Durante parte de la década de los 80, cuando la pelota cubana pasaba por una época dorada, Luis Gustavo Pestana integró los equipos Industriales con algunos de los más grandes peloteros en la historia de la capital.

Le tocó coincidir en la misma etapa con estrellas de la pelota cubana como Germán Mesa y Juan Padilla, algo que le restó posibilidades de jugar muchas veces y tras varias campañas se fue para Isla de la Juventud.

Con el tiempo, ante la llegada del terrible Período Especial, bajo la dura situación de la Isla, Luis Gustavo Pestana regresó a la capital y fue campeón con el conjunto azul, en una nueva etapa que concluyó con un tristemente recordado retiro masivo.

Pero por esas cosas del destino, el ser obligado a retirarse en Cuba sirvió para cambiar completamente el rumbo de su vida, pues terminó jugando pelota profesional en Nicaragua y finalmente, se fue a vivir a los Estados Unidos.

Luis Gustavo Pestana es hoy un hombre maduro, a quien la vida le ha sonreído más allá del deporte que amó y por el cual jugó en difíciles condiciones en la isla. De sus anécdotas y vivencias en Cuba, sus años como pelotero, sobre cómo ve su país desde la distancia, conversó con Play Off-Magazine.

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¿Cómo te desarrollaste para llegar a ser pelotero en Cuba?

Empecé a jugar pelota a la edad de nueve años en el estadio Palmar de Marianao bajo la dirección del entrenador Amado Ibáñez. Ese mismo año comencé en la categoría de 11 y 12 años. Estuve en todas las escolares y juveniles con buenos resultados. En el año 1981 llegué a la Serie Nacional con el mánager José Antonio Alpizar.

Cuéntanos sobre tu paso por las Series Nacionales

Estuve desde 1981 a 1989 con Industriales y en varias selectivas con Ciudad Habana. En la Serie del 90-91 me fui a jugar con La Isla de la Juventud porque quería probarme más, pues no tenía mucho chance con Germán Mesa y Juan Padilla. Estuve tres campañas con los Piratas e hice también el equipo Agropecuarios en las selectivas de esos años. En el 93, con el Período Especial, todo estaba muy malo y regreso a La Habana con los Industriales en la del 95-96 con el director Pedro Medina, en que fuimos campeones.

Mis mejores momentos los pasé con La Isla, que me dio la oportunidad de jugar por allá. Tuve buenas temporadas siendo el mejor torpedero de Cuba. El primer año bateé más de 300 y en el segundo fui el mejor de la zona occidental. Maduré como pelotero, algo que me sirvió para volver a la capital.

¿Cómo era la vida de un pelotero en tu época?

Las condiciones en las Series Nacionales en aquella época, a pesar de que había mucha calidad en los equipos, a veces dormíamos en los estadios. No teníamos los ómnibus cómodos, pero decidíamos jugar pelota porque era lo que nos gustaba. Cuando fuimos a La Isla en el inicio del Periodo Especial se complicaron las cosas, no se jugaba de noche, no eran las mejores condiciones.

Veían con Industriales que éramos odiados por muchos y queridos por bastantes personas también: siempre se sentía el calor en todas las provincias a las que íbamos. Cuando me fui a La Isla, a pesar de tener buenos amigos en la capital, quería ganarles. Cuando estaba en la Habana tenía más condiciones que en La Isla, a veces dormíamos en el estadio y la comida no era la mejor. 

Cuando sales al extranjero y comparas, ves que somos héroes para el comportamiento de jugar el béisbol en Cuba. Lo mínimo se complica. Tenía veces de ir al Latino en bicicleta o en guaguas y días de llegar tarde por el transporte. Con respecto a las condiciones de otros lugares del país, las de los Industriales eran aceptables.

En diciembre de 1990 nació mi primera hija y estaba en medio de la Serie Nacional. No había vuelo ni cometa (barco) y todo estaba restringido desde Cuba hacia La Isla. No pude estar en el hospital. Después sufrí muchas vicisitudes, sin transporte, luchando para poder regresar e ir a las venideras subseries. 

¿Por qué sales de la pelota cubana?

Fui parte de los retiros masivos en 1996, cuando fue obligatorio, y yo tenía 33 años. Nos dieron la posibilidad de jugar en otros países y nos benefició para ayudar a las familias. Estuve en Italia una temporada y nos pagaban el 20 por ciento del contrato y Cuba Deportes se quedaba con el 80.

Apareció después un viaje a Nicaragua con las mismas condiciones. Era una manera de tener más de lo que se ganaba en la Serie Nacional. A veces nos daban dinero para la alimentación y gastos de nosotros y teníamos que restringirlos para poder regresar con un poquito más de dinero. Nadie protestaba porque estábamos resolviendo un problema a la familia.

¿Qué decides hacer con tu vida entonces?

Estando en Nicaragua conocí a mi actual esposa y nos casamos en La Habana. Me fui a vivir allá y a jugar y solo regresaba a ver a mis hijos hasta tener la residencia. Me habían dado una casa en La Habana y mis hijos se quedaron con ella. Participé al llegar Nicaragua con algunos equipos de ese país, como profesional. Me pagaban 1600 dólares al mes por jugar pelota con mejores condiciones.

Enseguida me compré mi auto e iba al estadio en mi carro particular; renté una casa con muy buenas condiciones y aunque la pelota en Nicaragua no tenga la gran calidad como la cubana, sí es muy competitiva y están parejos los equipos. Me enamoré del béisbol de ese país. Agradezco de verdad mi consagración como pelotero, porque la hice allá.  

¿Por qué el cambio hacia los Estados Unidos?

Cuando uno llega aquí el choque inicial es muy complicado. Sabes que siempre habíamos jugado pelota y te enfrentas a un país distinto, con un idioma distinto, costumbres distintas y tienes que hacer lo que no te gusta porque llegué con 39 años. Los primeros meses fueron complicados, pero le doy gracias a Dios y a este gran país por la oportunidad de estar aquí y hacerme un hijo más y ser ciudadano americano.

Cuando estaba en Cuba no soñaba mucho en emigrar a los Estados Unidos, pero a medida que pasó el tiempo, al ver lo que hicieron los jugadores que vinieron y se quedaron, como el ejemplo de René Arocha, y veíamos la calidad y posibilidad que había, muchos se dieron cuenta de la gran oportunidad de llegar a este país.

Nosotros pasamos la mejor época en Cuba. Hoy en día, muchos peloteros jóvenes no han empezado a jugar la Serie Nacional y están pensando en jugar en Grandes Ligas. Jugar es muy bueno y beneficioso para ellos y su familia. En aquel entonces, no teníamos la información que hay ahora, cuando se ve a tantos cubanos jugando en la Gran Carpa.

Creo que, si vuelvo a vivir mi vida, mi primera opción hubiera sido llegar a este país. Ahora me mantengo activo jugando pelota y sóftbol, pero con los amigos. Entreno en academias a niños y trabajo de árbitro en categorías infantiles.  

Luis Gustavo Pestana con estrellas de la pelota cubana
Luis Gustavo Pestana con estrellas retiradas de la pelota cubana

¿Qué crees de las Series Nacionales en la actualidad?

La calidad en las Series Nacionales es muy baja. Ha dejado de ser un espectáculo. Con juegos a las diez de la mañana y a la una de la tarde, no es espectáculo para ningún país. Los mejores jugadores de Cuba ya no están, muchos están en diferentes países y otros en Grandes Ligas con logros. El béisbol cubano ha perdido de todo y competitividad. Hay demasiados equipos que lo que hacen es complicar el desenvolvimiento de la misma.

Fuera mejor tener menos equipos con los jugadores más concentrados, para poder hacerle frente a los eventos internacionales. No creo que con las condiciones y con el sistema de competencia se pueda mejorar. En mi época todo era diferente porque había una nacional y una selectiva donde se concentraba la calidad y eso ayudó mucho a la pelota.

Hoy con tantos peloteros yéndose y desangrándose el relevo, y los jugadores establecidos en la selección nacional que también se han ido, es muy grande el bache. En Cuba hay buenos entrenadores, pero pienso que están poco motivados e incentivados: más bien están esperando a ir al extranjero a resolver los problemas de su familia.

Los jugadores no tienen el compromiso para seguir la carrera, sino que piensan cómo irse para resolver su vida. Solo la pelota no está mal: hay cosas que hay que resolver primero que la pelota, con mejorías a la población. El béisbol que se juega en el mundo es el profesional y Cuba está muy lejos.

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¿Qué se podría hacer para cambiar la situación en Cuba?

Como equipo y serie hay que profesionalizar el deporte; auxiliarse de muchos entrenadores que están fuera con experiencia en el exterior, porque ya los de Cuba muchos están obsoletos.  El béisbol es solo de la decadencia. Todo es un problema del sistema que no funciona. 

El día a día del cubano es difícil. En el caso de La Habana, mucho más. Puede haber mucha población, pero hay que tener mucho sacrificio para vivir y al tiempo para hacer el deporte y entregarse al cien por ciento; es muy difícil. Cuando tienes que hacer tantas cosas no rindes. El deporte de alto rendimiento necesita de tiempo, de trabajo y descanso, y la manera que se trata a los jugadores, y eso repercute en los resultados deportivos óptimos.

Las personas no tienen la culpa. Quisiera que no solo mejorara el béisbol sino todo, en todos los sentidos. Hay muchos atletas que dieron mucho por la selección nacional que hoy en día desgraciadamente no tienen las mejores condiciones. Quisiera que se abogara por ellos para que los peloteros de ahora no se vean reflejados en cómo viven hoy aquellas estrellas de mi época. 

Tengo muchos amigos de Cuba y recuerdo a muchos de todo lo que pasamos en esa linda época. A los atletas de ahora les diría que lo den todo, aunque esté duro todo y que aprendan a ser profesionales. Que se esfuercen al máximo por la fanaticada y si tienen posibilidades de jugar en otro béisbol, que lo hagan.

¿Qué harías si recuperaras la juventud ahora?  

Todo es muy complicado. Se necesita mucho sacrificio. A veces uno piensa que el deporte es lo máximo; es importante, pero es la parte de la juventud. Sucede que en este gran país tienes posibilidades después de que dejas el deporte para muchas cosas. Si pudiera, habría llegado aquí para jugar y habría entrado en una universidad y aunque no firmara para Grandes Ligas, por lo menos sales con una carrera. Entonces, estás preparado para la vida y tu futuro.

Si no hubiese jugado en MLB, el sueño no solo mío sino de muchos, hay otras ligas donde se puede jugar que son muy pagadas y en estas puedes resolver el problema de la familia. En el mundo actual el dinero es importante y si tienes la manera de lograrlo haciendo lo que te gusta, es mucho mejor. Aquí sin pedirle permiso a nadie puedes jugar hasta en otro país cuando desees.

¿Satisfecho con la vida?

Sí, satisfecho. La felicidad no depende del lugar donde estás, sino de ti. Yo soy feliz porque tengo una gran familia, tengo hijos, nietos y una esposa maravillosos; tengo a mis padres y mi hermano acá conmigo. Este es un país que nos brinda oportunidades a todos. El confort de la vida es muy alto. No quería seguir pasando por la situación de Cuba que se ha deteriorado mucho más que cuando yo estaba.    

Un mensaje a los fanáticos habaneros y cubanos

Quisiera decirles que vean el sacrificio que pasan los jugadores porque nosotros nos debemos a los aficionados, pero a veces se es injusto sin saber los problemas que tienen los atletas en sus casas y el día a día. Sabemos que hay que salir al terreno a dar el máximo para ser lo más profesional posible y a veces no es así, no porque no quieran, sino porque no tienen los problemas resueltos.

Tienen muchos problemas con los hijos, con la comida y los fanáticos son exigentes. Debe ser así porque son ellos los que al final reconocen o no a los peloteros. Es importante que los fanáticos exijan, pero que entiendan también y reconozcan los trabajos que pasan los deportistas en Cuba.

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