Tras más de ocho décadas vividas, Gregorio Dalmau mantiene la claridad de pensamientos en torno a las realidades del fútbol cubano siendo, como es, una voz autorizada por su ilustre pasado como exjugador y capitán de la selección nacional y después, como entrenador.

Con firmeza, cariño de padre y abuelo, se ha mantenido vinculado al balompié este gladiador, a veces en la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar Provincial “Mártires de Barbados”, y en otras, impartiendo clases y enseñando a decenas de niños en su condición de jubilado-contratado en el Combinado Deportivo Ciro Frías.

“Inspira respeto por su actitud solidaria, consagración al trabajo, sentimientos por la familia, identificación con el prójimo y verticalidad en su postura y acción, al hablar con voz propia y razonamientos profundos”, opina José Francisco Reinoso, una de las voces más autorizadas para exponer alguna temática del balompié nacional, cuando se refirió a Gregorio “Goyo” Dalmau, el “Capitán de capitanes del fútbol cubano”.

No imaginan los vecinos del reparto Párraga, todo el caudal y conocimiento que atesora El Goyo, como lo conocen en el ámbito deportivo de la isla, de esta leyenda que nació en 1939.

Gregorio Dalmau conoce, como pocos, el fútbol de la década de los 50 en país. Además, el mayor esplendor en su carrera lo alcanzó en la década de los 60, cuando fue figura fundamental de la selección nacional. Después de su retiro, continuó vinculado, como entrenador.

Durante los últimos años, es habitual verlo llegar de entrenar a sus pupilos con su ropa deportiva, su bolsa de balones en la espalda y otros utensilios de su profesión. La distancia de su casa al Combinado Deportivo Ciro Frías, donde se desempeña actualmente, resulta considerable, si se tiene en cuenta los más de 80 años que sobre sus hombros caen.

No obstante, se traslada diariamente para trasmitir sus conocimientos a niños que inician sus andares en el más universal de los deportes. También trabaja en casa cuando en ocasiones no se siente bien de salud.

¿Quién será ese hombre? ¿Cómo surgió en él ese amor por el fútbol? ¿Cuánto ha aportado al balompié? En exclusiva, la historia de Gregorio “Goyo” Dalmau, el “Capitán de capitanes del fútbol cubano”.

¿Cómo llegas al fútbol?

En la década del 50 venían varios clubes extranjeros a Cuba, como el Atlético de Madrid, entre otros. Yo vivía frente al estadio Latinoamericano y allí vi jugar a esos equipos. En ese bello estadio, el fútbol apasionaba a cientos de personas. En la Liga Cubana participaban jugadores de Argentina, Haití, Costa Rica y otras nacionalidades, Eso me cautivó y comencé a practicarlo.

El profesor Mario López dirigía en aquel entonces el club Centro Gallego y él fue quien me inició. Me veía con una pelota de trapo y me dio la tarea de llevar el café al medio tiempo. Después de que terminaban los campeonatos profesionales, él entrenaba los equipos de Lawton y yo integré esos conjuntos, tanto en los juveniles, como en primera categoría.

En aquellos años, este deporte estaba organizado en clubes, como en el Cerro, donde estaba la Sociedad del Cerro y con ellos empecé en 1954 la liga infantil categoría 13-14, porque en aquel tiempo esa era a la edad que se comenzaba: no existían las categorías menores.

Algunos de los entrenadores vieron mi forma de jugar y me invitaron a un torneo en la Casa de Beneficencia, hoy Hospital Hermanos Ameijeiras, en el cual salí como mejor mediocampista de la categoría. Al año siguiente, jugué en el equipo Escuela Trinitaria en Porvenir, en la categoría 15-16.

¿Cómo era el fútbol en la década de los 50 en Cuba?

Estaba organizado en clubes. Todo el que practicaba lo hacía por su cuenta, los jugadores no teníamos ningún apoyo y no es como ahora, que se practica a diario. Antes se practicaba uno o dos días a la semana porque la mayoría trabajaba para poder sustentarse y solo jugábamos el domingo. No teníamos recursos monetarios para subsistir, a veces no teníamos ni para comer: llegábamos a la casa y solo había agua con azúcar. Nos hicimos futbolistas sin recursos, con sacrificio y voluntad. En mi época, los jugadores no tenían las mismas facilidades que tienen ahora.

¿Qué diferencias encuentras entre el fútbol que se jugaba en tu época de atleta y el que se juega actualmente?

Antes se hacían muchas competencias de habilidades, de tiros penales, tiros al barril, tiros libres y hoy en día no se hace. En esas competencias se practicaba el cobro del tiro de esquina y daba preponderancia a los elementos técnicos como los dominios y los controles del balón. En Cuba eso se ha perdido: hoy todo es más moderno y quizás por eso, hemos decaído en cuanto a la técnica.

El fútbol de la actualidad ha perdido fantasía, ya no se dribla tanto, no se hace mucha finta. Se ha convertido en fuerza y resistencia: quien mejor pase y tenga más fondo físico, es el que juega. La técnica pasó a un segundo plano, antes no era así, pues el que más técnica tenía era el que jugaba.

Un elemento positivo es que se ha perfeccionado el pase y ya los jugadores no despejan tanto la pelota como antes. El cabeceo también se ha mejorado bastante y es un arma letal cuando se utiliza bien.

En 1959, cuando aún no había cumplido los 20 años, Gregorio Dalmau integró el equipo nacional juvenil. En esa misma categoría participó en un torneo en Miami con su equipo de Lawton, en el que tuvieron una buena actuación y, posteriormente, el equipo de EE. UU les devolvió la visita.

En los años 50, el equipo campeón del torneo doméstico era el que representaba a Cuba como selección nacional y a este conjunto se le sumaban varios refuerzos. La rivalidad de aquellos años entre los clubes era enorme y los entrenadores de la selección eran, en aquel entonces, de la localidad de Puentes Grandes. Esto tuvo repercusión en la convocatoria del conjunto, y en el año 1959, cuando se conformó el equipo nacional de mayores, los jugadores de clubes rivales a los de los entrenadores, dígase de Lawton o del Cerro, no eran tomados en cuenta para conformar el equipo. Entre esos jugadores que no integraron el equipo estaba el Goyo, a pesar del reclamo de muchos jugadores que solicitaron que se incluyese en el conjunto.

¿Es cierto que el club español de fútbol Sporting de Gijón intentó hacerse de tus servicios?

El hecho de que en la liga cubana jugaran futbolistas de otros países trajo consigo varios fenómenos a su alrededor. Existían los llamados ojeadores o representantes, cuya misión era observar jugadores para de esa manera contratarlos en ligas extranjeras. Ellos visitaban los estadios en el país, y allí fue donde se interesaron en mí.

Se me acercó un representante con estrecha relación con el Sporting de Gijón. Según él, tenía nivel para jugar en dicho club y estaba muy interesado en que fuera para ese equipo. Con la posterior eliminación del profesionalismo en Cuba, era imposible pensar en que se pudiera concretar aquello. Al final, todo eso se fue diluyendo y no se logró nada, pero hubiese sido algo muy importante.

En el 1960 sufriste una lesión que te alejó de las canchas. ¿Qué pasó exactamente?

Estaba entrenando en el estadio Pedro Marrero como parte de la preselección para los Centroamericanos de la disciplina, me lastimé una pierna y le dije al profesor Mario López que no podía seguir entrenando. Antiguamente se practicaba de noche, porque por el día trabajábamos; antes no se daba licencia para ir a entrenar. Esa lesión fue de noche y estuve un año sin jugar fútbol. En la actualidad, aún tengo ese dolor.

En el año 1961 se celebró otro Centroamericano de la disciplina y esta vez sí participaste. ¿Cómo se produjo tu regreso al equipo? 

Estando en la casa mi difunto padre, este me preguntó: “¿Ya no quieres jugar más fútbol?”. Inmediatamente respondí que sí, que iba a probar como estaba mi rodilla.

Corría el año 1961 y mi papá me dice una mañana: “¿Te enteraste? Están llamando a los jugadores que han sido preseleccionados nacionales y están entrenando de 8:00 pm a 11:00 pm para una ir competencia en Costa Rica. ¿No quieres ir?”.   

Le respondí que sí, pero que necesitaría que él me diera dinero para el pasaje y el entrenamiento. Mi padre tenía que inventar para traer alimentos para la casa y me daba solo 5 pesos para poder ir a entrenar.

Cuando llegué allí, los jugadores llevaban 15 día de entrenamientos. Muchos de ellos se asombraron y me dijeron que para qué iba a entrenar si no iba a formar parte del equipo, que yo no jugaba hacía mucho tiempo.

Les dije: “Vine para buscar un puesto y ser el número uno. Ya he perdido dos años, en el 59 y en el 60, pero estaba vez voy a integrarlo”. Cuando se dio la lista de jugadores fui el número uno, lugar que mantuve hasta el día en que me retiré. Posteriormente, me nombraron capitán y esa responsabilidad la cumplí también hasta mi retiro del deporte activo.

De La Habana al equipo Cuba: el Capitán de Capitanes

Aunque los entrenadores eran los mismos de 1959, esta vez los reclamos de varios jugadores, combinados con la gran actuación de Gregorio Dalmau, propiciaron su inclusión en el equipo, y no lo pudieron dejar afuera. Con la selección nacional, estos fueron algunos de los torneos en que intervino.

                  Juegos   Centroamericanos y del Caribe

           Año                      País                         Medalla         

  •            1962                     Jamaica                          –
  •            1966                     Puerto Rico                Bronce
  •            1970                     Panamá                        Oro

                                Juegos Panamericanos

           Año                  País                 Medalla                

  •           1959                EE.UU.                  –
  •           1967               Canadá                 –

Anécdotas de aquellos años recuerda muchas, como cuando en el año1962, durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Jamaica, unos tacos traídos de Alemania le provocaron ampollas.

“El primer juego lo jugué casi con los pies afuera porque me hicieron ampollas los zapatos, no me podía poner ni protección en esa zona. El segundo juego no pude participar casi. Más adelante en el torneo hice mi esfuerzo y le pedí los zapatos a jugadores que calzaran un número mayor al mío, para que de esa manera no me molestaran mucho”, recuerda.  

A principios de la década de los 60 Goyo fue bicampeón nacional con el equipo Industriales, en los años 1962 y 1963. Tras este último logro, participó con el equipo en el Torneo de Clubes Campeones de la CONCACAF, y allí vencieron al conjunto de Jamaica, aunque un ciclón les impidió enfrentar a su similar de Haití en la fase final del torneo.

Entre los años 1964 y 1965, como integrante del equipo nacional, participó en una gira por varios países de Europa y Asia, entre los que se encontraba Checoslovaquia, Rumanía, China y la URSS. En este último país tuvo la oportunidad de conocer al mítico Edson Arantes Do Nascimento, el brasileño Pelé, que se encontraba junto a su equipo desarrollando varios partidos de preparación.

En 1966, el gobierno de Estados Unidos trató de impedir la participación cubana en los X Juegos Centroamericanos y del Caribe con sede en San Juan, Puerto Rico. Les negaron las visas a los deportistas y representantes cubanos.

Posteriormente, los cubanos recibieron la visa, pero no la autorización para aviones o barcos cubanos, (solo se permitían en vuelos comerciales). Tras esta situación, el entonces gobernante cubano, Fidel Castro, envió la comitiva integrada por 315 personas, entre atletas, entrenadores y personal médico.

Estos viajaron en el barco Cerro Pelado, que mantuvo en aguas internacionales frente a las costas de Puerto Rico. Poco después, se permitió el descenso a tierra de la comitiva nacional en lanchones. Gregorio Dalmau formó parte de aquellos deportistas que compitieron entonces.

¿Qué vivencias recuerda Gregorio Dalmau de aquellos Juegos?

En aquel entonces, tenía varios cargos en Cuba entre la UJC, educación, deporte y disciplina. Estando cerca de partir se celebraban muchas reuniones para actualizarnos de la situación, allí debatíamos y dábamos soluciones a las principales dificultades que atravesamos en el hospedaje. Una vez tuvimos una reunión que se extendió hasta las 3 de la mañana y todavía no sabíamos si viajábamos o no, porque no nos habían dado las visas aún.

Estábamos en el Cerro Pelado, y cuando me informan que íbamos a viajar, fui a casa a para despedirme de mi señora y recoger alguna ropa. Salimos en avión para Camagüey y llegamos alrededor de las 3: 00 pm: nos salimos de la pista, pero aterrizamos sin problemas. Al otro día, salimos para Santiago de Cuba.

La travesía fue difícil, hubo muchas personas con mareos. Todo el barco se movía y con este, las cosas dentro. Por poco me caigo cuando estaba entrenando. Durante la travesía tuvimos un acecho total. Puerto Rico tenía los mejores hombres rana. Sus buzos nos daban la vuelta constantemente. Por la parte aérea también nos acechaban, nos sobrevolaban y decían: “Sí entran, vamos a confiscar al barco, tienen que estar a varias millas de distancias”. Estuvimos una semana esperando a la autorización para desembarcar y se veía el malecón de allá, donde la gente nos estaba esperando. Cuando se autorizó que podíamos entrar al país, bajaron unos cuantos compañeros para ir a desfilar y los demás nos quedamos en el barco. En un yate pequeño después fueron a buscar a los demás deportistas que estaban en el barco: a ese yate le entraba agua y nos asustamos. Lo cierto es que la situación fue muy tensa y nuestras vidas estuvieron en peligro en más de una ocasión.

Estando ya dentro de Puerto Rico, en donde nos tenían albergados se hacían competencias y daban premios, y en las noches se pasaban ratos agradables. Sin embargo, en la ciudad el ambiente era distinto, se escuchaban tiros y disturbios. Ese ambiente tenso se trasladó hasta donde competía cada atleta cubano. En el caso del fútbol, los partidos se jugaron en estadios muy alejados de la ciudad, donde además había mucha oscuridad. Según el portero del equipo, lo amenazaron y le gritaron que dejara pasar la bola o lo iban a matar, y ante semejante amenaza, el portero cedió y empatamos ese juego que era precisamente con Puerto Rico. Merecíamos una mejor ubicación, pero ese juego influyó y no pudimos ir a discutir el oro.

En 1967, participaste en los Panamericanos de Winnipeg, Canadá. ¿Por qué no tuvieron una buena actuación en el torneo?

Nos dijeron que para poder ir a los Panamericanos teníamos que ganarle a Canadá, porque si no garantizábamos medalla, no íbamos a ir al evento. Así mismo lo hicimos y le ganamos 1-0 y 2-1 a los canadienses.  En el torneo, el equipo fue conducido por el húngaro Laszlo Mohaczy, efectuamos tres partidos con balance de un empate a un gol ante Bermudas y dos reveses, ambos 1-2 frente a la representación local y a la de Estados Unidos, respectivamente.

Podíamos alcanzar mejor lugar en el torneo, pero el entrenador no alineó al equipo correcto. Tuvimos una pequeña discusión porque yo no estaba de acuerdo con la alineación que él planteó, yo conocía al equipo y él era nuevo, le faltaba conocer más al grupo. Al final, alcanzamos el cuarto lugar, y ese mismo equipo de Canadá al que le habíamos ganado para asistir al evento, nos derrotó en la competencia.

¿Cuán importante fue el entrenador coreano Kim Yon Ha para el equipo cubano?

Tuve la oportunidad de estar bajo las órdenes de muchos entrenadores, varios de ellos extranjeros. Pero considero que el entrenador coreano fue fundamental para el fútbol cubano. Muy inteligente y receptivo, además, con los problemas de los jugadores cubanos. Sentó las bases de los grandes resultados del fútbol en el país.

A su llegada, se hizo el comienzo de la preparación aquí en Cuba y posteriormente viajamos a Corea. El equipo estuvo alrededor de 6 meses en Corea y yo solo estuve tres meses, tuve que regresar porque mi esposa estaba embarazada y tenía que ayudarla.

Mientras el equipo estaba en Corea, los entrenadores me mandaban telegramas y se preocupaban por mi situación en Cuba. Como no había terminado la preparación no sabía si iba a ir a Panamá y estuve casi 4 meses sin entrenar. En diciembre de 1969 recibo un telegrama, donde se me informaba que debía presentarme, que el equipo estaría en Cuba. Yo no quería volver a jugar, pero el entrenador coreano fue a mi casa a buscarme, de esa manera regresé.

Cuando llegué, algunos de mis compañeros me dijeron: “Goyo, trajeron un santiaguero que será tu relevo”. En ese momento solo me reí y tuve una conversación con el coreano. Él me respondió: “Tú eres el capitán, tienes experiencia y el equipo te necesita: confió en ti”.

Después de aquella importante plática, Gregorio Dalmau se comprometió a entrenar el doble de sus compañeros para recuperar el tiempo de entrenamiento

En sus entrenamientos en el Cerro Pelado coincidía con atletas del equipo nacional de atletismo, los cuáles, en más de una ocasión, lo invitaron a cambiarse de disciplina para que integraran la selección nacional de aquel deporte. En pocas semanas alcanzó una gran forma deportiva, no solo desde lo físico, sino técnicamente, pues volvía a tener esa calidad que lo distinguía por encima del resto. Gregorio Dalmau era un jugador maduro, tenía en aquel entonces 30 años, y para no ser absoluto, era uno de los mejores futbolistas de todo el país.  

Los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Panamá 1970 fueron uno de los mejores momentos en tu carrera. ¿Qué recuerdos tienes de aquel evento deportivo?

Más que un recuerdo fue una situación difícil. Llegué a Panamá sin nada, sin zapatos, entrenaba descalzo por que los zapatos se me rompieron en Cuba y gracias al coreano, que conversó con el comisionado, fue que me compraron los tacos.

En la gira por Corea, el entrenador colocó a varios jugadores en la posición de mediocampista central para irlos probando. Un día le pedí que me colocara y le gustó mi actuación, tanto fue así que en los Centroamericanos me puso en esa posición. Anteriormente, jugaba de defensa central, pero me lesionaba mucho, me daba dolor en los aductores, y como ya era un jugador de casi 30 años, tuve que adaptarme a esa posición. Con el paso de los años me fue gustando esa nueva función en el campo y el entrenador tuvo esa visión y trajo buenos resultados para el equipo.

Su actuación en el torneo fue brillante y aunque su nivel seguía alto, se retiró. ¿Por qué deja Gregorio Dalmau el balompié si estaba en buena forma?

Después de los Centroamericanos, seguía en el equipo y debía ir a los Panamericanos de Cali 1971. Hicimos una preparación por varias provincias, pero debíamos ir de nuevo a Corea. En Camagüey, el coreano me llamó y nos sentamos en un banco a conversar. Le expliqué mi situación, pues mi esposa acabó de dar a luz y tenía que ayudarla en las labores de la casa, ya que vivía solo con ella. Le dije que tras el regreso me incorporaba al equipo, como la vez anterior. El entrenador entendió mi situación, pero el comisionado puso esa traba: si no iba a la gira, no podía integrar el conjunto para los Panamericanos. Me mantuve firme en mi decisión y me quedé al lado de mi familia. Estaba entero aún, pero tuve que retirarme.

De deportista activo a formar nuevas generaciones

Tras su exclusión de la selección, Gregorio Dalmau continuó su labor como entrenador, profesión que desempeñaba desde su etapa como jugador activo.

Por décadas, sumó grandes resultados y ocupó distintos cargos en el fútbol cubano, pues fue comisionado provincial en La Habana. Incluso, hasta en el fútbol femenino cubano dejó sus huellas también, pues obtuvo el título nacional con el equipo Ciudad de la Habana en siete Campeonatos Nacionales entre 2001-2007.

Después, por sus grandes resultados, asumió la dirección de la selección nacional de fútbol femenino, una etapa en la cual obtuvo buenos resultados.

“Cuando estaba al frente del equipo femenino jugaba contra los hombres. Apuntaba al equipo en cuanto torneo que hubiese; por eso, cuando jugaba contra las mujeres, no nos podían ganar. Tras situaciones que se dieron, me disgusté, por tanto, no seguí al frente del equipo”, cuenta.

En el año 2012 se retiró, pero la huella que dejó este hombre en el fútbol cubano lo destinó a estar siempre vinculado al más universal de los deportes. Ejerció, además, como entrenador de féminas en la modalidad de domino del balón, y obtuvo buenos resultados destacados.

Gregorio Dalmau no podía estar lejos de las canchas y sin recibir remuneración alguna: entrenaba niños para de esa manera mantenerse activo. Una de sus alumnas en el equipo Ciudad Habana lo invitó a trabajar entonces en el Combinado Deportivo Ciro Frías, donde actualmente, con sus casi 82 años, ejerce como profesor de niños que inician en el fútbol.

“El fútbol es mi pasión, es lo que he hecho en toda mi vida. Ante esta nueva oportunidad, no dudé en dar el paso al frente”, afirma.

“Al llegar al (Ciro Frías) recuerdo que se hizo una reunión en la que me felicitaron y les entregaron premios a todos los deportes, excepto al fútbol. Ante aquella situación pregunté cómo estaba el fútbol en la provincia y me dijeron: ‘Ni menciones eso, que está en el horno’. Estaba en el lugar 14 en las categorías menores, pero en un año de trabajo lo llevé al tercer puesto”, explica.

¿Cómo ha sido la atención hacia Gregorio Dalmau por parte de las autoridades del fútbol en Cuba?

Hay cosas que, si en su momento no las dije, no las voy a decir ahora. Agradezco a José Francisco Reinoso, quien me llama para saber cómo estoy y para intercambiar sobre el fútbol. Otras personas no se preocupan por mí. A ellos no les guardo rencor, al contrario, sigo realizando mi trabajo y les deseo lo mejor en sus vidas y su desempeño profesional.  

¿Qué se puede hacer para mejorar el fútbol cubano?

Lo primero es tener respeto por la historia de este deporte en el país y sus glorias deportivas. Si solicitaran la ayuda de personas que han vivido otras épocas del fútbol cubano, eso sería de gran avance para este deporte porque no solo se nutrirían en cuanto al conocimiento, sino que tendrían una guía certera para no cometer los errores que se cometieron en el pasado. Destacados futbolistas cubanos con resultados a nivel nacional e internacional han llevado proyectos para mejorar e incentivar el fútbol, y los encargados del deporte, que deberían ayudar, solo les dicen no, y en ocasiones ni conocen a esas glorias de este deporte: es algo inexplicable.

El trabajo en la base es fundamental para tener grandes actuaciones, no por gusto la pirámide deportiva cubana tuvo tantos resultados. Se debe revisar, potenciar, fortalecer, y ayudar este escalón, que en mi opinión es vital en las aspiraciones de mejorar este deporte en el país.

Por otra parte, creo que se pueden hacer esfuerzos para que el campeonato nacional sea un poco más extenso, para que, de esa manera, los atletas se mantengan jugando todo el año y aumenten su nivel.

No solo a nivel de selección, sino entre los equipos provinciales, deben aumentar los topes y partidos amistosos para mejorar en elementos esenciales de este deporte y adquirir experiencia a nivel internacional.

Su intelecto y ejemplo no han sido aprovechados adecuadamente por las autoridades de este deporte en Cuba. Aun así, su actitud y labor desplegadas se alza como paradigma para las nuevas generaciones de futbolistas.

Gregorio Dalmau sigue siendo el Capitán de Capitanes. Han pasado más de 50 años desde que portó este brazalete en el equipo cubano por última vez. Sin embargo, sigue preocupándose por muchos de sus compañeros, conserva una libreta de teléfonos y se comunica con varios jugadores de su generación y de esa manera está al tanto de la situación de salud de ellos y de sus familiares.

Cuando se hable de amor, sacrificio, y conocimiento dentro del fútbol cubano, su nombre debe aparecer entre signos de admiración.

Palmarés de Gregorio Dalmau

-A la par de su desempeño como atleta de alto rendimiento, ejercía como entrenador desde 1961 en el Complejo Deportivo Rafael Conte.

-Después se traslada al municipio Cerro y allí trabaja con niños de las categorías 11-12 y 13-14.

– Al frente del equipo 10 de Octubre, obtiene el título de la provincia en la Primera Categoría.

-En el año 1976, su amigo “El Niño Forcade” estaba al frente del equipo Habana en la segunda categoría, lo invito para que formara parte del mismo y quedaron campeones. El Goyo estaba retirado hacía tiempo, fue como jugador y además aportó desde lo táctico al equipo.

-Impartió sus conocimientos como entrenador en la (EIDE) Escuela de Iniciación Deportiva Escolar Mártires de Barbados, en la provincia de la Habana.

-Durante los años 90 apoyó a la Comisión Nacional en distintas acciones: al frente del movimiento infanto-juvenil Los Caribitos en los terrenos de la Ciudad Deportiva. Encabezó este proyecto para reactivar el fútbol femenino en La Habana y Cuba, con más de 50 jóvenes y mujeres a las que ayudó en los órdenes técnico, profesional y en el arbitraje.

-Si bien no formó parte del colectivo técnico de manera oficial, su labor fue fundamental en la obtención de la medalla de bronce del equipo cubano que participó en los Juegos Panamericanos celebrados en la Habana 1991.

-Gregorio fue comisionado provincial de la disciplina durante 1996-1998 y en ese período la provincia obtuvo medallas de oro en las categorías 13- 14 y 15-16. Por su parte, el equipo de primera categoría que se encontraba en el puesto 12, mejoró su actuación hasta el tercer escaño.

-Cuenta en su palmarés con varios cursos y premios FIFA.

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Imagen cortesía de Collage