En su tiempo de gloria, cuando era el portero de la selección cubana de fútbol, equipos importantes de la época como Olympique de Marsella y Fiorentina se interesaron por Fernando Griñán, uno de los grandes guardametas que ha dado la isla. Sin embargo, siempre se “frustraban” los posibles contratos por parte de las autoridades deportivas.

Aquel niño que empezó en el deporte por entretenimiento se convirtió, con los años, en una referencia en la portería del equipo nacional de la isla, hasta que decidió no regresar al país, algo que le costaría un castigo de ochos años lejos de su familiar.

Fernando Griñán vivió durante muchos años en Costa Rica, país en el cual abandonó la selección. Más tarde, se radicaría en Estados Unidos, en donde vive actualmente.

El exportero recuerda, muy bien, la historia de una “generación olvidada” del fútbol cubano de la cual fue protagonista. También, de aquella vez en la cual se le frustró el contrato con la Fiorentina.

¿Cómo recuerda su infancia Fernando Griñán?

Mi infancia trascurrió en el reparto Camilo Cienfuegos, del municipio Habana del Este. Practiqué varios deportes antes del fútbol. Mi familia siempre fue muy unida, vivía con mis padres y mis hermanos. Mi barrio era muy tranquilo, allí todos nos conocemos.

¿Cómo llegas al fútbol? ¿Por qué ser portero?

Yo empecé solo por entretenimiento y le debo agradecer a Rogelio Serrano, quien impulsó el fútbol en el reparto. Yo vivía en un edificio muy alto, el número 42, y era tan pequeño que ni siquiera alcanzaba al balcón, pero sentía los gritos de los muchachos. Tengo que agradecerle también mucho a Gaspar Velozo que fue mi primer entrenador, pues un día fuimos al Liceo de Regla a jugar y no había portero y él me colocó allí y desde ese día, no me pude despegar de esa posición. Más tarde, me captaron para EIDE. Después, transité por toda la pirámide deportiva cubana.

Exfutbolista cubano Fernando Griñán
Fernando Griñán

¿Cómo fue el apoyo de tu familia en esos años? ¿Cuándo te das cuenta de que podías tener futuro realmente en el fútbol?

Para entender ciertas cosas, hay que saber cómo se vivía en Cuba en aquellos años. Mi padre me daba 20 centavos para la guagua, para que fuera a entrenar. Mis padres me apoyaban, pero no iban a los juegos. Siempre vivieron orgullosos de mí. Antes, no teníamos tantas carencias como ahora, ellos no tuvieron que invertir mucho en mí, pues con poco dinero yo resolvía lo básico. Mi generación se crio y se hizo persona en la calle. Hoy la realidad de Cuba es muy distinta, el verdadero Período Especial se está pasando ahora.

Me tomé más en serio el fútbol en 1980, cuando fuimos campeones juveniles y me llaman al equipo mayor de Ciudad de La Habana: en ese momento, tomé conciencia de dónde estaba en realidad. Ver a jugadores como Francisco Fariñas, Luis Manuel Sánchez y Carlos Loredo, entre otros, fue espectacular, aunque yo me quedé en la reserva. Pero, fue fundamental para darme cuenta de que tenía talento para el fútbol.

Tras destacar en el campeonato nacional, te llegó la oportunidad de integrar la selección con importantes resultados. Incluso, fuiste campeón Centroamericano en 1986, pero tu presencia estuvo condicionada con el retiro de tu ídolo. ¿Qué pasó realmente?

Entro a la selección nacional después de 1983 y poco a poco fui ganándome el puesto hasta convertirme en jugador regular. Durante 1985 era el titular en la portería, pero en una gira antes de los Juegos Centroamericanos me lesioné y sabía que no podía jugar el torneo, pero, para mi sorpresa, el entrenador Roberto Hernández me incluyó en el equipo. Aunque era portero, mi ídolo siempre fue Andrés Roldán, quien como yo estaba lesionado. El entrenador me llevó a mí y dejó a Roldán fuera del equipo. Me dolió mucho porque se puede decir que fui el causante del retiro de uno de mis ídolos. El entrenador había tenido sus diferencias con él y lo dejó fuera.

Tuviste la suerte de coincidir con varias generaciones en el fútbol cubano, la llamada generación histórica de las décadas de 1970-1980 y también, con la etapa de los 1990. Pero, ¿por qué se mantiene olvidada tu generación hoy en día?

Me has tocado un punto doloroso en vida. Para mí, hay tres jugadores que han sido los más grande que ha dado Cuba: Jorge Rafael Massó, Ramón Núñez y Andrés Roldán.

¿Y Regino Delgado?

Hay quien dice que Regino fue mejor, pero yo jugué con todos y los conocí bien. A Regino lo colocaría junto con Francisco Fariñas por detrás de ellos. Según pienso, el fútbol es de goles, Regino era una gran persona y un gran jugador, pero muy defensivo, aunque era muy completo.

Pero, volvamos al “olvido y ruptura” de mi generación, la generación olvidada del fútbol cubano, algo que llevaré como un puñal en el pecho. En el año 1987, cambian de Comisionado Nacional de Fútbol en Cuba y entra José Francisco Reynoso en sustitución de Héctor Inguaso. Eso fue, en mi criterio, lo peor que le sucedió al fútbol cubano. Con la llegada de Reynoso hay un antes y un después.

Primero, quiero reconocer su calidad como jugador, pues fue un gran portero. Fue campeón centroamericano en varias ocasiones y de los mejores jugadores del país, pero como directivo, su presencia hizo más daño al fútbol cubano de lo que aportó. Por ejemplo, retiró a muchos jugadores como Ramón Núñez y Dagoberto Lara, entre otros, jugadores que habían jugado con él. Era alguien muy prepotente, se hizo un culto alrededor de su persona y había que rendirle pleitesía. Él fue el de la idea de sacar el fútbol de los terrenos de pelota. Cuando jugábamos en los estadios de béisbol, el fútbol se llenaba y después, los estadios en que nos tocó jugar estaban en muy malas condiciones.

De todas sus decisiones, hubo una que acabó con una generación y el sueño de muchos futbolistas y personas. En el año 1987, retiró al equipo de 1986, no tuvo visión para que el grupo continuara y fuera el que participara en las eliminatorias para el mundial de 1990. Al desintegrar al equipo, en las eliminatorias, quedamos eliminados en la primera ronda. Fue muy duro aceptar aquello, no llegábamos a 24 años y optó por retirar a muchos veteranos que iban a ayudar a los jóvenes.

En esa etapa es cuando la FIFA hace los cambios de edad. Para los Juegos Centroamericanos se llevarían jugadores sub-21, a los Juegos Panamericano sub-22 y los Juegos Olímpicos sub-23. Mi generación de 23 años no cayó en ninguna categoría y, por tanto, nos perdimos, por eso es que en la historia se da un salto de las generaciones de los años 1980 a la de 1990 sin conocer lo que pasó realmente. Muchos jugadores quedamos fuera de categoría y sin posibilidad de jugar realmente en competencias.

Además de tu vida en el fútbol, tenías responsabilidades en casa. ¿Cómo sobrevivías en aquella etapa? ¿Te daba para vivir con el salario que recibías?

Muchas personas piensan que éramos amateurs, pero no, en Cuba nunca existió el deporte amateur, nosotros éramos profesionales porque nos dedicábamos solo a la práctica del deporte y percibíamos un salario por jugar fútbol, aunque no nos daba para mucho. Yo cobraba como Licenciado en Cultura en Física, estaba emplantillado en el Combinado Deportivo Fe del Valle, pero allí solo iba a cobrar. Cuando no estaba en la selección, iba a ayudar por el amor al fútbol.

Nuestro mayor escape económico era en los viajes con la selección, solamente no salíamos a jugar fútbol, salíamos a hacer negocios también. Con la selección solo cobrábamos 10 dólares al día, muchas veces nos quedábamos sin comer para poder guardar el dinero. Nosotros sobrevivíamos gracias al contrabando y al invento. En ese tiempo, las tiendas de extranjeros eran prohibidas para los cubanos, los deportistas teníamos un carnet y con eso podíamos entrar a esas tiendas. Había personas que tenían dólares en la calle y no podían entrar, como nosotros si podíamos, les cobrábamos una comisión y les comprábamos las cosas a ellos. En los viajes, llevábamos 15 o 20 cajas de tabaco para venderlas: era una manera de tener dinero y llevarlo para Cuba.

¿Cómo recuerda Fernando Griñán esa etapa del Período Especial?    

Es cierto que jugábamos bajo condiciones duras, pero allí no se suspendían campeonatos. Nos albergábamos en Mulgoba, pero teníamos alimentación, los más duro era el trasporte, pues viajábamos en guaguas Girón. En aquel momento, el pueblo sí pasaba mucho trabajo, pero los deportistas teníamos lo mínimo para jugar, en ocasiones muy poco, pero se trataba de buscar alternativas. Según me comenta mi familia y pude ver, ahora es que en Cuba se está viviendo el real Período Especial, con problemas en todas las esferas del país.

En el año 1992 tuviste tu gran torneo, La Copa Shell. ¿Qué vivencias rememoras de aquellos años?

La Copa Shell fue un torneo muy importante para mí, allí se dieron cita jugadores como el trinitario Darwin York del Manchester United, un jugador francés conocido como Latapitte y otras estrellas. En ese evento torneo quedé MVP y allí no me anotaron ningún gol, el equipo quedó en cuarto lugar, pero ante rivales muy fuertes. Mi actuación nunca se supo porque Reynoso se encargó de opacar mi trabajo y no lo puso en la radio ni la prensa, pero tengo el trofeo en mi casa.

En los años 90 se viajaba mucho, siempre recibíamos invitaciones, como de Italia, a donde fuimos varias veces. En 1990, por ejemplo, jugamos contra varios clubes de allí y presenciamos juegos del mundial. En otra oportunidad, jugamos contra la Fiorentina, con jugadores como Rui Costa, Fernando Coito y Batistuta que, aunque estaba en la nómina, no jugó porque acababa de llegar del Copa América. En el juego tuve un gran partido y me querían en la Fiorentina, pero por la política de Cuba no me dejaron.

Sin ser veterano para la posición que desempeñabas, hubo un proceso de ruptura entre la selección nacional y tu persona. ¿Por qué decides abandonar la selección nacional en Costa Rica?

Desde de 1995, tenía mis problemas con la selección. Tuve un juego contra Costa Rica en el que me anotaron un gol bastante dudoso y se comentó que ya estaba viejo y desde entonces me dejaron a un lado. También es cierto que Odelín Molina venía muy bien, con gran perspectiva. Más que todo, fui víctima de un relajamiento del sistema amateur cubano, allí toqué un techo y al no poder superarme más, me confié.  Yo perdí protagonismo en la selección, pero aún me sentía bien, incluso como el portero titular.

La verdad nunca tuve idea de quedarme, pero, me fijé en la vida de personalidades del fútbol cubano como Andrés Roldán y Dagoberto Lara, vi que no la estaban pasando bien y no quería eso para mí. La decisión de quedarme nunca la comentéé porque uno no sabe quién te podía delatar. La situación en Cuba estaba muy difícil, la vida estaba muy dura, yo tenía un niño pequeño y quería darle lo mejor a él. Fui a varios países y eso me fue abriendo la mente.

¿Qué hiciste tras quedarte en Costa Rica? ¿Cómo fue esa adaptación?

Tras quedarme, intenté jugar al fútbol, hice pruebas en el club Carmen y me querían, pero no me contrataron porque la AFC no quiso darme el transfer. El caso se llevó a FIFA y allí dijeron que la negociación debía ser entre Cuba y el club. En Cuba, pidieron primero cien mil dólares. Los directivos del club viajaron allá y llevaron el dinero, pero de un momento a otro, cambiaron a ciento cincuenta mil. El club llevó el dinero, pero no lo quisieron. Al final, el club desistió porque se dieron cuenta de que solo querían joderme y no dejarme jugar.

Al no poder jugar, me dediqué a dirigir en equipos de Segunda División y la Liga Universitaria. Estuve siete años en Costa Rica vinculado al fútbol, la verdad fue difícil, pero tenía claro que era la única manera de ayudar a mi familia. Posteriormente, viajé a Estados Unidos.

¿Te arrepientes de haber tomado esa decisión de abandonar la selección?

No me arrepiento de haber tomado esa decisión, pero si tuviese que arrepentirme de algo, sería de no haberla tomado antes, cuando tenía 20 o 21 años. En la vida todo tiene su tiempo, pero ojalá hubiese llegado aquí antes.

La adaptación a Estados Unidos no fue difícil, ya yo venía de un país capitalista y se cómo se vive. Primero radiqué en Miami, trabajaba en lo que fuera. Empecé en una fábrica de hacer pinturas de barcos y me fui adaptando. Tras pasar un tiempo, cambié de ciudad y en la actualidad tengo dos trabajos: en la mañana, en una escuela como profesor de Educación Física y en la tarde, como entrenador de porteros en el club San Antonio FC. La verdad no puedo estar lejos del fútbol, es algo que llevó en la sangre.

En Cuba no me vi futuro y por eso salí del país. Mis ideas políticas cambiaron al salir de Cuba. En la actualidad soy Patria y Vida porque me di cuenta del atraso: el sistema cubano ha condicionado la vida de las personas a lo largo de todos estos años.

Yo estuve 8 largos años sin ir a Cuba. En Costa Rica me dijeron que estaba en lista negra y que no podía entrar porque no me dieron el pasaporte. El regreso fue muy duro, yo pude sacar a uno de mis hijos para Costa Rica, pero dejé uno de 5 meses y cuando ya regresé tenía 8 años y estaba muy grande. No pude ir al funeral de mi abuela, fueron cosas muy fuertes. En cuanto fui, lo primero que hice fue ir a la Liga de Veteranos y allí fue muy emotivo el reencuentro con mis compañeros de equipo.

En tu tiempo de jugador activo tuviste algunas ofertas de jugar en el exterior. ¿Por qué no se concretaron?

Tuve muchas ofertas de pasillo en países de Centroamérica y en Italia, con la Fiorentina, pero la gran oferta mía fue del Olympique de Marsella, club del cual fueron personalmente a buscarme a La Habana. Los jugadores del equipo Ciudad Habana que estaban presentes no me dejaran mentir, estábamos en el estadio y me hicieron fotos, entrevistas y estaban muy interesados. Ellos me dijeron que el INDER ya había aceptado y que pronto me iba. De buenas a primeras se cayó todo, pero sí estuve muy cerca de firmar.

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Fernando Griñán fue alguien polémico, pero siempre habló con la verdad, algo que no era muy bien visto por los directivos del fútbol en Cuba. ¿Tuviste problemas con algunos de ellos?   

Es cierto que fui alguien polémico dentro del fútbol cubano, es cierto que tuve diferencias y problemas con directivos y jugadores, pero quien me conoce sabe que soy amigo y alguien humilde. Con los directivos tuve muchas diferencias porque había cosas que no entendía.

Una vez, en Cienfuegos, me castigaron por intento de agresión. En un juego le sacaron tarjeta amarilla a Máximo Iznaga por hacer tiempo y en el minuto 90 exacto el árbitro terminó el juego sin dar minutos de descuento. En ese momento me le enfrenté al árbitro, pero no pasó nada. Aunque intervino la policía, jamás lo agredí, pero me acusaron por intento de agresión y pasé la noche en un calabozo. Por eso, me hicieron un juicio en Cienfuegos, fui a un juzgado y tuve un fiscal y un policía que me acusaban, también un abogado defensor que conocí minutos antes. Me trataron como un delincuente común, al final fui absuelto, pero pasé un mal rato. Los directivos me pusieron una sanción de 7 meses.

En ese tiempo, vino Boca Juniors a Cuba, la selección nacional estaba de viaje y me quitaron la sanción para poder jugar contra Boca. La verdad es que Reynoso quería destruirme y le salió mal, me dejó jugar porque pensó que Boca me iba a golear, pero di recital ese día y me felicitaron. Solo me quitaron la sanción para jugar contra Boca juniors.

Tras marcar una etapa en la portería de Cuba y conocer otros horizontes: ¿qué crees que debe cambiar para el fútbol cubano mejore?

Cuando el fútbol se vuelve profesional, Cuba se quedó atrás en el mundo. La llamada pirámide no funciona en la actualidad, lo que funcionaría serían clubes que juegan al año 30 o 40 juegos. Después de que la FIFA invirtió dinero realmente en el fútbol, Cuba no se supo adaptar al cambio, de hecho, una de sus políticas es que el estado no debe intervenir en los asuntos del deporte, pero parece que se hacen los de la vista gorda con Cuba. Hasta que el fútbol no se saque de la infraestructura política del país no se va a desarrollar.

¿Cuál ha sido su principal decepción en la vida o en el fútbol? 

Mi principal decepción fue el cambio y el abandono de la generación que pudo ir al mundial de 1990. Éramos una generación que mezclaba juventud y experiencia, pero los directivos se encargaron de destruirla. Pienso que era la generación que podía ir al mundial.

¿Cuáles has sido los mejores porteros de Cuba?

En el fútbol cubano cuando se habla de porteros hay un podio: José F. Reynoso, Hugo Madera y Eugenio Ruiz. En una segunda escala lo pueden organizar como quieran: Julio Blanco, Odelín Molina, Noel Argüelles, Máximo Iznaga y allí me incluiría yo. Creo que, aunque me quieran borrar, mi trayectoria fue fundamental en una etapa del fútbol cubano.

¿Eres feliz con la vida que llevas?

Claro que soy feliz, tengo un trabajo estable y la vida me sonríe en Estados Unidos. En este país encontré oportunidades que no tuve en Cuba. En la historia de mi vida llegar a Estados Unidos abarca un capítulo importante. En mi tiempo libre veo fútbol y me gusta mucho jugar tenis, llevó una vida tranquila y sobre todo, me siento libre.

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Imagen cortesía de Fernando Griñán
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