La vida de muchos beisbolistas cubanos suele estar marcada, de una forma u otra, por el fenómeno de la migración y la de Lázaro Valle no podía ser de otra forma, pues muchos de sus “hermanos” partieron un día rumbo a Estados Unidos para intentar hacer carrera en el mejor béisbol del mundo.

Aunque él decidió permanecer en su país y vivir una carrera deportiva extraordinaria marcada por un juego perfecto, un retiro en contra de su voluntad y un regreso, varios de sus grandes amigos con los que jugó en Industriales salieron del país y no han podido regresar a este.

“¿Qué siente un pelotero como tú cuando la mayoría de sus compañeros de equipo deciden emigrar del país?”, le preguntamos en un diálogo reciente, cuando Lázaro Valle recordó algunos de los mejores momentos de su carrera deportiva y su vida más allá de los terrenos con Boris Luis Cabrera.

“Voy a ser muy sincero: digo una cosa siempre dondequiera que esté y lo voy a seguir diciendo: Orlando Hernández Pedroso, Euclides Rojas Martínez, René Arocha Rodríguez, Rolando Arrojo, Osvaldo Fernández, etc., son mis hermanos.

“Yo fui pelotero y ahora soy entrenador. Le he dedicado la vida al béisbol y tengo una cosa que no me la va a quitar nadie: toda la gloria del deber cumplido, porque lo mejor de mi juventud se lo di a mi país y al deporte, por lo tanto, nadie me puede juzgar”, cuenta el expelotero de Industriales y los equipos nacionales.

Lázaro Valle compartió, durante años, con grandes estrellas del béisbol antillano, entre ellos, el cubano con más anillos de Serie Mundial en sus vitrinas, Orlando “El Duque” Hernández.

“A ellos les deseo lo mejor porque hicieron lo que yo no fui capaz de hacer, nunca me interesó. Me sentí muy contento en el caso del Duque cuando triunfó porque fue un compañero mío de muchos años y hay una cosa que es real, se pasa más tiempo con ellos que con tu propia familia. Nosotros compartíamos lo mismo una litera que un pan con tortilla, un vaso de agua con azúcar o un sirope. Verlo en una Serie Mundial y ser campeón con un equipo como los Yankees, tiene que hacerme sentirte bien.

“Como hombre tienes que admirarlo y respetarlo porque fue su decisión. Hay que respetarlo como ser humano, como amigo y como hermano. A quien haya decidido triunfar en el béisbol rentado por los motivos que sea, lo respeto y lo admiro por eso. Les deseo una larga vida, porque más que compañeros y excelentes personas son mis hermanos y lo seguirán siendo, y nadie puede venir a decirme a mí lo contrario”, dijo.

¿Mantiene Lázaro Valle relaciones con ellos?

Hay que ser muy sádico para no hacerlo. El ser humano puede ser muchas cosas, pero si hay algo que no puede ser nunca en la vida es ser ingrato. La ingratitud es algo que todo el mundo va a criticar.

¿Cómo tú crees que puedo hacerlo con una gente que estuvo a mi lado, que cuando mi padre falleció no solamente me dio una mano para levantarme del piso, sino que me prestó el hombro para yo llorar encima?

Cuando no estaba mi familia, eran ellos los que te cuidaban y te alertaban. Yo tuve mi problema en el brazo y muchos de ellos fueron a mi casa a verme y otros que yo pensé que lo harían no lo hicieron.

Eso hay que respetarlo porque sería muy poco decoroso valerte de algo, de algún medio, para criticar la decisión que tomaron. El hombre es libre de tomar la decisión que sea, aunque se arrepienta después, y yo, como ser humano, le doy gracias a Dios todos los días de tenerlos a ellos como familia, de todo corazón te lo digo.

No puedo hacerlo de otra manera como persona, como ser humano y como religioso. Yo vivo en Cuba porque me gusta. Ya no me queda mi papá, a mi mamá la perdí hace poco más de un año tres días después de mi cumpleaños, pero me queda el recuerdo y la vivencia que tuve con ellos en una época dorada del béisbol cubano.

Lázaro Valle: “respeto y admiro a quien haya decidido triunfar en el béisbol rentado”

¿Alguna vez recibiste ofertas para abandonar el país? ¿Por qué nunca lo hiciste?

Sí, muchas veces. Yo pasé una infancia bonita, pero triste. Nací y me crie en La Habana Vieja. Mi mamá era blanca y mi papá era un negro.

Mi mamá tenía tíos que no le daban la mano a mi papá. Se tuvieron que casar en el 1982 porque, cuando aquello, no le permitían casarse. Ella tiene los apellidos de mi difunto abuelo.

Ella lavaba y planchaba para la calle y yo iba y la ayudaba, y mi papá cortaba caña haciendo zafras y eso hay que respetarlo. Yo dije que ellos se morían en su casa y que yo iba a cerrarle los ojos a los dos, me lo prometí y aquí estoy.

Otros optaron por tener una mejor vida, pero yo tuve el sueño de darles a mis padres en vida lo que ellos necesitaban, como se lo doy a ellos que son mis hermanos. Mañana vienen a Cuba y mi casa es su casa porque son parte de mi vida y de mi quehacer como ser humano.

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Imagen cortesía de Hansel Leyva
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