De ser durante muchos años uno de los destacados bateadores de Villa Clara cuando estaba en activo, Michel Perdomo pasó al retiro, lejos de los focos de las autoridades deportivas, que no le prestan la debida atención. Para sobrevivir, el otrora pelotero creó un taller para reparar bicicletas eléctricas y computadoras y así garantizar el sustento.             

Desde muy joven, se le vio potencia en sus muñecas y dejó buenos números en su paso por la pelota cubana, pues en 15 series nacionales bateó para 306, botó 122 pelotas e impulsó 574 carreras.

El talentoso pelotero participó en dos seleccionados nacionales juveniles y fue varias veces miembro de los elencos Cuba en eventos internacionales, aunque no tuvo todas las oportunidades que mereció para el talento demostrado, a pesar de los excelentes dividendos con los tricampeones nacionales de la década de los 90.

De su paso por el béisbol cubano, las injusticias que vivió como atleta y fuera del terreno; del duro problema que lo llevó a una suspensión; del olvido que sufre y las desatenciones, Michel Perdomo conversó con Play-Off Mgazine.

¿Cómo logró hacerse pelotero?

Empecé cuando era muy pequeñito, en un central azucarero que se llama Hermanos Amejeiras, allá en Placetas. Mi papá era dirigente azucarero y lo promovieron para Quemado de Güines, al central Riquelme. Eso fue cuando era 13 y 14, y 15 y 16 años, con Fermín Mestre. Después, me fui para la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE), pero fue muy corto el paso por esa escuela, con Pedro Pérez Paz y Juan Rodríguez como entrenadores. En los juveniles, el Gallego Sánchez y Pedro Moré terminaron de pulirme.

Recuerdo que cuando estuve en los juveniles, Eliecer Montes De Oca, Jorge Luis Toca y Osmani García eran último año y yo primero de la categoría. Iba con muchos sueños e ilusiones y no se contaba para nada conmigo porque era bajito de estatura y tenía bajo peso corporal, pero yo decía que algún día iba a hacer equipo Cuba y que iba a jugar con Víctor Mesa, Eddy Rojas y aquellos talentos que tenía Villa Clara. Recuerdo que muchos se reían de mí. No estuve muy lejos porque después todo se me cumplió.

El Gallego Sánchez era entrenador del Cuba juvenil y, siendo primer año, me veía todos los días. Nadie pensó ni que haría el Villa Clara e hice hasta el seleccionado nacional. Después, en el segundo fui el prospecto más grande. Luego, cuando estuve en el mundial del 90 en La Habana, quedamos campeones. Fui el cuarto bate, bateé muchísimo, 383, di como 3 jonrones, quedé entre los primeros en impulsadas y fui líder en tubeyes.    

En el año 1990 empecé en el equipo Villa Clara, y ya era de los talentos más grandes de la provincia y el país, con solo 18 años. Mis dos primeras series nacionales no fueron buenas: era buen bateador de la recta, sacaba muy liviano el bate, pero tenía problemas con los rompimientos. El cambio de juvenil para primera categoría no lo asimila todo el mundo. Estuve en la liga de desarrollo y agradezco que Pedro Jova haya tomado esa decisión porque me sirvió de mucho y aprendí cosas que me faltaban.

MIchel Perdomo Villa Clara
Michel Perdomo, Villa Clara.

Después me llama Jova para el famoso equipo que fue campeón en tres series seguidas. Salí con la selección universitaria con el equipo Cuba, a un torneo en El Salvador y luego un tope en Honduras. Al regresar contaban conmigo en el Villa Clara, me daban más juego porque otros directores no me dejaron jugar por ser jardinero. Eran los mismos establecidos los que jugaban: Víctor Mesa, Eddy Rojas, Oscar Machado y Amado Zamora, quien era designado. No tenía cabida.

El psicólogo me ayudaba, porque yo bateaba y no jugaba, porque ponían a los establecidos. No di tregua, siempre aprovechaba cuando me daban chance en aquel equipo que era un tren. Cada vez que participaba, hacia las cosas bastante bien. Un día Zamora se lesionó, lo sustituí y di dos hits seguidos, y de ahí ya me quedé como designado.

¿Cómo era la vida del pelotero en esos años 90?

Eran tiempos en que se viajaba de noche y las guaguas Ikaros no tenían confort. No existían hoteles, a no ser en los playoffs. Recuerdo que fuimos para Granma y salimos tarde y cuando llegamos no había nadie esperándonos sobre las 9 o 10 de la noche. Era en el motel deportivo y tuvimos que abrir la puerta del comedor. Estaban las comidas servidas y llenas de moscas y agua caliente.

Otra cosa era en los estadios. Existían pésimas condiciones porque dormíamos en literas metidos en un cuarto con mala higiene. Había mosquitos y a veces no teníamos agua y teníamos que cargarla con cubos. ¡Increíble! Al llegar Humberto Rodríguez como presidente nacional del INDER todo cambió. Se compraron guaguas nuevas y mejorías en los hoteles y todo estaba un poco más cómodo.

Una vez cogí sarna y estaba en aquel equipo de estrellas. No se estaba bateando mucho, pero yo estaba muy bien y Jova dijo: “¿qué hacemos con Perdomo?”. Todo el mundo decía que me pusieran con el médico o en una habitación solo, pero tenía que jugar. Yo me tuve que quedar con el doctor. Nadie quería pegarse a mí, pero la gente me quería en el terreno. Me di cuenta de que mi presencia era fundamental.

Dentro de aquellos conjuntos que hicieron historia en la pelota villaclareña con sus incursiones en las selecciones nacionales, ¿qué es lo que más recuerda?

Primero, al mejor amigo mío, era Osmani García, de Placetas, tengo que decirlo, aunque ya no esté en Cuba. Ni sé de su vida ni tengo relaciones con él, no se acuerda de mí. Ahora, sí me dio la mano al llegar yo al equipo Villa Clara. Era mi compañero de cuarto y lo conversábamos todo y visitaba mucho mi casa.

Al suspender a mis compañeros que supuestamente hablaron con Rolando Arrojo, creo que se fue injusto con varios peloteros y Osmani cayó en ese grupo y recuerdo que me dijo: “han suspendido al pelotero más revolucionario que tiene Cuba”.

También, nosotros teníamos un gran equipo, dentro del terreno era uno solo. Ahora, existían bandas de poderosos y más infelices, y con diferencias con los que estaban en el Cuba. Pero nada afectaba el rendimiento del equipo. Eran relaciones buenas en el juego de pelota. Pedro Jova, con su respeto y amabilidad como director, logró que jugáramos parejo.

A mí en el Cuba me daban algún chance, pero me quitaban bastante: no siempre fui regular en las alineaciones y así fui a varios eventos internacionales. El equipo Cuba fue algo atípico para mí. Algún día tendrán que hablar de eso. El Cuba no tenía variación, se llevaban muy bien y eran estrellas. Existía una dinastía porque Miguel Valdés, el comisionado nacional, los respetaba.

Llegué de improvisado a la preselección nacional. Tuvieron que llevarme como sexto field del equipo, creo que el único caso de la historia. Jamás había pasado eso, dejaron a Luis Ulacia y a Urrutia porque no hubo forma de dejarme fuera. Solo podían cambiar la dirección, un pícher o quizás un cácher, pero hasta ahí, y yo me colé por mi rendimiento.

Por todo eso tuve, más o menos, suerte en un tiempo de muchas trabas. Me dieron un apartamento en Quemado de Güines, me dieron una asignación de gas y me pusieron teléfono. Después Carlos Lage dicta una resolución que decía que las provincias no podían asignar nada más y, una moto que tenían prevista para mí, no la pude adquirir. Lage, con todo lo que pretendía hacer con este país, automáticamente frustró todo. No me dieron más nada.

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Se decía que tuvo problemas graves y estuvo excluido del deporte. ¿Qué ocurrió en realidad?

Soy una persona muy callada y accedí a esta entrevista para que la gente recuerde y sepa bien cómo ha sucedido todo. Jamás he sido alardoso y puedo decir con certeza que todo aquel que ha tratado de hacerme daño tiene que revisarse primero, porque son más malas personas que yo, solo que han estado más arriba para determinar cosas.

Tengo espinas clavadas. Primero, que no me llevaban teniendo rendimientos al equipo Cuba A. Sin embargo, era el primero en la lista del Cuba B; inclusive, era capitán de esas selecciones B y C. Siempre me comparaban con otros, llevaban a uno que rendía un año y no rendía más. En mi tiempo siempre superé los 300 de average.

Otra espina se debe a que no le dieron solución rápida a las situaciones que tuve en mi vida personal. Hay muchas mentiras en la calle y voy a contar la verdad. La muchacha tenía 19 años y era una “noviecita mía”, como se dice en la pelota. Es la vida real: en el deporte está la aficionada que anda contigo, además de tu esposa.

Nos fuimos un día ella y yo para el arcoíris de Santa Clara y mi papá tenía un carro y nos dimos unos tragos. Discutimos ese día, me fui, la dejé allí y la violaron. Lamento eso, y pienso en ello porque soy padre y sé que no es lo mejor que un padre quiere para una hija. Era un lugar grande al lado del campismo. Jamás pensé que eso iba a pasar.

Me acusaron, pero no tuve sanción ninguna por todo eso que decían que era mi culpa, pero no había ninguna ley en la fiscalía que dijera que Michel Perdomo no podía jugar pelota. Ahora me siento con cierta culpa, saco mis cuentas porque en verdad no tenía que haberla llevado allí y dejarla sola. Fueron circunstancias. Tuve que ir a un juicio y no me salió nada. Al que la violó lo sancionaron.

La madre de ella siguió haciéndome daño y reclamó al Supremo. Ese proceso se demoró como siete meses. Yo entrenaba en todo ese tiempo, hicieron el equipo Villa Clara y Víctor Mesa me dio la posibilidad de jugar y así hice. Nunca estuve preso porque todo al que viola le meten 15 o 20 años, por encima del que sea. Eso se sanciona. Lo respeto porque lo más preciado es la libertad de poderte mover para donde quieras: y no el dinero, ni la fama, ni nada.

El director del INDER de aquella etapa nunca le dio solución rápida a ese problema y lo dejaron correr. En su tiempo ya conversaré con él porque me dijo palabras que a estas alturas no las entiendo. Yo sé que un día se las voy a decir bien claro en la cara. Ojalá que lea esto porque sé que está por la dirección nacional del INDER. No me interesa, no me ha dado de comer. Hay que volverse un tramposo en este país porque si no te machacan.  

Después de aquella amarga situación, ¿cómo continuó su vida?

Estuve dos años por ahí, ellos me estaban llamando. Lo reconozco, me alejé por lo que ellos hicieron. Después, cuando me llamaron, fui yo quien no quise. Luego Víctor Mesa me localizó, jugué la Serie, no estuve bien. No me esperaba esos resultados. Después me propuso estar de coach. Yo no estaba preparado para dejar del deporte, pero le dije que no quería jugar más, que no quería que me recordaran fallando. Pero se fue para México, cambiaron cosas en la Comisión provincial. Mi retiro fue la “mierda” más grande del mundo, ojalá que salga así como lo estoy diciendo. No quiero ni hablar de eso.

Luego, después de 3 o 4 meses, no había trabajo para Michel Perdomo aquí en esta provincia, siendo una gloria deportiva. Evito hablar de béisbol, solo con mi gente más cercana. Estaba ganado 300 pesos en el Inder, me estaba prácticamente muriendo de hambre cuando lograron darme trabajo aquí en la provincia y tuve que irme. Hoy en día soy cuentapropista, luchando en la reparación de equipos eléctricos hasta que se acuerden de mí. Esa fue la vía de escape para poder vivir.

Gano más que en el INDER. Soy gloria deportiva y nadie se acuerda de eso. No me invitan a nada, ni a ceremonia ni a juegos de estrellas ni de veteranos. Simplemente, para ellos no existo. Estoy por hablar con la dirección provincial para ver el porqué no se me tiene en cuenta para nada. No entiendo por qué no me han llamado para un Juego de las Estrellas. Yo no cometí ningún delito.

No he tenido trato del INDER ni el Gobierno. Ellos no tienen manera de localizarme y pensé que yo era quien tenía la culpa. Hace año y medio estuve en el estadio Sandino tratando de doblegarme y me dijeron que no tenían trabajo para mí, que me avisaban y estoy esperando. Los tratos son de mis amistades y familia, más nadie.  

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Todavía puedo tocar puertas. Tengo muy buenas amistades. Tengo que dar saludos y respeto a Víctor Mesa que me dio la oportunidad. Cuando hice el equipo ese último año me dijo: “¡No importa que no tengas buen rendimiento, esto es una manera de que te vuelvan a recordar!”.

Mis relaciones con mis excompañeros de la pelota son las mejores. Nunca tuve problemas con nadie porque siempre fui de los nobles. Trataba de llevarme con los que entraban nuevos, darle una ayuda, me sentía contento con eso.

No le debo nada a nadie. Vivo con el resentimiento ese sin hacerle daño a nadie. Quisieron sancionarme de todas maneras y aunque no fue con años de prisión, fue más malo porque me liberaron de lo que yo sabía hacer, pero bueno: en la vida todo se paga. A veces las leyes se cumplen, otras veces no.       

¿Cómo ves la pelota cubana?

La pelota en Cuba está en una crisis total. Estoy casi convencido de que tiene que ver con la base. Salí de un central azucarero y ya no van a hacer ninguna prueba. Trabajé con los muchachos de la categoría 15 y 16 cuando me retiré. Los peloteritos de mamá y papá eran los que estaban en la EIDE sin calidad.

Todo el problema está en la base. El ejemplo está en Santiago de Cuba: fueron a buscar muchachos al campo y que tengan tamaño y peso corporal. Hay bloqueo y una serie de cosas, pero si en cada provincia convocan a todos los que tengan velocidad y tengan fuerza, lo demás se les enseña.

La pelota en Cuba está en el suelo. Cada vez que haya un equipo que tenga dos o tres figuras, nos la van a ver jugando en poco tiempo. Viene un inteligente, le hace un contrato y después no los ves más. Juega dos o tres juegos de playoffs y ya, porque está jugando en Canadá, en Japón u otra parte y cuando viene, simplemente, no va a dar el cien porciento de sí, porque tiene recomendaciones de cuidarse.

Cuando yo jugaba tuve cuatro o cinco oportunidades: se me acercaron scouts para ver si yo quería jugar en otro país, pero, no estaba en nada de eso: me regía por nuestro sistema. Recuerdo una vez en Japón y también estando en México en el 95, pero nunca accedí. Me hubiera gustado probarme en Grandes Ligas porque yo era bateador en la pelota.    

Aquí bateaba prácticamente avisado. Cualquier liga afuera la hubiera jugado y estoy completamente seguro de que, con la calidad que yo tenía, sí tuviera 20 años en estos momentos y viera lo que pasa con una serie de cosas, no estuviera aquí, sin que me quede nada por dentro.

El criterio que tengo sobre la pelota no te lo escondo, te lo voy a decir: la pelota en Cuba no sirve. No da deseos de verla, no vale la pena. Estoy convencido de que, si los peloteros de ahora se enfrentan con los de años atrás, no hacen equipo ni en sus provincias.

Quiero decir que, a todo el que se haya ido por cualquier vía, que se le respete su forma de pensar. Estoy convencido de que el 99 por ciento de los peloteros que se han ido, lo han hecho por mejorías. No tenemos economía. Todo el que quiera jugar representando a Cuba que lo haga, porque el béisbol de Cuba está en el momento más malo.

¿Cómo ves tu futuro?

Estoy muy bien, contento y satisfecho de esta segunda fase de mi vida. Tengo amigos de verdad que me conocieron con todas las virtudes y defectos que tengo. No me considero mala persona para nada. A veces no se lo merecen y los ayudo. Mi esposa me lo dice que soy blando por esa parte, pero nada. Yo soy de una familia del campo de Quemado de Güines, del central José René Riquelme y estoy orgulloso de ser del campo.

Quiero darle un mensaje a los que siguieron mi carrera deportiva, que me tengan siempre presente. Que recuerden las cosas buenas y malas, pero creo que hice más buenas que malas. A los dirigentes de esta provincia que no cuentan conmigo decirles que yo estoy aquí y siempre estaré. Quisiera volver al INDER y explotar lo que sé. Si no me aceptan, seguiré como cuentapropista.

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Imágenes cortesía de Michel Perdomo y MIchel Perdomo
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