Cae la tarde, es hora de ir a trabajar para buscar unos pesos y toca, entonces, trasladar personal en un coche tirado por caballos desde Reina a Prado, en Cienfuegos. Mientras, cual pregonero de los más entusiastas, gritar: “Se venden chicharrones a 5 pesos”. Así se ganó la vida durante un tiempo Yordan Santa Cruz Vera, quien asistió a una Copa Mundial Sub-20 y fue, en su mejor momento, uno de los más importantes jugadores de fútbol de Cuba.  

Yordan tuvo que sobreponerse a no tener zapatos para entrenar, a una lesión que casi lo envía al retiro cuando no llegaba a los 21 años y a una sanción que lo destruyó física, mental y emocionalmente.  

Tras mirarse en el espejo de muchos compañeros se percató de algo que debía hacer para cambiar su vida: “Me di cuenta de que ni el INDER ni nadie se acuerda de ellos. El fútbol en Cuba es para el momento en que estás bien, pero el día de mañana, cuando no te necesitan, se olvidan de ti. Yo no quería eso para mí ni para mi familia, así que tomé la mejor decisión pensando en la estabilidad económica de todos.  Al morir mi abuela no había motivo para estar en Cuba, yo lo tenía bien claro: en la primera oportunidad en Estados Unidos o Canadá me iba a quedar”. 

 De cómo le afectó la sanción, de las “locuras” de una concentración de la selección nacional, las “poninas” para comprar cervezas, el túnel a Joâo Cancelo, lo duro de estar lejos de su familia y muchos otros aspectos, conversó Yordan Santa Cruz con Play-Off Magazine.  

«Mi infancia fue muy movida, bastante divertida y alegre. Mi barrio era muy deportivo, yo practiqué varios deportes como el judo y el béisbol hasta que llegué al fútbol. Comencé porque un profesor pasó por la escuela primaria haciendo unas pruebas y me anoté. El inicio en el fútbol fue algo complicado porque me gustaba más la pelota. Mi abuela, quien siempre me inculcó el amor al fútbol, me dijo que ese deporte era el mío y con el paso del tiempo me di cuenta de que tenía razón. Tuve buenos entrenadores como Jorge Adrián, José Espinosa, Frank Pérez Espinosa y otros. En la selección nacional no puedo dejar de mencionar a Raúl González Triana, quien ha sido uno de los mejores entrenadores que he conocido y el que más me ha marcado en mi carrera», recuerda.  

Yordan Santa Cruz la selección cubana de fútbol
Yordan Santa Cruz y la selección cubana de fútbol.

 Cómo una gran mayoría de los niños en Cuba, alguna vez jugó descalzo ante la ausencia de calzado para la práctica. También, tuvo que mostrar sus dotes de zapatero en más de una ocasión cuando se le rompían los que tenía.  

«La principal dificultad que tuve era con los zapatos, pues no tenía tacos para entrenar y la mayoría de las veces, entrenaba descalzo. Recuerdo que llegué a la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) y continuaba sin tacos: en las competencias jugaba con algunos que conseguía en mal estado y tenía que ponerles esparadrapo, eran muy difíciles las condiciones para jugar fútbol. Por eso te digo que el futbolista cubano está listo para hacer cualquier cosa y sobreponerse a toda circunstancia. Nosotros jugábamos bajo condiciones deplorables», explica.  

Desde muy pequeño, Yordan Santa Cruz mostró sus dotes de jugador técnico, rápido y habilidoso, cualidades que lo hicieron debutar a temprana edad en los torneos domésticos.  

“Comencé muy joven en los campeonatos nacionales, pues el profesor Francisco Carrazana me hizo debutar con 15 años y fue una sensación única. Mi rutina diaria en Cuba era algo de locos: iba a entrenar en una bicicleta a la cual se le caía la cadena a cada rato. Llegaba al estadio a entrenar sudado y con las manos llenas de grasas de arreglar la bicicleta en el camino. Después de entrenar, iba a compartir con unos amigos y nos dábamos unos tragos. En cuanto a las condiciones, viajábamos en guaguas buenas y el hospedaje era bastante bueno, lo malo era la planificación que había, pues muchas veces llegábamos de madrugada a una provincia y jugábamos ese mismo día. El gran problema de Cuba son los terrenos: somos magos para jugar allí, es imposible hacer fintas y estás propenso a sufrir muchas lesiones”, dice.  

El deporte es el amor de la vida de quien lo practica, pero para los cubanos, muchas veces no es retribuido ese sacrificio que se hace, sobre todo en el aspecto económico.  

«¿Qué cuánto cobraba? No toques ese tema, para qué hablar. Ya jugaba con el equipo Cienfuegos, pero aún no había llegado a la selección. En ese momento, trabajaba de cochero de caballo de mi barrio Reina. Cubría el tramo Reina-Prado y, en el mismo coche, vendía chicharrones por los barrios como todo pregonero. Recuerdo que gritaba por todo Cienfuegos: ‘chicharrones a 5 pesos’. Al llegar a la selección, cobraba creo que 900 pesos cubanos, con eso no me daba para nada: yo tenía dos hijos y no podía comprarles nada. Tuve suerte de que mis padres tenían algunas posibilidades económicas y me ayudaban. Yo cobraba por el equipo nacional, pero había muchos de mis compañeros que no recibían ni un peso por jugar fútbol: así es imposible avanzar», cuenta Yordan Santa Cruz. 

La familia, esa que nunca abandona y, que siempre es importante en la vida de las personas, siempre estuvo contigo. ¿Fue determinante su apoyo para que siguieras en él fútbol en Cuba?  

La familia es lo más importante para mí, me encantaba pasar momentos con ellos. Mi abuela Silvia es lo más grande que me dio la vida. Ella y mis padres fueron los que no me dejaron rendirme. Mi abuela era muy importante y si  ella estuviese viva, no me hubiese quedado en ningún país, estuviera con la selección. Ella decía que si yo me quedaba en otros país a ella le daba algo: yo jamás me iba a quedar y arriesgarme a no tenerla.Todo lo que soy en la vida y sobre todo en el fútbol, se lo debo a mi abuela. Fue mi guía y siempre estuvo allí cuando la necesité: a ella va dedicado todo lo que logre hasta mi último día de vida. 

Pocos saben que una lesión estuvo cerca de alejarte definitivamente de las canchas. ¿Qué recuerda Yordan Santa Cruz de aquellos momentos? 

La lesión comienza en Jamaica, en la segunda etapa del premundial sub-20 y se agravó más en Pachuca. En medio de un juego, recuerdo que me tiré al terreno y después me desmayé. En los Centroamericanos fue donde más me dolió: tenía un testículo inflamado y me inyectaban para poder jugar cada partido. Era como una anestesia y cuando se acababa cada juego, veía las nubes y las estrellas del dolor. Solo mis compañeros de equipo saben lo que sufrí. Yo no entrenaba, solo iba directo al juego. Le debó mucho al doctor Anillo que me trató y estuvo siempre atento a mi salud. 

 ¿Qué importancia tuvo para ti ser parte de aquella “Generación dorada” del fútbol cubano?  

Formar parte de esa bonita generación me ha marcado para siempre, esos han sido los mejores años de mi vida en todos los sentidos. Los jugadores éramos hermanos, a los entrenadores los queríamos como si fueran nuestros padres: esa fue una experiencia que cualquier jugador cubano quisiera tener. Nosotros no hablamos mucho, sólo escuchábamos a Triana. Yo era capitán porque llevaba el brazalete, pero todos éramos capitanes, todos halábamos parejo, nos entendíamos muy bien y solo teníamos que mirarnos. Recuerdo que Triana nos motivaba mucho y después de sus charlas técnicas, nos decía nos decía: ‘Es para arriba del lío, a matar, quiero los 3 puntos’. Con esas palabras, el equipo salía a barrer.  

 ¿Qué significó para ti el gol que le anotaste a México en los Juegos Centroamericanos? ¿Por qué lo fuiste a celebrar a la grada con Triana? 

Me emociono al hablar de ese gol, ha sido el más importante de mi vida y de mi carrera en él fútbol, no solo por anotárselo a México, sino porque fue en una semifinal y tuve que hacer una gran jugada. Triana había sido sancionado, pero se encontraba en la grada viendo el partido, así que lo fui a celebrar allí, con esa persona que me apoyó, que me dio su confianza, que es un padre para mí. Quería abrazarlo y festejar con él. A veces, estoy durmiendo y sueño con eso, es un momento único. 

 Me hablas mucho de Raúl González Triana. ¿Fue muy determinante en tu carrera?  

Si te dijera que Triana fue determinante solo en mi carrera, te estaría mintiendo: él ha sido determinante en mi vida y pienso que en la de todos los alumnos que ha tenido. Es un hombre que siempre va de frente, no se esconde y nos habló claro desde el inicio. Se ganó el respeto y cariño de todos nosotros, me atrevo afirmar que, si se hubiese quedado como director del equipo, muchos de nosotros no nos hubiésemos quedado en ningún país porque lo respetábamos mucho. Pienso que es el más indicado para dirigir el equipo cubano. 

¿Crees que a esa generación se le dio el tratamiento correcto ? 

Creo que no fue correcto el trato. Desde el mismo momento en que los directivos no buscaron algún juego amistoso internacional para ir a los eventos, estaban echando por la borda el sacrificio nuestro. A eso súmale que nos engañaron mucho, nos prometieron viajes, contratos, mejoría en las condiciones y todo fue una gran mentira. Desde que el equipo estuvo en el premundial se fijaron en muchos de nosotros. Después del mundial y los Centroamericanos seguía el interés de muchos clubes y jamás nos dieron luz verde. Cada jugador tomó su camino y buscó lo mejor para su familia. 

¿Los directivos del fútbol cubano están a la altura de lo que necesita este deporte en el país? 

Creo que no, que no están a la altura y lo triste del caso es que se creen que están bien. Lo primero, es el secretismo con que manejan sus cosas: obvio que lo utilizan para su beneficio. Un tema muy polémico son los contratos, pues para mí, ellos están perdidos, no saben nada sobre el tema, no están actualizados sobre cómo se maneja en el mundo la cuestión de los contratos. Hacen las cosas mal por desconocimiento, porque no saben sobre eso, aunque a veces pienso que los rechazaban porque ellos quieren y ya. Muchas veces llegaban contratos para algunos de nosotros y no nos decían nada:nos teníamos que enterar por segundas personas. El hecho de no poder decidir qué contrato firmar y cuál no, eso te frena, porque ellos velaban por sus intereses y no se percataban de que, al final, es el atleta quien debía elegir.  

¿En la selección contaban con toda la indumentarias para entrenar? 

La falta de implementos era enorme. Nosotros no teníamos trajes propios, los nuestros los usaban todos los equipos de fútbol, es decir, sub-20, sub-17 o sub-15. Si se perdía algún uniforme, era un dolor de cabeza. Recuerdo que Abel Martínez jugaba con el número 18 y se le rompió el short en un juego. Al no tener otro, tuvimos que pedirle el de Lázaro Yerandy Mezquía que estaba en el banco y usaba el número 13 y ponerle una cinta para que pareciera el 18. En cuanto terminábamos los juegos teníamos que entregar el traje. Son cosas que solo nos pasan a los cubanos. Para que tengas una idea, Alfonso Davies quería cambiar la camiseta con un jugador cubano y no pudo porque era el único uniforme que teníamos. 

¿Cómo era una concentración con la selección nacional de fútbol? 

Esta es una pregunta compleja, pues en el juego nos concentramos, pero fuera de allí, teníamos la mente en salir a la tienda y poder comprar cosas para la familia. Nosotros comprábamos las cajas de tabaco en Cuba y las vendíamos en los viajes a un mayor precio para tener más dinero. Si entrenábamos y, después había que ir a la tienda, estábamos locos por terminar el entreno y salir a comprar y resolver cosas. En los hoteles, nos llevábamos los pomos de champú, los jabones, las toallas, el gel de baño y hasta los papeles sanitarios. El pago con la selección era 10 dólares por día y eso no nos daba para nada. Si le compraba algo a mi mamá, no le podía comprar a mi papá, era una locura eso. 

En el mejor momento de su carrera, Yordan Santa Cruz fue sancionado.  

Varios jugadores, entre los que me incluyo, cometimos una indisciplina: estábamos fuera de las habitaciones en un horario en el que no era permitido. Aunque debían sancionarme, no era para tanto y la sanción fue excesiva. Aunque, sinceramente, agradezco que me hayan llamado de nuevo a la selección y, digo esto, porque a los otros compañeros que sancionaron no los llamaron más, no sé por qué, pero eso fue injusto para ellos también. Recuerdo que el presidente de la AFC, Luis Hernández, me dijo que si me portaba bien me iban a rebajar la sanción de dos años a uno solo y al final, todo fue una mentira. Cumplí mi sanción completa, pero la decepción se apoderó de mí. 

Mi carrera estaba en el techo, estaba física y mentalmente muy bien, también estaba a buen nivel técnico. Esa sanción me destruyó mucho, me afectó bastante y decidí no jugar más al fútbol. Dejé de entrenar, muchas personas se acercaron y me llamaron para que volviera, pero yo no quise volver y tomé eso como el fin de mi carrera; aunque la sanción era solo para la selección, pues podía seguir jugando los Campeonatos Nacionales, pero no quería volver. Una vez más mi abuela me dio sus consejos y por ella volví.  

Hoy me arrepiento de no haberle hecho caso a Arichell Hernández cuando me dijo que me quedara en la habitación y no bajara al lobby. 

Esta sanción fue muy difícil para ti, pero has tenido otras decepciones en tu vida. ¿Cuál ha sido la más dura?  

Lo más doloroso o decepcionante para mí tiene un toque deportivo y otro familiar. El mismo día que me negaron la visa a Estados Unidos, falleció mi abuela. No sé ni como decirte, fue un dolor incalculable, estaba a la expectativa de la visa y me llegó la noticia de mi abuela. Sentía que el mundo caía sobre mis hombros. Sin mi abuela no había razón para estar en Cuba. Yo me iba a quedar en 2019, pero no me llegó la visa. 

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¿Qué pasó en realidad para que no pudieras participar en la Copa Oro de 2019? 

Me negaron la visa en la embajada de EE. UU., no estaba autorizado para entrar a ese país. En la embajada dijeron que hacía falta un papel, pero no sé quién tenía que firmar ese papel que al final no lo hizo. No puedo decir que fue totalmente culpa de los directivos, me salió el problema de Jamaica que tenía en años anteriores, eso se salía de sus manos. 

Tras varios contratos frustrados logras firmar por el Jarabacoa FC en República Dominicana. ¿Cómo te fue en esa experiencia? 

Mi experiencia en Dominicana fue maravillosa, el club nunca había participado en la liga profesional y los jugadores me acogieron con mucho cariño. Estando allí, los mejores clubes de allí me querían, pero no me importó el dinero, preferí quedarme en ese club que me abrió las puertas. Jarabacoa es un pueblo chiquito, yo me gané el público y los directivos me tenían mucho apreció. Cuando abandoné la selección debían sancionarme porque tenía contrato con el club, pero ellos me dijeron que no me iban a sancionar, que si necesitaba la liberación, ellos me la iban a dar.   

No quisiera pasar por alto la ayuda que me dio Alexander Ramírez Tápanes, pues gracias a él, pude conseguir el contrato en República Dominicana. Le estaré siempre agradecido por eso, pues fue él quien contactó con ellos y realizó parte del papeleo, fue casi quién lo gestionó. Una de las cosas que no me perdono es no haber conocido a ese “loco” en persona.  

¿No viste futuro en el fútbol? ¿Por qué no esperar otro contrato entonces? 

Yo sabía que varios equipos me querían, ofertas y nuevos contratos tenía, pero no pensé en el momento, pensé en mi estabilidad económica en una futura vida, algo a largo plazo. En el fútbol iba a poder estar 4 o 5 años más y después qué. La vida te cambia y madurar es entender que tienes que buscar una estabilidad para tu familia.  

¿Por qué decides abandonar la Selección Nacional?  

No estaba mi abuela, sin ella no había razón para estar en Cuba. Veía lo que estaba pasando en Cuba con los jugadores y con los contratos. Me miré en el espejo de jugadores que eran estrellas en Cuba, incluso hasta mejores que yo y, hoy por hoy, no tienen nada. Me di cuenta de que ni el INDER ni nadie se acuerda de ellos. El fútbol en Cuba es del momento en el que estás bien y el día de mañana, cuando no te necesitan, se olvidan de ti. Yo no quería eso para mí ni para mi familia, así que tomé la mejor decisión pensando en la estabilidad económica de mi familia. Lo tenía bien claro: en la primera oportunidad en Estados Unidos o Canadá me iba a quedar. 

 ¿Cómo fueron esos primeros días en Canadá después de abandonar la selección? ¿Te costó adaptarte aquel país? 

Los primeros días fueron muy difíciles, muy duros diría yo. Recuerdo que lloraba por las mañanas y me decía: ¿qué hice? Jamás había cogido un martillo en mis manos y en cuanto llegué, empecé a trabajar y me levantaba a las 5:00 am con mucho frío. La adaptación fue bastante difícil, soy alguien muy familiar y me gusta compartir con mis amigos y aquí no podía hacer eso, pero ya estaba montado en el barco y tenía que echar para adelante. He tenido que trabajar duro aquí para poder sobrevivir y ayudar a mi familia. 

 ¿Se te abrió un nuevo mundo allí? 

Bueno, en cuanto a lo deportivo no tanto. Estuve en contacto con algunos clubes, pero económicamente no me reportaba tanto como trabajando y decidí dejar a un lado el deporte para mantener a mi familia que dependía de mí. Tenía dos hijos y una familia que mantener, no podía darme el lujo de estar tiempo sin ganar dinero. En la actualidad, estoy completamente desvinculado del fútbol. Es difícil dejar de hacer lo que te gusta, a veces tengo pesadillas y sueño que juego fútbol, pero eso forma parte de mi pasado: tengo una nueva vida y esa es mi prioridad. 

¿Cómo asumes la idea de que no puedes regresar a tu país por varios años? 

Es bien duro, hay que tener mucho valor para quedarse. Soy alguien muy familiar, me gusta mucho estar cerca de mí familia y compartir con mis amistades. En mi barrio sabían cuando estaba allí porque ponía música y bebíamos mucho, era de fiesta en fiesta. Aquí me siento solo, ahora tengo una caja de cerveza y no tengo con quién tomármela. En Cuba siempre estábamos inventando para tomar o comprar una caja, hacíamos una “popina”, poníamos  10 pesos cada uno para comprar bebida. Aquí la tengo, pero no hay con quién compartir.  

Mi papá sí sabía que me iba a quedar, a mi mamá no se lo dije porque me iba a dar bateo. Si hoy levantan la sanción y nos dejan ir a Cuba, me mando para allá urgente, así no tenga un peso en el bolsillo, pues la sensación de abrazar a tus padres no tiene precio. 

¿Te arrepientes de la decisión que tomaste? ¿Eres feliz con la vida que llevas? 

 No me arrepiento en lo absoluto, al contrario, estoy orgulloso de la decisión que tomé. No iba a tener un futuro en Cuba y con lo que gano aquí puedo ayudar a todos. No soy muy feliz con la vida que llevo, pues el hecho de ver a los amigos solo el fin de semana y tener a mis hijos y padres lejos, me pone triste y a cada rato los extraño. De alguna manera sí soy feliz, porque he hecho nuevas amistades y comprendo que esta es la única opción para salir adelante y darle una vida decente a mi familia: como puedo ayudarlos a mantenerse, no me quejo de la vida que llevo. Al tomar la decisión de emigrar hay que correr riesgos y yo los enfrento como tal. Mi primer trabajo aquí fue en una carpintería y hoy trabajo en una compañía de renovación. Aunque el fútbol es mi vida, el trabajo en Canadá es lo que sostiene a mi familia. 

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¿Has podido ver los partidos de la selección ? ¿Qué te han parecido? 

No me siento a ver un partido de la selección desde que me quedé en Canadá porque siento nostalgia, extraño a la selección. Mi vida es el fútbol y siempre lo voy amar. De la selección solo veo los resúmenes de los partidos y eso que puedo ver los juegos en vivo, pero extraño mucho el fútbol y prefiero no verlos. Algo sí he notado y no quiero comparar: en equipos anteriores, nosotros éramos hermanos dentro y fuera del terreno, pero ahora hay jugadores en Centroamérica y Europa que se creen mejores que otros y por eso no se gana, no hay unión. Ellos tienen la mentalidad de venderse con la selección y aprovechan ese momento. El dinero cambia a las personas, es curioso esto que te voy a decir, pero el equipo de nosotros con Triana lo mejor que tenía era que todos jugábamos en Cuba, me sacaban a mí y ponían a Dayron Pérez y no me molestaba, al contrario, apoyaba a mi compañero. Nosotros no teníamos rivalidad. Esa unión le falta a este equipo. 

¿Qué crees que debe cambiar la dirección del fútbol en Cuba? 

Lo primero que debe hacer la dirección del fútbol en Cuba es abrirles las puertas a los legionarios que tengan nivel, pues ellos van a levantar y le van a dar más vista al fútbol cubano. Eso va influir en que otros clubes se fijen en jugadores cubanos porque hay muchos que juegan en clubes y ligas importantes del mundo. Creo que deben tener la oportunidad de probarse y ver qué tienen para aportar: sino cumplen con lo que necesita el equipo, entonces, buscar otras alternativas.   

Internamente, tenemos que mejorar nuestro nivel técnico. Tampoco es un secreto para nadie que tenemos condiciones muy limitadas y las canchas están en muy mal estado. Yo digo que los futbolistas cubanos somos magos, porque jugar en esos terrenos es complicado y aun así los jugadores tienen calidad: con buenas condiciones, los resultados del fútbol mejorarán mucho. 

Hay que analizar las cosas con objetividad. En el mundial sub-20 de 2013 participaron jugadores como Paul Pogba, Alfonso Areola, Kondogbia, Bruma, João Cancelo, entre otros. Si bien ellos tenían un nivel superior a nosotros en lo colectivo e individual, en la cancha nosotros hacíamos casi lo mismo que ellos, claro que con algunas limitaciones. En el partido contra Portugal, regateé y hasta le hice un túnel a Cancelo. A esa edad, estábamos a nivel mundial, pero el engaño y las malas decisiones de los directivos han acabado con el fútbol en Cuba.    

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Imagen cortesía de Cortesía del entrevistado
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