El estelar baloncestista cubano Jasiel Rivero fue evacuado a Chipre junto al resto de los internacionales que militan en el club Maccabi Tel Aviv, como medida de seguridad tras el estado de guerra decretado en Israel en respuesta a un ataque sin precedentes del movimiento radical palestino Hamás.
Apenas cuatro días después de debutar en la Euroliga con victoria y 11 puntos, el sueño se convirtió en una pesadilla para el cubano, atrapado de súbito por la cruda realidad de una guerra ajena, y por bombas que no distinguen de credos, filiaciones ni pasaportes.
Rivero se mantiene en silencio en redes sociales, pero la organización “macabea” confirmó que tanto él como el resto de los extranjeros en la plantilla, como el español Lorenzo Brown, están a salvo en Chipre.
“Los acogeremos. Hemos hecho arreglos con algunos pabellones e instalaciones de entrenamiento. La cuestión es humanitaria. Estamos a su disposición y si surge algo responderemos positivamente, siempre de acuerdo con el gobierno y la policía”, dijo el presidente de la Federación de Baloncesto de Chipre, Andreas Mouzourides.
El Maccabi recibió el pasado jueves en el Stark Arena al Partizan de Belgrado, y se impuso por 96-81: bien breve fue la alegría de sus seguidores, pues el sábado 7 de octubre amaneció con una inesperada lluvia de cohetes lanzados por Hamás, para romper una siempre endeble paz y dejar una larga estela de civiles muertos.
La guerra vuelve a debilitar a la Euroliga, uno de los torneos de clubes más fuertes del mundo: el pasado año, la invasión lanzada por el Kremlin contra Ucrania motivó la exclusión de los clubes rusos CSKA Moscú, Zenit San Petersburgo y Unics Kazán, y ahora el Maccabi Tel Aviv se ve afectado por un conflicto milenario.
Tanto la Euroliga como la NBA y muchos de sus equipos expresaron su rechazo a esta nueva escalada bélica en el Medio Oriente. Al cierre de esta información, el saldo de muertos alcanzaba los 1.500, buena parte de ellos civiles.
Por lo pronto, el Partizán le ofreció al Maccabi usar sus instalaciones en Serbia como “hogar temporal”: el club de Belgrado sufrió en carne propia la actual realidad del colectivo israelí, pues entre 1991 y 1992 tuvo que irse a Fuenlabrada, España, debido a la fratricida guerra de los Balcanes.
Aquella vez, por cierto, el Partizan que dirigía Zeljko Obradovic ganó la Copa de Europa, gracias a un triple de último segundo del inolvidable Sasha Djordjevic.
Por el momento, las bombas que caen no son metafóricas, sino literales y mortíferas… Por lo pronto, el cubano Jasiel Rivero está lejos de su alcance.
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