Marlon Yant, uno de los mejores jugadores del voleibol cubano, tiene una guía muy importante para lograr la excelencia deportiva en su madre, Grisel Herrera, una exjugadora de baloncesto que fue tres veces olímpica con el equipo nacional.
Yant es uno de los pilares del conjunto de la isla que pelea por la clasificación olímpica para regresar a este deporte a sus años de gloria. Parte de su éxito se lo debe a su madre.
“Desde chiquito, me gustaba el deporte, igual que el baloncesto, aunque nunca lo practiqué, pero sí me inspiró como atleta. Yo quería ser grande como ella y hasta superarla”, contó Yant en una entrevista a este medio.
Grisel Herrera fue de las protagonistas de su época con participación en tres Centrobasket, tres copas de Las Américas, dos Centroamericanos, dos Panamericanos, dos mundiales y los Juegos Olímpicos de Barcelona, Atlanta y Sídney. Tras su retiro, comenzó una carrera como entrenadora con resultados en Villa Clara.
“Tuve mi culpa en que él no fuera baloncestista. Traté de desviarlo del básquet. Primero, porque veía que las matrículas eran mayores en el vóley y eso favoreció. Además, tenía una ESPA Nacional. Marlon siempre fue un niño alto, jugó pelota en las provinciales pioneriles y el profesor de voleibol lo pidió prestado al de béisbol para que fuera a una competencia. A un mes de haberlo practicado, más o menos, lo vio el comisionado de voleibol, le preguntó si quería irse para la EIDE y él aceptó. Le aconsejé que debía ser serio y empezó en quinto grado”, recuerda Grisel.
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“Le gustaba más el baloncesto. A veces lo iba a ver al terreno y me decían que estaba con el entrenador practicando baloncesto, pero ya después fue cogiendo seriedad y empezó a tener éxitos en el deporte de la malla alta. Es un orgullo tener a un hijo con el talento de Marlon, aunque sufro cada derrota. Estoy contenta de sus resultados y de cómo ha crecido como atleta”, nos contó en diálogo con este medio.
“Es bueno que pueda jugar como profesional en la liga italiana y que tenga su vida garantizada económicamente. No obstante, eso tiene cosas que no me gustan mucho porque ven a los atletas como una mercancía y se habla de ellos como si fueran un objeto para hacer negocios; pero así es como se vive en el mundo y tenemos que adaptarnos y tomar lo bueno”, dice Grisel Herrera.
Los consejos de Grisel para Marlon siempre le han empujado a superarse, a no dejar de pelar cada día por ser mejor.
“He tratado de guiarlo, de que haga lo mejor, para que cogiera el buen camino. Yo me fui con él para Francia desde su primer contrato. Le aconsejo que se entregue y sacrifique diariamente; que no se conforme y busque un objetivo más adelante. Le digo que todavía es el hijo de Grisel, que cuando sea olímpico, cuando gane competencias, entonces puede decir que empieza a ser grande. Le falta mucho por aprender”, afirmó la exjugadora.
“Son constantes mis palabras para que no pierda la humildad, la modestia y que disfrute cada instante de juego. Marlon mide 2 metros y 5 cm, pero lo veo como mi niño. Le digo que tiene que ser hombre siempre en su comportamiento. Es muy controvertido, parece arrogante, pero no lo es. No habla mucho, aunque con sus amigos sí. Es alegre y se recupera de los desaires y eso me gusta”, contó.
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