UPEC, estuve en dos Congresos: uno de la Federación de profesionales de la prensa especializada de América en Argentina y el otro de la Asociación Internacional en Seúl, en Corea del Sur; trabajé algo más de un año en el ICRT y en 1987 me seleccionaron para laboral en el Inder y la AFC en sustitución de Inguanzo.

Su etapa como dirigente estuvo marcada en gran medida por el comienzo del Período Especial en Cuba

El Período Especial significó la paralización de las industrias, dificultades en el transporte, suministro de combustible y de bienes y consumos, así como otros aseguramientos imprescindibles para la sociedad cubana y todo ello afectó al deporte en general y de manera particular al fútbol y otras disciplinas de poco desarrollo.

El Inder trazó una estrategia para atender de forma priorizada a aquellos deportes posibles medallistas olímpicos, entre los que obviamente no podía aparecer el fútbol. Ello implicó el reducir la cantidad de juegos en el torneo nacional, eliminar los partidos de ida y vuelta, hacerlo de manera concentrada sin aseguramiento de vestuario y calzado.

Federaciones amigas como la de España nos ayudaron con indumentarias y balones; también equipos visitantes y la Concacaf sufragó los gastos para la participación en el torneo eliminatorio de Futsal y en el Premundial para Francia 1998, con la condición de jugar todos los encuentros en calidad de visitantes.

Otra de las consecuencias fue la desaparición de algunas instalaciones en La Habana y otros lugares, las que se utilizaron para producciones agrícolas, por lo que se retrocedió considerablemente en el proyecto que se había iniciado años antes. Aun así, se lograron algunos resultados modestos como dos clasificaciones mundialistas (sub-16 y sub-17, respectivamente), bronce en los Panamericanos de La Habana 1991 (sub-22) y tercer lugar en los Centroamericanos de Ponce, Puerto Rico 1993 (sub-20).

También, a nivel de clubes, Pinar del Río se erigió dos veces como campeón del Caribe y subtitular de la Concacaf; se quedó en segundo puesto en los Juegos regionales Universitarios de Guatemala, y se clasificó para la Copa de Oro por primera vez en 1996, año en el que el Futsal conquistó un boleto para el Mundial de España.

Durante su mandato trabajó por los niños, especialmente, mediante el movimiento de “Los Caribitos. ¿En qué consistió ese proyecto?

La idea de “Los Caribitos” surgió en el contexto del Período Especial y pretendimos generalizarla como una concepción nueva del fútbol infantil en Cuba. No representaba una competencia, sino una fiesta para que los niños jugaran, se divirtieran y mostraran sus iniciativas e intercambios sobre la grama en espacios reducidos con el objetivo de tener una singular experiencia a través del juego y de la “blanquinegra”.

Para la realización de ese proyecto, compramos hierro con el fin de hacer porterías de pequeñas dimensiones, además de la ayuda de un argentino de Mendoza que trajo balones, metas de aluminio y hasta jugadores infantiles, así como un equipo de trabajo presidido por el multifacético y compañero de equipo nacional Gregorio Goyo Dalmau, junto a Mario Cubas “Mallorca” y José Luís Elejalde, Mario Polledo, Jesús Pereira, el portero Douglas y el comisionado provincial Willy Soto.

Esa actividad para niñas y niños fue sin duda una auténtica fiesta cada sábado en los terrenos de la Ciudad Deportiva: las pequeñas canchas marcadas, el arbitraje impartido por féminas en proceso de formación y por jugadores de la selección juvenil; se exigía la presencia de los técnicos nacionales, había audio de fondo, se comenzaba con un matutino y la explicación de lo previsto en cada jornada.

Se imprimieron plegables con la reglamentación de los juegos, se organizaron encuentros con infantiles de Argentina, Canadá y España, y de “Los Caribitos “salieron dos equipos de niños que visitaron Huelva en la nación ibérica gracias al desaparecido amigo y exprofesional Antonio Zambrano, y Mendoza, en la patria de Diego Armando Maradona.

Hermosos recuerdos guardo de aquel movimiento, porque recibimos la visita del vicepresidente de la Concacaf Lisle Austin, teníamos una mascota llamada “Caribito” que representaba un niño negro de la región pateando un balón y se enviaron indicaciones metodológicas al resto del país para su generalización.

Lamentablemente, luego de mi cese como directivo, aquello no tuvo continuidad pues se empezó a competir y no es esa la esencia de la enseñanza a tal nivel.

La llegada del entrenador italiano Geovanni Campari fue muy importante para el fútbol cubano en los primeros años de la década de los 90. ¿Qué factores propiciaron su arribo y posterior desempeño en Cuba?

A Cuba venía un empresario italiano de apellido Manicardi, quien varias veces me visitó para comentarme de un coterráneo interesado en trabajar en la Mayor de las Antillas. Durante el Mundial de Fútbol en 1990, estando en Roma, me encontré con Geovanni Campari y estuvimos conversando varias horas y lo que más me impactó, además de su currículo, fue su conocimiento sobre la Revolución cubana, su identificación con Fidel, el desinterés económico y su amor hacia la isla.

De hecho, en un inicio, él se costeó su estadía; además, por sus relaciones trajo balones, vestuario y otros útiles necesarios. Llevó a un seleccionado a una gira por la península itálica con todos los gastos pagos. Ayudo en la preparación del equipo sub-17 que clasificó para el mundial de esa categoría en la ciudad azzurri de Florencia en el 91, año en el que dirigió la escuadra ganadora de la medalla de bronce en los Panamericanos de La Habana.

Luego de un período en su país, Campari retornó a Cuba en medio del Período Especial. Logró un segundo lugar en la Copa del Caribe de 1995 jugando los partidos como visitante, al igual que los de la eliminatoria para la Copa Mundial 1998; solo se llegó hasta la segunda fase en esta última competencia y ya después el entrenador retornó definitivamente a su país. Nuestro fútbol debe de estar agradecido por la inestimable labor de Campari al deporte nacional.

En 1995, el equipo cubano no participó en los Panamericanos de Mar de Plata. ¿Qué pasó tras aquella decisión?

Personalmente, no estuve de acuerdo con aquella decisión de la Dirección de Alto Rendimiento del Inder, pero no podía hacer otra cosa que informarle a los entrenadores y jugadores del seleccionado sub-22.                                                                                                                                                  

Es imposible entender que, si la Conmebol pagaba todo, es decir, boletos aéreos, estadía, alimentación, transporte y le daba 10 000 mil dólares estadounidenses a cada equipo, no se autorizara la participación por política técnica, como se argumentó, pues el fútbol no iba a estar entre los medallistas.

Eso trajo muchas frustraciones: vi llorar a jugadores y entrenadores, tuvimos que dar la cara ante aquella decisión, siempre planteé que constituyó un error no asistir, pero el asunto no estaba en mis manos. Ello influyó en que algunos solicitaran la baja, tanto técnicos como futbolistas.

Sin embargo, el equipo de futsal clasificó al Mundial de la disciplina y los recursos fueron muy escasos. ¿Qué estrategia utilizaron desde la dirección del fútbol cubano?

Es imprescindible no olvidar que estábamos en 1996, año de los Juegos Olímpicos de Atlanta, lo que establecía determinada prioridad para el deporte nacional donde no entraba nuestra disciplina y todavía la FIFA no asignaba otros recursos como a partir de 1999, sino que garantizaba el traslado y entregaba en la sede de la competencia la indumentaria y una dieta de bolsillo.

Hay que reconocerles a los jugadores del futsal su comprensión y entrega al lograr la clasificación gracias al aseguramiento de los pasajes por la Concacaf en la persona del vicepresidente Lisle Austin, de Barbados, y la disposición de intervenir en el Mundial de España. Tanto en la eliminatoria regional como en la final ibérica, el equipo asistió con parte de la indumentaria del fútbol 11; ya en Europa recibieron el aseguramiento del organismo internacional rector de la competencia.

¿Por qué no fructificó la posible contratación del delantero Lázaro Dalcourt con el Club profesional francés Club Olympique de Marsella los años 90, algo que hubiera sido todo un suceso para el fútbol cubano?

La idea de la posible incursión de un futbolista cubano en el fútbol francés surgió de un empresario galo llamado Jean Mattei, amante del deporte, quien primero tuvo contacto con la Asociación nacional y tras esbozar el proyecto, pensó en, a través de esa acción, poder ayudar al medio con balones y otros implementos, definido en la posible contratación de intercambio. Se tuvo conversaciones con la vicepresidencia de Actividades Deportivas, instancia que tramitó a niveles superiores la opción. Se determinó que el futbolista de mayor nivel técnico en ese momento era Lázaro Darcourt y luego de ser aprobado, partió el 13 de agosto de 1997 hacia Europa y dada su entrega, pasó exitosamente las pruebas en el Club Olympique de Marsella, con 26 años.

El joven de Candelaria, consciente de su responsabilidad, había declarado: “no voy allá por el dinero que se maneja en el fútbol profesional, sino para imponerme, ganar en experiencia y mejorar cualitativamente para incidir después en el rendimiento colectivo de la selección nacional”.

Aquel éxito individual tuvo una explosión publicitaria en los medios europeos que hablaban de la apertura del deporte en la mayor Isla del Caribe hacia el profesionalismo, lo que incidió negativamente en la continuidad de los trámites contractuales por diferentes razones y finalmente no se autorizó.  Visto el acontecimiento con la óptica actual, podemos significar que las condiciones no estaban dadas y aquel adelanto me trajo en el orden profesional deportivo algunas consecuencias y hasta determinadas críticas.

¿Cómo y cuándo terminó su labor en la dirección del fútbol cubano?

Ello aconteció a finales del año 1998 y estuvo antecedido de algunos sucesos, algo desagradables de ataques a nuestra gestión por individuos anónimos que primero en representación de la Liga de Veteranos de La Habana enviaron al Inder, desde un mismo punto de Correos de Cuba en el municipio capitalino de Marianao, telegramas cuestionando la labor de la Comisión y la Asociación. Después, en junio, mediante una carta, también anónima, dirigida a Raúl Castro Ruz, en la que, entre otros aspectos, planteaban “el fútbol está estancado, pasamos trabajo para ganar en el Caribe cuando éramos una potencia. No tenemos equipo nacional de mayores pese a que desde hace tiempo se habla de la estrategia de los Sub; existe división constante en el deporte, el arbitraje no cuenta”, etcetera, etcetera.

En mi poder tengo esos documentos que me fueron entregados por el vicepresidente Raúl Villanueva Torres pues no había constancia algunas de tales planteamientos. Otro hecho, aconteció después de los Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo, en el verano, pues en el certamen de fútbol no se logró una actuación buena (se asistió sin tope alguno) y además, dos integrantes del colectivo, un jugador de La Habana y un árbitro granmense abandonaron la Delegación, lo que implicó que el entonces presidente del Inder me dijera que el fútbol lo había hecho, a lo que le repliqué, que “lo hicieron los que se quedaron”.

Algunas semanas después me liberaron, por lo que me incorporé a Prensa Latina, ante la falta de interés del nuevo cuadro, quien además de no aprovechar la experiencia  de algo más de 11 años en el cargo, estuvo en contra de las designaciones internacionales que tenía en la Unión del Caribe, Concacaf y en FIFA, según me comentó el especialista que nos atendía de Relaciones Internacionales, Aramis Barrios, y renuncié a los mismos en documentos que también conservo pues no fui al organismo rector del deporte por nombramientos, sino para trabajar por la actividad que amo.

Con el paso del tiempo pude averiguar que mi salida estuvo tratada  o “negociada” por el presidente del Inder Humberto Rodríguez, en reunión con algunos dirigentes de La Liga de Veteranos de La Habana, entre ellos,  personas perteneciente a determinada institución que actuaron con interés grupal o personal y llevaron como candidato a Luis Hernández Heres, quien en más de dos décadas no respetó mi trayectoria como jugador con tres títulos regionales, dos medallas continentales y la obtención de la Orden al Mérito Deportivo junto a Gregorio Goyo Dalmau (únicos futbolistas con esa condecoración), lo que considero una política distante de los verdaderos cuadros revolucionarios.

Después trabajó en Venezuela

En el 2005 fui como colaborador deportivo a Venezuela y no obstante mi otrora condición de Metodólogo Nacional, el Inder me envía en la Misión Barrio Adentro; sin embargo, gracias a un cuadro en el estado de Cojedes que conocía mi trayectoria, me ponen a trabajar directamente como entrenador de porteros en la selección juvenil, lo que me posibilitó estar en calidad de profesor de Convenio y participar en los Juegos Nacionales de los Andes en ese año.

Luego de esa competencia, un destacado profesor espirituano me capta para laborar junto a Licenciados y Másteres en la confección de los Programas y Proyectos de la Misión Deportiva Cubana en Venezuela. Terminando allí en el 2006, el Comité Olímpico de la nación sudamericana realiza una solicitud a la dirección deportiva para que un colaborador trabajara en el Comité Organizador Nacional de la Copa América, sorpresivamente soy seleccionado y laboro como Asesor Deportivo.

Fue una bonita experiencia, desarrollamos con el apoyo de la Misión Barrio Adentro una Minicopa América para niños locales en los 23 estados y el Distrito Capital que constituyó todo un éxito e impactó en la sociedad venezolana. Además de estar cerca de personalidades como Aristóbulo Isturiz, entonces presidente del Comité Organizador. Recibí calurosa felicitación al concluir mi labor, lo que aparece en el interior de un libro donado sobre la Historia de la Copa América por mi jefe inmediato el compañero Oswaldo Narváez-

¿Qué se puede hacer para la atención a las glorias deportivas en el fútbol nacional?

Considero que se puede hacer mucho, pero lo primero está en accionar por la unidad del fútbol y de sus glorias, respetando la diversidad de opiniones que puedan tener cada una. En mi caso, durante más de 20 años, no he sido invitado a ninguna actividad del deporte y eso que han venido figuras que he conocido internacionalmente como Pelé. Tampoco ha habido interés para que pueda actuar como comisario técnico durante juegos del torneo nacional de primera en la medida de mis posibilidades profesionales.

Lo mismo ha acontecido con personalidades como Gregorio Dalmau, el capitán de capitanes; en los últimos tiempos con el entrenador Roberto Hernández Moreno; de igual manera se ha actuado con José Luís Flores, otrora técnico del Pinar del Río- subcampeón del torneo de clubes de la Concacaf en dos oportunidades.

Jugué en más de 200 partidos con la selección y fui el titular en tres certámenes regionales, tres panamericanos, dos eliminatorias para Campeonatos Mundiales, dos eliminatorias olímpicas y dos eventos finales de la Concacaf. ¿Tengo o no la experiencia para poder intercambiar al menos sobre la puerta y los porteros cubanos?

Hay mucho que hacer por el bienestar de las glorias en nuestro fútbol. Modestamente, puedo comentar que en mi mandato efectuamos una actividad de homenaje por los 20 años de nuestra estancia en la República Popular Democrática de Corea (la generación base de los triunfos en la década de los 70) e invitamos a todos, sin discriminación alguna.

También conseguimos tacos y en coordinación con el taller de Trofeos Nacionales logramos la confección de un taco dorado sobre madera pulida para el retiro de futbolistas como Jorge Massó, Carlos Loredo, Eugenio Ruiz, Regino Delgado, Roberto Pereira, Ramón Núñez, José Verdecia y muchos otros.

De igual manera, se enviaron a cursos de superación o intercambios en el exterior a diferentes futbolistas: René Bonora, Máximo Iznaga (sin descuidar a profesores de la base y del Instituto de Cultura Física), Antonio Garcés e incidimos en la preparación de otros como Armelio Luís, Jorge Isack y Rolando Rodríguez, por solo mencionar varios. 

No puedo dejar de decir que algunas estuvieron al frente de delegaciones como por ejemplo José Verdecia a Angola, Lázaro Vila a países del Caribe, Antonio Garcés a los Centroamericanos de Ponce-93, en Puerto Rico.

En otro orden, el fútbol tiene la firma Joma y no ha tenido el aquello de desarrollar una política de atención con algún modulo a todas las glorias de manera escalonada; solo es para los allegados. Falta mucho por hacer, ojalá haya oídos receptivos y mentes abiertas para encausar una obra hermosa y humana con todas las glorias del fútbol.

¿Cómo valoras la actualidad del futbol cubano?

Considero que carecemos de identidad en nuestro fútbol; hay directivos y metodólogos nacionales en la Comisión que carecen de reconocimiento en el medio, lo que no es positivo.  No ataco a las personas pues pueden ser muy buenas integralmente, pero si desconocen la actividad y no son aceptadas, resulta muy complejo que puedan avanzar en el progreso del deporte.

Hace algunos meses supe que la Estrategia de Desarrollo presentada por la CNF al Alto Rendimiento recibió críticas pues carecía de algunas fundamentaciones científicas. Por otra parte, la Asociación deja de ser precisamente su esencia pues se limita a determinado número de integrantes; organizan Congresos anuales y no se rinde cuenta sobre la ejecución de los presupuestos financieros, en torno a los cuales puedo decir que he visto algunos en los archivos de la FIFA, abiertos a los usuarios, y se observa mayores montos en cuestiones administrativas que para el desarrollo técnico.

Pienso que se derrocha dinero en el estadio Nacional Pedro Marrero, pues ha sido un error histórico haber concebido una base de entrenamiento en esa instalación donde se preparan distintos equipos, lo que imposibilita la recuperación del césped. 

Creo que, con independencia de la inclusión de jugadores en Ligas de otras naciones y el llamado de los Legionarios, hay que trabajar más hacia adentro, con mayor organización, mejores campeonatos desde los pioneriles hasta la división, élite sin obviar todos los aspectos reglamentarios.

Hay que darle atención sistemática al arbitraje pues un silbante no se forma de la noche a la mañana sino durante varios años; incentivar el fútbol infantil a nivel de barrios y municipios por lo que representa para el bienestar del deporte pues se necesitan jugadores de buen nivel competitivo entre los 17 y 20 años.

También se requiere priorizar el trabajo con las féminas, otorgándole su lugar en el Comité Ejecutivo de la Asociación como indica la FIFA, tener una entrenadora jefa nacional y posibilitarles todas las condiciones pues por su disciplina y entrega pueden ascender más rápidamente en la arena internacional.

No por último, quito importancia al Futsal, modalidad que pide a gritos una reorganización para mejorar el Campeonato Nacional y retornar a la esfera internacional con la fuerza de antaño. En resumen, necesitamos de mucho trabajo, de mejorar las instalaciones a lo largo y ancho del país, de priorizar la atención a los municipios y localidades con tradición futbolística, y cuidar con esmero las poquitas canchas que poseemos, de manera especial el Estadio Antonio Maceo de Santiago de Cuba, oasis en la realidad de nuestro futbol hasta el momento.

¿Crees que el fútbol cubano necesita de técnico extranjero?

Si analizamos la historia observamos que desde 1930 en los Centroamericanos de La Habana hasta la fecha hemos tenidos distintos entrenadores con buenos resultados como Antonio Orobio en el primer título regional, Roberto Hernández Moreno y Sergio Padrón (los más ganadores), Walter Benítez en la Copa Caribe, Raúl González Triana con una clasificación mundialista sub-20, José Luís Flores a nivel de clubes con Pinar del Río en la Concacaf y Manuel Rodríguez, Raimundo Díaz y Francisco González mediante dos participaciones en Copas del Mundo Sub-17.

Recordamos también a otros como Marcelo Minsal, Mario López, Juan Vásquez, Adolfo Poey, Bernardo Llerandi, Emilio Murientes y a Enrique Mayolas, primero en incentivar a los jugadores del patio en el estudio de sistemas tácticos

Pero no podemos olvidar la presencia del húngaro Karoly Katzer en la eliminatoria mundialista para el certamen de Italia 1934 o a José Tapia, descendiente de españoles que llevó a Cuba al octavo lugar en la Copa de Francia en 1938.

Varios magyares y checos vinieron a principios de la Revolución en 1959 y colaboraron en distintas parte del país con destaque para Karoly Kocsa, profesor de la cátedra de fútbol en el entonces Instituto Superior de Cultura Física y técnico nacional en los Centroamericanos de Puerto Rico (bronce), así como el norcoreano Kim Yon Ha, formador de la base de generaciones triunfadoras en la  década del 70, cuyos frutos  recibieron entrenadores nacionales y Tibor Ivanics (octavo puesto en la Olimpíada de Moscú 1980 y quinto en el Premundial de la Concacaf en Honduras 1981).

Aquí también estuvieron el brasileño José Rossi (fútbol infantil), el italiano Geovanni Campari (medallista de bronce en los Panamericanos de La Habana-91), el alemán Reihold Fanz, tal vez injustamente bastante criticado, y el eminente profesor y pedagogo peruano Miguel Cómpany, con quien la selección mostró su imagen más convincente en la manera de moverse tácticamente sobre el rectángulo.

En otro orden, si miramos nuestros potenciales rivales en la Confederación, vemos que en la octagonal final solo El Salvador y Jamaica tienen entrenadores locales, por lo que llama la atención que México, Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, Honduras (despidió al uruguayo dado el bajo rendimiento en las seis jornadas iniciales) y hasta Panamá, país de béisbol igual que Cuba, tengan especialistas de otros países.

Te respondo así: nuestros torneos son tan cortos que imposibilitan la maduración táctica y estratégica de los entrenadores; creo que cuando las condiciones estén creadas y poseamos una selección competitiva no se puede descartar esa opción y fundamentar ante la FIFA la necesidad de apoyo financiero en tal sentido

¿Le hubiese gustado jugar en alguna liga profesional?

Tuve ofertas en países como Chile, Trinidad & Tobago, Honduras y México. No me fui porque tenía una formación, una conciencia. A mí me dijo el presidente del Comité Olímpico cuando en 1982 me dejaron fuera del equipo: “si no te quieren, vete a jugar fuera”. Si yo me iba no sabía cómo reaccionarían mis padres, eran otros tiempos, eso era un tabú en aquella época. Pues sí, me gustaría haber jugado en otras ligas, pero las condiciones, entonces, no lo permitían.

 ¿Se siente feliz con la vida que lleva?

Me siento bien, de una forma u otra estoy vinculado al fútbol cubano, escribo sobre este deporte, sobre su historia y glorias deportivas. Siento que las personas que de verdad aman el fútbol reconocen mi trabajo como periodista, me dicen: gracias por este trabajo, sigue escribiendo sobre nuestro fútbol y eso me reconforta. Estoy muy orgulloso de mi familia, de mi esposa, mis hijos y los amigos que en estos más de 70 años he podido acumular. Por otra parte, he tenido que ponerme un soporte, una coraza, al no entender como las autoridades del fútbol desperdician el conocimiento de las glorias de este deporte y no los invitan actividad alguna.

¿Qué vivencias le deja el fútbol luego de su extensísima trayectoria?

Luego de un largo camino matizado como jugador, profesor, dirigente, algo de investigador y estudioso de la realidad de nuestro deporte, sin duda que las vivencias han sido muchas por el contacto con futbolistas, activistas, árbitros, entrenadores y sobre todo la base pues visité alrededor de 120 municipios de nuestro país, incluido el Especial de la Isla de Juventud;   cuantiosos sitios con tradición futbolística como Zulueta, San Cristóbal, Surgidero de Batabanó, Placetas, Cotorro, Calimete, Minas, Florida, Santo Domingo, Jatibonico, Morón, Banes, Manatí, Jiguaní, el Central Baltoni en Songo la Maya, Santiago de Cuba, y Jamaica, en Guantánamo.

Guardo sentimientos de gratitud de encuentros con infantiles allá en el poblado holguinero de Buenaventura con el otrora activista Ernesto Vera, hoy director de programas televisivos, y del apoyo incondicional de los sancristobaleños para atender al preseleccionado en su Academia durante el Período Especial en la preparación para la Copa de oro de 1998.

Mención especial de agradecimiento a un empresario ejemplo de lo que se puede hacer para ayudar al deporte, Antonio González, otrora director del Complejo Lácteo de La Habana, quien patrocinó la Copa con el nombre de la empresa que servía de preparación a equipos para certámenes nacionales antes del Periodo Especial, y también apoyó el seleccionado infantil que clasificó al Mundial  de Escocia 1989 y al centro de entrenamiento de equipos nacionales Cerro Pelado.

De igual manera, reconocimientos a Lisle Austin, otrora vicepresidente de la Concacaf por su soporte al movimientos infantil de los Caribitos capitalinos, al Futsal de La Habana con el aseguramiento financiero para su participación en la lid de Guatemala donde consiguieron su primera clasificación al Mundial de 1996; a los amigos de Puerto Rico y Costa Rica, Luis Russi y Willy Oconotrillo, respectivamente, y a dos hermanos del deporte; el capitán de capitanes Gregorio Goyo Dalmau por su lealtad y a Juan “Chichi” Oña, columna de nuestro fútbol en Calimete, Matanzas.

Soy un eterno agradecido, en ocasiones atacado, para mi injustamente, pero continúo, a los casi mis 72 años de edad, defendiendo el fútbol, tratando de cumplir con el reclamo de la afición zulueteña que en mi despedida del deporte solicitó que siempre trabajara por el bien de la disciplina, dondequiera que éste, y ante determinadas injusticias, en la actualidad, enarbolo la frase martiana siguiente: “La pena inmerecida es dulce, aprieta un poco la garganta, pero da luz por dentro”.

ACTUACIONES COLECTIVAS

En Juegos Centroamericanos y del Caribe:

Año             País                     Lugar

1970           Panamá              0ro                                                                                                                                             

1974          R. Dominicana      Oro

1978          Colombia               Oro

En Juegos Panamericanos

Año             País                     Lugar

1971           Colombia            Bronce

1975           México                5to

1979           Puerto Rico         Plata

En Juegos  Olímpicos

Año             País                     Lugar

1976           Canadá               Eliminado en 1ra ronda

1980           URSS                    8vo       

RECONOCIMIENTOS INDIVIDUALES

Mejor arquero de los Panamericanos de 1971  

Futbolista más sobresaliente del Campeonato Nacional de 1974 y el guardameta mejor promedio, y seleccionado ente los Diez Atletas más Destacados de Cuba en el año.

Portero más destacado de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de República Dominicana 1974 y Medellín, Colombia en 1978.

Integró el Equipo Todos Estrellas del Premundial de la Concacaf en Honduras 1981 junto al salvadoreño Guevara Moro.

Mantente actualizado con Telegram y disfruta nuestras historias en YouTube

¿Quieres estar siempre al tanto de la actualidad del deporte cubano? Únete a nuestro canal de Telegram: ¡lleva a Play Off en tu bolsillo! Haz click para seguirnos: Canal de Telegram Play-Off Magazine.

Historias de deporte cubano contadas con una mirada profunda a la vida personal de los protagonistas y la sociedad, Para disfrutar nuestras exclusivas suscríbete en: Canal de YouTube Play Off-Magazine.

Imagen cortesía de Hansel Leyva