Al bajarse del avión en Argentina, aún no lo podía creer. Luego de un fallido intento de llegar a la mejor liga de baloncesto de América Latina esta vez la vida le sonreía. Será porque su espíritu de lucha nunca mermó o quizás porque se cumplió esa frase que profesa que los tiempos de Dios son perfectos. Por una causa u otra, Adriano Barreras llegó al lugar esperado y la meta es mantenerse allí.

El actual jugador de Ferrocarril Oeste no es tan solo un cubano que representa en otro país a la patria donde nació, sino que también carga a cuestas una hermosa historia de superación humana que es típica muchos antillanos que dejan la Isla, por todas las dificultades que encontró en el camino como emigrante.

Nacido en Camagüey y miembro de una generación dorada de la tierra agramontina que lastimosamente nunca se llegó a concretar, Adriano Barreras aún tiene presente en su historia de vida en momento en que todo comenzó.

“Empecé a los siete años. Recuerdo que fue en la escuela primaria Pedro Martínez Brito que estaba en el barrio de Puerto Príncipe, en la ciudad de Camagüey. Ahí comencé mis primeros pasos con el entrenador Julio Altunaga, que creo que está de asistente ahora en el equipo Camagüey de primera categoría”, recuerda.

Ir atrás en el tiempo provoca pausas en sus frases y mientras apela a recuerdos muy lejanos, nos comenta sobre diversos temas. Entre ellos, uno fundamental para alguien que está tan lejos de casa: ¿cómo recuerda su vida en Cuba?

 “Le digo a la gente que, a pesar de todo, le agradezco mucho a Cuba. Creo que soy quien soy gracias a todo el sistema educacional, de salud y deportivo. Como todo sistema, tiene sus cosas buenas y cosas malas, pero creo que de nacer en otro país Adriano Barreras nunca hubiera sido basquetbolista. Por muchos factores: la medicación cada vez que te lesionabas, la facilidad para estudiar y practicar deportes”, dice.

A pesar de que era un atleta de perspectivas, no visualizaba su futuro en su tierra natal, como ocurre con muchos atletas. Su deseo de crecer no era compatible con la incertidumbre en que se mueve el futuro de gran parte de los deportistas cubanos. La decisión no era sencilla, pero desde muy joven ya la tenía asumida.

“Decidí irme desde que tenía alrededor de diecisiete u dieciocho años. Ya sabía que no iba a tener futuro en Cuba, sobre todo por situaciones económicas, pues cada vez veía que el país iba empeorando en ese sentido. Entonces me senté con mis padres; hablé de que, si en algún momento me tocaba jugar con la selección o algo, lo más posible es que me fuera, como habían hecho otros por necesidades. No sentía que era un país en donde yo pudiera vivir toda la vida”, afirma.

La hora de partir

A pesar de sus esperanzas, Adriano Barrera no logró llegar nunca a una selección nacional, quizás debido a su juventud. Pero la vida le mostraría una oportunidad y él la tomó enseguida.

“Mi papá se fue a trabajar a Ecuador, le gustó y en ese país le ofrecieron quedarse. Él decidió establecerse y le empezó a ir bien. Nos puso un amparo familiar, ahí me fui con mi familia y vivo en Guayaquil desde que llegué en abril del 2015”, cuenta.

“Los inicios allá fueron bastante complicados. Me tocó ver a mi papá matándose solo por todo el mundo como siempre lo ha hecho, pero más duro al principio. Toca a dormir todos en una cama, prácticamente. Estar en departamentos malos, zonas peligrosas de allá. Poco a poco, como todo cubano que está para salir adelante, empieza uno a meterle el pecho a la bala y las cosas van saliendo bien. Deportivamente, me costó mucho trabajo. Muchos decían que iban a ayudar y te cerraban la puerta en la cara. Entonces me tocó hacer las cosas yo solo. Eso, obviamente, te hace madurar como persona, como jugador y me hizo conocer todo en el Ecuador en realidad”, narra.

“Es un cambio bastante radical porque es un cambio de cultura, las personas son totalmente diferentes. El cubano tiende a ser más frontal, a ser un poco más solidario. En Ecuador la gente es un poco más reservada, depende obviamente también de la zona en la que vivas, pero son un poco más reservados”, agrega.

Sus inicios deportivos fueron complicados en demasía. Emigrante al fin y el cabo, debía labrarse una reputación en un país en donde nadie le conocía. A pesar del prestigio que aún guardaba el baloncesto cubano, el mismo no fue suficiente para impulsarlo. Las ayudas no fueron muchas, más bien nulas.

“Las personas que me ayudaron, en realidad, ninguna. Mi familia siempre me apoyó y en eso incluyo mi papá, mi mamá, mi hermana, además de mi esposa partir de 2016. También algunos amigos cercanos y la familia de mi esposa”, explica.

Precisamente, en el año 2016 llegaría la tan anhelada oportunidad para Adriano Barreras de probarse en tierras ecuatorianas en lo que más le gustaba, el baloncesto.

“Aparece la oportunidad de jugar en un club llamado ADN de la Marina Naval. Allí no pude competir toda la temporada debido a una lesión en la zona pélvica. A pesar de ello, pude estar contra equipos importantes como Piratas de los Lagos y HR”, describe.

Esa opción de mostrarse ante elencos portentosos de la competición doméstica le garantizó la visibilidad que necesitaba para establecerse.

“Ese mismo año, dos semanas después de que se acabara el torneo, me topé al dueño y el entrenador de HR. Ellos estaban en una clínica en Guayaquil que se hizo. Se sentó conmigo y negociamos siete u ocho meses antes. Así que ya tenía arreglado con HR para participar en la Liga 2017. Me preparé bastante ese año y fue genial. Perdimos en cuartos de final, pero aun así quedé de líder anotador de la Liga Ecuatoriana y participé en la Liga Sudamericana que se hizo en Potosí, Bolivia. Allí me fui entre los líderes anotadores de ese torneo. Promediaba alrededor de 24, casi 25 puntos por juego”, dice.

Adriano Barreras
Adriano Barreras

Luego de arrancar, el espíritu de sacrificio y adaptabilidad del camagüeyano se vio recompensado. Al año siguiente se volvió a lucir en la competición ecuatoriana y tuvo destacados números en la Liga Sudamericana. Incluso, tuvo la dicha de ser dirigido por un coach argentino que le enseñó mucho.

“Por primera vez me dirigió un entrenador de Argentina. Comencé a nutrirme de un poquito de ciertas cosas que me enseñaba y transmitía a los jugadores”, explica.

Ecuador le abrió las puertas

El jugador cubano está consciente de que todo ese tiempo en Ecuador le aseguró una notable mejoría en su juego. A pesar de que muchos desprecian este tipo de campeonatos por la calidad de los jugadores nacionales y el poco pedigrí de estas naciones a nivel de selección, Adriano Barreras tiene su opinión acerca de esto.

“Sí, he escuchado al respecto de jugadores y entrenadores. Todos subestiman bastante estas ligas sudamericanas. En realidad, son como puentes que sirven para catapultarte a otras mejores. Por ejemplo, por aquí pasaron jugadores cubanos como Marvin Cairo, Reynaldo García, Darol Hernández y mira donde están ahora”, afirma.

“Creo que es un error de todos el subestimarlas. Hay personas que tienen la suerte de estar en otro país y de tener mucho talento, además de contar con quienes los ayudan. Por otro lado, hay personas a las que nos toca, como a nosotros los cubanos, probar suerte. Empezar en ligas pequeñas e ir saliendo. Entonces pasamos por cosas que unos pasan y otros tienen la suerte de no pasar”, argumenta.

La temporada 2019-2020 parecía brindarle una oportunidad de oro. El club Ferrocarril Oeste de la primera división del baloncesto argentino había puesto sus ojos en él y su fichaje estaba encaminado. Pero los días transcurrían y no llegaba a Argentina. Muchos nos preguntábamos qué había sucedido. Al final, Ferro emitió un comunicado de prensa expresando que no llegaría al elenco verde por temas de visado. Sin dudas, un duro golpe para él.

Pero los tiempos de Dios son perfectos. Ferro nunca perdió el interés en hacerse con los servicios de Barrera y este tampoco la fe en su llegada a la mejor liga de América Latina.

Vida más allá del deporte y la gran elección: ¿Cuba o Ecuador?

El básquet es lo fundamental, pero no todo en la vida del camagüeyano. El perimetral también ha emprendido proyectos empresariales e incluso, su propia escuela.

“Aparte de ser jugador tengo una escuela de básquet, en Facebook lo buscan como Escuela de Básquet Adriano Barreras. Ahí siempre estoy subiendo vídeos y cosas. También tengo una tienda deportiva junto con mi esposa que se llama FAM Store, por la palabra The Family.  La recordamos y pusimos FAM, tiene bastante acogida dependiendo de la época y esas cosas, pero en general bastante aceptación. También tengo otros proyectos: estudio en la Universidad, en Marketing. No me quedo quieto, sino que siempre estoy tratando de hacer cosas y, sobre todo, que sean productivas”, cuenta.

Adriano Barreras baloncesto cubano
Adriano Barreras

A pesar de no haber nacido en Ecuador, se ha convertido en un hijo casi adoptivo de esa nación, en donde se ha vuelto un hombre muy querido por la afición al baloncesto y el público en general.

“La verdad es que me quieren bastante. Creo que, como todo, también tienes personas que no. Hay personas a las que no les agrada la idea de que haya venido de otro país. Pero bueno, el respeto me lo gané con sangre, sudor y lágrimas. Con el apoyo de mis amigos y mi familia. Hay muchas personas que aplauden eso y otras que no, pero así es el mundo. Siempre estoy bastante agradecido con Ecuador, con las personas que sí me han ayudado y que me siguen ayudando a pesar de no haber nacido en ese país. Me han acogido como si hubiera nacido allá”, afirma.

El cariño del país adoptivo de Adriano Barreras le ha servido para que dicha nación esté interesada en contar en su selección nacional con los servicios del cubano. Sobre estos rumores y la posibilidad de jugar con ellos, explica.

“La selección ecuatoriana me llamó. Incluso, hace par de semanas que estoy hablando con el presidente de la Federación Ecuatoriana porque quieren que participe en las siguientes ventanas FIBA. El tema es que he tenido problemas con mis papeles para jugar, y no sé si salgan a tiempo para participar en la ventana FIBA”, dice.

“El hecho de que me llamaran es algo bastante bonito porque saben lo mucho que trabajo y lo mucho que me esfuerzo por tener las cosas que tengo y para estar donde estoy. Ellos reconocen ese trabajo y me han dado la oportunidad de participar. Ya veremos qué pasa más adelante”, agrega.

Buscando ponerlo en una posición difícil le pregunté cómo sería si algún día le llegara la oportunidad de jugar con Cuba y Ecuador a la misma vez. Pensativo y con algunas pausas, respondió algo que no esperaba, pero que demostró su madurez.

“Me han hecho varias veces esa pregunta. Siempre me preguntan si quisiera jugar con Cuba o con el Ecuador. Obviamente, con cualquiera de los dos me gustaría jugar. Uno es el país en que nací, en el que crecí y me formé. En el otro, prácticamente, exploté mi carrera deportiva, es donde tengo mi familia y mis amigos. Entonces, en realidad son muchos sentimientos. Si algún día me tocara jugar con Cuba, si Dios lo quiere, sería algo superhermoso, superlindo, pero jugar por Cuba es complicado por como se manejan las cosas allá. Si me pusieran en una mesa a escoger sería muy difícil, porque llevo a Cuba en la sangre y a Ecuador en el corazón”, afirma.

Ante la interrogante de si con llegar a la Liga Nacional Argentina había alcanzado su meta, con espíritu luchador me negó con la cabeza que este sea su límite, porque Adriano Barreras siempre busca más.

“Me toca seguirle echando bola como se dice en Ecuador o como decimos nosotros, a seguir metiendo el pecho a las balas para ver como se siguen dando las cosas. Por lo pronto, seguir aprendiendo y absorbiendo lo que más pueda de esta liga. El camino es bastante difícil y sé que he empezado bien, pero puedo hacer muchas más cosas”, concluye.

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