Fueron 19 victorias y 3 derrotas en la temporada internacional para la selección masculina de voleibol. Brasil, Japón e Italia, tres equipos de la élite y por delante de Cuba en el ranking, fueron los únicos a los que no se les pudo vencer.

Aunque pareciese que se está cerca en cuanto a juego y nivel de los equipos, lo cierto es que seguimos a años luz en cuanto a gestión deportiva en el voleibol. Hay partidos que se ganan desde una oficina.

Cuando días antes de partir hacia Eslovenia para participar en el Campeonato Mundial de Voleibol, se dió la noticia de la baja de Roamy Alonso del equipo por lesión, fue como un «te lo dije» en la cara de la dirección técnica del equipo.

El único jugador que había estado en todos los encuentros previos a ese instante, sin descanso, se perdía de cara al magno evento. El sobreuso al que fue expuesto, se debió a una mala gestión.

Al unísono, una bien polémica. Julio Cárdenas sacado del conjunto por decisión técnica (supongo yo, porque en realidad explicación no se dió) por José Miguel Gutiérrez, quién se había pasado todos esos meses en Cuba, sin competir. Algunos dijeron que era para recibir, pero el menor de los hermanos Gutiérrez sólo entró para sacar.

Curioso, teniendo Cárdenas un servicio muy superior y con cualidades que lo hacen un jugador más completo. En el mundial se le extrañó. Que el director técnico no sepa manejar los egos y tratar a todos por igual, o que se guíe por nombres y favoritismos, o menos dócil y más dócil, se debe a una mala gestión.

Se viajó a cinco torneos con la misma escuadra, algunos a enfrentar segundos equipos, incluso de rivales que ni con su equipo A le ganan un set a Cuba. Eventos con partidos en días consecutivos de hasta 4 y 5 jornadas y, a pesar de ello, se abrió con el equipo titular un día sí y otro también.

La poca rotación, la inutilidad prácticamente que se les concedió a jugadores como Michael Sánchez o Javier Concepción, y lo agotado que llegaron jugadores claves como Miguel Ángel López y Osniel Melgarejo, se debió a una mala gestión.

Claro que puede darse el caso de que, aún con todas las condiciones para brillar, un jugador lo haga mal y no responda. Por eso, no saber cuándo sustituir a un jugador y dejarlo tiempo de más, o incluso sacarlo cuando ya el set está perdido, se debe a la incapacidad de la dirección técnica para comandar al equipo, lo cual, a su vez, adivinen, es producto de una mala gestión.

Ahora muchos comentan sobre lo bien que lo ha hecho la Federación Cubana de Voleibol, de que hay que ver cómo tienen a la disciplina en la isla, y hasta de ejemplo para otras Federaciones se habló. Y yo pregunto, ¿se puede considerar de buena gestión por solamente dejar que los voleibolistas salgan contratados, cosa que se venía pidiendo por años?

Aun así, Ariel Sainz, vicepresidente del Inder, dijo hace unos días por televisión de que no van a convertirse en una agencia de viajes. El deporte reflejo de la sociedad. Cuando algo funciona bien, es necesario controlarlo.

Las felicitaciones, los aplausos, el homenaje, se lo tiene que llevar la base, que sin ninguna inversión y sin balones, se las arreglan para seguir sacando talentos.

Volviendo al tema, la selección nacional, a pesar de esta crisis de gestión, que es en realidad lo único que lleva preocupación, pues no es ni el nivel de los pasadores ni el nivel de Miguel Ángel López, clasificó la próxima temporada a la Liga de Naciones (VNL), por lo que el principal objetivo se cumplió, y desde el año que viene serán más habituales los enfrentamientos a selecciones del primer nivel, por lo que, una buena gestión, se hará vital hasta para la continuidad de este equipo y de generaciones futuras.

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Imagen cortesía de FIVB