Una peligrosa travesía por mar, años de separación, el regreso a encontrarse con su madre y la familia: Erislandy Lara, una leyenda del boxeo cubano, vivió momentos que marcaron su vida para siempre después de un fallido intento de abandonar una delegación en el extranjero.   

Lara es considerado uno de los más importantes boxeadores cubanos profesionales de este siglo, un campeón que, a los 40 años, sigue dando muestras de su enorme calidad sobre el ring.  

Erislandy (campeón mundial de 2005) y Guillermo Rigondeaux quisieron abandonar la delegación cubana durante los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, en 2007, pero el intento falló y fueron devueltos a Cuba.  

Un año después, logró salir en una lancha rápida hacia México y después viajaría a Alemania, antes de terminar en Estados Unidos. El precio era alto, pues detrás quedaban sus hijos, su madre y sus amigos.  

“Me fui en una lancha rápida, me metí 12 horas en el mar, esperando entrar a Cancún de noche, fueron 12 horas en un día bastante malo, día de tormenta, el tiempo estaba malo y el mar se puso malo. Éramos, aparte de mí, como 25 personas entre mujeres, hombres y niños, mujeres embarazadas. No tuve miedo, para hacer eso tuve que darme mis buenos tragos para hacer eso, yo creo que conciente no hubiese hecho eso, ya cuando iba a mitad de camino caí en cuenta dónde estaba yo”, contó en 2014, antes de una recordada pelea contra Canelo Álvarez, que muchos le vieron ganar.  

Por años, el boxeador cubano permaneció alejado de su familia hasta que, en 2019, pudo regresar a Cuba por primera vez desde su salida. Aquella sería otra prueba más para el pugilista.  

“En 2019 pude ir a Cuba, ver a mis hijos, mi familia, a mi barrio, donde yo corría descalzo, donde yo brincaba corriendo por todos los techos”, contó a Jad El Reda, editor de deportes en el diario Los Ángeles Times.  

“Te voy a decir la verdad, tuve mucho miedo porque era la primera vez que había ido y como que regresé y no es lo mismo que este país, que aquí no te hacen nada y allá tú sabes que es muy diferente. Entonces tuve mucho miedo los primeros días. Me fui relajando, fui por tres semanas y fui tomando confianza con mi familia. Solamente estaba con la familia”, recordó Lara.  

Fue entonces que vivió uno de esos momentos emotivos que te marcan para siempre.  

“Mi mamá me vio, me abrazó, empezó a llorar, eran muchos años. Ella dijo que pensaba que se iba a morir sin verme. Nunca esperamos que yo pudiera ir a Cuba de nuevo. Gracias a Dios se dio la oportunidad”, contó.  

Erislandy Lara sobrepasó las dificultades para reafirmarse con un campeón del boxeo cubano, una de las figuras obligadas cuando se habla de una diáspora pugilística que ha elevado el nombre de este deporte a nivel mundial en el profesionalismo. 

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Imagen cortesía de Erislandy Lara

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