La gimnasia artística llegó a su vida por casualidad, se diría que casi por embullo, pues para entonces el béisbol era su deporte favorito. Por eso nunca imaginó que llegaría tan lejos en la disciplina.

En el combinado deportivo Antonio Maceo de la provincia Santiago de Cuba, dio sus inaugurales pasos en el deporte. Intranquilo, ágil y fuerte, así lo recuerdan sus primeros entrenadores, quienes vislumbraron en él al nuevo rey de la gimnasia cubana.

Tiempo después Manrique alcanza el título de máximo acumulador en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz (2014), y junto a sus compañeros pone fin a 16 años de silencio de nuestra gimnasia en la élite regional. Lo necesario para marcar el resurgir de este deporte en el país.

Después de la justa centrocaribeña, la gimnasia cubana vuelve a acaparar titulares en los cintillos deportivos del país. El desempeño en los escenarios internacionales de esta nueva generación devolvería a los amantes de la disciplina la posibilidad real de grandes éxitos.

La ciudad portuguesa de Anadia encumbró al joven de 19 años. Manrique desde el anonimato cautivó la admiración de jueces y atletas. La calidad y el alto nivel de sus ejecuciones le aseguraron el triunfo en los ejercicios de manos libres, salto y barra fija, en un certamen que marcó el regreso de Cuba a las Copas del Mundo.

¿Sorprendido por los resultados en la Copa del Mundo?

«Me sentía bien, la preparación había transitado por un buen camino. En la Copa estaba nervioso porque iba con el plan de ir a finales, no de alcanzar medallas; pero el profesor y yo si pensábamos que podíamos lograr alguna. Nos quedamos sorprendidos cuando entre atletas de 32 países logramos clasificar y obtener preseas. Todo salió mejor de lo que esperábamos».

¿Qué significó para Manrique subir al podio en una competencia de este nivel?

«Cuba no alcanzaba una medalla en estos eventos desde hacía tiempo; es algo muy grande, lo más importante hasta el momento. Agradezco a todos mis compañeros por el apoyo, y al público por su buen comportamiento».

¿Es difícil ser el líder de un equipo?

«A veces exige mucho de mí, pero todos nos llevamos bien. Somos una familia y sé que cuando obtengo resultados el equipo está contento. Todos trabajamos por un mismo objetivo».

¿Cómo llevas la comparación con Erick López?

«Es todo un reto. Erick es sin dudas el mejor gimnasta cubano, sus resultados son únicos y para mí es un ejemplo a seguir. Tenemos la suerte de que esté con nosotros en la Escuela Nacional. Él me apoyó mucho en Veracruz, incluso me felicitó cuando logré el oro como máximo acumulador. Que me comparen con él me motiva y me hace seguir luchando».

De habla moderada y con muchos sueños por cumplir, Manrique (de 1,58 metros de altura y 63 kilogramos de peso) desafía las complejidades de cada aparato. Giros, sueltas de manos, saltos y acrobacias son puro divertimento para él, incluso cuando su deporte implica constantes retos.

¿Cuán exigente es la práctica de la disciplina?

«En la Escuela entrenamos todos los días en dos sesiones y todos los aparatos. A veces cuando llegas a la habitación estas “matao” del cansancio, pero no te puedes frenar, al otro día hay que salir como nuevo, porque una mala ejecución te puede provocar una lesión. Esta es una disciplina de mucha entrega y concentración, si no, no se logran los objetivos».

¿Cuál es tu aparato preferido?

«Todos me gustan, incluso el caballo con arzones, que es el que menos domino. Pero no es menos cierto que disfruto mucho el ejercicio de manos libres, el caballo de salto y las barras: son los que mejores resultados me han dado».

¿Qué significa el profesor Carlos Gil en tu carrera deportiva?

«Más que el entrenador, es un amigo y eso representa mucho. Prácticamente estoy todo el año en la Escuela y sus consejos y apoyo son importantes. Además, con él he obtenido los mejores resultados de mi carrera deportiva».

¿Cómo recuerdas tu primera competencia fuera de Cuba?

«Fue en el 2013, en el Panamericano del deporte que se desarrolló en Puerto Rico, y aunque los nervios siempre estuvieron, realicé buenas ejecuciones, sin caídas, y salieron los resultados. Alcancé dos de oro, en paralelas y caballo de salto, y una de plata en el ejercicio de suelos. Fue una experiencia bonita».

Entonces,¿cómo ve Manrique la posibilidad de asistir a Río de Janeiro?

Para Manrique Larduet no existe nada imposible en la práctica de la gimnasia artística.

«Esa es la meta del cuatrienio y creo que puedo lograrla. Después de los Juegos Panamericanos participaré en el Mundial y ahí trataré de buscar la clasificación. Ojala que aparezcan más competencias, es importante que los jueces te conozcan, pero seguro que es posible».

Con más de 13 años de entrega y sacrificio, para Manrique Larduet no existe nada imposible en la práctica de la gimnasia artística. Lo que comenzó a la edad de cinco años por diversión significa hoy la posibilidad de convertirse en el mejor gimnasta cubano.