Después del béisbol, el baloncesto era el deporte más popular en Cuba en los años 1990. No fueron pocos los momentos en que las instalaciones deportivas de ese deporte se llenaban de esquina a esquina para disfrutar del buen básquet. Muchos de los protagonistas de aquella época vieron su futuro detenido en la isla por las erradas políticas deportivas del momento.

Debido a tales decisiones, los jugadores nacionales fueron abandonando el país y el básquet cubano sufrió y su calidad fue deteriorándose año tras año. A partir del año 2010 y por las reformas en las instituciones deportivas, los gigantes cubanos pudieron contratarse en Ligas Internacionales con autorización del gobierno, lo que llevó a un resurgimiento de este deporte en la Mayor de las Antillas.

Aunque aún no se han alcanzado los resultados de antaño, es interesante ver a jugadores cubanos profesionales de otras ligas vistiendo la camiseta de Cuba. Hoy nos acercamos a uno de estos enormes hombres que constituyen el experimento de avanzada para un futuro mejor en el baloncesto cubano: Orestes Torres.

jugador de baloncesto cubano Orestes Torres
Nos acercamos a uno de estos enormes hombres que constituyen el experimento de avanzada para un futuro mejor: Orestes Torres. Foto: Hansel Leyva

¿Siempre soñaste con ser jugador de baloncesto?

Soy de Manzanillo, en Granma, pero estoy en La Habana desde pequeño. De niño me gustaba el deporte, pero no tenía fijación con el baloncesto. Pasé por pelota, polo acuático, pero solo fueron días. Pero cuando agarré la pelota de baloncesto en la mano, dije, esto es lo mío.

¿Qué recuerdas de aquellos torneos Convivio para niños que se hacen aún en Cuba, en los cuales tu participaste y a los que venían selecciones de Puerto Rico?

Fue algo fundamental en la formación de un jugador, porque cuando estás en categorías pioneriles es muy importante tener fogueo internacional. Gracias a eso, tengo grandes amistades de mi año, pues nos conocemos de esa época de los Convivio.

¿Cuándo llegas a Capitalinos?

Fue a los 16 años, cuando salía del último escolar, en Villa Clara, en el cual salimos campeones y fui elegido mejor jugador. Era mi último año, y cuando termino, me dicen que no tenía vacaciones, que debía incorporarme a los Capitalinos. Fue lo más grande, una de las primeras noticias que me impactaron. Ocurrió por los años 2002-2003.

¿Cómo fue llegar con esa edad a un equipo con grandes estrellas?  

Es bien difícil y pasas por muchas cosas. Debes tener una mentalidad bien fuerte para llegar y tener 8 o 9 jugadores de tu misma posición y saber quién es el uno, el dos, hasta el cuatro y saber que tenías que ponerte duro para hacer el equipo. Tuve que acelerar el proceso, pues salía de un escolar para las categorías de mayores. En esa primera liga, jugar un minuto con Capitalinos era para aprovecharlo. Pero siempre me motivaba y era apoyado por mis compañeros.

También muy joven llegaste al equipo nacional

Cuando entré a Capitalinos, el director era Daniel Scott, entrenador de la selección nacional. Al terminar esa liga, me voy a la Escuela de Iniciación Deportiva (ESPA) nacional. Ahí estuve un año y después que termino mi primer año como juvenil -eran tres años en el equipo nacional juvenil- nos seleccionan a tres jugadores para incorporarnos a la preselección del equipo nacional. Recuerdo que fue mi primera oportunidad. Me dije, “hay que trabajar duro, meter bastantes canastas para quedar entre los 12”. Empiezo mi preparación y se dio entonces un viaje a Venezuela para jugar con los Duros de Lara y caí en ese grupo. Fue mi primera experiencia en el exterior, lo hice bastante bien y eso me dio un poco más de confianza.

¿Cómo fueron tus años con Capitalinos?

Las he vivido todas con mis Capitalinos, todas las finales contra Ciego de Ávila, y doy gracias a Dios por eso. Tengo dos campeonatos y estuve en las derrotas que sufrimos juntos. En una final famosa, empezamos ganando los dos juegos en casa y cuando terminamos el primer partido, empezamos varios a padecer problemas estomacales. Nosotros nos quedamos con cosas internas que suceden y las asociamos [para llegar a conclusiones]. Terminamos el primer partido, les ganamos pese a su equipo y nos dicen del público: “van a ganar, pero se van a ir con buen dolor de barriga”. Por eso asociamos las cosas, pero el terreno es el que dice la última palabra. Ganamos el segundo duelo, un partido reñido. Ya había jugadores fundamentales con problemas, y cuando pedíamos tiempo, muchos iban al baño. Pero lo logramos. Pero cuando todo se puso serio, a varios nos pusieron sueros, porque estábamos débiles. Llegamos a La Habana y pensamos que ganábamos y esa final hubo que pararla 15 días, y estuvimos todos internados y nos hicieron análisis, porque estaba todo el equipo débil. Cuando se reanuda, perdemos 3 juegos seguidos y la final. No soy de los que justifican derrotas, pero sí influyó. Nos pasó factura. Ellos tuvieron un buen grupo de jugadores y estuvieron varios años juntos y eso es fundamental.

Hablemos del campeonato del año 2015, cuando Capitalinos pasa invicto la temporada regular y gana

Hacía cinco años que no ganábamos. Fue un año que marcó la vida de ese conjunto. Lo mejor fue que le dieron la oportunidad a Panfet de llevar las riendas de ese equipo. Hicimos buen grupo. Se preocupó por hacer una familia. Nos dio confianza desde los entrenamientos. Nos entregamos al máximo y cada uno dio lo mejor de sí y llegamos a tener un teamwork bueno. Nos tenía un esquema de juego para cada contrario. Eso nos dio una base, para de ahí, de ese campeonato, abrirnos a muchos jugadores las puertas en el exterior.

¿Tuviste ofertas para dejar la selección nacional como hicieron algunos jugadores?

 Es algo que me preguntan. Me tocó vivir esas historias y tengo buenas relaciones con todos mis compañeros, eso no influye en nada. Simplemente, soy de los que siempre mantuvo su línea familiar bien definida y nunca pasó por mi mente irme, pero sí me tocaron la puerta. En el 2006, con los 12 grandes, cuando me llevan a la selección nacional, se empezó a hablar más de Orestes Torres. En el Centrobasket de Panamá tuve buenos números y de allí fuimos para los Centroamericanos y quedo entre los tres mejores jugadores de la selección. Me tocan la puerta en Panamá y me dicen que si quiero irme esa noche para Puerto Rico y les dije que no. Y hoy tengo buenas relaciones con esas personas, me mantuve con mi respuesta y en la actualidad son buenas amistades.

De haber existido antes el proceso de contratación de jugadores cubanos en el extranjero por medio del Inder, ¿hasta dónde hubieras llegado?

Siempre he tenido mis metas. Si este proceso me hubiese tocado con 20 a 21 años, cuando estaba en mi máximo nivel, creo que podría haber llegado a jugar en la Liga de Puerto Rico, a la que siempre he visto como el top a lo cual podía llegar. Quizás, quién sabe, si hubiese llegado a Europa.

Tienes una medalla con la selección nacional en unos Centroamericanos que marca un antes y un después. ¿Qué pasó en esa ocasión?

Siempre pienso en positivo y lo negativo lo incorporo como enseñanza. Toda carrera tiene sus decepciones y la primera para mí fue ese mismo año. Me sentía en óptimas condiciones, con buena preparación y venía de hacer grandes números en la liga salvadoreña, en donde juego desde 2015. Es una liga reconocida en Centroamérica y enfrentas a extranjeros que están a tu nivel o por encima. Venía de ser campeón y empezamos la preparación para los Centroamericanos de Barranquilla. Nos fuimos para Ciego de Ávila y a días de venir para La Habana para tomar el vuelo a Barranquilla, me dicen que los Centroamericanos eran mi última participación con la selección porque ya causaba baja por antigüedad: eso fue con 30 años, en 2018.

Jugué poco. En la discusión del bronce me tocó jugar y le di asistencias a Javier Justizy una a Jasiel Rivero. Me siento orgulloso, porque anotaron los dos jugadores grandes del equipo.

Muchos critican las ligas centroamericanas en las cuales has jugado

Mis respetos para todas ligas del mundo, porque cada una tiene su nivel y enseñanza y todos los jugadores tienen calidad. Me han tocado esos mismos campeonatos sobre los cuales las personas afirman que no sirven. He enfrentado integrantes de selección nacional de otros países, a quienes llevan de refuerzo para una final. Eso te dice que me toca contra atletas que han estado en Europa, en México, en Panamá. No es una “liguita”; simplemente, va en ascenso, y tantos los nacionales como los extranjeros, tienen nivel. En mi primera incursión en la Liga de Nicaragua, por ejemplo, me tocó competir en Real Estelí, el equipo más poderoso de ese torneo. Me tocó ser campeón con ellos.

Este año sucedió un evento inesperado que sacó otro lado de Orestes Torres. En tu equipo, las Brumas de Jinotega, falleció tu coach durante la temporada y los directivos hablaron contigo para que dirigieras

Me gustan los retos y me preparé bien en lo que estudié: soy licenciado en Cultura Física desde que tengo 24 años. Me pasó en El Salvador, en donde dirigí en la primera división de la Liga Femenina y lo hice bastante bien y llegamos a la final. Creo que cuando termine mi carrera deportiva puedo ser entrenador, aunque lo veo bastante lejano, porque me siento bastante bien como atleta todavía. Soy fanático de Dirk Nowitzki y Manu Ginóbili y con 40 años estaban en óptimas condiciones y voy en ese camino.

Sienten un gran aprecio por ti en las ligas de Centroamérica

Eso se gana con el trabajo, disciplina, y con el resultado, porque cuando sales eres una mercancía y el resultado es el que te da larga vida en tu contrato. Mis resultados han hablado por sí solos. En El Salvador tuve buen desempeño y en los equipos siempre he sido finalista. Me llevo bien con los jugadores nacionales, extranjeros y con colectivo técnico. También, está el carisma que uno tiene. Te dan ganas de trabajar, porque hasta los niños te conocen y dicen tu nombre y uno piensa que en tu propio país no te pasa. El Salvador es mi segunda casa: estoy muy orgulloso con el trato de todos los clubes y las grandes amistades que he hecho. Me tienen como imagen de la liga en una de las calles centrales de El Salvador. La cadena televisiva de allá, Tigo Sports, me tiene como imagen de la Liga.

¿Qué le falta al equipo Cuba?

No es por justificar mi caso, pero en un equipo debes tener las dos cosas, juventud y experiencia para los momentos cruciales. No se pueden quemar etapas: tener mucha juventud a veces es un arma de doble filo. Hay mucha calidad, mucho de donde escoger, pero no se le pueden cerrar las puertas a nadie. A nivel mundial, ningún país les cierra las puertas a sus jugadores, porque son muchos niveles de competencia. Puerto Rico, Panamá, no te llevan la misma selección a todos lados, pues depende del nivel de la competencia. Se trata de no ponerle un final a nadie, sino dejarles las puertas abiertas a todos. Tengo grandes amigos que me han dicho que están disponibles para jugar. Se debe pensar en eso.

¿Por qué no te han llamado?

Lo que no nace no crece. Te puedo decir que están al tanto y saben que uno está al tanto y en plenitud para hacer las cosas representando a una selección. Saben mi historia y la calidad de jugador y persona que soy. No sé por qué no me llaman, pero mi condición sigue siendo la misma: estoy cien por ciento dispuesto a representar a mis cuatro letras siempre; y cien por ciento para seguir siendo el Orestes de siempre. Me siento en óptimas condiciones para seguir jugando y si le puedo regalar tres o cuatro minutos a mi selección, pues lo hago.

Tienes un niño que se inicia en el baloncesto

Mi hijo es mi inspiración, mi motivación. Le doy gracias a mi esposa, la otra mitad. Él me motiva. Es fanático al fútbol, y su primer deporte fue fútbol. Empezó con seis años el baloncesto. Tiene buenas cualidades físicas y técnicas. Tiene 11 años y mide 1.67 y siempre ha jugado de frente al aro, tiene buena técnica de tiro. Le puedes hablar de cualquier deporte y cualquier liga. En este tiempo de pandemia trabajo con él, físicamente.

Afuera hay mucho profesionalismo, en el sentido de que, si juegas a las cinco, ya el club exige que desde las tres tienes que estar mentalizado nada más que en eso. Hay mucha disciplina y eso, en la etapa de mi vida en que llegó, lo agradezco mucho. Me llegó con 27 años la oportunidad de poder salir al exterior y creo que me ha mejorado mucho en mi forma de ser y en mi profesionalidad, y eso se lo puedo exigir a mi hijo. Soy bien exigente con él en la casa y fuera también: me he vuelto más exigente, pero para su bien, creo que sí es una gran enseñanza.

¿Cuán importante ha sido tu esposa?

Mi esposa, mi familia en general, son las personas que están con uno incondicionalmente, y les toca sufrir las decepciones: cuando sufrimos una derrota están ahí. En el caso de ella, los clubes en los que estuve me dieron la oportunidad de poderla llevarla a El Salvador y en las dos veces que fue, en una quedé campeón y en la otra, subcampeón y sintió lo que es estar ahí.

Si pudieras cambiar una sola decisión de tu vida, ¿cuál sería?

Si pudiera volver el tiempo hacia atrás quisiera haber estado al lado de mi padre en sus últimos momentos de vida, en el 2016. Cuando yo estaba terminando de jugar una semifinal en El Salvador y, lamentablemente, la perdí. Iba a venir esa misma semana y el club me dijo que era mi decisión. Pero llamó mi abuela y ella me dice: tu padre quiere que le traigas tu medalla de campeón, no quiere que estés aquí con él. Si virara el tiempo atrás, me hubiese encantado estar aquí con él y tocarlo en sus últimos momentos.

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Imagen cortesía de Foto: Hansel Leyva