Ser deportista en Cuba exige una cuota de sacrificio adicional a la que ya demanda la profesión. Si eres de béisbol —el pasatiempo nacional que hace mucho da más tristezas que alegrías — tendrás, fuera del terreno, muchas otras presiones gravitando sobre ti.

Que sea una disciplina altamente politizada, que pese a la decadencia siga siendo pasión en el país y que le cree al atleta un compromiso con la grada, donde todos saben o creen saber de pelota y los éxitos o fracasos de sus ídolos son la sentencia de cada disputa o apuesta, es otro juego.

Luis Felipe Rivera Despaigne ha sabido lidiar con todo eso muy bien. Lo ha conseguido a base de sacrificio, flema, sencillez, humildad y coraje. Sin estridencias ni acaparar titulares, se ha convertido no solo en una de las figuras más encumbradas del béisbol pinero, sino también en uno de los beisbolistas con rendimiento más estable en la pelota cubana, pese a su veteranía.

¿Cómo llegas al deporte?

“Empecé en el Mariel, donde me críe. En las clases de Educación Física me incliné por el béisbol y allí di mis primeros pasos con el guante y la pelota, como a los cinco años.

“Posteriormente, por una situación laboral, a mi papá le asignaron vivienda en la Isla y vinimos para acá en el año 1986, cuando yo tenía nueve años. En la continuación de la primaria en La Fe estuve en béisbol en quinto y sexto grado.

“En el año 1990 llegué a la EIDE con alguna dificultad, pues ya la matrícula estaba cerrada, pero mi mamá me llevó, me hicieron las pruebas y logré ingresar a última hora con el entrenador José Velázquez y así fue como comencé a eslabonar años de trabajo en el béisbol”.

Rivera integró la que está considerada, hasta hoy, la mejor generación de beisbolistas pineros, con excelentes jugadores que fueron capaces de sacar a la Isla de la Juventud de los lugares sotaneros en las Serie Nacionales y actualmente comparte equipo con jóvenes figuras a quienes no duda en enseñar y aconsejar.

¿Cuáles consideras que son tus mejores resultados?

“Mis principales resultados son el segundo lugar obtenido en la Serie Nacional 54, de 2015, con el equipo de la Isla.

“Ese era uno de mis sueños: discutir un campeonato. Estuvimos a punto de ganarlo, pero teníamos en frente un rival grande como Ciego de Ávila y en el último juego cometimos varias imprecisiones que nos impidieron ganar. Y el otro es haber integrado la selección nacional del año 2013 al III Clásico Mundial de Béisbol”.

A Luis Felipe Rivera, desde sus inicios, lo caracterizó la velocidad y el buen corrido entre almohadillas, lo que le valió el apodo de “El Córcel de Santa Fe”, y le permitió sobresalir en este departamento en las pruebas de habilidades de los Juegos de las Estrellas.

¿Hacías algún entrenamiento especial para lograr esto?

“Desde pequeño ya venía con las condiciones idóneas para ser rápido de home a primera, pero el trabajo en la EIDE en séptimo, octavo y noveno grados, con el profesor José Velázquez, sobre todo enfocado en la rapidez en lomas para las frecuencias de los pasos, me ayudó muchísimo. Ya después fue mantenerme con entrenamiento sistemático”.  

Sé que entrenas mucho. ¿Cómo lo has hecho durante la pandemia?

“Sí y siempre le aconsejo a los muchachos más jóvenes que lo hagan porque con las dos o tres horas del entrenamiento diario no basta, tienen que hacer trabajo extra: ir a los gimnasios, gestionarse buenos planes de entrenamientos y personas capacitadas que los supervisen.

“Yo mismo llego todos los días a la casa alrededor de las seis de la tarde. Entreno por la mañana de tres a tres horas y media, después viene el espacio del descanso, nutrición, descanso otra vez y de tres a cuatro de la tarde voy de nuevo para el gimnasio a trabajar y termino a las 6:00 pm. Ahora con la pandemia, que los gimnasios cerraron, he creado condiciones en casa, pues lo importante es nunca dejar de trabajar”.

Por múltiples factores, la práctica deportiva en Cuba es hoy un escenario complejo que exige mayores esfuerzos por parte de los atletas. ¿Cómo lo ves tú?

“Las condiciones materiales nos obligan a hacer de tripas corazón. La falta de implementos y el mal estado de algunas instalaciones, por solo hablarte de dos, son aspectos que nos han obligado durante años a reinventarnos. Este es un deporte caro, no como otros que, con una camiseta, un short y un par de tenis ya estás practicando. El béisbol necesita recursos.

“A veces oigo a personas que dicen que no tenemos deseos de jugar, pero a veces no basta con el deseo, se necesitan condiciones para que el atleta pueda entrenar, jugar y rendir.

“Estoy muy agradecido con los familiares, amigos, excompañeros y otras personas que viven en el exterior que nos ayudan con implementos para poder transitar por la Serie Nacional con menos dificultad”.

¿Cómo valoras el papel del entrenador en la formación de los atletas?

“Para mí, además de todo lo técnico que pueda enseñarte, un entrenador tiene que ser, primeramente, un educador que inculque valores a los peloteros desde edades tempranas para que transiten por las categorías con relativa facilidad.

“A veces nos encontramos peloteros talentosos en la Serie Nacional que no logran imponerse por la falta de disciplina, uno de los más importantes valores en el deporte. Por eso pienso que los entrenadores deben trabajar mucho en ella. Sin ser disciplinado poco o nada se puede lograr”.

¿Qué hace Luis Felipe cuando no está jugando o entrenando? ¿A qué dedicas tu tiempo de ocio? ¿Qué te entretiene o te motiva?

“Soy un poco extraño por ese lado. Le dedico mucho tiempo a la casa, me gusta estar en familia, no me gustan las fiestas, no me gusta el tumulto, ni estar donde haya muchas personas aglomeradas.

“Fuera del deporte me dedico a ver béisbol de Grandes Ligas, ese es mi único vicio desde hace muchos años, pero lo veo no solo para divertirme, también para estudiarlo e incorporar aspectos a mi desempeño. También me gusta leer”.

Luis Felipe Rivera
Luis Felipe Rivera: Foto: Alexis Rúa Pérez

El béisbol, como todos los deportes, da muchas alegrías, pero también decepciones. Cuéntame de unas y otras.

“En mi vida deportiva el momento más feliz fue haber integrado el equipo nacional. Aquel mes de febrero, cuando me anunciaron como parte de la selección, fue una alegría máxima como fue en lo personal el nacimiento de mi hija.

Decepciones he tenido muy pocas, será porque soy una persona que no vive de ilusiones. Podría mencionarte, por ejemplo, cuando en el equipo Cuba no logramos pasar a la etapa final del III Clásico Mundial al perder aquella noche contra Holanda. Fue un momento duro porque deseaba mucho jugar la etapa final de un Clásico Mundial y sobre todo porque lo tuvimos ahí en la mano y no lo logramos”.

¿Cómo fue la experiencia en un evento de ese calibre?

 “Ahí se demostró una vez más que en el béisbol los detalles marcan la diferencia, pudimos lograr la victoria y se nos fue en un pestañazo. Fue una experiencia muy grande para mí haber jugado contra esos grandes peloteros.

“Hoy en día estamos muy distantes de ese nivel. Tenemos que hacer muchos ajustes en la estructura del béisbol en sentido general para poder competir y ganar en eventos como el Premier 12, Clásico Mundial, Serie del Caribe.

“Fue una oportunidad de crecimiento, con ese grupo aprendí muchísimo, sobre todo de Víctor Mesa, la única persona que ha depositado en mí confianza como para representar a Cuba en un evento internacional y a quien le estaré agradecido siempre. Yo lo hice lo mejor que pude y con el corazón”.

¿Tus expectativas como atleta?

“Ya no hay muchas, en estos momentos estoy enfrascado en tratar de ayudar al equipo de la Isla a clasificar para la segunda fase de la Serie Nacional y de ahí luchar un puesto en la postemporada.

“No sé si va a continuar la misma estructura del torneo o tendrá otro formato, pero las intenciones del equipo son las de mejorar con creces el lugar 14 de la pasada edición y con ese enfoque estamos trabajando.

“Las limitaciones a causa de la pandemia impiden entrenar con normalidad, pero de manera individual todos los atletas lo estamos haciendo para no perder la forma deportiva”.

¿Alguna meta individual para la venidera Serie Nacional?

“De manera individual no tengo una meta específica, no soy un jugador de perseguir marcas. Si tengo alguna cifra redonda cercana lo sabré por Armando y Ariel Iglesias, los hermanos que trabajan en las estadísticas acá o por los medios de comunicación. Mi meta es ayudar al equipo a lograr avanzar a la segunda ronda”.

¿En algún momento ha intentado dejar el deporte?

“No, no me ha pasado por la cabeza, cuando sienta que llegó el momento lo haré, pero por ahora no pienso ello”.

¿Ya has pensado en retirarte?

“En el retiro sí he ido pensando…puede que este sea mi último año, según como me sienta físicamente porque el cuerpo te da señales; también tu sentimiento, tu desplazamiento, tus reflejos. También está la familia que te dice ‘ya no estás bien’, ‘deberías dejarlo’. En fin, todo lo que comienza termina, pero cuando va a ser no sé”.

¿En qué te visualizas cuando te retires?

 “En estos momentos comparto el tiempo de prepararme con la ayuda a los muchachos jóvenes en todo lo que haga falta, después del retiro estaré abierto a la función que asigne la dirección del territorio. Sí me gustaría mantenerme ligado al béisbol, pero ya eso no depende de mí. Por ahora lo mío es jugar pelota y darlo todo por mi equipo”.

Así de dispuesto con las causas colectivas es Luis Felipe Rivera Despaigne, “El Corcel de Santa Fe”, que si bien ya no es tan rápido como un corcel ni vive en este poblado pinero, regresó a él en el peor momento de la COVID-19 en la Isla para servir de mensajero en las zonas en cuarentena.

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Imagen cortesía de Foto: Alexis Rúa Pérez