Cuando alguien determinó que la edad era un impedimento para su continuidad en la selección cubana de voleibol femenino, Emily Borrel Cruz decidió tomar de una vez las riendas de su vida. Ella, quien se impuso al asma y a cuanto obstáculo encontró durante su formación como atleta, descubrió un nuevo camino fuera de la isla.

De cobrar una dieta casi irrisoria con el equipo nacional, Emily halló en los circuitos profesionales del extranjero, una vía para alcanzar un mayor desarrollo profesional e independencia económica.

“Ese era tema un poco frustrante cuando salíamos a las competencias. Tenía una amistad -que es la actual líbero de Puerto Rico-, ella me contaba que trabajaba y estudiaba pagándose su universidad. Vivía independiente con un piso solo para ella, con carro. Todo aparte de su familia”.

“Yo era sub 23, pero ya estaba en la selección cubana. Ella me preguntaba: ¿Cuál es la marca del carro tuyo en Cuba? Yo me quedaba así…le decía: esa pregunta no te la puedo responder porque yo no tengo carro en Cuba ni la posibilidad de comprarme uno tampoco”, reveló Emily Borrel.

La santaclareña se desempeñó durante una década como líbero de la selección cubana de voleibol femenino e integrante de la generación llamada a sustituir a las Morenas del Caribe que no estabilizaron resultados internacionales por abandonos de delegaciones y otros aspectos con sus jugadoras.

Emily, en los años que vivió los funestos momentos del deporte de la malla alta para mujeres, tuvo vivencias personales y colectivas que reveló en exclusiva para Play-Off Magazine, además de sus anécdotas tras su exclusión de la nómina nacional y experiencia en las ligas profesionales.

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La niña que quería ser deportista

Era asmática crónica y a mis padres se les ocurrió pensar en la natación por ser un deporte más adecuado para esa enfermedad. Tenía seis años cuando me llevaron a un área donde había una piscina, pero enseguida me sacaron por un ataque de asma. Después me llevaron a la escuela “José Antonio Echeverría”, de Santa Clara, en el tenis de campo con siete años. Luego pasé a la EIDE “Héctor Ruiz”, de Villa Clara.

Sin embargo, en poco menos de un curso me dieron la baja. Fue entonces que apareció el voleibol. Fui captada por la profesora Guillermina, con 12 años. Empecé en la categoría 12-13 en la posición de central. El segundo año ya jugaba como auxiliar y en esa competencia me seleccionaron como mejor sacadora.

Fui ascendiendo en las escolares y con expectativas superiores. Por los resultados con mis 15 primaveras ingresé en 2008 a la Escuela Superior de Formación de Atletas de Alto Rendimiento “Cerro Pelado”, en la Escuela Nacional de Voleibol.

En ese centro vivíamos bastante aceptable, dependiendo de la situación del país en aquel momento, en cuanto a las comidas, transporte, albergues. Había sus vicisitudes con los balones y los terrenos. El seguimiento de los entrenadores era constante. Se vivía con mucho sacrificio, de luchar por las cosas que deseaba, de ser como las Morenas del Caribe y llegar a lo más grande del deporte cubano.

De los más significativos lugares por ese tiempo, obtuvimos plata nacional con nuestros entrenadores Leonardo Enrique y Luis, detrás de Camagüey. En el juvenil recuerdo las Copas Latina y la Presidente en Perú que en ambas obtuvimos el oro en 2008. El bronce de ese mismo año en el Norceca en Sarquillo, México, clasificatorio para el mundial juvenil de 2009.

Miradas desde los inicios hacia al futuro

Veía el futuro un poco lejano. Aquellos resultados de las Morenas del Caribe eran impresionantes, pero al pasar los años quería tenerlos cerca. Todos los sacrificios y dificultades que se me presentaron las iba venciendo, aunque me hubiese gustado haber tenido más.

Sufrí lesiones y retos que había que ponerles el pecho para levantarse. Una vida alejada de la familia y verlos una vez al año o más. Eran muchas competencias, bases de entrenamiento con las pistas, pesas.

El cuerpo de las mujeres tiene sus características y algunas sufríamos sobrepeso. Tenía que hacer dietas y sentarme en la mesa de las “gorditas” para bajar kilos hasta llegar a los 62, que era mi peso, de lo contrario tenía que hacer el doble de actividad física. Mi objetivo de llegar al equipo nacional se cumplió en el propio 2008. Me subieron de líbero, pero en Villa Clara era atacadora auxiliar.

Mi estatura no me favorecía mucho para jugar como atacadora. Por eso fue complicado comenzar en la posición de líbero, que se iniciaba en el país. Esa inclusión comenzaba para adaptarme, pero sirvió para estar en el equipo nacional. Luché mucho y con disciplina por cumplir el sueño.

La generación ¿sustituta? de las Morenas del Caribe

Subestimaron un poco mi generación. Veníamos después de otra en la que se habían logrado resultados importantes y eso mismo lo querían ver en la nuestra. Nosotras casi nunca lográbamos un equipo dos o tres años consecutivos. Para cada competencia importante se componía un nuevo elenco por exis o por ye.

Faltaron topes internacionales para verse a la par del mundo. También podernos foguear en otros ámbitos fuera de la Escuela Nacional de Voleibol, no solo las principales competencias. Por ejemplo, en un año teníamos tres eventos principales y a veces no salíamos a jugar con nadie, la preparación era entre nosotras mismas todo el tiempo.

Eso es vital a la hora de enfrentarse a los partidos y vernos como deportistas independientes. En la escuela esto es así y así, masticadito, pero en el voleibol profesional no es igual, es estudio teórico, porque si no lo haces individualmente desconoces a quién bloquear, y qué número tiene tal o mas cual atleta del equipo contrario.

Se quedaban jugadoras sin regreso a Cuba. En el Panamericano de Guadalajara 2011 fue como un destello de luz de que se podían hacer grandes cosas, pero después se fueron todas por su camino. Tuvimos que empezar con un nuevo equipo.

Las personas esperaban ver en nuestras muchachas lo que habían logrado las aquellas espectaculares Morenas del Caribe. Éramos muy jóvenes, pero como ellas nunca; no pudimos estabilizar un conjunto como aquel.

Existían ciertas frustraciones de cómo era el voleibol y la posibilidad de verse internacionalmente. Tantas de las que abandonaron nuestra selección fue por no haber tenido contrataciones. Si desde un principio hubiesen existido, como ahora, todo hubiera sido diferente. El equipo hubiera durado tres, cuatro o cinco temporadas, en los mismos eventos donde logramos lugares importantes.

En lo personal experimenté sentimientos encontrados cuando una compañera mía abandonaba una delegación. Nunca lo pensé hacerlo porque tengo a mi mamá sola conmigo. Es la persona que siempre está ahí para lo bueno y lo malo. Irme y quedarme en un país era dejar de verla por un gran tiempo, porque las comunicaciones no eran igual que ahora.

Cuando se iba alguna pensábamos sobre cuándo vería a su familia de nuevo y eso era más triste todavía, independientemente de que podía prosperar. Todas teníamos calidad para jugar en cualquier parte del mundo y eso creaba un hueco en la selección nacional. Entonces había que preparar a otra persona.

Los directivos sabían que teníamos potencial, pero no sé si veían que éramos muy jóvenes o inmaduras y lo otro es que no solo dependía de ellos, sino del gobierno cubano que siempre estuvo cerrado hasta hace un tiempo.

Emily Borrel
Emily Borrel encontró en el voleibol profesional una vía para mantenerse activa en el deporte y mejorar su nivel de vida. Roberto Santiago

Nos decían que querían formar un equipo a largo plazo que pudiera tener los mismos resultados de las Morenas del Caribe. No se hablaba mucho de las contrataciones hasta que parece que se dieron cuenta de que abrir era una vía para que el deportista tuviera un poco más de fogueo y de vista internacional.

Tengo que destacar que algunas de esas jugadoras legendarias fueron constantes en el tiempo que estuve en la escuela nacional de voleibol. Regla Torres era mi entrenadora, compañera y amiga de las jugadoras, aunque cuando se trataba de entrenamiento y juego era súper exigente, nos enseñaba muchísimo.

Yumirka Ruiz en ocasiones iba a entrenar con nosotros, Zoila Barros también y le tengo mucho afecto. Marta Sánchez también participaba, la O’Farril, Imirsis Téllez, quien fue motor clave con las juveniles, y Mireya Luis que en una ocasión fue a darnos su experiencia. No puedo dejar a mi entrenador del juvenil y Anaibis Díaz, importante como libero para mí.

Creo que faltó promoción a nuestra generación. Con el panamericano se vio bastante difusión, pero luego quedó en el olvido, era esporádicamente con una sensación un poco incómoda.

Esperaban que fuéramos de la misma forma que ellas y al final el tiempo pasa y las generaciones cambian. La gente necesitaba conocer más de preparación, etapas, nuestros momentos y resultados que no se supieron llevar a buen término.

Voleibolista de rango internacional en Cuba

Ese era tema un poco frustrante cuando salíamos a las competencias. Por ejemplo, yo tenía una amistad -que es la actual líbero de Puerto Rico-, ella me contaba que trabajaba y estudiaba pagándose su universidad. Vivía independiente con un piso solo para ella, con carro. Todo aparte de su familia.

Podía viajar a donde quisiera y contratarse en el país que deseara siendo líbero, porque en el caso de Cuba nuestra posición es limitada, según nos decían.

Yo era sub 23, pero ya estaba en la selección cubana. Ella me preguntaba: ¿Cuál es la marca del carro tuyo en Cuba? Yo me quedaba así…le decía: esa pregunta no te la puedo responder porque yo no tengo carro en Cuba ni la posibilidad de comprarme uno tampoco.

Hablábamos de los salarios, los de ellos que eran sobresalientes y lo que a nosotras nos pagaban para una competencia. Había demasiada diferencia. Siendo miembro de la selección ganaba 2 mil 600 y para salir a los viajes nos pagaban apenas diez dólares diarios. Cuando íbamos a Europa ocho euros al día.

El nivel de los salarios nuestros lo empezamos a cobrar un poquito mejor a partir de los nuevos cambios. Algunos respiramos un poquito. Es una total diferencia con un contrato en el exterior a nivel económico. Es una ayuda para la familia y uno mismo.

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Estar como atleta a nivel internacional no es fácil, porque en cuanto a la familia somos unidos y al estar de giras me quitaba tiempo. No he podido llevar la vida igual que un joven estudiante para salir una noche cualquiera en mucho tiempo, porque si lo hacía me costaba entrenamientos o no rendir como debía ser.

Sabía que había otra haciéndome sombra y tenía que rendir. Mi esposo tiene que aguantar seis y ocho meses sin vernos, solo hablando. Se nos hace bastante complicada la vida personal y conyugal con una estabilidad. Pensar en tener hijos tiene un momento determinado y no es cuando uno quiera siendo jovencita y seguir el deporte porque cuesta mucho trabajo incorporarse.

Salida de la selección cubana femenina de voleibol

Fue una decisión de ellos, no fue mía. Jugué en el Panamericano de 2018 por última vez representando a Cuba y terminamos antepenúltimas. Veníamos de un clasificatorio para esa cita. Nos sentíamos cansadas cuando fuimos a la competencia principal y no es justificación, porque fue lo que sentíamos todas.

Me dijeron que querían tener un proyecto con muchachas jóvenes para prepararlas para un ciclo olímpico completo y yo, por tener casi 30 años, pasaba de la edad. Las razones que me decían no eran para convencerme, sino como para que supiera que estaban tomando esa decisión y el porqué de lo que decían.

Retomé mi vida desde otro ámbito y posición. Me abrí nuevos horizontes que era lo que necesitaba en ese momento y aproveché la oportunidad para incorporarme a las ligas internacionales.

Veo muchachitas cubanas jóvenes con futuro que necesitan oportunidades para además contratarse y experimentar en las diferentes ligas del mundo y pueden hacer grandes cosas a juegos olímpicos.

Representar a Cuba internacionalmente lo dirá el destino. Hay momentos donde preferiría estar más en España que en Cuba. Quiero seguir aprendiendo de las contrataciones y sobretodo darles paso a las muchachas jóvenes que se forman.

Voleibol profesional

Complicado y a la vez gratificante porque aprendes de otras culturas. Te vuelves mucho más independiente a la hora de ver la vida, de jugar, de tomar decisiones, aunque se hace difícil incluirte en ese mundo cuando llegas por primera vez a un club. Hay aspectos que chocan bastante. No hay reunión técnica de la selección, te dan una hoja y por ahí te riges para hacer tu juego.

Tras la salida de la selección nacional en 2018 se me presentó la oportunidad de jugar en Haití, donde estuve seis meses. Regresé, pero llegó la pandemia y después me fui para España. Estoy contratada por la Federación Cubana de Voleibol, en este contrato donde jugué ocho meses. Yo era líbero y ahora tengo que jugar como auxiliar, pero a medida que pasó el tiempo cogí mi ritmo con mejor preparación, más abierta al sistema de competencia de equipo.

Existen grandes diferencias entre el voleibol profesional y el que jugué con la selección cubana, es que en el profesionalismo hay más visión de juego porque son muchos más partidos y hay que reaccionar en milésimas de segundos ante cualquier acción y eso te lo da la cancha.

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Por ejemplo, en esta liga en Barcelona, con el Club Voleibol Premiada Edad, debo jugar 22 partidos en la temporada. Con Cuba entrenábamos el año entero para una o dos competencias oficiales y el resto del tiempo casi ninguna salida.

Las condiciones en la Superliga Dos, de España, son bastante buenas porque el club me pone casa, alimentación y todo lo que requiere un atleta como el gimnasio, instalación y condiciones de entrenamientos, además de una magnífica atención como extranjera.

No tengo quejas de cómo fluye mi contratación. Estoy de atacadora en el club en segunda posición, luchando el ascenso para la Superliga Uno.

He podido hacer varias cosas con bastantes beneficios después que estoy en la liga profesional española. Las que no he hecho las haré pronto, supongo, porque trae aires para respirar a nivel económico y profesional que por momentos sabía, pero nunca había probado reportándome varias cositas buenas y constructivas para la vida.

Salud del voleibol cubano actual

La situación de Cuba para los atletas en cuanto a la vida está desmejorada debido a la ausencia de materiales deportivos y alimentación. Hay una situación difícil y eso influye en todas las personas, en el pueblo en general y por supuesto en la vida de los atletas. Se necesita una atención en cuanto a equipos médicos e implementos.

Tenemos que recurrir a otro sistema para poder tener todo eso y eso aleja los objetivos de los atletas en las competencias y sus resultados.

Cuestiones de futuro

Pienso jugar una o dos temporadas más, depende de cómo se comporten las rodillas porque las tengo algo complicadas, pero nada que me impida hacer mi trabajo. Luego crear mi familia que es lo que más me gustaría tener junto a mi esposo después de tener la satisfacción de haber estado en varias etapas en lo más alto del voleibol.

Quiero quedarme con el regocijo de haber podido jugar en ligas internacionales y ofrecer mi experiencia y ayuda a varios equipos.

No muchos conocieron a Emily Borrel Cruz, la líbero de la selección cubana de voleibol femenino por una década, pero les puedo decir a los amantes de los deportes que fue una etapa muy bonita con tiempo de mucho sacrificio y empeño.

Lo que más quería era llegar a la cúspide del voleibol cubano y unos Juegos Olímpicos, cosa que casi logramos, perdimos el clasificatorio en México.

Decir que no sé cuál será mi futuro después de terminar en la liga española. Eso sí, deseo que cuando tenga hijos nazcan con salud. Solo intenté dejar un legado en el deporte de Cuba y que me hubiesen conocido un poquito.

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Imagen cortesía de Roberto Santiago
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