Andy Zamora tuvo la “mala suerte” de coincidir con Kendrys Morales en su año de debut. Si no hubiese sido por esa circunstancia, dice, hubiese sido el Novato del Año de aquella campaña y no Kendrys, quien después llegaría a brillar en Grandes Ligas.

Por años, fue uno de los buenos bateadores zurdos de la pelota cubana y cumplió con la herencia que le dejó su padre, Amado, otro gran pelotero, quien vivió una época dorada del béisbol en la isla.

Pero como el padre, Andy Zamora tuvo escasas oportunidades de integrar algún equipo Cuba de los que salió al exterior durante sus dos décadas de juego.

“Parece que corrí la misma poca suerte de mi papá, a quien no lo tenían en cuenta”, dice.

La desmotivación llevó al retiro de Andy Zamora, quien conversó con Play-Off Magazine sobre su vida y carrera en el béisbol cubano con Villa Clara. También, sobre su futuro.

¿Influyó su padre, Amado, en los inicios de Andy Zamora en el béisbol?

Sí, por supuesto. Me crie en Sierra Morena, en un barrio llamado La Loma o las Yaguas. Todos los muchachos nos juntábamos a cualquier hora para jugar pelota. Ver a mi papá y seguirlo fue una motivación para ir cogiéndole amor a este deporte desde chiquito. Villa Clara tenía un gran equipo y eso influyó también.

Mi papá no tenía mucho tiempo porque se pasaba las semanas viajando. Entré en la pelota porque me gustaba de verdad porque realmente no podíamos ni hablar de esos temas. Cuando empezaban las provinciales de primera categoría, él me llevaba al terreno y me ponía antes de empezar el juego, y bateaba y fildeaba.

Siempre tuve el apoyo de los entrenadores de la base en Corralillo. Recuerdo a Papito, magnífico, es el padre de Leonis Martín; también Onel Reyes de Sierra Morena y otros más, muy buenos. A todos no puedo mencionarlos para que no se pongan bravos si alguien se me queda.

Expelotero Andy Zamora
Expelotero Andy Zamora.

Quizás muchos pensaron que gracias a su padre se le abrieron puertas desde niño.

Para nada. A pesar de que él hizo fuerza para que yo entrara a la EIDE, tuve que ganármelo demostrando. Estaba en cuarto grado cuando fui a mi primer provincial. Yo fui pequeño de estatura desde la niñez. Se medían muchos requisitos para entrar a esa escuela de deportes en Santa Clara. Fui varias veces a pruebas y no me aceptaban.

Atravesé por varias categorías hasta llegar al 15 y 16, cuando logré ingresar a la EIDE Héctor Ruiz. Te diré que entré y prácticamente era para cursar los grados académicos porque no me veían lo que tenía que tener para estar allá. Ahora me doy cuenta de muchas cosas: yo era quien hacia mandados, buscaba el agua, recogía los bates y repartía la merienda en los entrenamientos.

Era una etapa de una buena generación de talentos en Villa Clara, cuando se destacaron Yunieski “Rikimbili”Betancourt, William Plaza, Karel Cárdenas, David Ferrán, Andy Sarduy, Yorkis La Rosa: casi todos hicieron el grado para las series nacionales de mayores. Entre todos ellos, entonces, fui superándome poco a poco.

Llegué a hacer la preselección del equipo Cuba 15 y 16. Transité por el juvenil y además jugué la provincial primera categoría con Corralillo, y coincidió que mi papá era el director del equipo.

Ese año estuve bien. Me llevaron a la preselección del Villa Clara estando Víctor Mesa de mánager, pero no integré el equipo: yo tenía 17 o 18 años. Aquel conjunto tenía un alto nivel. Al año siguiente, quedo líder de los bateadores en la provincial y fui adquiriendo confianza hasta que no hubo forma de dejarme fuera en la preselección para conformar la nómina del conjunto. Me colé en los jardines junto a Oscar Machado, Maikel Pascual, el difunto Gustavo Olano, Michel Perdomo y Yorkis La Rosa.

Empezó entonces una carrera en series nacionales con grandes resultados.

Nunca se me olvida que lo primero que hice fue salir a defender contra Las Tunas. A grada llena y yo en el right field rezando para que no batearan para allá. Afortunadamente, no batearon porque Víctor subía y bajaba peloteros diariamente y a mí me dejaron. Al otro día me dice que yo iba a jugar, pero si no daba dos hits me iba a meter para la reserva y que no quería que nadie le dijera más nada de mí.

Fui el jardinero derecho y noveno bate, contra el lanzador Leonides Turcás como contrario por Guantánamo. Delante de mí, en el turno al bate estaba Machado y lo ponchan. La gente en la grada murmuraba. Fui a mi primera vez al bate, di doble e impulsé la primera carrera. Después, me dieron base por bolas y en la tercera oportunidad a la ofensiva repetí con doblete. Ese día bateé de 3- 2.

A partir de ahí, lo hice de forma inmejorable porque con Víctor, quien bateaba era quien jugaba siempre. En esa campaña estuve a dos puntos de romper el récord de average para un novato que estaba en manos de Rolando Verde. Casi todos los días yo daba dos o tres hits. No pude ser el novato del año porque Kendrys Morales se llevó ese galardón.

Me ayudaron atletas grandes que había en el equipo como Eduardo Paret y Borrero. Miraba y todos los días aprendía algo. Decir que entrenar con Víctor Mesa era una escuela, porque la maldad que no sabías ahí la cogías.

¿Cómo fueron esos años en series nacionales?

Con Víctor Mesa había una exigencia extrema, pero todas las condiciones estaban creadas. Estaban los maletines de pelotas para batear sin problemas. No permitía que se le perdiera ni una. No faltaban los bates, había suficientes. Nos sacaba el máximo, pero llegábamos y teníamos una dieta balanceada. Nos ponía retos con estimulación.

Cuando todo el mundo se iba para su casa, más o menos a kilómetros, yo tenía que coger para Sierra Morena y llegaba de madrugada. Tenían que lavarme la ropa casi a esa hora para al otro día, con la ropa casi mojada, regresar. Pasaba mucho trabajo.

Recuerdo que desde que comencé en el equipo pasaban una lista de las necesidades y Víctor me dijo que pusiera una casa. Al otro año hice igual. Era una tradición con él. Ya había terminado de dirigir en Villa Clara, pero cuando vinieron a entregarlas, al primero que se la asignaron fue a mí.

Esa motivación me hizo que estuviera en tres juegos de las estrellas. Fui líder de los bateadores de la primera superliga del béisbol cubano. En casi todos los campeonatos de mi carrera estuve entre los diez mejores bateadores. Estuve a punto de ganar un liderato de los bateadores junto a Osmani Urrutia, pero él se lo llevó.

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¿Cómo ve Andy Zamora la pelota cubana actual?

Nosotros hacíamos algo mal o perdíamos por un error y la gente sentía la pérdida. Ahora ya no es igual y eso creo que va en la educación. A ciertos muchachos uno los aconsejaba y al rato, o a los días, repetían las indisciplinas. A los de mi generación nos decían que algo no se hacía y no lo hacíamos.

Ahora, en la pelota cubana más reciente las cosas han cambiado mucho. Lo digo sin la intención de criticar a nadie. Veo peloteros que llegan a la Serie Nacional a aprender. Hay talento, pero les falta mucho y no es momento, por ejemplo, de recibir clases para tocar la bola, ni coger impulso con fly para tirar la bola o aprender el ABC de las asistencias. Uno aprende, pero más bien es para desarrollarse.

Los salarios no dan la cuenta. Normalmente, un pelotero gana tres mil quinientos pesos. Le digo que estamos en el equipo Villa Clara porque nos gusta la pelota. Yo soy licenciado y en un área deportiva gano más que jugando.

Era una tradición vender los refrescos o lo que pueda uno luchar, pero ya ni eso.  Quitaron eso que nos resolvía algo con la venta. Lo que tengo entendido, porque no viajé con el equipo la serie pasada, es que están dando un pomo con agua. Algunas, veces un pomo de refresco para varios atletas y no todos los días. Se necesita estímulo.

Para uno estar jugando pelota en oriente, por ejemplo, hay que tener garantías. No puedes estar parado bateando sin saber cómo dejas la situación en tu casa, cómo están las cosas actualmente. Ya es normal que los peloteros emigren o vayan a contratos.

Creo que hay que tomar otras medidas. Vi la liga élite y el equipo Agropecuarios. Cuando supieron que iban a incluir a los peloteros que están en ligas foráneas, se fueron.  Para la gente, la mayor aspiración es hacer el Cuba. Si no vas a representar al clásico, que es el tope de un pelotero, si ves que no estarás, no juegas más porque para qué, si además los salarios son malos.

Si se va a jugar con otros que no juegan en Cuba, entonces, ¿qué van a hacer con los de aquí? Esos que están todos los días guapeando, cogiendo sol y divirtiendo al pueblo cubano. No sé ni qué decirte. Se han ido peloteros que eran “uno más”, regresan y están casi garantizados en el equipo Cuba.

¿Tuvo las suficientes oportunidades Andy Zamora para conformar la selección nacional?

Yo casi todos los años integraba la preselección, pero hasta ahí. Llegaba a ese ambiente y me daba cuenta de que tenía que hacer algo sobrenatural. Tenía que discutir un puesto con Yasser Gómez y Carlos Tabares, que tenían, más o menos, las mismas características que yo. Recuerdo que tuve un gran año y me volvieron a dejar fuera, incluso de la preselección nacional y gracias al pueblo cubano hubo que incluirme.

Yo me veía y me comparaba, porque en las series superaba en todo, pero nunca me dieron la alegría de conformar el equipo Cuba. Cuando aquello, no interiorizaba mucho porque jugaba por un objetivo. Después me iba desmotivando porque tenía que empezar de cero. Muchas veces, el psicólogo hablaba conmigo y me levantaba a tal punto que rendía nuevamente al año siguiente, pero tampoco me llevaban. Parece que corrí la misma poca suerte de mi papá, que no lo tenían en cuenta.

Llegó el momento en que me dije: ya nunca me van dar oportunidad. Seguí rindiendo muchísimo para mis números personales, para el equipo y la provincia que tenía mucho auge, porque clasificábamos seguidamente.

¿Cuáles fueron los mejores y peores momentos como deportista?

Ganar el campeonato con Villa Clara, mientras Moré, fue una gran alegría. Otros buenos recuerdos fueron los momentos en que recibí estímulos, en la época de Alexis Melgarejo Falero, como presidente del gobierno.

Veníamos de Santiago de Cuba, después de eliminarlos cuando se discutía el campeón de oriente contra occidente. Melgarejo era un hombre amante del béisbol que estaba pendiente a toda hora con nosotros. Se aparecía en cualquier provincia. A unos cuantos nos informó que nos habían asignado unas motos. A los pocos días, llegó apenado porque habían bajado una orientación de Carlos Lage de que ya no procedía eso. Nunca uno está satisfecho de lo que pude tener por mis resultados, pero me dieron mi casita, que es lo más importante y me la cambiaron para mejorar.

Todo no fue bueno hacia mí. Me acuerdo que estuve en Caracas en un universitario. Entonces, Ernesto Molinet, pelotero de La Habana, estaba muy molesto porque había unos hombres que nos estaban persiguiendo por la trayectoria de nosotros. Al saber eso, nos pusieron a dormir con un Agente de la Seguridad del Estado en la habitación. Estuve muy mal por eso. Yo no tenía nada de eso en la cabeza y me hicieron disgustarme.

Un fin de año estaba en mi casa con mi familia en La Loma en Sierra Morena, porque por tradición nos reunimos. Llegó un hombre en un motor, era el de la seguridad que atendía el equipo Villa Clara. Mi mamá estaba muy indignada porque era un asedio constante.

En otra ocasión, pasé malos momentos porque Yunieski Betancourt era mi compañero de habitación y él decidió emigrar y probarse en otro béisbol. Después de ese día, me tocaban a toda hora la puerta, incluso en las madrugadas. Me dejaron tranquilo cuando Víctor Mesa se enteró de aquello que tenían conmigo. Él se metió por el medio y le dijo a esa gente que me dejaran tranquilo que ni dormir podía y que fueran a buscar si querían a Rikimbili, que no estaba ya en el equipo.

Te diré que mi papá estuvo en la dirección del equipo. Un año no estuve bien y Víctor me puso con él en el cuarto para que me controlara y aconsejara. Sé que el viejo y mi familia sufrieron mucho con mis exclusiones del equipo Cuba, el cual nunca integré, pese a tener grandes rendimientos. En mi pueblo también todo el mundo me paraba en las esquinas y me alentaba, porque para ellos, nosotros somos figuras importantes.

No puedo olvidar el dolor que sentí el año en que Vladimir Hernández fue el mánager y me dejó en la reserva tras la salida de Víctor. Tengo que confesarte que la más dura de todas fue al final de mi carrera, el año pasado, 2022, con la decisión de la dirección de Pedro Jova de no darme chance. Yo los reuní y conversé con ellos junto a Vizcaíno que era el capitán, a Yeniet, a Julio Miranda y a Magdiel Gómez.

Al juego número diez había una buena racha ganadora en el conjunto, les pedí la posibilidad con el compromiso de rendir y dije que, si no cumplía, lo aceptaba. No me dieron oportunidades y fueron muy injustos porque me quedé a cinco hits de igualar la cifra de mi padre (1707). Hubiese sido algo muy bonito, pero ellos lo frustraron.  La campaña anterior yo había tenido tremendos resultados.

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¿Por qué llega la decisión del retiro?

Esa situación que expliqué, le puso la tapa al pomo. Yo tenía para más, pero me desmotivó mucho. Hay que respetar la trayectoria de los veteranos cuando hay rendimiento, como mismo ocurrió con Danel Castro, a quien otro elenco tuvo que rescatarlo para que lograse ese gran récord.

A mí no me convencieron, pero un día, Vizcaíno me dijo que no hiciera más fuerza que no iba a jugar más. Yo sabía que podía haber ayudado al equipo en varios departamentos o aportar a la defensa. Se perdieron juegos también por no tocar la bola. No me querían y lo mejor que hice fue apartarme.

Estuve la serie en el dogout mirando y dando consejos. Lo que he hecho toda mi vida es jugar a la pelota y quién quita que en unos años esté de entrenador ahí. Yo no viajaba a ningún lado, estuve todo el tiempo en la reserva y aproveché para estar con el profesor Roberto Pupo para nutrirme de sus conocimientos y paciencia sabiendo.

Debo continuar en este mundo del deporte con la siempre ayuda de la familia, pero, aunque todavía tengo condiciones físicas para seguir y me siento bien, ya no tengo motivación. Mi padre me dice que todo comienza y todo termina, y así es.  Lo demás es atender a mi niño, a quien le gusta la pelota y apoyarlo.

Quería darle las gracias al pueblo por los comentarios que hacen en mi apoyo. Les pido que me tengan en sus mentes como la gente disciplinada que fui y lo di todo por Villa Clara. En las buenas y en las malas tuve buen carácter, no dije no a un autógrafo, foto o la prensa. Me enorgullece leer Facebook cuando escriben sobre mis situaciones, eso me emociona mucho.

¿Qué pasará con el número 3 que usó primero tú padre y después tú?

Ni por la cabeza me había pasado todavía. Recuerdo que mi padre lo usó en sus 19 series y me dijo, al retirarse, que yo debía usarlo. Me lo cedió cuando estuvo de coach de primera en el equipo, mientras yo estaba en la nómina. Cogió el 33 para que yo no lo dejara, porque no se permitía, como veo ahora, dos números en un equipo. Ese 3 se va a extrañar porque fueron muchos años de tradición de una misma familia representando a Villa Clara.

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Imagen cortesía de Roberto Santiago
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