Freddy Insúa nació en Tampa, Estados Unidos hace 33 años; sus padres nacieron en Remedios, la Octava Villa cubana. Él encontró su camino profesional como jugador de béisbol, asunto y pasión común entre Cuba y Estados Unidos pese a las trabas políticas de ambos lados.

Insúa creció admirando a Villa Clara, la novena anaranjada que se coronó en tres campeonatos seguidos en la Isla. Su padre le hablaba, una y otra vez de aquella maquinaria y el joven, teniendo a más de un receptor a quien imitar en Estados Unidos prefirió fanatizarse con el villaclareño Albertico Martínez.

“Con esa imagen empecé mi carrera profesional en el béisbol americano, siempre con los arreos puestos. Jugué en un principio con los Cerveceros de Milwaukee, con quienes llegué hasta doble A. Luego fui a las granjas de los Orioles de Baltimore, el equipo de casa, donde quise jugar siempre porque mi padre empezó su vida en Maryland. Por demás, el doble tono de los Orioles es como el de Villa Clara: negro y naranja”.

Insúa no pasó de doble A con el equipo de sus amores. Salió de esa franquicia para probar suerte en otra (por última vez, se dijo). Así recaló en los Tampa Bay Rays, donde más lejos llegó en el sistema de granjas de Grandes Ligas: fue triple A.

Más cerca de la diáspora cubana, pudo compartir con Rolando Arrojo, ex integrante del equipo Villa Clara que le inspirara a colarse en el mundillo beisbolero, y otros conocidos deportistas residentes allí, como Yobal Dueñas u Orlando Chinea. Insúa también formó parte del Tampa All Stars que se enfrentó a los veteranos de Industriales, en aquel encuentro en Estados Unidos.

Pero quizás el mejor recuerdo que guarda Insúa vinculado al país de sus padres, fue la vez que lo visitó representando a la escuadra de las barras y las estrella sen el Mundial Juvenil de 2003, cuando Cuba fue sede. No era la primera vezque lo visitaba— había estado con seis años —pero era la primera ocasión en que llegaba como enemigo”.

Freddy Insúa
FOTO: Cortesía del autor

“En lo profesional fue un buen torneo; bateé para 348, incluyendo cuatro dobles y fui el cátcher titular. En lo personal, fueron muchas emociones, porque estaba por primera vez en el país de mis padres, y un poco mío por lo mucho que había escuchado de él. La final que ganamos contra Cuba fue una mezcla de sensaciones. Demasiado emotivo, pero teníamos que ganar y lo hicimos. Recuerdo que terminé en el hospital por un encontronazo que desarticuló los puntos de una operación reciente y las atenciones fueron las mejores”.

Con poco más de tres décadas de vida, Insúa desistió del béisbol porque asumió que si a esa edad no había alcanzado las Grandes Ligas, ya no lo haría.

“Probé en una liga independiente de Pensilvania, pero aquello no me satisfacía. Así que lo dejé y me hice bombero. Sigo enseñando béisbol en una Academia en Tampa. Allá trato de seguir la producción de todos los cubanos. Ahora mismo Yoennis Céspedes es para mí lo mejor que tenemos”.

— ¿Te hubiese gustado terminar tu carrera activa en Villa Clara si hubiese sido posible?

—Absolutamente sí. Si fueran otros tiempos, si se permitiera, hubiese cumplido un sueño, mío y de mi padre. Pero no se permite. Me quedaré con eso por dentro para siempre. Jugar delante de mi familia en Cuba, de mis amigos allá, hubiera sido algo inimaginable.