Entrevistar a Félix Julio Alfonso es como enfrentarse a un pitcher que entiende bien el juego, y marca su tempo con oficio y recursos. Años consagrado a estudiar el béisbol lo dotaron de un control fenomenal, y pone sus respuestas exactamente donde quiere: a veces llegan cortantes y al centro, o describen un arco que embelesa hasta caer en zona, y cuando menos lo esperas, te descoloca con un cambio de velocidad…

Casi todos los cubanos lo conocen como el panelista joven de Escriba y Lea, pese a su sólida trayectoria como investigador de la cultura nacional, capaz de cosechar frutos en el páramo que son los estudios académicos sobre deporte en Cuba, terreno fèrtil pero abandonado a su suerte por quienes lo consideran, paradójicamente, un campo menor. Una tragedia familiar lo alejó del estadio, pero una mudanza lo acercó años después al cuartel general del equipo Villa Clara.

Discrepa de su nombre y su iconografía, pero disfruta sentarse en sus gradas a ver el partido,“bañándose de pueblo”, como le dijera un día alguien que lo reconoció no como la figura pública, si no como un aficionado más. Por su fehaciente defensa del béisbol, por luchar contra la desidia alrededor de algo tan medular como la música o la literatura, y porque solo encarando a un gran pitcher se prueba el buen bateador, Play Off conversa con Félix Julio Alfonso sobre esa santísima trinidad que forman pelota, cultura y nación. Para convertir el páramo en paisaje…

PlayOff: ¿Alguna vez jugaste pelota?

Félix Julio: En mi niñez, por los años 70’, no había mayor placer para los mataperros que coger un guante y una pelota y ponerse a jugar en cualquier placer. Mi familia vivía en las afueras de Santa Clara, y un grupo de muchachos pasábamos los fines de semana jugando pelota en una sábana que había frente a la casa. Yo no era de los mejores, por mi debilidad visual, pero jugaba porque tenía el bate, el guante y la pelota. De esa etapa guardo recuerdos maravillosos y algunos amargos. En la finca de mi tío conocí además a estrellas como Lázaro Perez, o el entonces juvenil Eddy Rojas.

Dr. Félix Julio Alfonso
FOTO: Hansel Leyva

PO: ¿Cuándo comienzas a acercarte académicamente al béisbol?

FJ: Con el descubrimiento en 1999 de La Gloria de Cuba, ese gran libro del saguero Roberto González Echevarría, un profesor de Yale que demostró que el béisbol era un elemento fundamental de las corrientes culturales del Siglo XIX, como el baile o la literatura. No se trataba de un libro menor u otro ensayo más, si no de un monumento de la cultura cubana que, lamentablemente, solo unos pocos iniciados conocen en Cuba. Contacté con Roberto, y con su apoyo me adentré en un ámbito que en la Academia algunos consideran trivial, del cual no vale la pena ocuparse.

Eso explica el enorme subdesarrollo de los estudios culturales sobre deporte en Cuba. Es paradójico que un país como este, donde hubo una gigantesca inversión estatal para desarrollar el deporte, no tenga una zona de estudios que incluya la antropología, historia cultural o filosofía del deporte, campos abiertos en la agenda internacional, incluso en América Latina. Yo enseño historia de la cultura cubana, y el béisbol me interesa como elemento constitutivo de esa cultura. Creer que lo estudio porque me gusta jugar a la pelota, es como creer que alguien se acerca a la historia del azúcar porque le gusta cortar caña. A mi me interesa desentrañar las claves del béisbol que tributan al proceso de gestación de la cultura nacional, y forman una narrativa socio-cultural en la que estamos insertamos, a veces inconscientemente.

PO: Sin embargo, es conocida la pasión de muchos intelectuales por la pelota…

FJ: Figuras como Guillén, Carpentier o Lezama fueron apasionados del deporte, y le dedicaron no solo poemas, si no crónicas concienzudas. El gran poema Pío Tai, de Roberto Fernández Retamar, explora las analogías entre deporte y cultura. Sin embargo, aunque abundan los cuentos sobre béisbol, compilados en el volumen Escribas en el Estadio, no existe una novela cubana sobre el deporte nacional. El cine también tiene un deuda gigantesca, con apenas 3 filmes.

En la música hubo momentos de auge, con un corpus importante en la etapa republicana, pero recientemente tienen una connotación más propagandística y menos inclinado a la cultura. Pero como dije, el asunto es peor en el ámbito académico. De hecho, los estudiosos actuales no suelen ser historiadores, si no periodistas.

Por ejemplo, Darylis Reyes le ha dedicado su tesis de maestría al club Elefantes de Cienfuegos, estudiándolo desde una perspectiva cultural y antropológica. Así tendremos una visión más completa de cómo un equipo del interior representaba un elemento de cohesión y orgullo, que no tuvieron los Leopardos de Santa Clara, por ejemplo.

PO: ¿Por qué fracasó el Salón de la Fama del Béisbol en Cuba?

FJ: El Salón fue un esfuerzo de una nobleza y altruismo enorme, emprendido por un grupo de personas de la sociedad civil que no buscábamos una fama o prestigio que ya teníamos, si no rescatar un fragmento importante de nuestra historia. El Salón era parte de un sueño mayor, que incluía un museo que, amén de guardar piezas puntuales, diera una imagen integral de qué es el béisbol.

Para ello pedimos el antiguo Vedado Tennis Club, donde abrir una salita de cine o una tienda, y que incluso tenía un terreno anexo donde jugar pelota o impartir clínicas. Sin embargo, el proyecto chocó con la desidia de las autoridades deportivas llamadas a materializarlo. Tras dos votaciones, el grupo fundador firmó una carta de renuncia, en desacuerdo con los procedimientos con que los organismos oficiales llevaron el asunto, desperdiciando una magnífica oportunidad de sensibilizar a esa parte de la población que se ha desentendido de la tradición beisbolera.

Es preocupante cómo se ha desnacionalizado el béisbol en pro de una globalización del fútbol inducida por los medios. Ahora mismo, las Grandes Ligas definiéndose, y la televisión transmitiendo deportes insólitos y desconocidos para el cubano. La oferta de Tele Rebelde en su parrilla, con excepcion del fútbol, es deplorable.

PO: En este contexto… ¿cómo anda el periodismo deportivo?

FJ: El periodismo es un género literario, un arte que implica una sensibilidad y un goce estético diferente de la manera chata y a veces pedestre en que se hace la crónica deportiva en Cuba, poco elaborada e influida por la inmediatez. Para escribir de deportes no basta que te guste o lo conozcas, también hace falta buena pluma, cultura, referentes, belleza y capacidad crítica. Cualquier iletrado da un resultado, pero narrar, opinar e incluso especular exige inteligencia, y entender al deporte como un fenómeno socio-cultural. Pero encontrar ese justo equilibrio entre periodismo, arte y cultura, entre la apología y la crítica desmedida, es una (otra) gran deuda con el béisbol cubano.