“Es duro que te digan que tienes que ser sometido a una intervención así. Nadie está preparado para eso”, cuenta Frank Herrera sobre la lesión que lo obligó a pasar por el quirófano y empezar un camino de recuperación que lo mantuvo alejado, por tanto tiempo, del béisbol cubano.

Había agotado todas las posibilidades de tratamiento, de fisioterapias. El ligamento de su brazo derecho no aguantó más y hubo que acudir a la cirugía Tommy John, la única solución que le quedaba si quería continuar con su carrera deportiva.

“Siempre hay miedo”, dice ahora, pero con confianza de que todo lo que vendrá será mejor, que no habrán recaídas, aunque las posibilidades están latentes.

El tiempo lejos del terreno, mientras tenía la férula y se recuperaba de la Tommy John, le permitió estudiar y hasta adquirió destrezas con la mano izquierda para poder escribir, en lo que su brazo volvía a ser el de antes.

Así fue como Frank Herrera regresó de su calvario para volver a pisar la lomita y lanzar con los Industriales, en la pelota cubana.

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Imagen cortesía de Boris Luis Cabrera