Los clubes interesados en contratar a voleibolistas cubanos que no se encuentran bajo el amparo de la Federación Cubana de Voleibol se ven obligados a desembolsar exorbitantes sumas de dinero por sus servicios, en comparación con cualquier otra federación del mundo. El organismo cubano viola los reglamentos de la Federación Internacional de Voleibol a la hora de contribuir de manera positiva en la carrera de sus atletas, además de no invertir en programas de desarrollo de la disciplina dentro de la isla con lo generado por los contratos profesionales, como evidencian las malas condiciones de entrenamiento y estructuras de formación en el país.
Voleibolistas cubanos sin opciones
A Lázaro Fundora prácticamente le truncaron sus sueños. Fueron 7 años de angustias, de esperar llamadas, de pactar términos, de recibir ofertas que representaban más dinero de lo que había visto en su vida y de que, finalmente, cuando ya se encontraba a punto de firmar, llegara el transfer impuesto por la Federación Cubana de Voleibol como un jarro de agua fría, y lo trajera de vuelta al martirio que representa ser un voleibolista cubano.
Ni un año se libró. Las cifras lo seguían a todas partes. Nunca podría levantar cabeza ni ayudar a su familia en Cuba, conformándose todo ese tiempo con ligas y clubes que nunca le pagaron lo que realmente se merecía.
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Durante la Liga Mundial de Voleibol del año 2015, Lázaro tuvo una fuerte lesión en la rodilla mientras se encontraba participando con el equipo. Cinco meses después pediría la baja de la Selección Nacional, decidido a gestionar un contrato profesional de manera independiente por su cuenta y con ayuda de un mánager. En aquel tiempo se daban los primeros pasos para que los cubanos fueran contratados bajo el amparo de la Federación, con la permisibilidad y gestión de esta, anteriormente prohibida.
Su primer destino sería en Turquía en el 2017. El Malataya Belediyesi, un club de segunda división, se interesaría en él luego de observarlo en un entrenamiento.
“Yo lo que quería era jugar, era mi primer año, estaba desesperado”, recuerda Lázaro, quien ya había dado el sí aun sin haber escuchado la oferta. La propuesta llegaría a mitad de temporada, en enero, y sería de 2000 euros al mes durante 5 meses, un total de 10 000 euros.
Según la reglamentación de la Federación Internacional de Voleibol, FIVB, cuando un club está interesado en contratar a un jugador extranjero para su liga, tiene que abonar un dinero, (llamado “Tasa de Solidaridad de la Federación de Origen”, y conocido como transfer), a la Federación de origen de ese jugador, en este caso, la cubana. Los montos dependen de muchos factores, como el nivel de la liga o la experiencia y calidad del jugador.
Lázaro Fundora no se olvida que, cuando el club mandó los papeles para conocer el transfer por su traspaso, su valor ascendía a los 15 000 francos suizos (igual valor que el euro), lo cual era mayor incluso que la propia oferta de su contrato.
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Tras un cuestionario realizado a 17 voleibolistas cubanos contratados de manera independiente, 13 de los entrevistados consideran que el precio actual de su transfer no es justo, debido a las altas cifras que piden por ellos.
Según el reglamento deportivo de la FIVB, el precio del transfer es dictaminado por la Federación de Origen, pero esta “debe equilibrarse con el derecho del jugador a trabajar y ganarse la vida en base a las habilidades que ha desarrollado”. Para ello se toman varios criterios, como son: nivel de experiencia del jugador, edad, duración y consistencia de su carrera, experiencia en la selección nacional, lesiones previas, Contribución positiva de la Federación de origen a la carrera del jugador, duración del traslado; entre otras.
Para evitar algunos malentendidos, la FIVB establece un apéndice del reglamento donde figuran los máximos montos permisibles a pedir, en dependencia del nivel de las Federaciones de Origen, las cuales se definen en 5 niveles, de menor a mayor. Si la Federación tiene un gran nivel, dígase Italia, Rusia o Polonia, que cuentan con nivel 5, las cifras del transfer serán mayores. Si las Federaciones son de menor nivel, dígase 1 o 2, como Hungría, incluso no se necesita pagar transfer.
Para Lázaro Fundora, en su primera experiencia profesional, con 23 años, luego de salir de una lesión y llevar dos años sin jugar, además de tratarse de un club de segunda división, que por característica tienen menos dinero que los de primera, su transfer fue de 15 000 francos suizos, el máximo posible para Federaciones de nivel 4, como la turca. La Federación Cubana presenta el nivel 3.
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Se mandaron cartas, correos electrónicos, pero nunca se pudo resolver. Finalmente pagaron los 15 000 francos suizos con ayuda del mánager del jugador, pero Lázaro Fundora jugó su primera temporada profesional por bonos. Si el club ganaba el partido, le pagaban un aproximado de 1000 euros. De los 10 000 previstos en una primera instancia, recogería 5000, en un total de 14 partidos que disputó.
Pero esta no sería la única vez que tendría problemas con el transfer. Un año después, en Serbia, firmaría un contrato por 3 años y 70 000 euros. Debido al transfer, y la imposibilidad del club de pagar los 20 000 francos suizos que pidió la Federación por su contrato, se iría de Serbia tras una temporada cobrando 500 euros. El siguiente año, en Turquía, 25 000 euros por una temporada, cobraría 10 000 y los otros 15 000 los pagaría de transfer.
Lázaro piensa, irónicamente, que ha tenido suerte, porque a la larga ha podido jugar y mostrar su potencial. Son muchos los jugadores que no han tenido siquiera esa posibilidad. Los contratos que se le malograron en Bulgaria, Croacia, República Checa o en Alemania, cuando un club le ofrecía 35 000 por temporada, pero con un transfer de 20 000, se pueden considerar “suerte”.
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En el mercado del voleibol, varios factores influyen a la hora de conseguir un contrato, como la calidad del jugador, los contactos del mánager, o la competencia. Jugadores de naciones como Brasil y Estados Unidos tienen mayor salida, por la evidente calidad de sus atletas, y porque el transfer de estos no llega a superar los 1000 euros, un monto 15 veces menor al promedio de los jugadores cubanos.
Según el cuestionario realizado, 13 de los voleibolistas cubanos reconocen que durante su carrera han tenido problemas para ser contratados debido al transfer.
La Federación Cubana de Voleibol tiene como política de contrato aplicar un 10% a los jugadores de selecciones nacionales y un 20% al resto, siempre que estén bajo el amparo de la Federación (algo cuestionable, debido a que un jugador de selección nacional, por razonamiento lógico, debe tener mayor calidad que uno que no está en el equipo, siendo entonces más caro un jugador de menor calidad). Los que por diferentes motivos ya no pertenezcan a la Federación, y pasen a ser gestionados por la FIVB, el organismo cubano les exige desembolsar el máximo posible, como el caso de Lázaro Fundora.
¿Por qué entonces deciden estos voleibolistas contratarse de forma independiente? A pesar de que en la actualidad existen más de 50 voleibolistas contratados bajo el amparo de la Federación, mostrando una cierta apertura, no siempre fue así. Antes del 2016, la única vía para ser contratado era de forma independiente, y una vez aprobada la política, un número reducido de atletas, la totalidad de ellos del equipo nacional, eran los beneficiados.
Tanto es así, que en la actualidad hay más de 80 voleibolistas contratados de forma independiente, solo en Europa y Sudamérica. En la encuesta, 12 de los voleibolistas afirman que nunca les llegó la posibilidad de ser contratados mientras se encontraban bajo el amparo de la Federación Cubana, por motivos tales como: “te cierran puertas”, “se lo dan a quienes ellos quieran, y para donde ellos quieran”, “mal trabajo de la Federación Cubana”, “un montón de restricciones y obstáculos para poder jugar”, “era para pocas personas”.
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A José Sandoval le entran calambres y le baja la presión cada vez que le anuncian su transfer tras un nuevo contrato. Fue dado de baja por rendimiento, y tiempo después, intentaría ganarse un sustento a través de lo único que sabía hacer. “Fuera del voleibol me sentía un inútil”.
Luego de años de malas experiencias debido al transfer, Sandoval contactaría a la Federación Cubana de Voleibol para ampararse nuevamente, y que de esta manera su transfer bajara a cifras más asequibles para los clubes. La respuesta del organismo sería: “Tú no cumples con los requisitos para ser amparado”.
No lo quisieron, lo sacaron del sistema, lo desecharon, pero cuando la FIVB, que funciona como intermediaria, pregunta por su transfer, la respuesta de la Federación Cubana sigue siendo el máximo a pedir posible sin ningún criterio.
Lázaro Fundora también intentaría a los años de su primer contrato volver a ampararse, pero cuando vio todos los papeles, procedimientos burocráticos y condiciones que tenía que cumplir para pertenecer nuevamente a la Federación, sintió que lo estaban peloteando.
Para Sandoval es un negocio, pero que lo están haciendo con su futuro y el de muchos atletas que están pasando por lo mismo. Él lo ve bastante simple: “Si no pago 10 000 francos suizos, no juego”.
Desde la temporada 2021-2022 la FIVB se hizo cargo. Tras las exorbitantes sumas de dinero que pedía la Federación Cubana, el organismo internacional entró como intermediario, y ahora, tras la aclaración de que esas sumas no pueden ser pedidas y que tienen que ajustarse más a un precio real, es la propia FIVB la que se encarga de permitir los contratos, al no recibir respuesta de la Federación Cubana, según hicieron conocer varios mánager para esta investigación que han preferido permanecer en el anonimato.
Todo este proceso entorpece las gestiones y causa demoras en las firmas, motivo por el que más de un jugador ha perdido algún contrato. En el caso de Sandoval, se perdería 3 partidos de Copa y uno de Liga en Grecia, a inicio de la temporada pasada, debido a que la Federación Cubana no contestó y la FIVB tuvo que interceder.
La FIVB entonces recibe el dinero del transfer del club, cifras entre los 3000 y 7000 euros. Asume una parte de la operación, 1 500 euros, y traspasa el resto a una cuenta de la NORCECA, (Confederación de Norte, Centroamérica y del Caribe de Voleibol), donde pertenece la Federación Cubana de Voleibol. Según el reglamento de la FIVB, ese dinero debe tener como destino final la Federación de Origen, en este caso la cubana, por lo que se asume que una vez en el banco de la Confederación, ese dinero se hace llegar a la isla.
Voleibolistas en Cuba sin condiciones
La sala polivalente Ramón Font fue inaugurada en 1991 como parte de las instalaciones creadas para los Juegos Panamericanos de la Habana de ese mismo año. El nuevo recinto acogería el voleibol de los juegos, y una vez finalizados estos, se utilizaría en eventos nacionales para deportes como baloncesto, fútbol sala, balonmano, etcétera.
El tabloncillo sería víctima de la explotación durante años, dejándola inhabilitada por un largo período de tiempo hasta que, en el 2017, comenzaría un proceso de restauración.
La que no ha corrido con igual suerte es el área de calentamiento, local que se encuentra justo a mano izquierda, debajo de las gradas y entrando por el mismo tabloncillo principal. Un pequeño espacio con 10 metros de ancho y 20 de largo que se las arregla para alumbrar todo el recinto, con apenas dos bombillas de la decena que hay sin funcionar. Ahí, entre el calor y la humedad, entre las tablas viejas y las paredes a borde de cancha, entrena todo el voleibol de la capital; en el único tabloncillo disponible para ello.
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En cada provincia de Cuba se encuentra ubicada una EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva Escolar), las cuales son centros docentes educativos encargados de la enseñanza y preparación de niños y niñas en la práctica de algún deporte. Estos constituyen la principal base del deporte en la isla.
El primero en fundarse sería el “Mártires de Barbados” en el año 1977 del municipio Cotorro de la Habana. Desde agosto del 2018, un mes antes de comenzar el curso escolar, no existe tabloncillo en la EIDE, la cancha de madera necesaria para la práctica de varios deportes, como el baloncesto, el fútbol sala y el propio voleibol. Con varias áreas dañadas, pero aún utilizables, se decidió levantarla por completo para restaurarla, en un período relativamente corto de tiempo.
En una reunión en abril del siguiente año, en reclamo de atletas, padres y entrenadores de todos los deportes que utilizaban el tabloncillo en la EIDE, el subdirector de deporte de la provincia de la Habana, Raúl Reyes, dijo que, por un problema de humanidad, nadie debía molestarse porque no se había puesto el nuevo tabloncillo. Las tablas que estaban destinadas para esa empresa habían tenido que utilizarse para los damnificados del tornado ocurrido en la Habana en enero del 2019, cinco meses después de haberse levantado el tabloncillo.
Los entrenadores han tenido que adaptar los entrenamientos para evitar lesiones, debido a que los muchachos tienen que saltar sobre el cemento. Por eso en la Ramón Font pueden jugar más, saltar más, impulsarse más, a pesar de que la visión, el espacio y la seguridad, tampoco lo hacen el lugar más recomendado.
Mismo destino corren en la actualidad las EIDE de Cienfuegos, Tunas, Artemisa y Mayabeque, u otras muchas en pésimas condiciones como las de Pinar del Río y Sancti Spíritus, según hicieron conocer múltiples entrenadores y atletas para este trabajo.
La Escuela Nacional de Voleibol, principal centro para la práctica del voleibol en el país y donde entrenan las preselecciones nacionales, contaba con canchas en malas condiciones, víctima de constantes goteras en el techo que provocaba la pudrición de las tablas. La pobre iluminación impedía el entrenamiento más allá de las 4:00 de la tarde, y el gimnasio no contaba con todos los implementos necesarios para el pleno estado de forma de los atletas.
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Los muchachos en la Ramón Font comienzan a calentar. Corren un poco, se estiran, algunos apenas sobrepasan los 15 años. Ese mismo fin de semana entrarán a la EIDE para el inicio del curso escolar. A todas esas, noto que no hay pelota. Conversan y calientan, corren, pero aún no hay pelota. Llega entonces la muchacha a la que estaban esperando. Se encuentra contratada profesionalmente, y para ir entrando en calor para su liga, que comenzará en el mes de octubre, entrenará con el equipo juvenil de la Habana. Para ello, trae su propio balón.
En septiembre del pasado año el voleibol cubano recibió un donativo de parte de la Confederación NORCECA, el cual incluía dos superficies sintéticas y 500 balones de la marca Molten, además de otras indumentarias como redes, antenas y carros de pelota.
Extrañamente, la NORCECA era la única Confederación en el mundo que utilizaba esa marca de balones para partidos oficiales, hasta que, en febrero de 2023, firmaría un contrato con Mikasa, marca que se utiliza para todos los torneos de la FIVB. Los balones que fueron donados a Cuba fueron destinados a la escuela nacional, y una carga extra, justo antes de comenzar el curso, fue entregada a las provincias, luego de 4 años sin recibir ninguna de manera oficial. Según entrenadores y atletas que han preferido permanecer en el anonimato, los balones resultaron de muy mala calidad, al parecer copias de la marca original, por lo que el donativo no solucionó la aguda ausencia de balones ya existente.
En la actualidad, muchos de los balones con los que se entrena en la isla llegan de terceros. Regalías de jugadores contratados profesionalmente, entrenadores en el exterior, managers y atletas retirados. Así lo refleja uno de los entrenadores del equipo de Pinar del Río de mayores, en un reportaje de julio en este mismo año, el cual plantea que los pocos recursos que se entregan al año son destinados para las categorías inferiores, mientras que ellos, en la categoría adultos, entrenan con pelotas que les traen los atletas que tienen contratados afuera, pero que tampoco representan muchas, una o dos, las cuales casi siempre se pierden en el camino.
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De todo el grupo, además de la que está contratada en el exterior, había uno que destacaba. El muchacho fue invitado a la escuela nacional ese mismo año, pero debido a su estatura, no fue subido para formar matrícula del centro. Sin embargo, su superioridad técnica se notaba en comparación con el resto de sus compañeros, quienes aún no dominaban varios elementos del juego. La mayoría de ellos, ya con edades entre los 15 y 18, no superan los 3 años de entrenamiento. Algunos incluso no tienen un sólo partido oficial a sus espaldas.
Además de los años perdidos por la pandemia del COVID 19, en los últimos tiempos son múltiples los eventos que se han dejado de efectuar dentro de la isla por la falta de presupuesto en categorías inferiores. Este año no se realizó ninguna competencia juvenil, mientras que en la categoría escolar sólo se desarrolló la 1ra división en ambos sexos. La segunda división femenina, con otros 8 equipos de las 16 provincias que participan, no se celebra desde el 2019.
Debido a esto, muchas generaciones de jugadores están llegando desfasados a la Escuela Nacional, y son seleccionados por sus condiciones físicas, más que por sus resultados competitivos o técnicos, indicaron al respecto algunas fuentes.
El resultado se está viendo en las competiciones internacionales de los equipos de categorías inferiores; o podríamos decir, los últimos que tuvieron esta suerte. El pasado año Cuba dejó de participar en el NORCECA Panamericano sub19 de Guatemala, el cual dio 4 plazas para el Mundial de la categoría. Según algunas fuentes, se hizo el concentrado en la Habana, se hizo la eliminación, se confeccionó el equipo y se les indicó a los padres hacer los trámites hasta que, una semana antes del último concentrado, dijeron que no había presupuesto para los pasajes.
Este año, para la Copa NORCECA sub 19, igualmente en Guatemala, no se tomaron tantas molestias. No se asistió y punto.
Para los adultos que juegan voleibol en el país, como la Liga Nacional, que tiene el nombre de 1ra categoría, el escenario es bien complejo. En el actual sistema de competencia, el principal evento para los voleibolistas de casa en el año, tiene una duración de 15 días. Tres meses de entrenamiento con las condiciones ya comentadas, para dos semanas de liga donde efectuarán alrededor de 10 partidos en días consecutivos.
Ahora incluso puede presentarse aquel formato como el ideal, luego de que este año la competición en el sexo masculino la programaran para un fin de semana, mientras que el femenino fuese suspendido.
Según un reportaje en el mes de julio, donde se denunciaban los impagos de los premios prometidos a los voleibolistas en las últimas dos ediciones de la liga, la Comisión Nacional de la disciplina decidió que los gastos de la Liga Nacional corrieran bajo el INDER (Instituto Nacional de Deporte y Recreación) de las provincias que acogieran el evento, por lo que la Federación Cubana de Voleibol se lavaba las manos.
Voleibolistas cubanos denuncian impago en últimas ediciones de la Liga Nacional
El dinero del voleibol cubano
Tras el cuestionario realizado a los 17 voleibolistas, más las entrevistas a atletas, entrenadores y managers, se pudo determinar que, con más de 50 voleibolistas contratados, y un aproximado de 80 de forma independiente, la Federación Cubana de Voleibol ingresa al año, sólo en materia de contratos, cifras entre los 300 000 y 500 000 euros.
Según el reglamento deportivo de la FIVB en su artículo 1.5.2 de las Regulaciones Financieras, la “Cuota de Solidaridad de la Federación de Origen” está diseñada para fomentar programas para el crecimiento continuo del voleibol dentro de la Federación de Origen a través de la transferencia internacional de jugadores desarrollados dentro de la infraestructura de la Federación de Origen.
Tras estos datos, varias preguntas asoman sobre la actualidad financiera del voleibol cubano. ¿Cuáles son los criterios a la hora de imponer el transfer a los jugadores independientes? ¿Por qué se les dificulta el regreso a los voleibolistas cubanos que desean ampararse para bajar el precio de su transfer? ¿Cuánto dinero ingresan al año por contratos profesionales, y dónde es invertido? ¿Por qué el voleibol cuenta con tan mala base y su liga a penas dura dos semanas, siendo el deporte con más contratos en el exterior, mientras que otras disciplinas cuentan con eventos de meses de duración como el béisbol, fútbol o baloncesto?
Toda vez que la Federación Cubana de Voleibol no cuenta con una página web o presencia alguna en redes sociales, se intentó contactar directamente en múltiples ocasiones a Ariel Sainz, presidente de la Federación Cubana de Voleibol, vicepresidente del Instituto Nacional de Deporte, Educación Física y Recreación de Cuba, y primer vicepresidente ejecutivo de la Confederación Norte, Centroamérica y del Caribe de Voleibol. Tres cargos de directivo que lleva a la par desde hace varios años.
Un primer correo enviado el viernes 25 de agosto y otro el jueves 31 de agosto, además de un mensaje por Messenger el 6 de septiembre, todas con intenciones de una entrevista, fueron los contactos que se intentaron hacer con Ariel Sainz, para los cuales nunca hubo respuesta.
13 de los voleibolistas que respondieron al cuestionario consideraron que la labor de Ariel Sainz al frente de la FCV de voleibol había sido mala o muy mala, mientras que los restantes 4 lo consideró indiferente. Ninguno de los entrevistados arrojó opiniones positivas.
Sin embargo, el ejemplo más evidente sería hablar de la historia del voleibol cubano a finales del siglo XX e inicios del XXI, como son las Medallas de oro en Juegos Olímpicos, Copas del Mundo, Mundiales, Ligas Mundiales, Panamericanos y cuanto evento existiese, por el que una vez fue considerado potencia en sus ambos sexos.
El último gran resultado del voleibol cubano fue hace más de 10 años, cuando en la Liga Mundial del 2012, el equipo masculino obtuvo la medalla de bronce. Hoy, volver a esos sitios parece una utopía, siempre que los mejores voleibolistas del mundo como Wilfredo León y Melissa Vargas sean cubanos, pero representen a otras naciones, siempre que 14 de los encuestados no se sientan representados por su Federación, o que el dinero que se ingresa a la isla no sea invertido en mejorar las condiciones del voleibol.
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Lázaro Fundora lleva dos años en Hungría, en una liga que no paga transfer, pero tampoco mucho dinero en contrato. Las condiciones para entrenar, el nivel de sus compañeros, el pago por sus servicios, lo hacen replantearse día tras día si seguir con esto. La motivación para seguir jugando al voleibol, es ya nula.
A la par de Lázaro, cientos de voleibolistas cubanos son víctimas de una Federación con fines nada claros, pues no cumple con dos de los principios básicos de la FIVB, como el de influir y representar de manera positiva a sus atletas, ni el de invertir en programas de desarrollo del voleibol dentro de la isla.
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