La Liga «Élite» del Béisbol Cubano nació como un paso necesario hacia el progreso y la excelencia del deporte nacional de los cubanos. No obstante, la realidad ha dejado al descubierto una serie de retos y deficiencias que desafían las expectativas y generan preocupaciones en la afición cubana.

Los marcadores desproporcionados y la falta de competitividad equilibrada han socavado la emoción y el interés de la audiencia. Con excepción de los líderes del torneo (Matanzas), el resto de las novenas exhiben un nivel casi similar, pero lejos de ser elevado.

La ausencia de grandes figuras más allá de los profesionales que juegan con determinados equipos, en particular los Cocodrilos de Matanzas, ha generado un desequilibrio notable, lo cual ha generado un impacto negativo en la atracción de la afición hacia los estadios.

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Es evidente la disminución en cuanto al atractivo del béisbol cubano para los aficionados, lo que ha llevado a una disminución significativa en la asistencia a los partidos, tema analizado por Play-Off Magazine más de una vez.

No se trata de atacar a un torneo que ciertamente es necesario, pero que llegó, quizás, en el peor momento posible en la historia de la pelota cubana.

La pasión por el deporte rey en Cuba ha sido históricamente una fuerza vital, pero se ve obstaculizada por la brecha entre las expectativas y la realidad de lo que la Liga Élite ha logrado ofrecer hasta el momento.

Sumado a ello, es fácil darse cuenta de la poca motivación de los propios peloteros, quienes no han visto realmente el carácter “Élite”, de un torneo llamado a convertirse en referencia dentro de Cuba, antesala de una futura Liga Profesional.

Ni salarios, condiciones ni entusiasmo han estado a la altura de un evento así. De ahí que no espante ver números tan desproporcionados, cuando supuestamente se trata de lo que más vale y brilla de este deporte en la isla.

Para que la Liga Élite del Béisbol en Cuba alcance su potencial y cumpla con sus objetivos es fundamental que ofrezca un espectáculo atractivo y dinámico, que cautive a la afición, no solo por la calidad del juego, sino también por la emoción de los enfrentamientos.

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