Germán Mesa es considerado por muchos el shortstop más espectacular que ha pasado por el béisbol cubano y que sentó época alrededor del segundo cojín junto a su gran amigo Juan Padilla. Símbolo indiscutido del equipo Industriales, a quien además guió a obtener el título de campeón como manager por última ocasión en el año 2010, también presume de haber llevado a los Gigantes de Rivas a dos títulos de liga en Nicaragua y a una Serie Latinoamericana.

En entrevista con Play Off Magazine, pone a consideración de los lectores detalles de su vida deportiva e intima.

¿Cómo fueron esos primeros años en la Serie Nacional?

Mi vida siempre fue un reto desde que era niño y en especial en lo referente al béisbol. Abandoné su práctica varias veces para dedicarme a otros deportes como el karate, el ciclismo o la gimnasia. Pero mi padre y algunos entrenadores buenos que tuve nunca me dejaron caer y me enseñaron a imponerme ante la adversidad.

Cuando llegué a Metropolitanos seguí teniendo problemas para jugar, pues Pedro Chávez casi no me ponía. Poco a poco me impuse a base de buen rendimiento hasta que no les dejé otra opción. Después me querían pasar a Industriales donde estaba Rolando Verde en mi posición y Chávez dirigía.

Me negué y les dije que había resuelto irme a estudiar derecho o psicología y me había decidido a dejar el béisbol, así que optaron por dejarme tranquilo en los Metros.

Seguí jugando hasta que en 1987 era evidente que yo era el número uno de la posición en La Habana. Por tanto, les propuse el cambio de equipo, pues ya me sentía listo.

Exbeisbolista cubano Germán Mesa
Germán Mesa es considerado por muchos el shortstop más espectacular que ha pasado por el béisbol cubano. Foto: Gabriel García Galano

Coméntenos acerca de su relación con Rey Ordoñez  

Siempre nos llevamos muy bien. Él jugaba con Metropolitanos y la Comisión Provincial quiso pasarlo para Industriales. Ordóñez no quería porque se imaginaba que no iba a jugar conmigo en el equipo y trató de impedirlo, sin mucho éxito. Un día entrenamos en una playa cerca de Varadero y noté que estaba con los ánimos por los suelos.  Lo llamé y le dije que no se preocupara por mí, que él iba a jugar de todas maneras.

Ni con él, ni con ninguno tuve jamás la malicia de verlos como unos contrincantes. A Rey yo siempre lo apoyé y lo hice sentir seguro, pues siempre lo vi como un compañero de equipo y un muchacho joven muy talentoso al que tenía que ayudar. Esa es la razón por la cual cada vez que le preguntan por mí, él habla maravillas.

Los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 significaron una gran derrota. ¿Qué sentiste?

De Sídney siempre me resulta muy curioso como los aficionados que se me acercan hacen énfasis en la labor de Ben Sheets, el cual sin dudas era un buen lanzador porque nos ganó. Pero en nuestras carreras habíamos enfrentado lanzadores mucho más difíciles que él, como Hideo Nomo. Puedo asegurar que esa final la perdimos nosotros, incluso antes de salir al terreno.

En el mitin, la dirección nos comunicó que no iba a abrir José Ibar como lo estaba esperando Cuba entera, incluyéndonos a nosotros. Ibar, estaba en su mejor momento y en la primera fase los norteños no le habían visto pasar su Knuckleball.

Regresando a la reunión, el manager Servio Borges nos dijo que iba a abrir Contreras, que había lanzado la semifinal. Todos nos sorprendimos, hasta que el entrenador que tenía al lado le corrigió que era Pedro Luis Lazo. Borges textualmente dijo: “Ah, ese mismo. A los americanos les ganamos con cualquier pitcher”.

Yo creo en las energías y después de escuchar eso sentí como bajó a nivel general en el equipo. Además de que poner a Lazo era un soberano disparate, porque este tenía problemas en el brazo y no había trabajado en todo el torneo. Nunca nos recuperamos de ese choque psicológico inicial en el mitin.

Ahora le toca el turno a la gran victoria, Campeonato Mundial de China Taipei en 2001, la última vez que vistió la camisa de las cuatro letras. ¿Cómo fue para usted ese torneo?

Fue una muestra más de todo lo que tuve que luchar para imponerme en el béisbol. Resulta que un ex compañero nuestro que se encontraba en la dirección en ese momento, empezó a hacernos campaña a los que habíamos jugado con él. En mi caso personal fue con el tema de que Eduardo Paret, con el cual siempre he tenido las mejores relaciones y al cual apoyé desde el banco, tenía que jugar por encima de mí, y así pasó.

Desafortunadamente a Paret no le salieron las cosas bien. Mi mayor satisfacción es que pude rendir mucho y hacer callar a todas esas personas que trataron de destruirme diciendo que yo no bateaba.

Al bate me tocaron los momentos más difíciles para Cuba en el torneo, empujé las carreras de empate contra Dominicana y Japón respectivamente; conecté el hit de oro en la final contra los Estados Unidos, turno en el cual yo me decía a mi mismo que no podía fallar porque si no me moriría de vergüenza a la hora de regresar a Cuba.

¿Tuviste alguna polémica con los anotadores oficiales de los partidos?

Ellos fueron muy injustos conmigo. Teorizaban que yo era capaz de desplazarme 4 o 5 metros y me anotaban error en conexiones que para el resto hubieran anotado hit aunque solo se hubieran desplazado dos metros. Un día me acerqué a reclamarle a uno y me respondió muy tranquilo que yo tenía “demasiado alcance».

También me pusieron muchos errores en tiro injustos, ya que el error debe ser algo imposible de fildear y si te fijas en los videos verás que las primeras bases muchas veces no aplicaban la técnica correctamente y dejaban ir bolas que eran fáciles de capturar.

Otra cosa era que los anotadores en las provincias eran sumamente localistas y todos defendían a su pelotero, en especial a los que eran competencia directa en mi posición. Para colmo los de aquí de La Habana creían que era demasiado bueno, o sea, estaba rodeado por todas partes. Pero cuando me toco ser director, ellos tenían que venir a buscar las alineaciones y tuve la oportunidad de decírselos a todos en la cara.

A usted lo retiraron sorpresivamente en el año 2002 junto a otras grandes figuras del béisbol cubano. ¿Cómo se sintió?

Estaba en mi casa y entró una llamada telefónica en la cual me citaban a las 9 A.M. en la Ciudad Deportiva. Yo pensé para mis adentros “Qué habré hecho ahora”, porque no me pasaba por la cabeza que fuera con ese motivo. Una vez llegué me encontré con Omar Linares y le pregunte qué hacía allí, el me respondió que no tenía idea del porqué lo habían citado. Después llegaron Luis Ulacia, Antonio Pacheco y Orestes Kindelán por ese orden, todos en las mismas condiciones que nosotros, preguntándose si habíamos hecho algo malo.

Una vez entramos, el presidente del Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación (INDER), Humberto Rodríguez, nos comunicó que habían decidido prescindir de nuestros servicios para la selección nacional y que si queríamos seguir jugando en la Serie Nacional podíamos hacerlo. Además, nos recomendó que ni siquiera jugáramos aquí y que nos fuéramos a jugar a Japón o a Italia. Fue así de sencillo.

Con respecto a la otra pregunta te digo categóricamente que sí podía haber continuado jugando algunos años más. Siento que me quedaron algunas cosas que hacer en el béisbol y no pude. No obstante me fui satisfecho con mi trabajo, sin caer en complacencias. Eso sí: me hubiera gustado que hubiese sido una decisión propia mía y que no hubiera salido de un grupo de personas sentadas en una oficina.

Exbeisbolista cubano Germán Mesa
Germán Mesa es considerado por muchos el shortstop más espectacular que ha pasado por el béisbol cubano. Foto: Gabriel García Galano

Nárrenos sus tres años como director al frente de los Industriales…

Yo estaba en Panamá trabajando con los Indios de Aragua y recibí la llamada de los dirigentes del partido de la ciudad diciéndome que era necesario que trabajara con el equipo. Sin dudarlo di el paso porque mi equipo de toda la vida estaba por encima de todo, rompí mi contrato y comencé a trabajar.

Recibí un gran grupo de jugadores, algunos de los cuales habían sido mis compañeros. Desde el inicio apliqué una de mis principales características como ser humano, la disciplina, porque noté que el equipo estaba carente de ella así como de organización. También debí hacer frente al fenómeno migratorio, pues en esos tres años perdí a 23 peloteros.

El primer año me dediqué a organizar el grupo y sentar una base con la cual trabajar. Les inculqué la responsabilidad y el respeto para con la afición que conlleva el ser pelotero de la Serie Nacional. Mi régimen no era tan extremo como lo pintan muchas personas, simplemente había que respetar los horarios y los entrenamientos. A pesar de no lograr clasificar a la postemporada a causa de las constantes bajas, pude formar un equipo gracias a los muchachos que tenía en la liga de desarrollo, sumados a la base habitual. Esto fue fundamental para conquistar el título en la siguiente temporada.

Después de ser campeones, el grupo se rompió totalmente. Los muchachos que habían sido claves a la hora de ganar continuaron abandonando el país y los que quedamos fuimos incapaces de clasificar. Además no tuvimos el suficiente apoyo por parte del Gobierno de La Habana de aquel entonces, los cuales no nos dieron el soporte necesario a pesar de que habíamos ganado el campeonato.

Ahondemos un poco más en la historia de ese mítico campeonato del año 2010

Yo describiría ese campeonato como una sucesión de momentos mágicos, que llegaron uno tras otro. Como el jonrón de Serguei Pérez a Pinar del Río, el de Stayler con bases llenas a Hinojosa, unos play off en los cuales nunca fuimos favoritos que comenzaron con el incidente en Sancti Spíritus que terminó de redondear la unión del equipo y el grand slam de Rudy ante Ismel Jiménez para  sepultar definitivamente a los Gallos, más toda la atmósfera vivida en la final ante Villa Clara.

En ese último partido cualquier equipo se hubiera derrumbado anímicamente con el jonrón de Yandi Canto, pero nosotros no y de ahí devino todo lo demás como el relevo de Joan Socarrás y las conexiones claves de Stayler y Raiko Olivares, sucesivamente.

Dicen que hay una imagen de La Rampa vacía a la hora del partido y los aficionados aún me paran por la calle para contarme como lo vivieron. El recibimiento en La Habana al día siguiente fue algo descomunal, imposible de describir.

¿Volverías a dirigir en Cuba?

Con la situación actual de nuestro béisbol y por mi experiencia previa aquí, eso sería muy difícil. Dirigí Industriales porque me lo pidieron, nunca tuve intenciones de hacerlo. Además de que el contexto actual es demasiado adverso y me desmotiva mucho cuando pienso en regresar. Para cambiar mi postura tendrían que mejorar muchas cosas a la hora de asumir el béisbol y sobre todo apoyarme a mí y al equipo en general.

Lleva varios años trabajando fundamentalmente en Nicaragua ¿Podría explicarnos como fusiona el béisbol profesional a nivel estructural?

Ellos tienen muy bien estructuradas las jerarquías de los equipos. En primer lugar está el Presidente o dueño, después está el Gerente General y después el Manager. Entre los dos primeros conforman el team y el cuerpo de dirección, porque el primero aporta el dinero y el segundo lo gestiona. Una vez conformado se lo entregan al Manager para que lo dirija. Esa cadena de mando es inviolable y no existen cosas tales como el amiguismo, usted realiza su trabajo y se preocupa porque salga bien y eso es todo.

En lo personal me siento cómodo con esa estructura y me gustaría que podamos aplicarla en nuestro país algún día, pues para mí el principal problema de Cuba es la falta organización y disciplina. Si adoptamos esta concepción profesional del deporte nos ayudaría muchísimo a obtener los resultados que tanto anhelamos.

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Imagen cortesía de Gabriel García Galano
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