Por más de 15 años, la portería de la selección nacional cubana de fútbol estuvo segura con Odelín Molina. Durante su etapa como atleta, él vio como muchos jugadores abandonaban equipos, algo que producía mucha incertidumbre en el vestuario. 

“Hay que estar allí para sentirlo. Tener compañeros de años y que de repente nos dejaran, eso nos producía un vacío y te puedo decir que sí afectaba la química del equipo y el rendimiento. Por otra parte, claro que no le guardo rencor a ninguno, pues cada uno es dueño de su vida y es libre de vivir donde quiera. Los tiempos han cambiado y mantengo relaciones con la mayoría de ellos”, recuerda el exportero. 

Aunque a lo largo de su carrera, Odelín Molina llegó a darle muchas glorias a su país, pero siente que fue utilizado por los directivos del fútbol cubano, algo que le produjo mucha tristeza y llegó a alejarlo de la absoluta. 

En la actualidad, quien fuera un destacado guardameta, brinda sus conocimientos en la selección nacional femenina de Cuba a la espera de su oportunidad de trabajar con el equipo masculino. 

“Estuve a la espera de ser entrenador de la selección nacional masculina, pero los directivos apostaron por traer un nuevo cuerpo técnico y respeto esa decisión. No se ha dado la oportunidad, pero estoy tranquilo esperando, incluso, más de lo que yo pensé. Mi final no puede ser quedarme en el fútbol femenino: el masculino tiene una dinámica que es la que más me gusta y espero transitar hacia allí”, dice. 

Para conversar sobre sus inicios en el balompié; sus resultados con el equipo nacional; sobre cómo la selección de mayores tuvo un buen desempeño en los duros años del Período Especial pese a las dificultades; así como la actualidad de este deporte en la isla, conversamos en exclusiva en Play-Off Magazine con esta leyenda de la portería cubana. 

¿Cómo fue tu infancia?

Muy tranquila, con las necesidades normales de la familia cubana, pero siempre conté con el amor de mi familia. De niño era un poco inquieto y me fui involucrando poco a poco en los deportes del barrio.

El primero que practiqué fue el béisbol, me gusta mucho y siempre quise ser pelotero, pues quería ser como Omar Linares. Era bueno a la defensiva, pero no así bateando, por lo que me dediqué al fútbol. Comencé a practicarlo en el Combinado Deportivo 26 de Julio con los entrenadores Tomás Virgil y Osvaldo Castañeda, los que me dieron la oportunidad de jugar en las categorías 11-12.

Durante un partido de fin semana conformaron el equipo y no me incluyeron entre los 10 jugadores de campo. Entonces, preguntaron quién quería ser el portero y levanté la mano. Desde ese momento fui portero hasta el día de hoy, nunca jugué en otra posición. Estar por el suelo y detener los goles de los contrarios se fue convirtiendo en mi pasión.

En las categorías menores no valoraron debidamente tu talento. ¿Qué situaciones propiciaron esas actitudes?

Lo primero que debe ser un portero es líder. Tiene que orientar, dirigir, tener conocimiento técnico-táctico del juego de cada uno de sus compañeros. Debe ser fuerte psicológicamente porque está en constante estrés: cuando lo haces bien te quieren, pero cuando fallas, pocos te dan la mano. Un portero debe ser muy entregado, tenerle amor a su posición.

A pesar de tener buenos resultados en las categorías menores fue muy difícil ganarme un puesto. Nunca me vieron esas condiciones como portero, era alto, pero muy delgado y el físico me golpeaba. No fui de los preferidos en aquellas categorías porque no era espectacular, me caracterizaba más por la velocidad y la colocación. Pasé mucho trabajo para llegar a los equipos nacionales. Tenía mis particularidades, no me lanzaba mucho, mis atajadas eran más resultado de la inteligencia, de la colocación en la cancha y a muchos entrenadores no les agradaba eso. Se puede decir que rompí un esquema en aquella época de lo que era un arquero, no era fuerte y espectacular, era más táctico y posicional, con buena ubicación.

Me fue complicado ganarme a muchos entrenadores porque ellos no entendían mi manera de jugar. Después del mundial sub-17 me dieron baja del equipo nacional, no estuve en la categoría sub-20. Algunas personas entendieron que no tenía el nivel suficiente, pero el tiempo me dio la razón y tuve buenos resultados en las categorías posteriores.

En los años 90, a pesar de las difíciles condiciones, se obtuvieron buenos resultados a nivel internacional. ¿Qué factores permitieron tales resultados?

Debido a la situación generada por el Periodo Especial, las condiciones eran muy difíciles y se pasaron dificultades con el vestuario y calzado para los jugadores, algo que afectó al desarrollo de los atletas. Los resultados se obtuvieron debido a que la entrega de los jugadores era muy superior a las carencias que teníamos. Había mucho amor por la camiseta, deseos de triunfar y representar dignamente al deporte cubano. Fueron años muy duros, los jugadores de esa etapa eran muy sacrificados, nos tocó una época muy difícil, pero también jugábamos más.

¿Cómo fue el apoyo de tu familia en esta etapa?

Yo soy de Villa Clara y éramos 4 hermanos, las condiciones eran duras y mis padres me daban lo que podían. Recuerdo que mi primer salario fue de 50 pesos. Una vez que empecé a cobrar les dije a mis padres que no me mandaran más dinero, que con eso yo me sostenía.

¿Qué podías comprar con 50 pesos entonces?

En realidad, no mucho, pero era una manera de aliviar la economía de mis padres. En el Cerro Pelado nos daban desayuno, almuerzo y comida. Aunque era muy limitado todo, teníamos lo básico. Les dije a mis padres que iba a llegar a la selección nacional y así fue. Posteriormente, con mi trabajo, pude ayudarlos a ellos.

¿Cómo se produce esa llegada a la selección nacional?

Tras integrar la selección sub-17 no fui llamado más hasta la sub-21. Posteriormente, obtuvimos la medalla de bronce en los Juegos Centroamericanos de Ponce de 1993 y a partir de allí me fui consolidando. Llegué al punto de disputarle el puesto al portero titular de la selección Fernando Griñán.       

Entre 1996 y 1999, el equipo cubano tuvo buenas actuaciones en las Copas Shell, en las que obtuvieron el subcampeonato en dichas citas. ¿Qué recuerdas de dichos torneos?

Siempre perdimos con los dueños de casa, Trinidad y Tobago. En la Copa de 1996, fue la primera vez en que era titular en la selección de mayores. Aspiraba a ser uno de los mejores jugadores del torneo, llegué al partido final sin permitir goles, pero como perdimos, le dieron la distinción a otro jugador. El técnico Campari fue vital en la obtención del subtítulo. Por mi destacada actuación fui invitado junto a otros compañeros a integrar un equipo del Caribe para enfrentar un equipo de la liga de Brasil. 

En el torneo de 1999 lo hicimos muy bien, y gracias al profesor William Bennet, formamos un gran equipo. Tanto los jugadores titulares como los de la banca tuvieron su importancia: éramos una familia. Estuvimos cerca de ir a penales en el último partido, pero en los últimos minutos nos anotaron, por lo que obtuvimos nuevamente el subcampeonato. Nuestro compañero, Raciel Martínez, se destacó y aportó mucho al equipo. Eran torneos de mucho nivel y la calidad de los jugadores era muy alta.

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Viviste varias épocas del fútbol cubano, en la década de los 90 y también las primeras dos décadas de este siglo. ¿Qué diferencias encuentras con el fútbol cubano de la actualidad?

Existe una gran diferencia, pues como te mencionaba anteriormente, las limitaciones por el Periodo Especial repercutieron en implementos y condiciones para nuestro desarrollo, pero jugábamos mucho, mucho más que ahora. Los campeonatos nacionales eran de mayor extensión, más de 20 o 25 juegos. Ahora hay mejores condiciones, pero se juega menos. Antes, sin recursos y con mucha escasez, se jugaba más; ahora, con ayuda financiera de la FIFA, se juega mucho menos: así es imposible desarrollar jugadores.

Muchas personas critican y lo hacen con razón. ¿Cómo antes sin recursos y sin ayuda de la FIFA se jugaba más? En la actualidad, el campeonato nacional no pasa de 20 partidos. Antes no íbamos a hoteles, no viajábamos en guaguas con tanto confort ni existían ciertas posibilidades económicas que existen hoy. No es posible que nuestros jugadores desde las categorías menores jueguen bien poco, no es lógico que los atletas de la EIDE estén 9 meses preparándose para jugar un torneo de menos de 10 partidos. Hay que revisar eso.

En la selección nacional estuviste bajo las órdenes de tres entrenadores extranjeros: el italiano Giovanni Campari, el peruano Miguel Company y el alemán Reinhold Fanz. ¿Qué aportó cada uno al equipo nacional?

El italiano Campari nos enseñó mucho lo que es la presión arriba, dio mucho avance al fútbol nuestro y cambió la mentalidad del mismo con su visión europea.

Company hizo una labor muy buena, pues el equipo salía jugando y era muy organizado en cada sector de juego. Con Company podías estar 24 horas hablando, escuchándolo, es una persona muy sabia. Fue muy importante para nuestro fútbol, enriqueció mucho en lo táctico a los entrenadores y jugadores. Es una lástima que no tuvimos ese apoyo de los directivos, tanto para nosotros, los jugadores, como para Miguel Company. Él pudo hacer mucho más, pero no lo dejaron, los directivos no eran tan atrevidos como él y eso influyó en que esa gran generación de jugadores no pudiera alcanzar mejores resultados.

Al entrenador alemán Reinhold Fanz no le importaba que tú llevaras varios años en la selección, pues él ponía a jugar al que entrenaba bien, era como un premio. Le daba mucha importancia al estilo alemán, hacía mucho hincapié en lo físico. No creo que se alejará de nuestra cultura futbolística, sino que no supimos aprovecharlo, tal vez no lo valoramos como se debió. En su poco tiempo al frente del equipo nos brindó mucho profesionalismo. Muchas personas no entendieron su mensaje: quien entrenaba bien era quien jugaba, no le importaba la edad. Hizo un gran esfuerzo en el breve tiempo estuvo en Cuba, pero no salieron los resultados.

En el año 2009, Cuba debía asistir a la Copa Oro tras clasificarse de manera oficial. ¿Por qué el equipo no asistió al torneo? ¿Cómo afectó esto a los atletas? 

Nosotros nos ganamos por derecho propio la clasificación al torneo, y que no nos llevaran fue muy lamentable. Los dirigentes de aquel entonces dijeron que el equipo no tenía calidad para participar en esa competencia. Yo creo que esa decisión la tomaron previendo que algún jugador abandonara la selección debido a que años antes varios jugadores se habían quedado en Estados Unidos. Fue una decisión dañina para nosotros los atletas, yo estuve 8 veces en Estados Unidos y nunca me quedé, siempre regresé a mi país. Hay cosas que muchos no saben, pero esos viajes, a la par de competir, nosotros los utilizamos para resolver nuestros problemas de la casa, compramos equipos de música o lo que necesitáramos, por tanto, fue un golpe tanto económico como deportivo.

En el caso de los jugadores: ¿cómo veían los abandonos de sus compañeros?, ¿qué sentían?

Hay que estar allí para sentirlo. Tener compañeros de años y que, de repente, nos dejaran, nos producía un vacío y te puedo decir que sí afectaba la química del equipo y el rendimiento. Por otra parte, claro que no le guardo rencor a ninguno, pues cada uno es dueño de su vida y es libre de vivir donde quiera. Los tiempos cambian y mantengo buenas relaciones con la mayoría de ellos. Les pido a los atletas que compitan y defiendan su país, no hay nada más bonito que eso. Muchos compañeros me veían como el látigo, pero para lo positivo, para darles consejos: jamás me presté para delatar a algún compañero o caer en otras bajezas.   

El equipo Villa Clara fue tu casa durante más de 20 años. ¿Cómo valoras tu presencia en dicho equipo?

Además de ser el más ganador de nuestros campeonatos nacionales, para mí es el mejor de Cuba. Me abrió las puertas de la selección nacional, con ellos gané 8 campeonatos nacionales y soy el jugador que más títulos nacionales posee. La afición de ese equipo es especial, el cariño de la gente me llegó mucho, son emociones incalculables. A pesar de cometer errores, siento que en Zulueta nunca me criticaron: me sentí muy querido allí.

¿Qué sueños le faltaron por cumplir a Odelín Molina en su etapa de jugador activo?

El principal sueño que me faltó por concretar fue jugar como profesional en plenitud de forma. Digo esto porque tuve varias ofertas a lo largo de mi carrera, pero las condiciones del país no se daban para ello.

En 1996, se me acerca un agente para que fuera a jugar a España, a raíz de una buena actuación que tuve con el equipo. Le dije que lo hablaran con las autoridades del deporte. Siempre dije que, si salía a jugar a otra liga, sería de una manera legal, por el aeropuerto y autorizado por la federación. En Noruega también tuve ofertas de un club. Ellos decían que era importante tener un jugador de selección nacional y se fijaron en mí, pero todo aquello jamás se materializó. La última propuesta fue en el 2011 tras mi desempeño en la Copa de Oro, cuando un representante de jugadores me habló de la posibilidad de ir a jugar al Numancia de la Segunda División de España.

Yo no entendía muy bien aquello, siempre tuve la idea de seguir representando a mi país. Hablar de contratos y profesionalismo en 2011-2012 aquí era imposible, los dirigentes tenían mucho temor, estábamos muy alejados de la realidad. En Cuba no se podía hablar de tener contratos profesionales por lo que me quedé callado, pues si decía algo me podían sacar de la selección. Otras ofertas las tuve en países de Centroamérica como Costa Rica y Panamá, pero no se concretó nada. Siempre pensé que se podían lograr esos contratos por la “canalita”, como decimos nosotros, pero todo se quedó en el aire.

Después de estar retirado, mi amigo Jeniel Márquez me habló de la oportunidad de jugar en la liga de Antigua y Barbuda. Yo fui como un hobbie, para ver cómo era aquello. Tenía una edad que no era la adecuada para jugar, pero fue una bonita experiencia. Me llevé una enseñanza de la organización, pues a pesar de ser una liga muy humilde, de tener pocos recursos, son muy serios y profesionales en su trabajo. Esa experiencia me permitió conocer otra cultura, otro idioma, me aportó mucho para la vida. 

Otro de los sueños que siempre tuve es que el equipo le jugara de tú por tú a los grandes rivales del área, que fuéramos más competitivos, pero eso era muy complicado. Muchos jugadores pueden decir que su sueño era ir a un mundial de mayores. Si te dijera que mi sueño era ir a un mundial no sería realista, porque para ir a un mundial faltaban muchos poquitos y las condiciones y el manejo del fútbol en Cuba no daban para ello.

Con Odelín Molina, el arco de la selección nacional estuvo seguro por más de 15 años, pues era toda una garantía bajo los tres palos.
Con Odelín Molina, el arco de la selección nacional estuvo seguro por más de 15 años, pues era toda una garantía bajo los tres palos.

¿Con qué momentos de tu carrera deportiva te quedas?

No quiero hablar de una anécdota en específico, pero hay hechos que me gratificaron mucho. Está el hecho de haber compartido con grandes generaciones de futbolistas, tanto de Villa Clara como de la selección. La medalla de bronce en los Centroamericanos de Ponce 1993 fue muy importante, porque marcó mis inicios en la selección nacional. Haber integrado el equipo todas estrellas en Copa de Oro 2002 fue importante no solo para mí, sino para el fútbol cubano. Ser invitado de honor de la delegación cubana a los juegos Olímpicos de Atenas 2004 es una de las cosas más lindas dentro de mi carrera.

Un momento cumbre fue el título de la Copa del Caribe 2012, pues a pesar de no ser un equipo tan sólido como otros, los jugadores se lo creyeron y salió el resultado. La verdad podíamos haber ganado varias Copas del Caribe, pero siempre nos confiábamos y no lográbamos el resultado

¿Cuáles fueron los momentos más difíciles?

En mis inicios tuve momentos muy difíciles. Mucho dolor, muchas lágrimas: decían que no iba a ser portero, simplemente por sus condiciones físicas elegían a otros por encima de mí, aunque yo era mucho mejor. Otros entrenadores, debido al regionalismo, armaban el equipo y me dejaban fuera.

Otro momento triste fue en 2008 cuando no me incluyeron, no me dieron ninguna explicación, y yo siempre fui ejemplo dentro y fuera de la cancha y llegué a ser capitán del conjunto. No culpé al entrenador alemán porque sabía que el equipo lo había hecho un cubano. Le dije a los directivos que a mí tenían que darme la cara, que me tenían que dar una explicación para entender el porqué estaba fuera de la selección. Al final todo se resolvió, pero me trataron duro, sufrí momentos de humillación a los que supe sobreponerme. Aguanté cinco años más siendo titular en la selección, aunque intentaron cambiarme por otros jugadores más jóvenes. Yo fui joven también y por eso nunca tuve nada en contra de ellos, por el contrario, siempre los ayudé cuando pude.

Lo que más me ha dolido en mi carrera deportiva es sentirme utilizado por los directivos del fútbol cubano. Después de retirarme, se realizó un juego contra Cosmos y vinieron Pelé y Raúl a Cuba. Yo vivía en Villa Clara y pagué una máquina en 10 dólares y vine al estadio para saludarlos y me sacaron del estadio.  Nos dijeron que teníamos que salir porque era para las personas del INDER solamente, me dio mucho dolor porque muchos de ellos nunca habían jugado fútbol en su vida. Al final, me fui con Jaine Colomé para la grada como un aficionado más, no sentí el apoyo de los directivos que se aprovecharon de mi.  

¿Cómo viviste tu retiro?

Fue doloroso, pero sentía que tenía que dar un paso al lado. Fui afortunado porque tuve dos retiros, uno en la selección nacional y otro en Villa Clara. A otros grandes atletas ni siquiera les han hecho uno, cosa que veo mal.

Yo diría que fue un retiro momentáneo. Como no puedo estar alejado del fútbol, en cuanto me retiré, me incorporé como entrenador en la EIDE de Villa Clara. Trabajé con las categorías menores de ambos sexos, y formé parte de diferentes colectivos técnicos de las secciones nacionales de esas categorías.

¿Qué está haciendo Odelín Molina en la actualidad?

Soy el entrenador de porteros de la selección femenina de fútbol de Cuba, me siento bien con las chicas, creo que se ha hecho un buen trabajo, pero hay que seguir. Hay muchos tabúes alrededor del fútbol femenino, pienso que la práctica de este ha disminuido en Cuba respecto años anteriores. Pero, sí te puedo asegurar algo: las chicas, en ocasiones, son más agradecidas que los varones. El fútbol femenino es como cualquier otro deporte, incluso más lindo y organizado porque el balón casi no sale del terreno y se juega más. Como entrenador, se nos exige más preparación y sobre todo, estar atentos a varios factores como ciclo menstrual entre otros. Yo exhorto a mis colegas a que le den la importancia  y a trabajar con el amor que lleva este deporte.

¿Estás pendiente de la selección masculina? ¿Cómo la ves en la actualidad?    

Aunque estoy dentro de la escuela nacional estoy más enfocado en mi trabajo con las chicas.  La selección está en un proceso de cambio, un nuevo colectivo técnico con diversas ideas y hay que darle tiempo. Si pienso que necesitan plantearse mejores cosas porque el equipo está muy joven y necesitan jugadores de experiencia. Ese proceso de insertar jóvenes es poco a poco, porque muchos de ellos ni han debutado en el campeonato cubano. Aunque no esté trabajando con ellos, le deseo lo mejor a mi selección: siempre quiero que Cuba gane, aunque se observa un vacío grande.

¿Te gustaría ser entrenador de la selección masculina?

Estuve a la espera de ser entrenador de la selección nacional masculina, los directivos apostaron por traer un nuevo cuerpo técnico y respeto esa decisión, no se ha dado la oportunidad, pero estoy tranquilo esperando mi oportunidad, incluso más de lo que yo pensé. Mi final no puede ser quedarme en el fútbol femenino: el masculino tiene una dinámica que es la que más me gusta y espero transitar hacia allí .

¿Cómo valoras la actualidad del fútbol cubano?

El fútbol en Cuba carece de roce, los equipos han retrocedido en cuanto a su nivel, incluso al punto de quedarse sin figuras. Quisiera decirte que estamos por un buen camino, pero no es así. Tenemos que revisar a nivel de país lo que estamos haciendo, pues estamos detenidos en el tiempo. Hoy el fútbol a nivel nacional no goza de buena salud, y no porque tengamos jugadores en ligas internacionales significa que estamos bien. Como entrenador, hablo sin reservas, con criterio propio: si no jugamos bastante desde las categorías menores no vamos a avanzar. No puede ser posible que un niño juegue 9 o 10 partidos, pues se deben tener torneos de 20 o 30 partidos.

Hay que buscar alternativas y participar en eventos, se puede hacer mucho más. Ojalá cambien nuestros directivos la manera de visualizar nuestro fútbol. Estamos preocupándonos más por tener jugadores fuera que por mejorar el fútbol de casa. El fútbol es de adentro hacia afuera, no de afuera hacia dentro, hay que reflexionar sobre eso. Tenemos varios jugadores en ligas extranjeras, cosa que está bien, pero, ¿qué pasa con los futbolistas que tenemos en casa? Si no se ponen de suerte y logran un contrato, se estancan en cuanto a su nivel futbolístico.

Yo creo que en el fútbol se está actuando contrario a lo que está exigiendo el país. No entiendo por qué los directores técnicos de las selecciones nacionales no pueden dar entrevistas, y tienen que esperar por el autorizo de algún directivo del deporte. En los medios televisivos se aboga por informar a la sociedad, que las personas conozcan: ¿cómo vamos a callar las cosas de nuestro fútbol? Hay que ser transparentes con las cuestiones del fútbol cubano, especialmente con los contratos.

Tenemos que acabar de darnos cuenta de que el dinero es necesario. Hay que cambiarle el salario al atleta, estamos asesinando al deporte creyendo que con 3800 pesos un atleta resuelve sus problemas. Tiene familia y por consiguiente, trabaja para lograr su bienestar y el de ella.

¿Imaginas la vida lejos del fútbol?

No me imagino mi vida sin el fútbol. Este me dio la oportunidad de viajar a muchos países, de conocer varias culturas y ser mejor persona. Le agradezco por todo lo que me ha dado. No voy a vivir del fútbol, voy a vivir para el fútbol. Siempre voy a luchar para que llegue a planos estelares, y a eso va dedicado mi trabajo. Siempre voy a ir de frente a esas personas que quieren vivir de este deporte y a luchar porque se logren cosas importantes. Soy un enamorado del deporte, estamos viviendo tiempos de mucho egoísmo y de mucho yo.

En tus casi 20 años en la selección nacional jugaste con varias generaciones de jugadores. ¿Cuáles de ellos entrarían en el once ideal de Odelín Molina?

Es muy difícil porque siempre se te quedan afuera muchos jugadores. Quizás sea injusto con muchos, pero así quedaría. Traté de incluir a los que más estabilidad tuvieron en el equipo.

Defensa izquierdo: Osmín Hernández

Defensores Centrales:  Jeniel Márquez y Alexander Cruzata

Defensor derecho: Mario Peraza

Mediocampistas: Jaime Colomé, Ariel Álvarez, Lázaro Darcourt y Manuel Bobadilla

 Delanteros: Lester Moré y Eduardo Sebrango  

Se me quedaron afuera otros jugadores como Miky Gándara, Maykel Galindo, Serguey Prado, Andrés Roldán Jr, Luis Martén, entre otros, a los cuales respeto mucho.

Más allá del deporte: ¿qué ha sido lo más importante en tu vida?

Ser cubano es lo más grande para mí, y siento mucho orgullo. Escuchar el himno nacional, ver ondear la bandera: eso ha sido muy importante. Cuba es lo más grande que me ha sucedido. Más allá del deportista, mi familia sin dudas es un puntal. Mi madre, mi difunto padre, mis hermanos: no hubiera sido posible mis resultados sin ellos, son mi razón para crecer día a día. La llegada de mi hijo, que en la actualidad tiene 22 años, fue una bendición que me cambió la vida. 

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Imágenes cortesía de Play-Off Magazine y Foto y edición: Rafael Ortiz Inchaustegui