Desde Sídney 2000 un equipo masculino de voleibol no clasificaba a unos Juegos Olímpicos. Eso cambiaría en el 2016, cuando en la clasificación olímpica en Canadá, ante el anfitrión, los antillanos vencían 3×0. El sueño de muchos voleibolistas cubanos finalmente se cumplía, incluido el de un joven Osmany Uriarte. 

A dos meses de la magna cita, en Finlandia, mientras la selección nacional se encontraba participando en la Liga Mundial, varios miembros del equipo fueron acusados de violación.  El grueso de la Selección Nacional sería condenado tiempo después a penas de cárceles entre 3 y 5 años.  

La vida de esos voleibolistas, como la de Osmany Uriarte, daría un vuelco por completo, y de un momento a otro, los sueños de asistir a los Juegos Olímpicos de Río y de representar a Cuba, se desvanecían.  

Ahora a cualquier lugar que llega Uriarte tiene que cargar con esa mancha en el expediente, y sobre esos sucesos, pero también sobre su carrera deportiva, su familia y sus logros, trata la siguiente entrevista.  

¿Cómo te iniciaste en el deporte? 

Mis padres fueron deportistas, pero no a nivel de equipo Cuba. Mi madre era jugadora de baloncesto y mi papá de sófbol. Nací en una familia deportista. A la edad de 8 años comencé a practicar baloncesto con mi tío, que en aquel tiempo era entrenador en la EIDE. Luego él se fue de misión a Venezuela y mi madre decidió cambiarme al voleibol. Tenía 9 años, y entrenaba con los mayores de la primera categoría, porque en ese tiempo no habían captado jugadores de la categoría escolares. Aprendí junto con ellos, y ya cuando hicieron un equipo de mi categoría, estaba muy avanzado. Por ahí empezó todo. 

Entonces no fue el voleibol tu primera opción. 

Mi deporte favorito siempre fue el baloncesto, pero en aquel entonces me decliné por el voleibol por motivos de mejor carrera. Contaba con el consejo de quedarme en el voleibol por mi primo, que en aquel entonces era jugador de baloncesto del equipo Cuba.  

Voleibolista cubano Osmany Uriarte equipo nacional cubano
Voleibolista cubano Osmany Uriarte cuando jugaba con el equipo nacional

¿Cómo fue tu paso por las categorías inferiores? 

Mi paso por la EIDE fue muy importante para lograr llegar a la escuela nacional. Eran otros tiempos, había que quedar mejor y jugar en la categoría para que te miraran los entrenadores del equipo nacional, no era nada fácil. 

A la edad de 13-14 años hacen una primera categoría, en aquel entonces occidentales, orientales y centrales, con todos los cadetes bajo el mando de Rodolfo Sánchez. Me invitan a entrenar con ellos porque ya era matrícula de la escuela nacional. 

Iba a entrar con 14 a la escuela nacional, pero no podía porque no había vacante para poder estudiar. En el Fajardo normalmente se entra con 15 años, por lo que tuve que esperar un año más. 

Tuve muchas experiencias, siempre me decían que era un jugador muy técnico y que sería captado para el equipo nacional, y eso me motivaba mucho más a seguir trabajando en la base. 

La exigencia siempre fue dura, y más conmigo siendo prospecto. 

¿Quiénes estaban en tu generación? 

Mi generación era la del 94/95. Una buena generación. Yordan Bisset, Lázaro Fundora, Nelson Loyola, Alfonso Lamadrid, Yonder García, Javier Jiménez, Abraham Alfonso, Inovel Romero.  

¿Jugaste mundiales de categorías inferiores? 

Sí, jugué muchos. En mi primer año en la selección en el 2012, fui a los juegos del ALBA en Venezuela, donde obtuvimos oro, y luego ese mismo año al mundial de cadetes en Argentina, donde obtuvimos bronce. 

También fui a varios torneos NORCECA, como en México, donde obtuve primer lugar y premios en la categoría. Asistí a mundiales de categorías inferiores con 19, 20 y 21 años. Nunca obtuvimos medallas, pero estuvimos cerca. 

¿Con qué edad llegas al equipo nacional, y quienes estaban en el equipo? 

Con 16 ya estaba en el equipo nacional, en la preselección. En aquel tiempo Orlando Samuels estaba interesado en que yo jugara al lado de Wilfredo León, pero no me adapté al sistema, o, mejor dicho, no aguante la presión de hacerlo todo bien. Me sentí muy joven y regresé junto a los cadetes.  

Eso fue cuando cogieron bronce en el 2013 en la liga mundial. Yo empecé entrenando, y luego Rodolfo me reclamó para un NORCECA de la categoría cadetes, y no pudo asistir. En el NORCECA cogimos oro y clasificamos para el mundial. 

Luego ya con 18 sí comencé en el equipo nacional; ya León se había ido. 

¿En qué eventos participas esos primeros años con la selección nacional? 

Participé en la liga mundial del 2014 que nos subía de nivel, y lo logramos. Le ganamos a Turquía el pase 3×2. Ese mismo año asistimos al mundial de Polonia 2014, donde quedamos en el puesto 11. 

En los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz obtuvimos bronce. Luego en el 2015 varios NORCECA donde los ganamos todos, y ese mismo año Juegos Panamericanos de Toronto, donde obtuvimos el 5to lugar. 

¿Cómo vivían las bajas del equipo nacional? 

Era un poco difícil ver cómo hacían un equipo bueno y de repente se iban 2 o 3 figuras, pero en aquel entonces había algo muy positivo, y es que la selección B de Cuba tenía jugadores muy buenos, como Miguel Ángel López, Javier Concepción y otros. 

La rivalidad era muy fuerte, porque había muchos jugadores, y Rodolfo Sánchez nos ponía a enfrenarnos constantemente. 

¿Como fue ser uno de los primeros contratados profesionalmente bajo el amparo de la Federación Cubana? 

Los primeros fuimos Javier Jiménez, Rolando Cepeda y yo. Mi primer contrato fue en Turquía, después de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. Fue una experiencia muy buena, pero un poco difícil, porque tenía que adaptarme al sistema, los entrenamientos, ser profesional. Después me adapté, y tuve una buena 1ra temporada de contrato bajo la Federación Nacional. 

¿Como fue esa adaptación? ¿Fue un cambio muy brusco?  

Ufff, fue muy difícil, empezando por el idioma. Muchos jugadores no hablaban inglés, y mucho menos yo. Se me hacía muy difícil todo el tiempo por el traductor de Google.  

El tema del entrenamiento era muy diferente, fue donde realmente empecé a ver el voleibol desde otro ángulo táctico. No todo debería ser fuerza, como estábamos adaptados los cubanos. 

Fue algo bueno salir de contrato. 

¿Cómo fue esa presión con la selección luego de llegar contratados? 

Fue un tema un poco complicado, porque en aquel entonces los entrenadores estaban acostumbrados a que siempre le diéramos duro a la pelota, y al ver que llegamos con otro nivel de juego, que ya trabajábamos la pelota contra el bloqueo o finta, les chocaba y seguían exigiendo que le pegáramos al balón. Pero ya el voleibol estaba cambiando, era más inteligencia que fuerza, como se puede ver actualmente. No nos entendíamos, pero al final se dieron cuenta al ver el juego de los contrarios que nos ganaban jugando más inteligente 

¿Se preocuparon porque les diesen marcha atrás a los contratos? 

No, ya en ese momento el equipo estaba bien formado, el año siguiente iban a salir más jugadores de contrato, el voleibol estaba despuntando. Y en la actualidad es el deporte con más contratos bajo la Federación. 

En el 2016 vencen en el Clasificatorio Olímpico a Canadá, logrando incluir al equipo masculino en unos Juegos Olímpicos, algo que no se lograba desde Sídney 2000.  

En ese clasificatorio olímpico nos fue sumamente bien. Ganamos todos los partidos 3×0, incluyendo la final contra Canadá, donde quedé segundo mejor auxiliar del torneo. Regresaba de la primera mitad de la liga en buena forma y me sirvió para ayudar a la clasificación olímpica, luego de tanto tiempo sin poder asistir a esos torneos.  

Sin embargo, dos meses antes de asistir a la cita estival, sucede el caso Finlandia. ¿Cómo fueron esos dos años en prisión? 

En esos dos años me vinieron muchas cosas a mi cabeza. A veces pensaba positivo y otras estaba decidido a no jugar más voleibol de lo decepcionado que estaba, pero una vez ya fuera de todo aquello, pensé que no hay otra cosa que sepa hacer aparte de jugar voleibol, y retomé el camino. 

¿Cómo cambió tu carrera el caso Finlandia? 

Influyó de distintas formas. Como quiera que sea, fueron dos años apartado del voleibol, pero luego de regresar, que comencé a jugar, lo vi desde otro punto de vista, porque ya en aquel entonces tenía más tiempo de vacaciones para mí y para mi familia. No tenía que estar consecutivamente en los contratos y regresar a la selección. Llegaba cansado de los clubes y luego tenía que enfrentarme a las exigencias del equipo nacional. Por esa parte lo vi bien, pero la otra parte es que como quiera que sea, es una mancha en la carrera, y por la que no he podido jugar en los mejores clubes. También tengo una regulación en Europa que todavía no se me ha quitado. La única opción que me queda, fuera de las principales ligas, es Turquía, que viene siendo la cuarta mejor liga del mundo. 

No se limitan a contratarme, el club se interesa, pero siempre hay un inconveniente de alguien que ponga algún “pero”. Si el club es muy famoso, dicen que no por la reputación del club, o después se retractan. Ya me pasó una vez con el Galatasaray. Tuvimos que romper el contrato porque los fanáticos empezaron a buscar mi nombre en Google, al ser el nuevo jugador del club. Se supo lo que había pasado conmigo, y tuvimos que terminar el contrato. 

¿Cómo fue el trato de la Federación Cubana durante ese proceso? 

Normal. Ellos iban a visitarnos, y nos ayudaban en lo que podían. No podemos decir que nos sentimos abandonados. Lo importante era salir de ahí y continuar con la carrera. 

¿Cuál fue tu mayor logro con la selección nacional? 

Lo más importante en mi carrera fue haber ayudado a la clasificación del preolímpico del 2016 en Canadá, que nos dio la clasificación Para los Juegos Olímpicos de Río 2016, aunque no haya ido por la situación de Finlandia. Al salir me incorporé a jugar en Maccabi Tel Aviv de Israel, para entrar en forma, y luego regrese a Turquía, dónde ya llevo 5 años seguidos jugando. Actualmente me encuentro jugando para el club Alanya Belediyesi. 

¿Cómo se ha comportado la prensa contigo luego de ese incidente? 

No me llama la atención la prensa. En mi opinión es mejor pasar desapercibido. En su tiempo se habló del tema, pero ya quedó en el olvido, no me detengo en eso, sigo adelante. 

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¿Como es la separación y la convivencia con la familia cuando estás de contrato? 

Actualmente estoy casado, y tengo un hijo de 4 años. Ellos vienen conmigo a Turquía, y a veces se quedan allá en cuba para que el niño se desarrolle, por el tema del idioma. Estar alejado es difícil, pero son sacrificios que hay que hacer por el bienestar de todos. 

¿Qué opinión te merece la actualidad del voleibol cubano? 

Los jugadores que están actualmente tienen muy buen nivel. Por gusto no juegan en las mejores ligas. Solo hay un problema, y es que el entrenador no acepta que el voleibol ha cambiado muchísimo y los jugadores llegan de sus ligas con otra mentalidad. No los entienden, y por eso creo no logran el objetivo trazado, porque calidad hay, bastante. 

¿Te hubiese gustado seguir en la selección? 

Me hubiera gustado, porque siempre la vista a nivel de selección nacional es buena, pero no se pudo, y estoy bien, así como estoy. 

¿Qué te quedó por cumplir y qué le resta a tu carrera deportiva? 

Lo más importante no se pudo. Estuve a punto de ir a los Juegos Olímpicos, pero por aquel problema no se me dio. Esa era mi mayor meta. Ahora solo me queda seguir jugando profesional lo más que pueda, hasta que mi cuerpo diga que ya debo parar. 

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Imagen cortesía de Osmany Uriarte