Aupado por su público, el equipo Granma completó la remontada, derrotó a Matanzas en el séptimo juego y mantuvo la corona de la pelota cubana.
Los Alazanes se coronaron monarcas por segundo año consecutivo, ante su público, colgados del brazo del zurdo Leandro Martínez con un gran trabajo, y contaron también con un jonrón de Guillermo Avilés.
La figura cimera de este séptimo juego fue el serpentinero veterano, quien lanzó una pelota soberbia de siete entradas y un tercio, en las cuales maniató a los Cocodrilos y no les permitió ningún tipo de libertades.
Los Alazanes lograron lo que parecía difícil, venir de abajo y ganar el sexto y séptimo choques de la gran final, ante un público que siempre creyó en la hazaña, pese a que Matanzas necesitaba solo un triunfo.
Con la victoria, Granma se reafirma como el equipo más estable y ganador de los últimos años, y se ha convertido en un conjunto acostumbrado a ganar, con un director que hace crecer su palmarés.
Con Carlos Martí, Granma obtiene de esta forma su cuarto título nacional, ya que ganó de forma consecutiva en las series 56 y 57 y repitió en la 60 y 61.
El conjunto granmense puede alardear de tener una «dinastía», pues cuatro coronas en las últimas seis series es un resultado al alcance de pocos conjuntos y muestra su estabilidad y capacidad ganadora.
Del lado perdedor, Matanzas demostró que también es uno de los mejores conjuntos de los últimos tiempos, pues nuevamente llegaron a discutir la final de la pelota cubana y quedaron a un paso de otra corona.
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