El voleibol masculino cubano vivió en los 90 su época dorada. Por aquellos años, la escuadra antillana protagonizaba encomiables batallas en ligas mundiales contra las superpoderosas nóminas italianas. Nombre como los Joel Despaigne, Abel Sarmientos, Ihosvany Hernández, Raúl Diago, Rodolfo Sánchez, Ángel Dennis y tantos más, quedaron grabados con letra de oro en la historia de este deporte en la Isla.

Cuando recibí la noticia de que sería afortunado de entrevistar a uno de los más grandes hombres de aquella época, agarre los instrumentos necesarios para así no tan solo hacer un trabajo periodístico, sino también para disfrutar de una magnífica historia contada por la propia voz del protagonista, Ihosvany Hernández.

Un día, aquel recordado jugador -como varios de sus compañeros-, abandonó la selección nacional en un evento en el extranjero para seguir su carrera en ligas foráneas y asegurar el bienestar de sus hijos, una decisión por la cual estuvo 13 años sin poder volver a su país.

Al entrar al restaurante donde pactamos encontrarnos fue fácil identificarlo: sentado en la mesa sobresalía ampliamente por encima de los dos acompañantes que se encontraban con él, a quienes presentó. Uno era su padre, quien bromeaba con respecto a la altura de Ihosvany a cada minuto y el otro un amigo de la familia. Luego de conversar un rato de voleibol, nos apartamos a un rincón del restaurante y comenzamos la entrevista.

Según tu padre, eras un niño intranquilo, aunque no maldito y era solo cuestión de tiempo que llegaras a la práctica del deporte. ¿Cómo llegaste al voleibol?

Era un niño muy intranquilo, mis padres me apuntaron en deporte para que gastara energías. Comencé como casi todo niño cubano, por la pelota. Luego seguí por atletismo, baloncesto y hasta que terminé en el voleibol hasta el día de hoy.

¿Cómo fueron tus inicios por las categorías inferiores?

Estuve 4 años en la EIDE, donde me enseñaron los elementos básicos del deporte y allí tuve muchos entrenadores que me ayudaron mucho en lo que es el abc del voleibol. Me caracterizaba por ser un atleta espigado: entré midiendo 1.72m y al momento de salir, con 16 años, media 2.02m. Al ser tan alto, llamaba mucho la atención de los entrenadores.

Hay una anécdota muy curiosa sobre ti relacionada con tu llegada a la selección nacional

Mi entrenador Osvaldo Gonzáles, “El Caballo”, decide llevarme a la preselección nacional para ver los entrenamientos y en un tiempo de descanso en que el equipo nacional va a tomar agua, me puse a entrenar ataque y defensa con dos jugadores. En el calentamiento empecé a rematar la pelota y con tan solo 16 años, me era muy fácil poner la bola en el techo del pabellón. Los compañeros allí presentes comienzan a decirme que le pegara duro al balón y de ahí salió un remate en que, luego del bote, la pelota cayó en un balcón del segundo piso del Cerro Pelado.

¿Cómo fue para un niño de 16 años estar dentro de un mundo lleno de hombres establecidos?

Eso fue un poco traumático porque pasé de ser un niño a ser un hombre, saltándome la etapa de la adolescencia. El entrenador de aquellos años, que era Orlando Samuels, vio en mí un jugador de futuro en el equipo nacional. Tuve la suerte de ser uno de los pocos jóvenes que gozó de la aceptación de los veteranos. Abel Sarmientos, Manuel Torres, Lázaro Marín, Lázaro Beltrán y otros, me tuvieron muy unido a ellos y me ayudaron en todos los sentidos: en cómo comportarme, cómo expresarme dentro del entrenamiento y fuera de él. Ellos se comportaron como mis padres, asumieron una responsabilidad de paternidad conmigo como si fuera su hijo mayor.

Fuiste uno de los jugadores que vivió lo que se llama popularmente como la “Época de Oro” del voleibol cubano. ¿Cómo describes aquellos años?

Mirando la vida desde un panorama diferente, los años 90 fueron los mejores para el voleibol cubano en ambos sexos. Las muchachas eran prácticamente invencibles y alcanzaron 3 títulos olímpicos en ese tiempo. En los varones, el nivel competitivo era más alto, había más escuadras de nivel mundial y el equipo cubano de aquellos años estuvo casi 10 años entre los primeros 4 del ranking mundial.

¿Qué recuerdos te traen los duelos con las escuadras italianas?

Participé en 10 ligas mundiales y disputé 6 finales, de ellas 5 fueron derrotas contra Italia. Sufríamos eso y de qué manera. La gente en el barrio me decía que le teníamos miedo a los italianos y no es miedo, porque no era una confrontación física. Ellos tenían más experiencia, más posibilidades para entrenarse, más apoyo económico y social. Nosotros, lo que hacíamos, era al pecho comparado con lo que tenían ellos, a quienes se les hacía muy fácil estar en la élite. Lo de nosotros sí era luchado.

En Amberes, en diciembre del 2001, Ihosvany Hernández junto a otros compañeros de equipo abandonaron la selección nacional. ¿Por qué siendo casi un héroe nacional en el deporte tomas esta decisión? Ihosvany emite un suspiro largo y después toma una bocanada de aire para responder

Te voy a contar lo sucedido como yo lo viví. Fueron muchos factores que me llevaron a tomar la decisión. En primer lugar, nunca tenía pensado irme, la idea mía inicial al igual que la de todos mis compañeros era jugar en clubes como se estaba haciendo antes de terminar los Juegos Olímpicos de Sidney, y venir a jugar con la selección, pero la cosa no fue así.

En el año 1998, a nosotros se nos dio la posibilidad de jugar en Ligas Italianas. Era la primera vez que un deporte tenía más de 13 jugadores, entre masculino y femenino, contratados en ligas de primer nivel. Nosotros estuvimos dos años en Italia y en él año 2000 llegamos a las Olimpiadas con un equipo bastante competitivo para buscar una medalla.

Desafortunadamente, perdimos el pase a las semifinales con Rusia y eso nos privó de la discusión de las medallas. El pueblo se sintió dolido, pero nosotros lo estábamos más, porque el sacrificio y las horas de entrenamiento durante todo el ciclo las sufrimos nosotros. Al llegar a Cuba se manejó varias teorías sobre nuestra derrota. Varias especulaciones del INDER, atletas y exatletas sobre nuestro rendimiento, argumentando que estábamos cansados por jugar tanto. Debido a esto, el organismo decidió bloquear nuestras contrataciones en contra del deseo de los jugadores y del entrenador, tanto así que Juan Díaz y Justo Morales que por aquellos años eran del cuerpo técnico de la selección, decidieron retirarse del equipo nacional. También esto influyó en que se retiraran atletas como Raúl Diago y Rodolfo Sánchez.

Seguimos jugando con la convicción de que el INDER reconsiderara la decisión de bloquear los contratos en 2001, ya que casi todos los jugadores tenían apalabrados contratos en las mejores ligas del mundo, pero la negativa del organismo nos cayó como un cubo de agua fría. Nos durmieron con el cuento de que será después, que lo vamos a pensar y más cuentos. Yo tenía 29 años y dos niños pequeños y, además, era el sustento de mi familia.

Cuando decidí salir de Cuba me dolió, porque dejaba atrás 14 años de mi vida, mis dos hijos, mis padres, mis fanáticos y la tierra que amo. Pienso que la mejor decisión de mi vida fue esa, a pesar de todo.

¿En algún momento rondó por tu cabeza el sentimiento del arrepentimiento?

Para nada me arrepiento, puesto que fue una decisión muy pensada. Fue el fruto de mucho pensar en mi futuro y en el de mis hijos. Te lo digo porque cuando uno es padre y piensa en tratar de luchar y sacrificarse por darle un bienestar a sus hijos, ve la vida de otra manera.

¿Te costó mucho irte de Cuba?

Me costó, (suspira) me costó mucho, pero no me arrepiento. Si una cosa de la que me arrepiento es que, por mi decisión, estuve 13 años sin poder volver a mi país, 10 años sin ver a mis hijos y 7 sin ver a mis padres. En sí, de ese tiempo sí me arrepiento haberlo perdido y si me dieran la oportunidad de virar el tiempo atrás hasta ese día, lo volviera a repetir.

En esos 13 años que estuve fuera fallecieron tíos míos por parte de madre y no pude estar presente en ninguno de sus funerales ni aunque sea para ponerle una corona. Cada decisión tiene un precio, pero me siento con el alma limpia.

voleibolista cubano Ihosvany Hernández
Fot: Darren McNamara/Getty Images

¿Cómo viviste ese casi par de años que estuviste inhabilitado para jugar?

Lo más duro que le pueda pasar a una persona es ser inmigrante en otro país. No es tu tierra, no son tus costumbres, no es tu clima, no están ni tus amigos ni tu familia y tienes que adaptarte a otra nación donde ni siquiera sabes hablar el idioma. Eso me paso a mí y a mis compañeros de equipo. Tuvimos muchas personas que nos ayudaron desinteresadamente y que nos dieron un lugar donde vivir. La Sociedad Roma por aquel tiempo nos ayudó mucho y estuvo siempre con nosotros, además de muchas amistades cubanas por allá.

Con tu etapa como atleta profesional completaste una larga carrera. Jugaste hasta llagar casi los 40 años, y en varios países como Italia, Rumanía, Polonia ¿Cómo fue ese periplo?

Me decían el trotamundos del Volley. Tuve la suerte de no tener lesiones graves y eso me permitió jugar hasta los 39 años en un buen nivel. Ahora hay muchachos que me están superando como Marshall y Ángel Dennis. Marshall es un ídolo y es una lástima que a veces quede olvidado por la gente y le pierdan la referencia.

Luego de salir de Cuba, estuve 1 año y 7 meses sin jugar porque tenía que acogerme a ser jugador FIVB y desvincularme de la Federación Cubana. En ese tiempo, aproveché y me operé de la rodilla, ya que traía achaques desde Cuba.

Comencé a jugar en un equipo de la ciudad de Parma y ahí coincidí con Mauro Berruto, un excelente entrenador que luego fue seleccionador de Italia muchos años. Allí me volvió el hambre por el voleibol y las ganas de jugar a pesar de no ser un jugador joven. Luego jugué en Taranto Volley donde compartí cancha con un rival de años, Luca Cantagalli. Conocerlo y jugar con él fue un privilegio. En Verona estuve par de años jugando con un paisano y compañero como Ramón Gato y después se me abrió la opción de ir fuera de Italia.

Pasé por Turquía donde me reencontré con Jesús Savigne, luego Polonia, Rumanía y Dios, por esos años, me trajo un regalo que fue mi tercer hijo. Residiendo en España me llamó Sebastián Firpo y me habló sobre la posibilidad de jugar en un equipo nuevo de Argentina que se llamaba Buenos Aires Unidos, donde iba a compartir equipo con Marcos Milinkovic y Waldo Canto de entrenador. Para resaltar, fueron esos dos años finales de mi carrera allí, por que jugar en Argentina fue de lo más bonito que me había pasado.

¿Cuándo fue el momento en el que Ihosvany Hernández dijo no puedo más?

Fue en el año 2013. Ya las rodillas no eran las mismas, el cuerpo no aguantaba igual y yo quería seguir siendo un ejemplo para los jóvenes, pero ya estaba cansado. Así que finalizando ese 2013 me retiré. Ya la familia estaba creciendo y era tiempo de estar con ellos.

El voleibol masculino cubanos se quedó a las puertas de lograr el boleto olímpico a Tokio 2020. Ahora por enésima vez, tenemos una generación que pinta bastante bien y va de la mano del estelar Robertlandy Simón. ¿Cómo vez la salud actual del voleibol masculino cubano?

Desafortunadamente, hace muchos años no podemos mantener una generación de voleibolistas unidos en un elenco nacional por diferentes causas y eso es fundamental para el triunfo de cualquier equipo. Ahora en los últimos años, Nicolás Vives está continuando el legado de Rodolfo Sánchez después de lo ocurrido con él, que ya todos sabemos lo que pasó y las sanciones a los entrenadores que la sufrieron sin comerla ni deberla. Aun así, se formó un nuevo equipo con mucho talento joven, con ganas y explosividad, pero le falta experiencia. Ese atributo no se compra, ni se encuentra en la calle, ni entrenando en la escuela: se gana jugando, pero no jugando contra México, Puerto Rico, Guatemala, sino contra los duros. Cuba ya tiene jugadores con un nivel que van despuntando y necesitan jugar en la élite mundial para que no sucedan estas cosas. Estuvimos a punto, pero en el momento clave los canadienses sacaron la experiencia que ellos tenían, además de la localía.

Mucha gente dice que los cubanos aflojaron y otras cosas. Yo vi el partido y el problema es que son jugadores muy jóvenes y les falta rodaje para esto. Simón estaba, es verdad, pero un solo palo no hace monte. Él es un extraordinario hombre y de una calidad más que probada que motivaba a los muchachos, pero eso no bastó.

Nosotros necesitamos abrir las puertas para que todos los muchachos tomen experiencia internacional y espero que la comisión se dé cuenta de esto. Para devolver el voleibol a los planos estelares se necesita que los muchachos jueguen en las mejores ligas. Si tú quieres ser de los mejores, tienes que jugar con ellos y si se siguen poniendo peros entonces no vamos a avanzar.

Para finalizar, de los jugadores actuales de la selección nacional, ¿quién es el preferido de Ihosvany Hernández?

Miguel Ángel López, sin duda. Es un muchacho de una explosividad impresionante y en estos dos últimos años creció muchísimo. Además de eso, es un jugador que a pesar de su tamaño puede llegar a ser de los mejores del mundo por las cualidades que tiene.

Orlando Samuels, el maestro entrenador de leyendas

voleibolista cubano Ihosvany Hernández
Fot: Darren McNamara/Getty Images

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Imágenes cortesía de Redes sociales de Ihosvany Hernández y Getty Images
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