Por: Jorge Luis Coll

Con su triunfo llegó la primera medalla de oro de la lucha cubana en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018. Él recuerda nitidamente su primer metal dorado en un evento multidisciplinario, cuando abrió la senda dorada de una disciplina que aportó 13 títulos a la delegación de la Mayor de las Antillas.

El 29 de julio, Luis Alberto Orta salió con todo en la final de los 60 kilogramos de la lucha grecorromana ante el mexicano Emilio Pérez. Un marcador final de 9-0 mostró la superioridad técnica y las ansias de victoria del capitalino de 23 años.

En el reparto La Güinera, del municipio Arroyo Naranjo, dio sus primeros pasos en el deporte. Allí cambió el béisbol por la lucha y así empezó un camino que, según dice, ha sido construido con esfuerzo y sacrificio para ser cada día mejor.

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Su intranquilidad hizo que los profesores que buscaban talentos por las escuelas se fijaran en él como un potencial gladiador, aunque eso generó cierto temor en el hogar.

“Al principio a mi mamá no le gustaba, pero siempre me apoyó. Ella me decía: ‘hasta donde tú quieras yo te apoyo’, al igual que mis hermanas. Hoy sigue siendo así. Mi esposa se sacrifica conmigo, hace la dieta cuando tengo que bajar de peso. Si no fuera por ellos no estaría aquí.

“El entrenamiento es muy fuerte. Practico tres sesiones al día y la alimentación debe ser muy saludable para no subir tanto de peso, que es el mayor problema de nosotros”, dice Luis Alberto.

Empezó en 55 kilos hasta pasar a los 60, división en la cual lleva 4 años. “Siempre hay dificultades, tal vez tenga que mejorar en el gimnasio. Lo otro es el tema del fogueo internacional. No tenemos tanto roce por lo que necesitamos entrenar mucho”, añade el también campeón del Panamericano de la disciplina, celebrado en Perú meses atrás.

Para Luis Alberto es fundamental no confiarse en ninguna circunstancia y salir física y mentalmente listo al tapiz. “Siempre pienso que no hay rival pequeño, todos los contrarios son fuertes. Salgo a hacer mi pelea y trato de alcanzar la victoria con mi estilo, siempre dándolo todo por el país y por mi provincia”.

Sin embargo, pese a tener cierta experiencia internacional, los juegos múltiples provocan otro tipo de sentimientos y algo que hace explotar las mejores cualidades de un deportista.

“Barranquilla fue una experiencia muy linda, pero la presión y la exigencia son diferentes. Es muy bonito eso de representar a tu país, salir airoso y ver la bandera en lo más alto. Es lo máximo que le puede pasar a un atleta de alto rendimiento. Nunca se espera ganar fácil, pero te preparas para intentarlo y salió todo bien”, afirma.

Aparte de la exigencia, en la cuidad colombiana los gladiadores cubanos salieron con un plus, pues la muerte del profesor Pedro Val hizo más fuerte el compromiso.

“Fue una noticia muy dolorosa por lo que representa él. Al enterarnos allá de su fallecimiento le guardamos un minuto de silencio y todos salimos a regalarle la medalla cuando la ganamos, pues fue uno de los grandes”, reconoce con la voz entrecortada.

“También dedico el triunfo especialmente a mi entrenador Leonel Pérez porque trabajó conmigo todos los días, a Trujillo y en general a todo el colectivo. También a mi mamá, mi novia, mis hermanas y al pueblo de Cuba.

“Hubo algunos pronósticos que no se dieron, pero fuimos el deporte que más aportó a la delegación. Creo que cumplimos las expectativas, sobre todo quienes estábamos por primera vez en una cita de este tipo”, explica.

Estar rodeado de luminarias es algo que valora mucho y no esconde su admiración por compañeros como Mijaín López o Ismael Borrero. “Resulta un orgullo compartir con atletas de ese ímpetu que son campeones y medallistas olímpicos. Es una experiencia inexplicable, ya que tienes a los mejores del mundo en tu país y en tu equipo a pesar de las dificultades. Eso quiere decir que los más jóvenes también podemos llegar a ese nivel si nos esforzamos como ellos lo han hecho.

“En el caso de Mijaín me quedo con su disciplina, que lo ha llevado a ser tricampeón olímpico y a seguir entrenando sin importar la edad. La valentía de Borrero a la hora de luchar también me gusta y de Lugo su voluntad. Son cosas que, si las logras juntar, de seguro se puede conseguir un buen resultado”, afirma.

Como todo deportista, sueña con triunfos mayores. “Ahora viene el Mundial. Lo principal es tratar primero de ir y luego salir a pelear por el podio. Rumbo a Tokio, debo seguir preparándome para llegar en la mejor forma y logar esa meta de ser campeón olímpico, que es la ilusión más grande de un deportista”.