La pelota cubana lleva muchos años en decadencia. Desde el pistoletazo tomado con poca seriedad que supuso la caída de Cuba en la final de los Juegos Olímpicos de Sidney hasta los estremecedores fracasos en los Panamericanos y Premier 12 de este año -con ciertos pasajes gloriosos también en el intermedio-, la carrera ha sido cuesta abajo, hasta el punto de que Dirección Nacional de Béisbol ha decidido buscar en el pueblo ideas para comenzar a construir una barricada que frene esta caída libre.

“El propósito de elevar el nivel del béisbol cubano pasará por una amplia consulta destinada a obtener propuestas que tributen a su perfeccionamiento y la acentúen en el centro de nuestra sociedad”, explica la información que anuncia el lanzamiento de esta consulta, hecha para aprovechar lo que llaman “sabiduría popular”.

Ante este gesto de aparente diálogo, ¿qué piensan los especialistas o aficionados? ¿Tienen esperanza de que resuelva algo?

La prensa tiene la palabra

Para los periodistas que consultamos, en teoría la intención es buena. No obstante, desde cierto punto es vista con recelo, pues solo la opinión popular no bastará para lograr que la Federación Cubana y la Comisión logren implementar algún cambio que, ojo, no sucederá a corto plazo.

Según Jorge Carlos de la Paz, periodista cubano radicado en México y por algún tiempo redactor deportivo en el diario oficial Granma, este paso significa el reconocimiento, precisamente, de que nuestro barco beisbolero está a la deriva y está urgido de buscar respaldo social por la tambaleante reputación que tiene luego de tantos años de malos resultados.

“El proceso puede perder credibilidad desde el principio al no esclarecerse su modo de acción. La convocatoria solo enuncia vagamente una serie de puntos a discutir y que será procesada por un grupo desconocido de llamados especialistas, que se desconoce cual será su manera de accionar luego”, dice.

Teniendo en cuenta otras experiencias de consultas populares recientes, quizás se utilice la mera “masividad” como método de legitimación de este nuevo ejercicio.

Para Dayán García La O, de la revista Bohemia, es buena idea involucrar a todos en un proceso que concierne al pueblo, y en la toma de decisiones que siempre han sido potestad de unos pocos.

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“El movimiento neuronal que se precisa para con el deporte nacional necesita crear la confianza en el hacer más que en el decir”, dice García, pero deja entrever la posibilidad de que un ejercicio como este se convierta en lodo por la probada ineficacia de los directivos a la hora de poner las ideas en práctica.

Leydis Hernández Mitjans, también periodista, concuerda con el criterio anterior en que es una buena iniciativa,  pero que “no va a resolver todos los problemas que tiene el béisbol cubano actual”.

Problemas estos que pasan por el estado de las instalaciones; los incentivos a los peloteros; la situación de los contratos; la férrea política de culpar de todo a las restricciones impuestas por Estados Unidos sin buscar otras alternativas de calidad; el mal trabajo en la base y la poca -aunque medianamente incipiente- aplicación de la ciencia al béisbol. Asuntos que, claramente, podrían haberse encaminado a resolver en su mayoría antes de llegar al punto de pedirle al pueblo que las diga, estando cantadas desde hace tiempo.

En opinión de Raúl Abreu Martín, periodista de Juventud Rebelde, como parte de estas supuestas soluciones, se deberían crear nuevos cursos actualizados para entrenadores; vincular a empresas y ministerios que apoyen el desarrollo de nuestra pelota; buscar inversión extranjera y aprender de los mejores para tratar de organizar un verdadero espectáculo.

Esto, unido a la incorporación del sector no estatal para amenizar la vida diaria en los estadios -sobre todo en el sector gastronómico-; renovación de los puestos de dirección en la Federación y Comisión cubanas con personas de pensamiento más abierto hacia la pelota moderna; traer entrenadores extranjeros que nos expliquen bien de qué va este deporte que lo seguimos practicando con años de atraso (sobre todo tecnológico); y la contratación de de peloteros en ligas extranjeras, incluso, obviando si el contrato es gestionado o no por el INDER y acordando el pago del fisco como cualquier otro ciudadano natural cubano, pudieran ser parte del abanico de soluciones.

¿Es creíble el proceso?

Hay seguidores de a pie, sobre todo jóvenes, que tienen muchas dudas. Los muchachos que entrevistamos creen que una consulta popular es una burla, sobre todo teniendo en cuenta que ya todos los directivos “saben que se tiene que hacer para arreglar la pelota aquí”.

Jose Camacho, estudiante universitario, considera que este proceso es casi una falta de respeto, “sobre todo porque hace poco hubo uno similar sobre otras cuestiones medulares para el país y muy poco se hizo al respecto tomando en cuenta la verdadera opinión de la gente y que hacerlo con la pelota, considerada en ocasiones hasta como un asunto de estado por el secretismo que la rodea, arrojará los mismos resultados”.

Como él, también otros opinan, en líneas generales, que la solución es darle camino a los mejores jugadores, vía libre para que busquen maneras de jugar en el extranjero y luego vengan a jugar acá una liga invernal; una posibilidad que en parte será puesta en práctica a partir del año que viene cuando la Serie Nacional se adapte mejor a los calendarios internacionales. Con los contratos, quizá mejor olvidarlo.

La necesidad de tener directivos, entrenadores y atletas más capaces de adaptarse a la manera en la que se ve, entiende y juega actualmente, y abrir las puertas a las nuevas tendencias en el béisbol internacional, a la ciencia y la investigación, son aspectos que adiciona Jorge Carlos.

“Aprovechar la gran cantidad de universidades y centros de investigación que existen en el país, los cuales apenas cuentan con líneas de investigación sobre deportes sería muchísimo más provechoso que auxiliarse en la llamada “sabiduría popular” o “sociología espontánea”, afirma el periodista cubano.

Se pide, también, que la Federación y Comisión representen los intereses de los deportistas y dejen de representar los meros intereses de los directivos y del INDER sin tener en cuenta a los hombres en quienes se basa el espectáculo, como afirma Carlos Mauri, uno de los fanáticos que ante la caída de la pelota ha encontrado en el fútbol su refugio deportivo.

De esta manera, tal vez, se podría intentar desarrollar una política que trate de convencer a los peloteros para estar más dispuestos a jugar “bajo el sol más inclemente, en terrenos malos y bajo pensamientos obsoletos dentro de un deporte que está muy politizado”, como sugiere también Gianfranco Gil, exatleta de béisbol en categorías inferiores.

La pérdida de fe en el deporte y sus directivos parece ser una situación generalizada. “La Federación ha demostrado en el pasado no inmutarse por las peticiones de los aficionados ni el sentido común, por lo que corre el riesgo de ser una medida populista que sirva solo para contentar a los que abogan por una mejora del béisbol”, dice.

“Hay que recuperar los terrenos en cada batey, cada pueblo, donde hace 20 años se mimaba como el bien más preciado el estadio de pelota, pero no significará mucho si no llenamos el país de guantes de pelota y otros implementos a precios módicos para el cubano. La revolución que necesita el béisbol amerita que se subsidien cantidades considerables de estos implementos para que regresen las épocas en las que el mejor regalo para un niño en su cumpleaños era un guante de béisbol”, afirma Dayán García.

Sería ideal, agrega, que en las escuelas primarias no falten los implementos para jugar en las clases de educación física o en el recreo; que en cada área haya un entrenador o activista que comience a labrar sueños.  

“Muchas veces queremos que cambie la realidad de la pelota cubana siempre mirando a la Serie Nacional, a la superestructura; sin embargo, considero que la salvación está en la base, para que la realidad sea distinta a mediano y largo plazo. No hay otra manera”, finaliza.

En verdad, ¿escuchará el INDER la sabiduría popular?

En solo tres horas, utilizando los datos móviles, aparecieron propuestas y criterios discordantes, pero igual de válidos. No hicieron falta diez días para tener una opinión formada de lo que puede arrojar esta consulta. Ahora: ¿Hasta qué punto estaría el INDER dispuesto a tomar en serio las sugerencias que le hará el pueblo cubano?

Sabemos que, a diferencia de otros países donde triunfa el deporte de las bolas y los strikes, sus federaciones se mueven con independencia, no como la nuestra que, a pesar de proclamar serlo, sigue estando sujeta al brazo fuerte de nuestro ministerio deportivo. Y este a veces puede lastrar las mejores intenciones en función de sus intereses. No sería la primera vez.

Los resultados de la consulta, existe la posibilidad, pudieran caer en saco roto. Siguiendo la lógica con la que en muchas ocasiones actúan nuestras federaciones deportivas, pudiera suceder que esta circunstancia de supeditación se una a las restricciones inherentes a la situación de Cuba y su deporte a escala internacional; y al siempre aludido problema del bloqueo, que nuevamente sería enarbolado para culpar a Estados Unidos de todos los obstáculos que sufre el béisbol que -atención-, sí sufre sus repercusiones, sobre todo a la hora de incorporar a nuestros jugadores en ligas de mayor nivel, de manera “oficial”.

Igualmente, será Estados Unidos el futuro responsable de no tener cómo arreglar todos los estadios y ponerlos en condiciones óptimas para su explotación, puesto que no habrá dinero porque la extraterritorialidad del bloqueo no nos deja cobrar el dinero que nos pagan por participar en los distintos eventos deportivos, más si los ganamos. Esto, sí es una triste realidad.

Pero, ¿y lo que está más a nuestro alcance? ¿No podíamos poner a la mano al menos una gorra o una chamarra a un precio módico con mayor regularidad? ¿No podíamos desarrollar opciones culturales y de recreación en los estadios? ¿Vincular al sector no estatal desde antes para que ayudara en estas iniciativas y hacer de cuatro horas de juego algo soportable y que incentive a las familias a pasar el día en el estadio como sucede en los Estados Unidos?

¿No podemos enviar a nuestros entrenadores a superarse? ¿Acaso no podemos recurrir al consejo de entrenadores extranjeros, que vengan a ayudar, como nosotros hicimos alguna vez con medio mundo beisbolero? ¿No tenemos forma de estudiar a los equipos que enfrentaremos en eventos internacionales con el debido tiempo para conocer sus fortalezas y debilidades?

Quizá se debería empezar evitando el peso de la burocracia que ralentiza todo. Muchas de estas soluciones e ideas estaban a la mano desde antes de que saliera la nota del 22 de noviembre, anunciando la consulta. ¿Tuvimos que llegar hasta aquí? Ojalá estas líneas sean tomadas en cuenta como una de esas opiniones que, afirman, serán escuchadas.