Cuando decidió no volver a la isla y fugarse de una delegación en el extranjero, Joahnys Argilagos era una de las estrellas del boxeo cubano, con todo un futuro por delante en el amateurismo, pero sentía que estaba cansado del trato que recibía y que no tenía futuro en su país.

El “Pequeño Gigante” pasó momentos muy difíciles en los cuatro meses que estuvo en un centro de detención para migrantes tras cruzar la frontera de México hasta que finalmente, pudo salir y comenzar una vida en EEUU.

Ya más adaptado al boxeo profesional y trabajando con el maestro Pedro Roque, Joahnys Argilagos busca aumentar su expediente para intentar cumplir su deseo de ser campeón mundial y poner en alto el nombre de Cuba.

“Vienen cosas grandes, estamos con la vista larga. Quiero ser campeón mundial en tres divisiones, en 115, 118 y 122 libras, y estamos trabajando en base a eso”, afirmó en una entrevista con Boxeo Cubano USA, en la cual conversó con Willie Suárez sobre su carrera, las adversidades y su futuro, que promete ser brillante.

“Cuando más pequeño yo practiqué lucha grecorromana antes del boxeo, pero no duré mucho. Lo que me motivó a empezar el boxeo fue cosas de los amigos, un día que fue un profesor al aula, por embullo, en la primaria. Pasé por la Academia de Camagüey primero. Después pasé por la EIDE de Camagüey, tres años y después fui captado para el equipo nacional juvenil en La Habana, donde estuve tres años más en el equipo juvenil. Ahí participé en el Mundial de Cadetes y quedé campeón mundial de cadetes, con 15 años. Después, ya pasé al equipo nacional de mayores, en La Finca, con 17 años”.

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¿Quizá el boxeo profesional no fue lo que imaginaste cuando estabas en Cuba?

Salté al boxeo profesional con otro pensamiento, pensaba llegar rápido y explotar mi calidad, pero no he perdido la fe, porque sé que el momento va a llegar y se cumplirá el sueño con el cual llegué aquí.

¿Por qué decides irte de Cuba?

Fue algo inesperado, de repente, no estaba planeado desde antes. Las causas son las inconformidades de lo que sucedía con el equipo Cuba, cosas del gobierno, no estaba de acuerdo con lo que hacían con sus deportistas. Me sentía que no podía más, estaba dando todo de mí y no veía resultados y llegó un clasificatorio en México, en Tijuana. Me quedé y nadie lo supo. La mayoría de los boxeadores cubanos que llegan a este país llegan con algo cuadrado, un promotor, pero yo no lo tenía, fue algo loco. Estando en Cuba no hablaba con los boxeadores cubanos que estaban en Estados Unidos, y no tenía ese interés de pasar el boxeo profesional, pero llega un momento en que no aguantas más. Fue de la nada, no tenía a nadie acá. Le decía a mi mamá en La Habana que no podía seguir, que no tenía futuro para mí y mi hija. Ella sabía todo lo que sufrí, que lo sufrió mi familia y me apoyó.

¿Tuviste miedo al estar encerrado por meses?

Nunca tuve miedo, siempre fui para adelante, con la fe. Pero no me esperaba el tiempo de cuatro meses y medio encerrado en migración, preso, pues al ser una figura pública, reconocida, pensé que iba a ser más fácil. Allí pasé momentos difíciles, pero con la fe de que iba a salir. Nunca sentí que fue un error, fue un paso importante en mi vida, sufrí trabas, pero tenía la fe de que para Cuba no iba a regresar.

¿Había vigilancia cuando salían a los torneos?

Sí, sí, claro, siempre teníamos vigilancia. A cada rato siempre tenía la seguridad vigilando. Pero nada, es por gusto. Cuando yo me fui, cuando yo me quedé, tenía millones de seguridad. Incluso cuando me fui, en el lobby estaba Puig de la Barca (Alberto Puig de la Barca, miembro del Comité Ejecutivo de la AIBA y titular de la Federación Cubana de Boxeo), estaba trabajando en el lobby y en la computadora. Estaba de espalda, bajé y salí afuera.

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¿Cómo fue el proceso de salir de México y el encierro en Estados Unidos?

Deserté de la delegación un día antes del pesaje, después de terminar mi primera sesión de entrenamiento, cuando fueron a cenar. Tenía un amigo en México que me recogió y me llevó hasta la frontera. Estuve en un hotel tres días para que se calmara la situación. Recibí llamadas para que regresara. Mandaban a los muchachos a que me escribieran. Cuando todo se calmó, mi amigo me llevó a la frontera. Había una gran cola, marqué y regresé al hotel. Hasta que me tocó y pasé. Estuve detenido como una semana. Me encerraron en un lugar que llaman la “Hielera”, un cuartico con todos durmiendo en el piso, con solo un nailon para taparte y un bañito. A la semana me llevaron para Denver, Colorado, me sentía preso, con las esposas en las manos, los pies y la cintura. En Denver estuve preso como cuatro meses y medio, fue duro estar allá adentro. Conmigo estaban dos cubanos.  

¿Cómo fue el comienzo del boxeo en Estados Unidos?

Comencé peleando a seis rounds en una pelea en Houston por un título regional, desde el principio tuve el apoyo de Erislandy Lara. Gané por decisión unánime, empecé con un entrenador de apellido Castillo. En mi segunda pelea salí victorioso por decisión dividida. Después contacté con el entrenador Pedro Roque.

¿Qué sentiste cuando empezaste?

Pensé que cuando llegara iba a explotar mi calidad y talento. El tiempo de Dios es perfecto, soy religioso, tengo mi religión y creo en Dios. Estar lejos de mi familia es complicado, pero todos los días me levanto dándole gracias por un día más de vida y pidiéndole que mantenga a mi familia bien de salud.

¿Qué atenciones recibe en Cuba un campeón olímpico?

Al campeón olímpico le dan carro y una vivienda también en su provincia. Igual, con los campeones mundiales. Fue una de las cosas con las que no estuve de acuerdo, que me tenían que dar la vivienda y no me la dieron. El carro sí, pero ya prácticamente antes de desertar en diciembre, pero a mí me lo tenían que haber dado en la Olimpiada, cuando quedé bronce olímpico en 2016. Estuve a un año esperando y nada, hasta que ya me lo dieron, pero prácticamente tres meses antes de desertar.

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¿En qué momento te das cuentas de que el boxeo profesional no es todo lo que pensabas?

Uno se empieza a dar cuenta desde que empiezas a entrenar, es el doble del sacrificio que hacías en Cuba, es más agresivo, es bastante fuerte.

¿Cómo te sentías cuando te viste sin equipo después de dos o tres peleas?

Me sentía bastante frustrado, uno venía con la mentalidad de Cuba, pensando que iba a ser más fácil y mi carrera se detuvo por un momento. En algunas noches me acostaba con lágrimas en los ojos, pensando qué iba a pasar conmigo, lejos de mi familia. Hablaba con mi mamá, me daba fuerzas, tenía confianza en mí. Llegó un momento en que quería trabajar con Roque, y me pusieron en contacto con él y fui para Miami. Me siento que estaba en donde tenía que estar, él confía mucho en mí. Desde que empecé a trabajar con él ha sido como estar en una familia y conocí otros compañeros. No seguía el boxeo profesional cuando estaba en Cuba, aparte de la mentalidad que teníamos sobre el boxeo profesional, pues nos lavaban el cerebro.

Por qué, pese a tener un mánager que te ayuda y tiene buenas intenciones, se te hace difícil conseguir buenos oponentes

Eso es algo de lo que no estoy bien informado, pienso que pasa en el boxeo cuando no tienes una buena promotora, no es lo mismo que un mánager, porque las promotoras son las que te consiguen los buenos oponentes. Algunos miran mi aval y no quieren correr el riesgo de perder el invicto frente a un boxeador como yo, con el aval que tengo y otros que piden demasiado por pelear conmigo. Tenemos que pelear. Uno se prepara, hace el peso y que se caiga la pelea un día antes, es triste. Es bastante frustrante que eso pase.

Cuando llegaste a los Estados Unidos las cosas parecían cambiar para el boxeo cubano, con una nueva ola

Se ve que las cosas están cambiando, está llegando nuevo talento, es como una nueva era del boxeo cubano con esta juventud de ahora. Venimos con hambre de ser campeones del mundo y poner en alto el nombre del boxeo cubano.

Si no llegan los oponentes de nivel no sería una buena oportunidad hacerte el “dueño de Miami”

Podría ser una buena idea.

“Si fuera cubano ya estuviera firmado con una de las grandes promotoras. Pero el cubano cae en una minoría. No apoyan al boxeo de los cubanos. Hay que buscar otras avenidas, el boxeo excitante, el que trae la atención de todo el mundo. Hay que borrar eso de que no fajan, que son corredores. Todo está en el que se le pueda crear esa oportunidad, presentarlo en la televisión y que lo vean. Argilagos ha cambiado su estilo, pega duro, tiene explosividad, viene a noquear, va a hacer un espectáculo. Pero se necesita esa oportunidad, si lo ven, se van a enamorar de él”, opinan el mánager Jesse Rodríguez.

¿Qué crees de tu estilo?

Mi estilo de boxeo ha cambiado. Mis primeras dos peleas no fueron buenas para el público, pero ya se ha visto un cambio en las otras peleas, lo siento en cada sparring, estoy más asentado. Me siento pegando duro, estoy listo para pelear con quien sea, por lo fuerte que estoy pegando.

¿Qué significa para ti Pedro Roque?

Un padre.

¿Cuba?

Mi tierra, en donde nací.

¿Boxeo?

Todo.

“Les deseo bendiciones a mi gente y a seguir la carrera del Pequeño Gigante”, concluye.

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